¡Qué mala cosa es la falta de Fe!

Reconozco que, a lo mejor, se trata de una actitud algo peligrosa por mi parte pero me siento en la obligación de recorrer los nidos de serpientes de la prensa española para ver si han puesto algún huevo, podrido, donde se zahiera la Fe que tenemos muchos millones de españoles y, allende nuestras fronteras, unos cuantos más.

Como no podía ser menos, en el impresentable panfleto izquierdista que dizque dirige Enric Sopena tenía que predicar y dar trigo laicista Coral Bravo que, al parecer es miembro (querrá decir miembra) de Europa Laica que, con como es más que sabido, debería llamarse Laicista.

Pues bien, a cuenta de los discursos habidos en la celebración, el pasado 25 de julio, del día de Santiago Apóstol, de parte del Rey de España y de don Julián Barrio Barrio, a la sazón Arzobispo de Santiago de Compostela, la susodicha columnista ha proferido una serie de simplezas, falsedades y zaherimientos que no podemos dejar pasar.

También es cierto que, seguramente, poco efecto pueden tener frente a la realidad de las cosas pero no debemos dejar pasar, repito, por alto la simpleza ni la falsedad ni el zaherimiento.

Empezamos bien porque el título es ejemplo de un notable paletismo espiritual: “A dios rogando y contra la razón dando”.

Es muestra de incoherencia escribir acerca de Dios, en concreto, el Único Dios, y titular en minúscula “dios” porque es más que sabido que eso se hace cuando no se habla de Dios Creador sino de los “dioses”, por ejemplo, mundanos: el dinero, el acaparar, el egoísmo, etc., aunque es fácil reconocer, entonces, en qué parte se está.

Dice que no está de acuerdo en que las palabras del Rey “fueran emitidas en un acto confesional que no representa, en absoluto, a todos los españoles”.

Pero representan a una gran, gran, gran, gran, mayoría de los españoles que se dicen católicos. Y como los siniestros siempre utilizan la mayoría para desmandar lo que quieren, no pueden quejarse cuando, precisamente, la gran, gran, gran, gran, mayoría de los españoles es católica. ¡Ay la coherencia intelectual!

También dice, refiriéndose a lo mismo, que las “Palabras sinceras que, sin embargo, enunciadas como una exhortación a un apóstol del siglo I (que aparece en la iconografía mundial, con espada en mano, como símbolo de la persecución a los sarracenos), no parecen muy racionales ni muy lúcidas, sino más bien producto del apego a supersticiones que no creo que sea propio de una sociedad democrática del siglo XXI.”

Vaya, no le gusta la iconografía que refleja, exactamente, la verdad de las cosas. Seguramente le gustaría que desapareciera cualquier referencia a la persecución de los moros como, de hecho, han hecho en algún lugar de España quitando, en escudos, las mismas.

También le parece “superstición” la Fe católica demostrando que ni sabe ni entiende lo que es la religión ni lo que es la superstición.

Como no podía ser menos, “Los avances científicos siguen siendo demonizados”. Y es que ya sabemos que

“La religión es enemiga de la ciencia”.

“La religión nunca ha favorecido a la ciencia”.

“La Iglesia católica se opone a los avances científicos”.

“La Iglesia católica no cree en la ciencia”.

“La religión es un lastre para el progreso de la humanidad”.

“La Iglesia católica prefiere que mueran seres humanos antes que se puedan manipular embriones”.

“La religión es retrógrada con relación a lo científico”.

“La Iglesia católica se opone a la teoría de la evolución”.

“La Iglesia católica se opuso a Galileo”.
Pura filfa y manifestación de pensamiento simple y simplista.

Y ahora, los mantras repetidos por los representantes de la izquierda a lo largo de los años y que, al parecer, no quieren renovar:

“Los homosexuales son humanos y se les sigue pretendiendo acotar derechos”.

“La enseñanza en la escuela de los Derechos Humanos, de la defensa del pluralismo y de los valores democráticos sigue siendo objeto de un ataque encarnizado”.

“La convivencia pacífica, tolerante, plural y dialogante sigue siendo ninguneada por los ámbitos religiosos y sus tentáculos políticos”.

“La libertad de conciencia, la racionalidad y el librepensamiento siguen siendo ignorados. Y la aconfesionalidad del Estado sigue siendo vulnerada.”

¿No les suena todo esto?

Y ahora lo acaba de arreglar:

“En un Estado de Derecho las creencias religiosas forman parte del universo personal de los ciudadanos, y que es la luz de la razón la que debe guiar al Estado contra la ignorancia, la superstición y cualquier forma de tiranía, ya sea humana o divina.”

¡Vaya, otra iluminada!

Eleuterio Fernández Guzmán

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