El mes de Benedicto XVI
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En su último número, el que hace 744 y correspondiente al pasado 28 de julio, el semanario católico “Alfa y Omega” (del Arzobispado de Madrid) dedicaba el mismo a uno que lo es especial en atención a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará, Dios mediante, dentro de muy pocos días en Madrid (España).
En la portada un Papa sonriente y una cita que clarifica mucho el sentido que le damos los católicos a su visita a España: “Bendito el que viene en nombre del Señor” porque, en efecto, es bendito Benedicto por hacer la labor que hace y, ahora mismo, por la que pronto llevará a cabo: plantar la semilla de Cristo en los corazones de muchos jóvenes y, seguramente, saber que, cuando Dios quiera, fructificará en ellos.
Por otra parte, el también semanario “Alba” (de Intereconomía) en su último número, el que comprende la semana entre el 29 de julio y el 4 de agosto, dedica su portada al Papa Alemán. En este caso se está poniendo una gorra de la JMJ y viene acompañada, tal acción, por el titular “Un joven de ochenta y cuatro años”.
En realidad, ambas formas de ver las cosas tiene más que ver de lo que parece. Agosto va a ser, sin duda alguna, el mes de la juventud católica pero también el de la persona que ocupa la silla de Pedro y que es, por eso mismo, Vicario de Cristo en la Tierra o dicho de otra forma, en este valle de lágrimas.
A mí siempre me ha parecido que quienes piensan, dicen y escriben en contra, en general, de las Jornadas Mundiales de la Juventud y, en particular, de la que se celebrará en Madrid dentro de dos semanas, no comprenden, exactamente, en qué consiste. Seguramente se quedan, exclusivamente, creyendo que es un tiempo en el que viene el Papa, ahora a España (o a donde sea que toque la próxima vez y quizá a Brasil) y que todo se resume en una Vigilia y en una Santa Misa ante miles y miles de personas de las cuales una gran mayoría son jóvenes. Sin embargo, mucho de lo que la misma supone queda perdido en el corazón de las personas (pues seguramente son muchas las que así lo hacen) y se pierden lo mejor de lo que es una Jornada Mundial de la Juventud a la vez que les queda, tan sólo, los sentires y decires de las masas de católicos que vitorean, gritan y se expresan ante el Santo Padre porque, a lo mejor, es la manera que tienen de decir que están con el Vicario de Cristo y que, si eso es posible, desean, también, además de llevar su propia cruz, ayudar un poco a cargar con la de Benedicto XVI.
Otra de las realidades que se van a perder aquellos que critican a la JMJ (ahora la de Madrid pero tanto da la que se critique) es el sentimiento de los propios jóvenes que participan en ella. Se piensa, muchos piensan así, que en realidad sólo acuden para pasárselo bien y para pasar unos días de fiesta y de jolgorio. Y, ciertamente es así pero no en el sentido que quieren darle los que no están de acuerdo con tal Jornada. Y me explico.
Como hoy día muchas circunstancias de la vida se atienen a las encuestas y somos muy dados a fijarlo todo en números y estadísticas, no iba a ser menos el tema de la JMJ.
El Gabinete de Análisis Demoscópico (GAD) se ha tomado el trabajo de acudir a 1800 jóvenes de los cinco continentes para hacerles unas preguntas y ver qué significa para ellos una, la, JMJ. No son, pues, cuatro gatos de un barrio cercano a Cuatro Vientos (Madrid) sino que el abanico tomado ha sido bastante amplio (al menos territorialmente hablando).
Los resultados son, para las personas críticas con la JMJ, bastante significativos:
El 85% cree que la fe en Jesucristo es positiva, muy positiva, para perdonar a los demás; el 80% que la fe en Jesucristo es muy positiva para ser solidario y ayudar a los que más lo necesitan; el 79% cree que la fe en Jesucristo es muy positiva para madurar y mejorar como persona; el 75% cree que la fe en Jesucristo les ayuda a aceptar el sufrimiento y ser, además, feliz; y, por último (y no es poca cosa) el 67% cree que la fe en Jesucristo les ayuda a tener las ideas claras. Y todo esto no está nada mal para quien tenga a la juventud, a ésta, como a un grupo numeroso de personas desnortadas sin darse cuenta que, al contrario, no toda la juventud ha perdido el norte sino que hay muchos jóvenes que tienen las cosas bastante claras, diáfanas y, por decirlo pronto, como las tienen que tener si es que se quiere tener una vida mínimamente vivible.
Se pierden, pues, las personas críticas, la ilusión, la esperanza… la fe de tantos jóvenes que llevan mucho tiempo preparando una semana en concreto de su vida que transcurrirá en Madrid y para las que la fe es, en esencia, algo muy importante en sus vidas.
Por cierto, en la Carta Apostólica del beato Juan Pablo II dirigida a los jóvenes del mundo, en el año 1985, dijo el Papa polaco que “En vosotros está la esperanza, porque pertenecéis al futuro, y el futuro os pertenece. En efecto, la esperanza está siempre unida al futuro, es la espera de los ‘bienes futuros’. Como virtud cristiana ella está unida a la espera de aquellos bienes eternos que Dios ha prometido al hombre en Jesucristo. Y contemporáneamente esta esperanza, en cuanto virtud cristiana y humana a la vez, es la espera de los bienes que el hombre se construirá utilizando los talentos que le ha dado la Providencia”.
No dejemos, pues, que los mundanos nos roben la esperanza.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para el Evangelio de cada día.
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1 comentario
Caminemos de la mano con el Papa , que nos guie através del tortuoso siglo XI ,con Confianza, alegría, entusiasmo y obediencia , para que alcancemos esa Meta tan deseada .....que es nuestro encuentro con CRISTO: tanto en la tierra como en el Cielo.
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