El papado, al parecer, no sirve: !Vaya novedad en la tecla de un progre¡

Algunos persisten en atacar al Papa a como dé lugar y, aprovechando que el Tíber pasa por Roma proponen cosas, verdaderamente curiosas. De todas formas, casi seguro que les sale gratis…

Por ejemplo, el teólogo José María Castillo quiere moverle la silla a Benedicto XVI por el expediente de la reforma del papado.

Por ejemplo, sostiene lo siguiente:

1.- “La elección del papa debería hacerse de otra forma: no tiene por qué ser designado por los cardenales, sino que la elección la podrían hacer mejor los obispos de todo el mundo, por medio de las Conferencias Episcopales”.

Lo mejor sería que hubiera unas elecciones donde la soberanía popular del pueblo creyente manifestara sus convicciones acerca de la idoneidad de determinado obispo, arzobispo o sacerdote para ocupar con la relación: un católico, un voto.

Pues a mí me parece que tal lenguaje político-mundano está fuera de lugar en la Iglesia católica.

2.- “El papado no debería ser un cargo vitalicio”

¿Qué tal por un período de cuatro años renovable a otros cuatro? ¿Y si introducimos la moción de censura o de la confianza? ¿Y si los miércoles, sustituimos la Audiencia del Santo Padre por un turno de preguntas de los obispos a Vicario de Cristo?

Yo me imagino a Cefas, Pedro y luego san Pedro diciéndole a uno de sus discípulos que lo dejaba porque había pasado ya mucho tiempo desde que Jesús le entregara las llaves de la Iglesia y que sería mejor que otro ocupase su sitio.

A mí eso me parece algo muy raro.

3.- “La Curia Vaticana tiene que ser reformada a fondo. Pero está visto que el papa, por sí solo, no puede llevar a cabo tal reforma”.

Pues aquí también se equivoca porque, precisamente, lo que está haciendo Benedicto XVI es reformar la Curia. Aunque, claro, a lo mejor no es del gusto de determinados gustos eclesiales.

Y sin embargo, Benedicto XVI, en la Homilía de la solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo descubrió, para los desavisados que pretenden confundir, dónde está el verdadero peligro para la Esposa de Cristo:

“El daño mayor, de hecho, ella lo sufre de aquello que contamina la fe y la vida cristiana de sus miembros y de sus comunidades corrompiendo la integridad del Cuerpo místico, debilitando su capacidad de profecía y de testimonio, empañando la belleza de su rostro”.

O sea, que Benedicto XVI sabe, a la perfección, que se trata de teologías como la expresada por José María Castillo, las que hacen daño a la Iglesia católica por hacerlo con las piedras vivas que la conforman.

Aunque, claro, lo que diga el Santo Padre a algunos les importa, exactamente, un pepino.

Por cierto, dice José María Castillo que la forma de ser del papado “Por supuesto, que es discutible. Y, por tanto, mejorable”.

Pues en esto también se equivoca porque no todo lo que es discutible ha de ser mejorable a la fuerza porque, como en esta ocasión, lo único que se pretende es mover la silla a Benedicto XVI y no mejorar; incordiar y no venir a mejor; molestar e imponer una forma de ser pero mejorar lo que es mejorar, nada de nada sino, como poco, cambiar radicalmente.

Vamos, lo acostumbrado en determinado tipo de teólogos.

Eleuterio Fernández Guzmán

—

Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:

Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).