Leonardo Boff y su manía persecutoria

Hay seres humanos que se caracterizan por persistir en el error una y otra y otra vez. Inasequibles al desaliento insisten en martillear sobre el mismo punto porque, a lo mejor, no se dan cuenta que tienen bastante gastado tal instrumento de golpear. Si, además, se trata de uno que lo sea espiritual, la cosa pasa de ser algo anecdótico a ser algo exasperante.

En el caso del artículo, último hasta ahora publicado por el teólogo de la liberación Leonardo Boff en Koinonia. conviene, para clarificar las cosas desde un principio, empezar por el final que así dice:

“La fe cristiana posee fuerza intrínseca para, en esta fase planetaria, encontrar una forma institucional más adecuada al sueño de su Fundador y más en consonancia con nuestro tiempo“.

Es una constante que tal católico manifieste una manía persecutoria hacia dos realidades que, para él, son una buena y otra mala, a saber:

1.-La mala: la institución Iglesia católica.
2.-La buena: la consideración de la Tierra como un ser viviente.

Es evidente que para cualquiera cristiano, aquí católico, la consideración de tales temas es, justamente, la contraria, a saber:

1.-La mala: la consideración de la Tierra como un ser viviente.
2.-La buena: la institución Iglesia católica.

Dicho, pues, el meollo de lo que aquí se trata, no podemos, por menos, que centrarnos en lo que el teólogo de la Liberación (¿?) dice que es, se supone, lo que piensa.

Por ejemplo:

“La crisis de la pedofilia en la Iglesia romano-católica no es nada en comparación con la verdadera crisis, esta sí, estructural, crisis que concierne a su institucionalidad histórico-social. No me refiero a la Iglesia como comunidad de fieles. Ésta sigue viva a pesar de la crisis, organizándose de forma comunitaria, y no piramidal como la Iglesia de la Tradición.” Y es que, ya se sabe que “Una institución-Iglesia que busca así un poder absoluto cierra las puertas al amor y se distancia de los sin-poder, de los pobres. La institución pierde el rostro humano y se hace insensible a los problemas existenciales, como los de la familia y la sexualidad.”

Como suele decir siempre tal manifestación de desconocimiento de la realidad o, mejor, de desapego de la misma, es muestra más que inequívoca de desnortamiento porque la manía de diferenciar entre una Iglesia-jerarquía y una Iglesia-comunidad-pueblo-fieles es, más que nada, artificial y algo ajada porque la lozanía, como idea, que pudo tener en tiempos pretéritos ha devenido en arrugado desdén hacia la Iglesia católica.

Y es que a mí, con franqueza, me preocupa que siempre tenga que aludir al “poder absoluto” que, al parecer, quiere ostentar la Esposa de Cristo. ¿Dónde está tal voluntad? ¿Dónde tal poder? ¿No hay expresión de amor en la actuación de la Iglesia católica? ¿No se preocupa, la misma, por la familia?

A lo mejor lo que quiere decir Leonardo Boff, al referirse a los “sin-poder” es a las personas que, como él mismo, perdieron la antigua influencia que pudieron tener aprovechando una desvirtuada interpretación del Concilio Vaticano II. Eso le debe doler porque en lo que ha devenido, gurú de la Nueva Era y profeta de catástrofes ecológicas y planetarias, es cristianamente impresentable y humanamente bastante triste.

Pero no hay que preocuparse más de la cuenta porque para todo esto tiene solución Leonardo que es, digamos, la de siempre: renovarse de determinada forma o morir:

“O cambia valientemente, encuentra así su lugar en el mundo moderno y metaboliza el proceso acelerado de globalización, y ahí tendrá mucho que decir, o se condena a ser una secta occidental, cada vez más irrelevante y vaciada de fieles.”

Sin embargo, según los datos lo que sucede es todo lo contrario y no como profetiza (profeta, a lo mejor, de los falsos) Leonardo Boff.

En realidad de actuar de la forma propuesta por Boff lo que sucedería sería, exactamente, que la Iglesia católica moriría como tal para convertirse, eso es cierto, en una secta occidental. Eso es lo que, por otra parte y según siempre escribe, es lo que quiere el que, bien podemos considerar, tácitamente fuera de la Iglesia católica.

Ya sabemos, sin embargo, que el Mal siempre insiste porque es lo único que le queda ante Dios y ante Su Iglesia.

Eleuterio Fernández Guzmán

—

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:

Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).