Tristes hechos que se dan en la Santa Misa
Leer “Síntesis de la Eucaristía” del P. Iraburu para escribir el artículo de su serie ha supuesto descubrir lo que ya era de temer. Sin embargo, si lo confirma una persona como José María Iraburu, la realidad adquiere una consistencia que no puede soslayarse.
Con tristeza digo que lo que pasa, en muchas ocasiones, en la Santa Misa, es reflejo de una situación espiritualmente peligrosa.
Por eso el que esto escribe ha tenido que hacer lo mismo que hace hoy al respecto de algún que otro hecho sucedido en la celebración de la Eucaristía.
A veces resulta triste ver lo que se puede hacer durante la celebración de la Santa Misa. Son casos puntuales pero que, en general, determinan que algunos creyentes tienen una consideración de la Eucaristía que dista mucho de ser, simplemente, espiritualmente razonable.
Jesucristo la instituyó en aquella Cena en la que se nos entregó de forma total.
Como era lógico pensar, para que el recuerdo de lo hecho por Jesucristo perviviera, eternamente, en la memoria de sus discípulos, hacía falta que algo de carácter simbólico y, a la vez, real, nos sirviera de apoyo para aquello. Así, nos proporcionó lo que nutre nuestro espíritu, el momento idóneo en el que podemos dar fuerza a nuestra estructura humana, el instante en el que, asumiendo su naturaleza divina, aceptamos la esencia de Dios en nosotros. Y ese no es otro que la Eucaristía.
Todo aquello que se hace en el desarrollo de la Santa Misa tiene un significado concreto, claramente establecido y, podríamos decir, no está puesto para pasar el rato sino que tiene un sentido espiritual grande sin el cual, como dijeron aquellos cristianos de Abitinia perseguidos por Diocleciano en el siglo IV por celebrar la eucaristía, sine domenico non possumus. Aunque, al parecer y con tristeza lo digo esto, para algunos católicos, la Santa Misa se ha convertido en un verdadero cumplo y miento, cumplimiento sin verdadero sentido para sus vidas.
Por ejemplo, como nutrición para el alma, nos servimos de la Palabra de Dios que se proclama en esta acción de gracias, y, como sabemos por experiencia, se produce una vivificación de las entrañas espirituales porque están constituidas, sílaba a sílaba, por la boca creadora de Dios, de donde sale toda palabra buena. Nutrición que suple nuestras deficiencias y tibiezas y nos proporciona esa savia con la que podemos sentir revivir nuestro mismo ser; apreciamos, en el sacrificio eucarístico, la entrega salvífica de Jesucristo y, por eso, agradecemos tal esfuerzo por cumplir la voluntad de su Padre.
Pues bien, en la celebración de la Santa Misa pude observar como una persona se dedicaba, mientras el sacerdote proclamaba el Evangelio, a leer un folleto de los que había en la Casa de Dios (en concreto el de la renta denominado XTantos). Parecía que le importaba bien poco lo que decía el Señor. Al fin y al cabo, ¡Siempre es lo mismo! podía pensar aquella persona que era, sin embargo, la forma de decir que nunca, en efecto, se sentía concernida, la misma, por lo que se decía allí porque cualquier persona avisada y no despistada sabe que la Palabra de Dios no siempre nos “parece” igual sino que se dirige a nosotros y, según nos encontremos, así se nos plasma en nuestro corazón. Por eso no siempre es lo mismo aunque lo sean las palabras que, por ser inspiración divina, nunca pasan ni pasarán.
Esto por un lado pero, como es posible pensar, aún hay algo peor.
Es de suponer que cuando una persona asiste a la Santa Misa lo hace, en primer lugar, porque tiene fe; en segundo porque quiere encontrarse, en la Casa de Dios, con el Hijo de Dios y traer a su corazón y a su alma lo que hizo Jesucristo por nosotros al entregarse a una muerte tan terrible mientras, además, perdonaba a los que lo mataban. Eso debería significar algo para quien acude a una Iglesia y, por lo tanto, se debería procurar asistir a la totalidad de la Santa Misa.
