Hoy es el día de la salud... ¿Para la Iglesia católica?
Como suele ser habitual, el que esto escribe no ha pillado ni un mísero maravedí de la lotería de ayer, 22 de diciembre. Nada de nada, vamos.
Se suele decir, por eso mismo, que el día siguiente al del “gordo”, bien se le puede tener como el gran día de la salud porque, a falta de monedas, billetes o depósitos de papeletas premiadas en los bancos y cajas de ahorro, lo único que nos queda es, precisamente, el bienestar físico. Al menos eso.
Pero, además, y aprovechando que este río pasa por Valladolid (como el famoso Pisuerga) o por donde sea que pase el que sea y que podemos arrimar el ascua a nuestra sardina eclesiástica, a mí me gustaría que hoy mismo, primero después del 22 de diciembre y uno antes de que nazca el Hijo de Dios (es decir, en el justo medio donde, dicen, está la virtud), sea, también, el día de la salud de la Iglesia católica.
Esto lo digo porque podemos pedir, por ejemplo, que para que se cumpla deseo tan benéfico para la Esposa de Cristo, a partir de ahora mismo se produzca lo que sigue:
-Que los fieles católicos tengan como base de su comportamiento lo dicho en la Iglesia católica y no presten oído a cantos de sirena.
Esto sería muy bueno para la salud de la Iglesia católica.
-Que las personas que forman parte del clero sepan dar rienda suelta a su fe y no actúen de forma políticamente correcta o, lo que es peor, con respetos humanos.
Esto le vendría de perlas a la salud de la Iglesia católica.
-Que las personas que, por sus cargos eclesiásticos, asumieron la labor de ser pastores de sus ovejas (digamos, por ejemplo, los obispos) cumplan con sus deberes de corrección y puesta en práctica efectiva del derecho penal eclesiástico o, al menos, de la corrección fraterna.
Esto vivificaría mucho el diario existir de la Iglesia católica.
-Que aquellos que tienen especial encargo de evangelizar no cejen en su empeño de llevar a cabo la misión que Cristo ya nos encomendó en Pentecostés.
Esto sería algo muy provechoso para la Iglesia católica.
-Que las personas que desempeñan labores teológicas desde sus cátedras o desde las diversas tribunas que los medios de comunicación modernos ofrecen sepan regir sus vidas, escritos y palabras por lo que se dicta desde el Magisterio de la Iglesia católica.
Esto agradaría mucho a Dios al que no se puede engañar con artificios o desvaríos espirituales.
Así, fieles del común, sacerdotes, obispos y teólogos harán lo posible para que la salud de la Iglesia católica no devenga enfermiza y termine por parecer algo insulso cuando no ajeno a la sociedad en la que está incardinada.
¿Sería, eso, mucho pedir?
Absténganse de contestar aquellos que, de una manera o de otra, se encuentran mirando por encima de su particular hombro a la gran mayoría de piedras vivas que conformamos la Iglesia católica y que, de vez en cuando, rumian sus perturbadoras ideas para volver a deglutir unos pensamientos que los definen como falsos profetas.
Y es que por sus hechos los conocemos.
Eleuterio Fernández Guzmán
P.D.:
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8 comentarios
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EFG
Pes en eso lleva Ud. razón.
me lo voy a aplicar desde ya,
y por esta vez estoy de acuerdo con Carlo.
¿Por que será que entendéis el sano disentimiento como una agresión?
¿De verdad no os parece que de la confrontación de ideas nace la auténtica afirmación de uno mismo?
PD:
¡Ah! Pues eran tres. Ya me perdonarás.
¿Por que hechos concretos conocéis a los falsos profetas que suelen comentar en tu blog?
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EFG
No es que entendamos el disentimiento como una agresión como si fuera un pensamiento nuestro. Es que es una agresión contra la Iglesia católica casi siempre.
Por otra parte eso es cierto. Me refiero a que de la confrontación sale la afirmación de lo propio. Sin embargo, eso no quiere decir que no se tenga que poner en solfa lo que está mal hecho, dicho y escrito.
Y, por último, no me refiero, con eso de los falsos profetas a los comentaristas de este blog sino a las personas que, dentro de la Iglesia católica dicen y escriben engañando a los fieles de la misma.
Me acercaré a tu alma de puntillas,con el temor secreto de desvelar la paz de cuatro siglos en tu reposo eterno.
Mi voz,hecha murmullo de plegaria,suplicará que rompas tu silencio.
Habla,Fray Juan,al mundo ahíto ya de técnica y progreso,tan rico de luciérnagas,tan pobre de luceros,
que bebe la ponzoña en copas de oro y gime cada día más sediento.
Habla,Fray Juan,al mundo,a ese mundo huérfano,que sabe tantas,tantas,tantas cosas,pero tiene olvidado el padrenuestro.(Montserrat Maristany)
Estamos pues de acuerdo: De la confrontación de ideas, nace la auténtica afirmación de uno mismo. Y desde luego, también tienes razón, hay que llamar a las cosas por su nombre y denunciar aquello que no nos parece bien. Si te fijas, he empleado la segunda persona del plural. Es decir; eso lo debemos hacer todos nosotros, por que es deber de todos nosotros.
¿Agredir a la iglesia? Pues mira depende. Hay quien si y hay quien no, por mas que tus lectores y tu mismo nos pongáis a todos en el mismo saco. Sólo puedo hablar por mi, aunque tengo la impresión que es también el caso de otros "Nibelungos", así que tengo que aclarar que yo no deseo el mal de la iglesia, ni creo, hoy por hoy, que una sociedad descreída fuera sustancialmente mejor. Es un hecho que millones de personas en el mundo son creyentes y realmente necesitan de su religión, por tanto es injustificable, a mi modo de ver, cualquier intento por privarlas de ella. Entre otras razones por que detrás de esas maniobras falsamente progresistas, veo la clara intención de colocar a los estados en el lugar de los dioses.
Esto, que naturalmente es una declaración de intenciones, no significa que no me sienta perfectamente legitimado para opinar libremente contra lo que no me parece bien, tanto de las religiones mismas, como de sus fieles. Entre otras cosas por que terminan afectándome y a lo que si aspiro (todavía) es a vivir mi descreimiento sin acosos e interferencias de dogmas religiosos que ni me van, ni me vienen.
Claro que si. Tienes razón.
Feliz Navidad.
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