Entre la luz y la tiniebla - Setenta veces siete

Entre la luz y la tiniebla

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Setenta veces siete

Pedro se acercó entonces y le dijo: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?’ - Dícele Jesús: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Seguramente Pedro, en este texto de san Mateo (18, 21-22) no se refería a su hermano Andrés cuando le preguntó a Jesús acerca del perdón y sobre la reiteración del mismo sino, seguramente, en general, a todo hermano en la fe.

La respuesta que le da el Maestro es clara y se resume en perdonar siempre. Así, el perdón se convertirá en verdadera confesión de fe de quien se sabe hijo de Dios que es quien tiene, ciertamente, entrañas de misericordia como, entre otros, reconoce el evangelista san Lucas que escribe sobre “las entrañas de misericordia de nuestro Dios” en su evangelio (Lc 1, 78) y responderemos al “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia…” que recomienda san Pablo en Col 3,12, cumple Jesucristo de forma extrema cuando, en la cruz, pide “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34) y sabemos que sucedió en el caso de la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32).

Como bien sabe el hijo de Dios, el Creador, por lo dicho arriba, siempre perdona. Así lo reconoce el Salmo 129 cuando dice, refiriéndose al Señor que “Si llevas cuenta de los delitos, Señor,/¿quién podrá resistir?/Pero de ti procede el perdón,/y así infundes respeto” porque el salmista había suplicado a Dios sabiendo que todo lo conocía y tenía en cuenta.

Luego, a nosotros, que no podemos ser menos que el Maestro (no pretendiendo ser más en lo bueno) en determinados comportamientos, nos corresponde llevar a nuestro ordinario vivir el, a veces, difícil acto de perdonar. Y el maestro dijo “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13, 34) y, sin duda alguna, el perdón ha de constituir, constituye, una parte fundamental del amor.

Perdonando, entonces, entramos en el inmenso mundo del Amor de Dios porque somos, en tal sentido, hijos que demuestran que lo son y, aunque, es bien cierto que en muchas ocasiones resulta difícil perdonar el mal que se nos ha hecho, tampoco podemos olvidar que existe una necesidad básica de perdón que consiste en reconocerse, frente a Dios, poca cosa y actuar, así, como Él quiere que actuemos.

Y perdonar de corazón porque así lo pedimos al decir “Perdona nuestra ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Lc 11, 4) y que es expresión de un verdadero perdón pero que, además, no nos hace olvidar que con la medida midáis se os medirá” (Lc 6, 38) y que debería servirnos para actuar de forma adecuada cuando se nos ofende. Tal manera no es otra que perdonar… hasta 70 veces 7 que es la perfección más perfecta según la simbología bíblica.

Y a perdonar se aprende, sobre todo, con el ejercicio del perdón. Por eso nos dice San Josemaría (Camino, 452) “Esfuérzate, si es preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante, ya que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti”.

Y porque se trata precisamente de amor está, justamente, en el apartado de “Caridad” de su libro espiritual, para que todo se comprenda mejor.

Eleuterio Fernández Guzmán

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4 comentarios

  
FP
Hay un blog que deberían leer con asiduidad. No por que estén de acuerdo con lo que dice o por que vayan a compartir sus opiniones, si no por que conocerían al menos el punto de vista de otras personas.
http://ateismoparacristianos.blogspot.com/2011/03/pablo-de-tarso-todas-las-mentiras.html
Que quede claro que ni soy su autor, ni le conozco, ni tengo que ver con el.



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EFG


Ya he visto algo y sólo con decir que pretenden demostrar que el Jesús "histórico" no existió sobra todo lo se pueda decir. Es, como poco, para tenerles lástima y para morirse de risa.
31/03/11 3:00 PM
  
rastri
- Dícele Jesús: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.’
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-Dos veces la velocidad de la actual luz solar al cubo "setenta veces siete" es lo que mide este nuestro Universo.

Y todos entendieron que el límite del perdón sería de todo y para todo lo que moraba en las tinieblas.

- Sea este Universo: Un poliedro de 360 caras concéntricas donde cada cara es un polígono de 360 lados concéntricos.

31/03/11 8:09 PM
  
María
CON la Conciencia en mal Estado, ...no es infrecuente que haya disgustos en casa, ...irritabilidad desconcertante.....mal humor.....discusiones con todo el mundo...... Y es que..".Él que" no esté en Paz consigo mismo.....NO puede estar en paz con los demás. Y.........
Si uno, no está en Paz con los demás....NO podrá perdonar . y.......

Para poder perdonar a los demás...antes tenemos que ser perdonados por DIOS ,...La Confesión, digan lo que digan los que tratan de engañarse a sí mismos........ES UNA NECESIDAD MUY HUMANA
31/03/11 10:29 PM
  
JSC
El mandamiento del perdón a los demás es una condición sine qua non para poder recibir el perdón de Dios y salvarnos.
Nuestras oraciones, novenas, súplicas y sacrificios en favor de los demás proporcionan una lluvia de Misericordia y oportunidades sobre los pecadores empedernidos que necesitan agua del pozo de Jacob. Dios no es insensible a las oraciones, al contrario, la oración es lo propio del creyente, así como la coherencia con lo que rezamos.
Sabemos que todos no se salvarán, más al contrario, ancha es la puerta hacia el infierno y estrecha y angosta la que lleva al Cielo.
Dios quiere redimir a todos sin distinción, y que Su Sangre y Agua derramadas, de valor Redentor Infinito laven los pecados del mundo entero, y puede hacerlo pues Jesús era el Rey del Universo. Pero lo dramático -por no llamarlo trágico- es que muchos no quieren, o les da igual, o no pueden ser perdonados pues han inhibido su facultad de arrepentimiento, abusando en esta vida del pecado y silenciando la voz de la conciencia por completo. Y sobre todo -y eso sí nos "ha matado"-, hemos abusado de la presunción de Misericordia, tergiversando grosera y temerariamente este atributo de Dios que es Su misma esencia, su mismo nombre, y nombre que es Verbo.
Sin exámen de conciencia -buena costumbre es hacerlo cada noche mínimo-,sin arrepentimiento y sin dolor auténtico por los pecados cometidos, así como sin propósito práctico de enmienda y de ser mejores día a día -cada mañana mínimo nos lo hemos de proponer-, pues no nos engañemos, por más Misericordioso que sea Dios, no seremos perdonados, ni siquiera si nos perdonan nuestros acreedores todas nuestras faltas y ofensas.
Por eso es tan importante perdonar a los demás a ejemplo de Cristo, en profundidad, de corazón y dándonos generosamente al prójimo mirándolo como si fuera nuestro hermano, o Cristo mismo. No hemos de esperar nada a cambio del otro, pues es por mandato de Dios que obramos así. Y sólo así podremos recibir la verdadera Paz de Cristo y ser portadores y mediadores y embajadores de la Auténtica Paz.
Muchos perdonan a su manera setenta veces siete todos los días pero no saben perdonar pues son rencorosos tacaños en misericordia. Y no les interesa perdonar a modo de Cristo pues les repugna. Y es que en el fondo no créen que Jesús era Dios y que lleva cuenta de toda nuestra vida desde antes de haber nosotros nacido.
¡Señor, enséñanos a perdonar de verdad así como tú oraste al Padre, así como Tú diste la vida por nosotros! Verdaderamente que no sabemos lo que estamos haciendo con la Iglesia
¡Venga a nosotros Tu Reino!
01/04/11 1:46 AM

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