Pues bien, en la celebración de la Santa Misa pude observar como una persona llegaba un par de minutos antes de que el sacerdote diera la comunión (es decir no asistió a nada más de lo que anteriormente sucedió allí) y, ni corta ni perezosa, se situó en la fila correspondiente, de las dos que había, para recibir la comunión.
No deja de ser triste que un católico pueda tener como bueno que baste recibir la comunión para haber participado en la celebración de la Santa Misa. A mí se me ocurre que, a lo mejor, tiene un sentido puramente superficial de lo que es una celebración tan importante para un católico y no se llega a comprender que es muy importante recibir a Cristo pero que hacerlo de tal forma es dejar de lado una serie de ritos, de oraciones y de momentos muy especiales en los que, en un sentido cierto, agradecemos a Dios lo que ha hecho por nosotros;también se me ocurre que es una forma demasiado mecánica de entender el sentido de la Eucaristía.
No vaya a pensarse, por otra parte, que el artículo de hoy lo es para echar algún rapapolvo a nadie porque, por ejemplo, ninguna de las personas que incurrió en tan graves comportamientos, leerá, seguramente, nunca esto. Lo escribo para que nos demos cuenta de lo que puede pasar y de lo que, por desgracia, pasa.
También es cierto que es Dios quien, en su día, juzgará nuestros comportamientos pero tampoco está mal decir lo que sucede para darnos cuenta que no todo el monte, de la creencia, es orégano.
Eleuterio Fernández Guzmán
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15 comentarios
Si bien la Eucaristia es el mejor momento para un encuentro con Xto, no priva que Dios esté o llegue a los más despitados. Dios habla siempre: una lectura (no sólo de la Biblia), las palabras del cura, etc. Además no somos nosotros los que elegimos a Dios, es Él quien no llama.
Creo, en mi inútil opinión, que Dios toca el corazón de cada cual cuando quiere y es hasta entonces cuando en verdad se le puede seguir con entrega, pasión, alegría, sacrifio; mientras, hay que dar gracias a Dios porque a pesar de tanto escándalo hay mucho cristianos que asisten a la misa a pesar de las miradas indiferentes de algunos párrocos, obispos y hasta seglares, que poco testimonio dan de un Xto. vivo.
Saludos y bendiciones.
En eso, nuestros obispos deberían establecer una clara distinción que ahorraría muchos malentendidos, pero bueno.
En cuanto a la persona que describe Eleuterio: si solo asiste a Misa el domingo en el momento de comulgar, el precepto no lo cumple (pues es "oir misa", no "comulgar" y menos teniendo pecados mortales sin confesar). Creo que así queda totalmente claro.
Su AMOR, todavía no tiene bastante con darse completamente al linaje humano con Su Encarnación y Su Pasión, muriendo por todos los hombres, sino que quiere encontrar el Medio y la Forma de darse TODO a cada uno de los hombres.
Por esta causa a Instituido el Sacrameto del Altar.
En la Sagrada Comunión se une al Alma y el Alma a Jesús, y esta unión no es meramente afectiva...sino Real y Verdadera.
Jesucristo ....como decía San Juan Crisóstomo,por el AMOR que nos tiene, de tal manera quiso unirse con nosotros...que llegásemos a formar una misma cosa con ÉL..
Por lo que es necesario, que estemos bien peruadidos , de que un Alma no puede hacer ni imaginar cosa alguna más agradable a JESUCRISTO...que ir a Comulgar con las disposiciones que se requieren para un Huésped tan grande como el que se acoge en su pecho....pues de esta manera se une a JESUCRISTO.
Tales disposiciones son ..Estar en Gracia de DIOS Y desear vivamente crecer en el Amor a Jesucristo.....
San Francisco de Sales nos dice " Sólo por Amor, se ha de recibir a JESUCRISTO en la Comunión, ya que ÉL, SÓLO POR AMOR SE DÁ A NOSOTROS ".
lA Comunión es el gran remedio que nos libra de los pecdos veniales y nos preserva de los Mortales.
Se dice que nos libra de los pecados veniales, porque según Santo Tomás....por medio de Este Sacramento, el hombre es movido a hacer actos de Amor, por los cuales se les perdona estos pecados....y se dice que nos preserva de los mortales, porque la Comunión confiere aquel Estado de Gracia, que nos ayuda a evitar las culpas Graves, y además y esto es lo muy Principal...la Comunión INFLAMA el Alma en el" AMOR DIVINO"
Inocencio III, escribió que Jesucristo con Su Pasión " Nos libró de la Potestad del Pecado " pero con la Eucarítia " Nos libró de la Potestad de Pecar"
"...el precepto no lo cumple (pues es "oir misa", no "comulgar"..."
