Eppur si muove - ¿Son históricos los Evangelios?

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Porque no cabe duda de que quien arrastró a la gente, el que indignó al clero, al que mató el Sumo Pontífice y su curia, no fue el Cristo de la fe sino el Jesús de la historia”. He aquí una diferencia sangrante: existe, al parecer, el Cristo de la fe y el Cristo de la historia.

Pero el tema de hoy me lo sugirió el artículo escrito por el Director de InfoCatólica hace unos días y que iba referido a una homilía escuchada en la Santa Misa y a lo que dijo el sacerdote sobre los hechos de los que hablaba (en concreto, al episodio en el que Jesús anda sobre las aguas). Pues bien, el tal sacerdote decía algo así como que “no vamos a decir que eso es historia” queriendo decir, seguramente, que se trata de una interpretación de lo sucedido o que, a lo mejor, es que no sucedió.

Esto equivale a decir que los Evangelios pudieran ser una filfa, algo sin importancia. Vamos, que tampoco hay que tomarlos muy en serio… que dicho por un sacerdote de la Iglesia católica está, como poco, regular y como mucho, mal, fatal y para llamar la atención a tal persona por estar desnaturalizando la fe que dice tener.

Pues bien… en realidad eso viene muy bien porque de todo mal siempre se puede sacar algo bueno o, al menos, servir para decir, o al menos intentarlo, la verdad de las cosas.

Al grano: ¿Son históricos los evangelios? o, lo que es lo mismo, ¿eso pasó de verdad?, ¿es historia o es pura invención de la comunidad cristiana primitiva?

Un católico sabe que sí pero, al parecer, no todos lo tienen tan aprendido como debería ser. Esto, al respecto, debería bastar: “La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al cielo” (Dei Verbum 19)

Seguramente cuando un autor como Bultmann quiso desmerecer la veracidad de lo que dicen los Evangelios defendiendo la tesis según la cual los evangelios son una creación de la comunidad cristiana primitiva sembró mucha cizaña en el seno, incluso, de la Iglesia católica. Es posible que de ahí mismo beban personas como el sacerdote citado arriba y quien no iba a decir que lo contenido en los Evangelios era historia. Para él no lo debe ser sin algo que le viene muy bien para mantener su fe.

Sin embargo, como la verdad acaba imponiéndose aunque cueste tiempo y aunque sea difícil rebatir lo que ha arraigado con fuerza, tuvo que suceder lo que sucedió.

Es más que conocido el descubrimiento acaecido en Qumran en los años 40 del siglo pasado. Se ha dado en llamar “Manuscritos del Mar muerto”. Entre ellos se encuentra el papiro 7Q5 que fue estudiado, en 1972 por el P. José O’Callaghan, jesuita español y, además, papirólogo. Muchos, desde entonces, han confirmado lo que demostró el que fuera profesor de la Universidad Gregoriana de Roma y que no es otra cosa que se trataba de un texto correspondiente al evangelio de Marcos, en concreto los versículos 52 y siguientes del capítulo 6.

Esto puede parecer algo enrevesado y no parece que se demuestre nada con eso. Sin embargo, lo bien cierto es que lo contrario es la verdad porque lo que se dice es que fue, aquel papiro, escrito con toda seguridad antes del año 68 d. C. porque entonces fue cuando se sellaron las cuevas con los papiros dentro para evitar la destrucción que llevó consigo la invasión romana de Palestina en el año 70.

Eso, así dicho, indica que no pudo ser escrito aquello que allí se guardó más de tres décadas después de la muerte en la cruz de Jesucristo y eso supone que es el manuscrito que se encuentra más cercano a Jesús de los que se conocen.

Pero, incluso, esto puede que no sea entendido como apoyo a la historicidad de lo que los evangelios dicen porque, en realidad, pudo haber sido escrito por quien lo escribiera con intenciones distintas a las de reflejar la realidad de las cosas.

Tal tesis la mantuvo, por ejemplo, H. Reimarus (1694-1768) que entendió que fueron, en realidad, los discípulos de Jesús los que crearon su figura. Se fijó, digamos, la diferencia entre el denominado “Jesús histórico” y el “Jesús de la fe” como si uno no fuera compatible con el otro o, simplemente, como si la fe en Cristo no tuviera nada que ver con lo que, de verdad, sucedió. Por lo tanto, los evangelios no eran historia sino pura invención.

Como es fácil pensar la cosa no quedó ahí sino que en 1901, W Wrede publicó un estudio referido al secreto mesiánico contenido en los evangelios. La conclusión fue que la condición de Mesías le fue atribuida, a Cristo, posteriormente por los discípulos. Es decir que, otra vez se dejaba caer que el contenido de los evangelios no era histórico.

Volvamos, ahora, al mismo número de la Dei Verbum. Dice, más adelante, que “Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús. Escribieron, pues, sacándolo ya de su memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes ‘desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra’ para que conozcamos ‘la verdad’ de las palabras que nos enseñan (cf. Lc., 1,2-4)”.

