Beato Juan Pablo II.- Días de abril (3): Lo que dejó para siempre

Como es fácil entender, Juan Pablo II Magno fue un trabajador incansable. No sólo por lo que, a nivel doctrinal o magisterial aportó sino, por supuesto, por lo que eso ha supuesto para el diario vivir de la Esposa de Cristo.

Por eso mismo, el deportista de Dios (como también fue llamado) ha dejado, ya para siempre, un legado que no puede ser desaprovechado.

Así, Juan Pablo II Magno, dejó su especial sello en lo siguiente:

-Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Santísima Trinidad en la vida de la Iglesia y del católico.

Tres encíclicas escritas con tal fin: “Dives in misericordia” (Dios Padre, Rico de misericordia), data el 30 de noviembre de 1980, “Redemptor hominis” (Jesucristo Redentor del hombre), con fecha de 4 de marzo de 1979 y “Dominum et vivificantem” (Espíritu Santo Señor y vivificador), con fecha de 18 de mayo de 1986.

-"Totus Tuus” como lema de un Papa que mucho amó a María.-

-Ejercicio del perdón como apóstol de la reconciliación.

Perdonando a Alí Agca, quien trató de asesinarle el 13 de mayo de 1981 demostró, a la perfección, hasta dónde ha de llegar el perdón.

-Comunión y reconciliación como eje de su pontificado.

A partir de la Exhortación Post-Sinodal “Reconciliatio e paenitentiae” (1984) procuró que se hiciera efectivo que el “Hablar de Reconciliación y Penitencia es, para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, una invitación a volver a encontrar —traducidas al propio lenguaje— las mismas palabras con las que Nuestro Salvador y Maestro Jesucristo quiso inaugurar su predicación: ‘Convertíos y creed en el Evangelio’ esto es, acoged la Buena Nueva del amor, de la adopción como hijos de Dios y, en consecuencia, de la fraternidad.” (RP 1)

-S.S. Juan Pablo II: un Papa social.

A través de sus tres encíclicas sociales, a saber, la “Laborem exercens” (1981), la “Sollicitudo rei socialis” (1987) y la “Centesimus annus” (1991) procuró que la Iglesia católica se ocupara de un tema tan importante como es el social.

-Evangelizar de forma nueva.

Tanto a nivel de “métodos” de evangelización como de “expresión” como de “ardor” en la evangelización de la misma Juan Pablo II Magno puso, como suele decirse, “toda la carne en el asador” y se dio en su totalidad a tal empeño.

-"Ut unum sint”… “Que todos sean uno".

Ecumenismo en acto. Así, dijo en 1998 a los Obispos de Austria que “El diálogo, a diferencia de una conversación superficial, tiene como objetivo el descubrimiento y el reconocimiento común de la verdad. (…) La fe viva, transmitida por la Iglesia universal, representa el fundamento del diálogo para todas las partes. Quien abandona esta base común elimina de todo diálogo en la Iglesia la posibilidad de convertirse en diálogo de salvación. (…) nadie puede desempeñar sinceramente un papel en un proceso de diálogo si no está dispuesto a exponerse a la verdad y a crecer en ella”.

-La catequesis como instrumento espiritual.

La Exhortación Apóstolica Catechesi tredendae y del Catecismo de la Iglesia católica aprobado en 1992 son los instrumentos aportados para tal fin.

-El Papa que peregrinó por el mundo.

Viajes para transmitir la Verdad y para que la Verdad fuera conocida: 104.

-Los jóvenes de S.S. Juan Pablo II.

Instituyó las Jornadas Mundiales de la Juventud con un fin, primordialmente, evangelizador.

-Ética y valores en el pontificado de Juan Pablo II.

Con la Encíclica “Veritatis Splendor” (1993) mostró que vivir de acuerdo con la Verdad es fuente de felicidad eterna.

-Razón y Fe no separadas.

Es ejemplo de la preocupación del Papa polaco por este tema el haber dado al mundo la Carta Encíclica “Fides et Ratio” (1998) donde manifiesta que la búsqueda de la verdad, desde la fe, no sólo es posible sino que es necesariamente así.

Siendo, apenas, un apunte lo hasta aquí dicho acerca de la aportación hecha por Juan Pablo II Magno al ser de la Iglesia católica y a la necesaria comprensión que el mundo necesita de la Esposa de Cristo, lo bien cierto es que aquel que supo granjearse la amistad de muchas personas ajenas, incluso, al catolicismo, está en el lugar exacto donde todo siervo de Dios merece: en el corazón de cada católico que sepa ser agradecido.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Para el Evangelio de cada día.
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