Vírgenes, advocaciones – Fin de la serie: Gracias María
Cuando el 10 de Julio del pasado año 2010 comencé la serie relativa a las advocaciones, unas pocas de ellas, que se reconocen, a la Virgen María, como tales en el mundo, escribí que “Los cristianos reconocemos que María, Madre de Dios y Madre nuestra, tiene un lugar muy importante en nuestra vida. Además, los católicos sabemos que tal lugar lo ocupa también por ser intercesora nuestra y porque el Amor de Dios nos la ha entregado dotada de unas virtudes y cualidades que enriquecen su persona”.
Tales consideraciones han sido las que me han conducido, a lo largo de estos meses, por las más diversas naciones que en el mundo son para reconocer las claras huellas que María ha dejado en las mismas y que hacen tan especial la relación que mantiene la Madre de Dios con los hijos de Dios.
Decir lo que supone, para un católico, la Virgen María, sea cual sea la advocación que se ame, quiera o sienta más, está, a lo mejor fuera de lugar porque cualquiera sabe lo que es María para cada uno de nosotros. Lo decimos muy bien en las Letanías del Santo Rosario (Madre purísima, Madre castísima, Madre siempre virgen, Madre inmaculada, Madre amable, Madre admirable o Madre del buen consejo, entre otras bellas formas de referirnos a La Madre) y, por eso, no voy a traer a colación nada más. Tan sólo agradecer a María lo que hace por los creyentes en Dios Omnipotente y Creador.
Así, desde Nuestra Señora de Lourdes hasta la Majarí Calí (Virgen gitana) han pasado por estar internáuticas páginas advocaciones de treinta lugares distintos. Cada una de ellas tiene su particular encanto y, sobre todo, su especial mensaje porque María no se deja ganar en generosidad hacia sus hijos y siempre que se ha dejado ver o, de la manera que sea, escuchar, lo ha hecho para traernos un mensaje de amor, de oración y de entrega por los demás.
No quiero que se me olvide que, en estos meses, han sido más de 14.400 las vistas de personas que se han acercado para conocer algo, aunque fuera poca cosa, de cada una de las advocaciones. Estoy casi seguro que han descubierto realidades espirituales que no conocían (pues es lo mismo que me ha ocurrido a mí mientras escribía los artículos) y, sólo por eso, puedo decir que ha valido la pena emplear el tiempo, gozoso además, en descubrir un poco más a María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Como, particularmente, escribí hace tiempo un poemario titulado Agradecido afán. para, precisamente, agradecer a la Virgen María quién es y lo que supone para nosotros, les dejo con un poema titulado “Así somos hijos tuyos” porque será la mejor manera de decir lo que, muchos hijos, pensamos de nuestra Madre.
Así somos hijos tuyos
Cuando, con esperanza no caída,
estamos ante la desgracia
tratando de aliviar al alma triste
y, cuando, somos testigos de un mundo ajeno
a Dios y, por voluntad propia, tibio,
y damos nuestro corazón
y nuestras manos a obras en desagravio
del Padre…entonces somos hijos tuyos.
Cuando vemos a lo mundano del hombre
prevalecer, dejarse vencer por la desidia
y entregar su vida a la tentación y al pecado,
como olvido de Dios,
y oramos pidiéndote intercesión
ante su clemencia y misericordia…
entonces somos hijos tuyos.
Cuando, en cada amanecer de nuestra vida,
no podemos evitar que la lágrima recorra el rostro
ante el triste devenir de los hermanos
y ante la victoria del maléfico sobre sus almas
y, entonces, y por continuar con la lucha,
demandamos auxilio y demandamos luz
para contrarrestar tamaño desamor…
entonces somos hijos tuyos.
Cuando, en el camino que sobreandamos a diario,
nos encontramos con ciertas actitudes faltas de entrega,
y vemos, entristecidos por esa necesidad imperiosa
de dicha y de gracia,
que sólo invocando tu nombre, María Inmaculada y Madre,
saldremos de esta oscuridad tan voluntaria…
entonces somos hijos tuyos.
Por eso, salvadora nuestra e intercesora,
danos luz y vida para seguir llamándote,
para seguir demandando tu paso por nuestro mundo,
para seguir presente, como entonces,
cuando dijiste sí a quien te pedía esa merced,
de parte de Dios.
Amén.
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Y, ahora, otros afanes nos busca el Espíritu.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Para el Evangelio de cada día.
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2 comentarios
, y lo confirma tambien Ricardo de San Lorenzo...diciendo " que el honrar a esta Reina de los Angeles... Es lo mismo que que granjear la Vida Eterna...Porque la Agradecidisíma Señora , bien se empeñará en honrar en la Otra Vida.... al que se empeña en honrarla en esta vida .
Dios Te Salve María, llena eres de Gracia............
MARÍA y usted nos han traído espiritualmente y de la mano hasta esta Cuaresma 2011, tiempo de silencio y preparación. Gracias.
Por favor Eleuterio, con esta serie de artículos sobre distintas advocaciones/apariciones de la Virgen no diga un adios, sino un ¡hasta pronto!
PD. Por cierto, que la foto que ha empleado para ilustrar este último artículo es la que yo llevo como fondo de pantalla en mi viejo móvil desde siempre.
Un abrazo.
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EFG
Todo lo que he escrito es poco para lo que la Madre merece
Está bien... que sea un hasta pronto.
La imagen de la que Ud. habla hace mucho tiempo que también la conozco y por eso la puse.
Otro abrazo.
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