Eppur si muove - ¿Qué papel ha de desempeñar la Iglesia católica?

Hace unos meses se tocó, en esta sección dedicada a la situación de la Iglesia católica, el tema relacionado con qué clase de tal era la que querían determinadas personas incluso, relacionadas con la misma.

Sin embargo, el tema de hoy, con estar relacionado con aquel, viene a referirse a algo que, en sí mismo, es distinto

Entre otras acepciones, por “desempeñar” entendemos “Cumplir las obligaciones inherentes a una profesión, cargo u oficio”.

Hasta aquí todo claro, sencillo y entendible. Por lo tanto, la Iglesia católica debe cumplir con aquellas obligaciones que le corresponde en aras de cumplir la misión que tiene asignada.

Esto también parece fácil de entender: si no se lleva a cabo su labor como debe llevarse, se estaría traicionando a Quien la fundó, conocido Maestro que respondía al nombre de Jesús de Nazaret.

Pero si sabios tiene la Iglesia también tiene textos que iluminan las dudas que, al respecto de esto, podamos tener.

Dice el número 7 del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia que “El cristiano sabe que puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia los principios de reflexión, los criterios de juicio y las directrices de acción como base para promover un humanismo integral y solidario”.

Es más, y para que nadie se lleve a engaño, refiriéndose a la Carga encíclica Sollicitudo rei socialis dice que “La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia”.

Con esto, apenas apuntado aquí, muchas cosas se deducen acerca del papel que debe desempeñar la Iglesia católica.

Por ejemplo, aquello que mueve a la Esposa de Cristo (desde la jerarquía hasta el fiel más alejado, en espacio, de la primera) ha de ser la promoción del ser humano. Aquí se incluye, claro, la defensa de la dignidad de la persona y de la vida de la misma.

Por ejemplo, la Iglesia católica no puede olvidar, y no olvida, lo que de caritativo hay en lo que lleve a cabo. Así, junto con la fe y la esperanza, la caridad es, antes que nada, la primera ley del reino de Dios y como tal ha de ser defendida, difundida y puesta en práctica.

Pero no basta, aunque ya sea mucho, con lo dicho arriba sino que, además, corresponde a la Iglesia católica decir que eso es así, transmitir que es así y demostrar que es así.

Se habla, por tanto, de misión evangelizadora que se ha de llevar a cabo: cumplir lo mandado con voluntad de transmitir el evangelio o Buena Noticia porque no hay mejor noticia que decir, desde las azoteas (como dijo Cristo) que la Iglesia católica es Iglesia y es católica y, por lo tanto, es una comunidad de fieles discípulos de Jesucristo que, además, no puede restringirse a un área determinada sino que tiene el mundo como lugar donde ser y estar.

Y esto, por lo tanto, parece que cualquiera puede entenderlo: la Iglesia católica dice lo que tiene que decir y hace lo que tiene que hacer por muy contrario que sea al mundo, al devenir del mismo y a la mundanidad que muchos quieren endilgarle para que se eche a perder.

Si la Iglesia católica sigue moviéndose hacia delante (Eppur si muove a pesar de todo) no es por cabezonería o por cazurrería sino, en todo caso, por una santa cabezonería o una santa cazurrería que es aquella o, mejor, son aquellas, que buscan lo mejor para la criatura de Dios (véase ser humano) y que tiene, en las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio, la mejor forma de encontrarlo.

Tal es el papel que ha de desempeñar la Iglesia católica y por eso mismo es objeto de tan odio inmerecido y de tanto rencor fuera de lugar.

Eleuterio Fernández Guzmán

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