Ante esto cualquiera que quiera defender la no historicidad de los evangelios podrá decir que muy bien pudo ser, como se ha dicho antes, creación imaginativa de sus autores y que, según lo dicho, entre otros, por Reimarus o Wrede, el Cristo de la fe no es el mismo que el Cristo de la historia.

Y es cierto que se puede defender tal posición y quedarse a la espera de que se demuestre la historicidad de los evangelios y, por lo tanto, que el Cristo de la fe y el de la historia son, simplemente, el mismo Hijo de Dios.

Y la demostración resulta bastante sencilla sin tener que presentar argumentos científicos de gran fuste porque lo importante se revela a los sencillos de forma sencilla (para que sea entendido por ellos) como muy bien dijo Jesús cuando, orando, se dirigió al Padre antes de resucitar a su amigo Lázaro.

En primer lugar, los evangelios fueron escritos en años no muy lejanos a la muerte y resurrección de Cristo. Esto, en segundo lugar, quiere decir algo que es muy importante: había, aún, vivos muchos testigos de lo sucedido y que se relata en los mismos.

En efecto, tales textos fueron escritos para aquellos que vivieron con Jesús. En algún caso, el que escribe lo ha vivido personalmente, como es el caso de lo que dice la Primera Epístola de san Juan (1, 1-4) cuando escribe que “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” para acabar diciendo que “Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo”.

También el evangelio de san Lucas (1, 2-4) abunda en lo que era la verdad que transmitía y que, en su caso, había oído a los que vieron lo que pasó o, lo que es lo mismo, a testigos de los hechos. Así dice que “tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”.

Pero si aún no muestra con total claridad que los evangelios son históricos porque recogen hechos sucedidos que no pudieron ser inventados por tantos a la vez, lo bien cierto es que, como recoge el P. Jorge Loring (en su “Para salvarte”) trayendo a colación lo escrito por Parente, en su libro “De Dios al hombre”, “No pudieron, por lo tanto, desfigurar nada de la realidad. En este caso hubieran sido desmentidos, y no hay huella alguna de rectificaciones”.

Y eso, claro, teniendo en cuenta que en aquellos años los discípulos de Cristo no eran muy bien vistos ni por el pueblo judío ni por el pagano llegado desde Roma, no es fácil aceptar que no son ciertos los hechos que contienen los evangelios sin, además, aportar prueba en contrario de contradicciones contemporáneas a su escritura. Nadie protestó ni consta que protestara luego podemos decir, como todo apunta a que así es, que el contenido de los evangelios refleja la realidad de lo sucedido y que, por lo tanto, no puede haber separación entre el “Cristo de la historia” y el “Cristo de la fe” sino que, en todo caso, creemos en el Cristo de la fe porque en su historia, recogida en los evangelios, reside la causa de nuestra creencia y no hay, pues, distinción ni separación deslegitimadora como hacen, exactamente, las palabras que hemos traído aquí para dar comienzo a este artículo (“Porque no cabe duda de que quien arrastró a la gente…”) y que no es más que intento de decir que Jesucristo, en cuanto fe puede ser creído pero en cuanto sujeto histórico, no.

Y eso, en verdad, no es tener fe sino, en todo caso, renunciar a ella.

Eleuterio Fernández Guzmán

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10 comentarios

  
asombrado
Estimado blogger: No deja de asombrarme que usted también comparta la veta histórico-fundamentalista del jefe, que es tan protestante-evangélica, y tan poco racional, por tanto poco católica.
Los modernos estudios bíblicos católicos fueron inaugurados en 1890 con la École Biblique de Jerusalén del p. Lagrange, y han sido continuados por miles de estudiosos católicos de entonces acá. O sea, que son ciento veinte años analizando los textos sagrados y la evidencia concomitante, para comprender en qué sentido son históricos, en qué sentido son inerrantes, y sobre todo, en qué sentido deben entenderse, de los muchos posibles.
En cuanto a los hechos-hechos, en los evangelios hay afirmaciones falsas de hecho. Vea por ejemplo el comienzo de Lucas: en el capítulo 1 se afirma lo muy diligente que fue en investigar los testigos oculares, etc., pero el capítulo 2 comienza con un censo universal del que no hay señal ninguna en ninguna otra fuente antigua. De haber existido ese censo, en que cada cual tenía que apuntarse en el pueblo de su familia, la movida en el Imperio hubiera sido considerable (y considerablemente inútil), porque para la época Roma tenía cerca de un millón de habitantes, muchos de ellos inmigrantes. Y parecido Alejandría, Antioquia, etc., que hubieran debido vaciarse para que cada cual volviera a su terruño (a menudo situado a cientos de kilómetros) a apuntarse en el censo. De nada de eso hay señal histórica, ni tiene lógica administrativa ninguna.
Y luego está el asunto de las divergencias internas del texto. Sin movernos de capítulo, en Lc 2,4 se dice que José vivía en Nazaret antes del nacimiento de Jesús, mientras en Mt 2,23 se dice que fue a vivir allí después del nacimiento de Jesús.
Pero todo ello no "equivale a decir que los Evangelios pudieran ser una filfa, algo sin importancia". Sólo significa que no son textos del género literario 'biografía moderna', y por tanto el tipo de verdad que contienen y la manera de comunicarla no es el mismo que el de una biografía. La Divina Comedia de Dante no es por cierto una filfa sin importancia, pero tampoco dice verdades históricas (ni mentiras históricas) porque no es de un género literario histórico.
Más preocupante que el desconocimiento, que se arregla estudiando un poco el trabajo de los que han dedicado su vida a la Escritura en el terreno católico, es la arrogancia de quien descarta ese trabajo por impío sin haberlo leído. ¿No habrá ahí un incipiente pecadín de orgullo, de los que terminan en petición de que echen a este o a aquel de la Iglesia?
12/08/11 6:08 AM
  
