Entre la luz y la tiniebla - Una Pasión siempre Eterna
El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.
Una Pasión siempre Eterna
Es evidente que, aunque sea con humildad, corresponde, al que esto escribe, hacer, siquiera, mención de lo que al fin y al cabo supone esta semana. La llamamos grande porque, para el cristiano, el tiempo que discurre entre la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén hasta que fuera encausado de forma inicua, acusado, cumplida la sentencia de muerte en cruz y ocurrida su Resurrección es, en esencia, lo más importante que nos ha ocurrido como creyentes.
Es, por eso mismo, una Pasión eterna, una Eterna Pasión.
Muy a pesar de lo que pueda pensarse, Jesús no encuentra en Dios a un Padre que lo abandona. Decía el entonces cardenal Joseph Ratzinger (1) que “Jesús no constata la ausencia de Dios, sino que la transforma en oración”. Y aquí radica la fuerza que podemos obtener también nosotros para cargar con nuestra cruz. Él lo hizo, el primero, con la suya.
Entonces bien podemos preguntarnos por qué hablamos de una Pasión que es eterna, la razón por la cual el camino que recorrió Jesucristo en aquellos escasos días es, exactamente, la misma senda que cada cual caminamos hasta que, en el Reino de su Padre, podamos reencontrarnos con el Amor de forma definitiva y, claro, eterna.
¿Cuántas veces no entramos triunfales por los quehaceres de nuestra vida y, a pesar de lo malo que pueda sucedernos nos sentimos algo más felices? Sin embargo, como dice S. Josemaría (2) “El cristiano no debe esperar, para iniciar o sostener esta contienda, manifestaciones exteriores o sentimientos favorables”. Por tanto, la interioridad de nuestra fe, muy a pesar del decir y entender del mundo ha de prevalecer por sobre el siglo.
Por tal causa padecemos, como lo hizo Cristo. Sin embargo, bien sabemos, como dijo el naví Ezequiel (3) (y bien podemos poner estas palabras en la boca santa de Cristo) “Yo mismo apacentará mis ovejas. Yo mismo las llevaré a la majada. Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré a la que esté herida, curaré a las enfermas… Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yavé, cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron”.
He aquí, pues, remedio a nuestra pasión (pequeña frente a la Pasión de Cristo) porque ¿Cuántas veces no nos extraviamos por el mundo y sus llamadas y nos alejamos de Dios? Entonces enfermamos de fe, perdemos la savia que antes nos vivificaba, somos ovejas sin pastor, extraviados del redil del Padre.
Sin embargo, a sabiendas de ser atacados por causa de nuestra fe (hemos de ser, por eso, dichosos por bienaventurados), acusados de ser lo más retrógrado que en el mundo hay; habiendo visto zaherido a Dios, insultado a Cristo, hermano nuestro y Dios mismo; rememoradas las persecuciones antiguas con los métodos modernos; poniendo en lugar inmerecido al sucesor del depositario de las llaves de la Iglesia y viéndonos, esto hay que decirlo, caricaturizados como algo risible cuando no deplorable, “hoy, como ayer, del cristiano se espera heroísmo /…/ Cuando se pelea de continuo, con Amor y de este modo que parece insignificante, el Señor está siempre al lado de sus hijos, como pastor amoroso” (4).
Por eso, el hoy que vivimos, también es (aunque no sólo) semana de Pasión.
Sin embargo, al igual que siguieron a las palabras de Jesús en la cruz (últimos momentos de su vida de hombre) a aquel “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (5) lo que, al fin y al cabo, siguió lo que era lo que tenía el destino mismo de su decir y sentir:
“Los confines de la tierra lo recordarán, y volverán al Señor”
Contará su justicia al pueblo que ha de nacer:
¡todo lo que hizo el Señor!” (6)
Y, como muy bien dice José Bortolini (7) “la imagen más hermosa de Dios en este Salmo es, por tanto, la de Dios que escucha el clamor del pobre que padece injusticia y lo libera, haciéndole cantar himnos de alabanza…”.
De aquí que en la pasión nuestra, también eterna porque va con el ser humano, hemos de buscar consuelo en Dios, en la oración, en su cercanía; pensar, al fin y al cabo, “El Señor, en su misericordia, nos ha elegido, nos ha perdonado, nos ha abrazado una y otra vez. Ha cargado con todos nuestros pecados, hemos sido ya perdonados” (8). Con estas palabras, Luigi Guissani, fundador de Comunión y Liberación, consuela nuestro corazón.
Vivimos, pues, en una eterna pasión pero, en consonancia con ella, tenemos una esperanza que nos vivifica. Cristo dio su vida por nosotros y gracias a él estamos, somos, salvados.
Y el Domingo de Resurrección también nosotros, en cierto modo, volvemos a la vida sin poder olvidar la cusa de tal realidad espiritual y, sobre todo, el para qué.
NOTAS
(1) En “Vía Crucis”, de Editorial Encuentro. Introducción
(2) En “Es Cristo que pasa”. Concretamente, en la homilía titulada “La lucha interior”, del Domingo de Ramos de 1971. Editorial Rialp, página 176.
