!Bienvenido, Pedro¡
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“Para que la Jornada Mundial de la Juventud que se realiza en Madrid aliente a todos los jóvenes del mundo a fundar y arraigar su vida en Cristo” (Intención General de Benedicto XVI para el presente mes de agosto)
Hace algo más de tres (2008) años escribí lo siguiente:
“El domingo pasado, 20 de julio, de madrugada (más o menos a las 4:45) Benedicto XVI dijo lo que todos estábamos esperando y que, a decir verdad, era un secreto a voces.
Como ya se sabía había sido Madrid, capital de nuestra amada España, la que había sido elegida, por el Santo Padre, como sede para la celebración de la próxima Jornada Mundial de la Juventud que, es curioso, dura más de una jornada.
El año elegido ha sido el 2011 que es un año tan bueno como otro para que la juventud de todo el mundo católico se acerque a la ciudad del oso y el madroño y haga patente que la fe católica ni está muerta ni la van a enterrar los laicistas por falta de jóvenes.”
Y ya ha llegado el momento, hoy mismo, en el que el Santo Padre, el Vicario de Cristo y sucesor de Pedro, va a estar entre nosotros y, por extensión, con todo el mundo católico y, también, con las personas de buena voluntad que no lo sean.
¡Bienvenido, Santo Padre, a España!
Gracias, en primer lugar, por haber escogido, de entre las muchas naciones que gozarían con celebrar una Jornada Mundial de la Juventud, a España. Es, ya, la segunda ocasión en la que se lleva cabo una JMJ en nuestra patria pues ya vino el recordado beato Juan Pablo II a Santiago de Compostela en 1989.
Gracias, también, por mantener la raíz cristiana de su vida y por hacer de ella extensión a toda la humanidad católica.
Gracias, sin poder olvidarlo, por construir la Iglesia católica sobre la roca que es Cristo y evitar que se hunda ante las asechanzas del mundo. Edificarse en el Hijo de Dios, piedra angular de la Iglesia, es, en su vida de Pastor Bueno, la mejor forma de demostrar lo que se es.
Gracias, por supuesto, por mantenerse firme en una fe que no ha abandonado a lo largo de su vida y por hacer de ella una forma maravillosa de transmitir el mensaje de Jesucristo al mundo y llevar la voz de Pedro a quien quiera o, incluso, a quien no quiera escucharla porque como dijera san Pablo “Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos” (1 Co 9, 22) así lo hace.
Y, ya por finalizar, en la Santa Misa con la que concluyó la última Jornada Mundial de la Juventud (Australia) dijo Benedicto XVI que “El amor de Dios puede derramar su fuerza sólo cuando le permitimos cambiarnos por dentro. Debemos permitirle penetrar en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestro cansancio espiritual, de nuestro ciego conformismo con el espíritu de nuestro tiempo. Sólo entonces podemos permitirle encender nuestra imaginación y modelar nuestros deseos más profundos. Por esto es tan importante la oración: la plegaria cotidiana, la privada en la quietud de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia. Ésta es pura receptividad de la gracia de Dios, amor en acción, comunión con el Espíritu que habita en nosotros y nos lleva, por Jesús y en la Iglesia, a nuestro Padre celestial”.
Y tal es el reto que, entonces, lanzaba Benedicto XVI y que vale también para ahora mismo pues también lo dejó escrito San Josemaría en el punto 82 de “Camino” cuando dijo que en orden a qué tenemos que hacer, espiritualmente hablando, es lo que sigue: “Primero, oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en “tercer lugar", acción.”
Orar y pedir por los frutos de esta Jornada Mundial de la Juventud que, a partir de hoy contará con la presencia de Pedro, ahora Benedicto XVI, pues confiamos en que nuestra oración será escuchada por Dios y que, con ella, daremos forma espiritual a lo que tanto de bueno tiene.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para el Evangelio de cada día.
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