A mí esto me molesta bastante

Hay cosas que son difíciles de entender y que, además, molestan por lo que significan y pretenden. Por más que me puedan llamar exagerado hoy voy a escribir de algo que, en suma, afecta también a mi fe.

Está claro que cada marca de productos que en el mercado se encuentran pueden adoptar los medios publicitarios que tenga por conveniente y forjarse una que lo sea de imagen adecuada a los intereses de las personas que le han dado forma y, en fin, la llevan.

Sin embargo, en la elección de lo que de cara al exterior, a los posibles usuarios y clientes se puede tener más o menos cuidado en lo que se hace porque puede molestar.

Seguramente si alguien conoce de lo que voy a hablar es más que probable que no le moleste lo que a mí me molesta bastante y, tengo que decir, desde el primer instante en que lo vi.

Por ejemplo, no está mal que para representar o, mejor, como símbolo de la “Salud” puede hacerse referencia a un órgano como el corazón porque, al fin y al cabo, es el que proporciona vitalidad al cuerpo a través de la sangre. Es una elección, digamos, adecuada.

Por ejemplo, tampoco puede considerarse inadecuado que para representar a la “Vitalidad” se pueda escoger una imagen que, en forma de acción deportiva, nos traiga a la realidad algo que es importante para el ser humano porque, al fin y al cabo, ya sabemos que quien mueve las piernas mueve el corazón.

Sin embargo, si hay algo que no es admisible es que se pretenda dar cabida, en occidente, a ciertos medios de meditación de carácter oriental y, por eso mismo, orientalizadores.

Esto lo digo porque cuando se elige una imagen para representar el “Equilibrio” como la que se ha buscado es que, en verdad, se está muy alejado de la realidad o, simplemente, se pretende imponer una determinada realidad.

Eso se hace cuando se muestra el estar en equilibrio consigo mismo con una actitud típicamente meditativa de las religiones orientales. Tal posicionamiento físico, como puede verse en la imagen, no es debido a uno que lo sea deportivo (como, por ejemplo, por estirar los músculos tras un entrenamiento o, también, para calentarlos antes de la práctica) sino que, como cualquiera puede reconocer, es el que se adopta para, digamos, “meditar” al estilo budista o, simplemente, oriental.

Cualquiera puede pensar que esto que digo es una tontería porque, al fin y al cabo, es una de las tantas formas de representar la meditación. Pero sabemos que mantenerse en equilibrio supone y es algo más que estar física y mentalmente bien.

Sin embargo, las personas que profesamos la religión católica sabemos que, en cuanto a meditación otra cosa muy distinta entendemos por ella.

Dice, al respecto, el Magisterio de la Iglesia católica que “El contacto siempre más frecuente con otras religiones y con sus diferentes estilos y métodos de oración ha llevado a que muchos fieles, en los últimos decenios, se interroguen sobre el valor que pueden tener para los cristianos formas de meditación no cristianas. La pregunta se refiere sobre todo a los métodos orientales”.

Y para que nadie se lleve a engaño, se aclara que “Con la expresión “métodos orientales” se entienden métodos inspirados en el Hinduismo y el Budismo, como el “Zen", la “meditación trascendental” o el “Yoga". Se trata, pues, de métodos de meditación del Extremo Oriente no cristianos que, no pocas veces hoy en día, son utilizados también por algunos cristianos en su meditación”.

Meditación, mantener el equilibrio, determinada postura física… son realidades que bien se expresan con la imagen a la que aludo en el artículo de hoy y que me parece que distorsiona bastante lo que es la realidad en la que vivimos.

Supone, por otro lado, un ataque a nuestra fe que, aunque pueda no parecerlo, hace bastante daño porque es bien cierto que muchos católicos ven como lo más normal que cuando se quiere hablar de “equilibrio” se tenga que tener como más adecuado, aceptado y moderno el que lo sea oriental.

Podrán llamarme fundamentalista pero, la verdad, me parece que lo fundamental puede dejar de serlo si es que no queremos dejar de ser lo que somos.

Eleuterio Fernández Guzmán

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