rastri


Independientemente del aquí aludido "jefe protestante-evangelista" que borra tods mis comentarios porque le da grima el profeta Elías.

Yo no necesito de otra revelación que la que tengo, para afirmar que no me engaño a mi mismo diciendo que, en lo esencial para mi interés, tal cual y cómo lo relata el Evangelio, hoy día por mi visto y leído; Ciertamente, el llamado Jesús el Cristo "es y fue; o fue y es" un personaje histórico


Claro que así como yo afirmo que en circunstancia de modo tiempo y lugar, en este mundo, no puede haber dos mentes y dos voluntades igualmente interesadas en conocer su propia verdad. Así, yo admito, que mi mente y mi voluntad no puede ser idéntica a la de otros...
12/08/11 9:00 AM
  
Vicente
no hay un Jesús de la historia y un Cristo de la fe, sino el mismo y único Señor Jesús.
12/08/11 9:10 AM
  
Antonio.

Pero es que, insisto una vez más, esa manera de interpretar el evangelio sencillamente no es católica, es fundamentalismo interpretativo condenado expresamente por la Iglesia. dice la Pontificia Comisión Bíblica:

"En lo que concierne a los evangelios, el fundamentalismo no tiene en cuenta el crecimiento de la tradición evangélica, sino que confunde ingenuamente el estadio final de esta tradición (lo que los evangelistas han escrito) con el estadio inicial (las acciones y las palabras de Jesús en la historia). Descuida por eso mismo un dato importante: el modo como las primeras comunidades cristianas han comprendido el impacto producido por Jesús de Nazaret y su mensaje. Ahora bien, éste es un testimonio de origen apostólico de la fe cristiana y su expresión directa. El fundamentalismo desnaturaliza así la llamada lanzada por el evangelio mismo."

12/08/11 11:12 AM
  
Remy Lebeau
Bueno, en primer lugar, para empezar a tomar en serio(historicamente) el evangelio, habría que resolver todas sus incoherencias y sus contradicciones.
12/08/11 12:37 PM
  
Remy Lebeau
La biblia no se puede interpretar literalmente, ni el AT ni el NT, sino esta religión católica sería una atrocidad.
Por eso, la iglesia católica es superior a cualquier confesión protestante, por eso se dice que doctores tiene la iglesia, y no la protestante, porque los textos antiguos hay que situarlos en su contexto y de esta manera saber extraer el verdadero mensaje, aquello de la hermeneutica.
12/08/11 12:51 PM
  
rastri
Remy Lebeau

-Para tomar en serio el Evangelio lo primero que hay que hacer, es darse a si mismo un mínimo de fe en la existencia de este Cristo; O inventárselo; O subirse al crater de un volcán en plena efervecencia y tirarse dentro. Porque sin el Cristo todo es frutación.



12/08/11 4:29 PM
  
Ricardo de Argentina
Pero, ¿adónde hemos llegado?
¿Cómo puede tomarse en serio al tal llamado Bultmann, que en definitiva lo que viene a decir es que los Evangelios son un embuste fabricado?
Porque los mismos Evangelios hablan de sí mismos y explican su origen e intenciones. Si tal presentación es un embuste, es evidente que nada de los que sigue puede ser creíble.
12/08/11 4:58 PM
  
Remy lebeau
Os estais escuchando???
Pareceis protestantes rancios de esos que creen en el creacionismo.
Antes de emitir un juicio, por favor, escuchad a vuestros doctores y lo que dicen, porque nadie va al padre si no es por mi.
12/08/11 10:29 PM
  
Simpson
..Lo que se ha creído siempre, lo que se ha creído por todos, lo que se ha creído en todas partes.

Ese es el criterio para saber en dónde está la verdadera fe.
No faltarán nunca Bultmanns ni Pagolas ni otros teólogos engreídos queriendo pasar a la historia por poner su "cagadita" diciendo algo distinto.

Sin embargo con toda su verborrea pseudo-científica no pueden confundir la fe sencilla del pueblo cristiano que proviene del trato personal con Jesucristo en el sagrario.
Y ése es las dos cosas: el Cristo de la fe y el de la historia.
13/08/11 4:15 PM

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