(3) Ez. XXXIV, 15-17; 27.
(4) S. Josemaría, ob.cit., página 191.
(5) Salmo 22.
(6) Ídem anterior.
(7) En “Conocer y rezar los Salmos” (Comentario popular para nuestros días). Editorial San Pablo, página 120.
(8) “Vía Crucis”, ob.cit., Página 58.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para el Evangelio de cada día.
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2 comentarios
Los milagros que hizo Jesús no eran mayores que los que hicieron Pedro y los apóstoles tras Su Resurrección, después de Pentecostés. Jesús es desconcertante para el Sanedrín y desconcertante para sus discípulos y sus apóstoles y sigue siendo desconcertante para el mundo actual. Todavía tenemos dudas sobre Quién fue él, ¿con qué aires se paseó por Galilea? ¿cuál sería su personalidad? pues si Dios, ¿por qué no resolvió como se espera de un Dios? ¿por qué se dejó matar y comer como la pascua? Si, a este mundo le satisface poco Jesús. Si, acudimos a su encuentro como el jóven rico, comemos de los panes y peces y gozamos de las Bienaventuranzas, pero nos regresamos tristes y seguimos esperando junto a la orilla del Tiberíades ...
Jesús, aunque Dios, se relacionaba con Su Padre mediante la Oración y así nos enseñó a orarle. Jesús nos enseño el camino de la Fe. Nos enseñó a caminar entre las tinieblas de este mundo con la Luz de la Fe. Él mismo era la Luz, Él mismo era el grano de mostaza que tiene que morir para resucitar.
No meditamos en su justa medida lo que supuso para JESUS siendo el Unigénito del Padre, hacerse hijo de hombre, humano, esclavo la especie humana y reo de sus pecados. ¿Acaso por ser Dios no sintió dolor o soledad en su alma divina por la traición y abandono de los que le amaron al principio? ¿Acaso Su Corazón no se destrozó cuando vio a Su Bendita Madre frente a Él a los pies la Cruz, completamente desnudo, desangrado, clavado como un trapo, pálido, convulsionando, abandonado por los cientos y miles de gentes que le aclamaron días antes o años antes en otros montes o playas? Y del Dolor físico ¿qué...?
Si, Jesús se dirige personalmente a Su Padre y le dice, PADRE MÍO, POR QUÉ ME HAS ABANDONADO. Jesús sólo murió una vez, y muerte de Cruz, y se enfrenta a ella despojado de toda riqueza incluso espiritual, al contrario del joven rico, y Jesús también era muy joven ¿no lo pensamos?
Jesús agradó infinitamente al Padre, el cual efectivamente dejó completamente sólo a su Hijo para que el Consolador tenía que ser desconsolado para que todo se cumpliera, privado por voluntad del Padre y aceptación del Hijo del consuelo de ser Dios mismo y tener un Padre en el Cielo con sus Ángeles para servirle y llevarle a la boca agua en vez de vinagre. Si, afirmo que Jesús el Hijo Unigénito e Increado de Dios Padre tuvo Fe, que caminó por Palestina descalzo con sus pies de hombre, que se relacionó con su Padre mediante la oración, que es el lenguaje de la Fe y que con Su sacrificio y Pasión Infiníta y siempre Eterna, como Sumo Sacerdote a modelo de Melquisedec, nos concilió y filió de nuevo con el Padre.
Lo siento por algún blogger o incluso por Santo Tomás, pero Jesús si tuvo Fe, pues aunque Dios, se hizo hombre y se relacionó con su Padre sólo por el camino de la Fe, la Obediencia y el Amén.
De verdad, si nos encontráramos a Jesús frente a frente, alguien se atrevería a decirle que no tuvo Fe en su Misión de Salvación, que no sufrió hambre en el desierto o dolor en la Cruz.
No lo meditamos bastante esto, nunca bastante, ni esta Cuaresma ni durante todas las que le quedan a la humanidad por meditar. Hasta que le llegue la Pasión a nosotros y a la Iglesia, que indudablemente llegará.
La Virgen dice: ¡Orad, Orad, Orad!
¡Quién como Dios!
Gracias Eleuterio
Las Personas que dejaron huella de su paso en este mundo...fueron siempre las que supieron aguantar mucho Y.....
Lo que duele frecuentemente es la mortificación Interior,...ese conjunto de Privaciones que hemos de imponer al Orgullo,...a la Vanidad,...y a la pereza,....Para ser" Hombres Nuevos"
Anda por ahí una Letanía ,que parece una exageración,.....y es todo un sencillo programa Cristiano :
Del deseo de ser Estimado, Alabado, Preferido,Admirado,...Líbrame SEÑOR.
Del Temor de ser Despreciado, olvidado, Calumniado, Ridicuzado,...Librame Tambien
.
¿Nos atrvemos con Ella?
Pidamos a DIOS, ...que nos oculte un poco,...para que no nos halle el demonio cuando nos busque para Tentarnos.
Saludos
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