Disculpe D. Miguel pero no se si entiendo su comentario.
Entiendo que para los católicos el hecho de asistir o celebrar la eucaristia (que no de "oir misa")es una necesidad. La necesidad de encontrarse con su Dios, con su Creador.
Por tanto mientras que para el católico el hecho de asistir a una liturgia, signifique un cupli-miento de una obligación o precepto, no será un encuentro de corazón con el Señor.
En mi humilde opinión el Señor no impone obligaciones ni dictamina preceptos, cuando el Señor nos toca, cuando sentimos la necesidad de sentir Su Presencia, es cuando cumplimos. Pero, no nos equivoquemos, no cumplimos con Ël, cumplimos con nosotros mismos, con nuestra necesidad de su Amor, de su Comprensión, de su Perdón.
Es desde esa perspectiva desde la que no leemos folletos en misa, no nos distraemos, no nos preguntamos si la misa es válida si llego unos minutos antes o después. Con Dios no son necesarias las formalidades, Dios no necesita protocolos, pero si sentimos la necesidad de celebrar la Santa Misa, ni llegamos tarde ni le robamos un segundo al privilegio de estar en Su Presencia.
La Santa Misa es el milagra mayor, mas sublime, mas incomprensible y misterioso de Dios y lo tenemos a la vuelta de la esquina en cada templo.
Pero de ahi a que todos los bautizados lo entendamos perfectamente...si todos lo comprendieramos nos falatarian iglesias porque no darian a basto las pocas capillas y parroquias...
De a poco amigos, charlemos mas de la misa con nuestros conocidos, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros hermanos en la fe, y veran como poco a poco, comprenderemos mas la misa, y mas la amaremos...y sobre todo, haremos lo posible para no llegar tarde nunca mas...La paz del Señor con todos ustedes...
"En mi humilde opinión el Señor no impone obligaciones ni dictamina preceptos"
¿No ha leído usted los 10 Mandamientos? ¿No ha leído tampoco el pasaje del Evangelio según Mateo, (19:17), donde dice el Señor: "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos."?
¡Lo que hay que leer!
Yo en misa note que la persona que me toco al lado mo olia precisamente a rosas, como es posible, no se habia duchado esa mañana... no ricemos el rizo hombre.
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EFG
No creo que se deba ironizar con un tema tan importante.
Mire, en misa procure centrarse lo mas posible y no este pendiente de si el niño llora o el viejo tose y saldra mucho mas satisfecho y reconfortado.
Tiene razón quien ironiza "qué cosas hay que leer"
Yo conozco casos de confirmaciones en las que uno de los confirmandos si bien no vivía con su pareja disfrutaba de la vida en pareja con abierta libertas. En ese caso, si bien creo que no hay problemas en recibir el sacramento, ¿qué sentido tiene?
Otro caso, en una clínica, con "servicios religiosos", antes de un operación grave, el paciente solicita la unción de enfermos y le asiste un sacerdote. El cual le unge con el crisma destinado a tal fin. Acto seguido le administra la comunión ¡sin asearse las manos!, o sea igual que el pan con aceite, que además según me decía sabía añejo.
Otro caso de uno que se acerca a confesar y a buscar dirección espiritual y consejo sobre su vida matrimonial, al rato de estar hablando resulta que es un persona que vive con otra del mismo sexo. Como debe ser el sacerdote le indicó su error, apuntando que no podía darle la absolución.
¿Y los padres que acuden a la Iglesia a bautizar y dar la comunión a sus hijos sin estar casados? ¿Y los padrinos que viven en concubinato? ¿qué sentido tiene? Supongo que cuando lo permiten es que algún bien les producirá, pero yo veo una devaluación muy clara de los sacramentos. Y creo que a eso es a lo que se refiere Eleuterio. Se distribuyen los sacramentos a gente paganizada, a personas sin formación adecuada y a cristianos muy tibios.
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