Religión para laicistas: lo básico y lo imposible
Por mucho que pueda pensarse otra cosa resulta, más veces de las que sería conveniente, necesario clarificar algún que otro concepto a personas que tienen equivocado el sentido de las cosas.
Es bien cierto que se puede pensar que con determinadas personas es mejor no intentar nada por el estilo pero aunque sea por caridad cristiana disipar la neblina que nubla muchos corazones no es poco importante.
Algo así para con la persona que ha escrito el artículo que hoy traigo a InfoCatólica. Asiduo en este blog siempre que, como suele sucederle, se deja caer, mediando ideología siniestra, por la pendiente nigérrima del Mal.
Hay cosas que son elementales, básicas; hay otras que, a lo mejor, son imposibles.
Lo básico es definir lo que son las cosas para que nadie se lleve a engaño. Hacer otra cosa es no querer alfabetizar, religiosamente hablando, a quien corresponda.
Por ejemplo, vamos a ver… sabemos que las palabras dicen muchas cosas ellas solas y que, en muchas ocasiones, basta con saber lo que indican para no tener que seguir adelante con ningún tipo de análisis. Todo, entonces, sobra y lo que se hace es, como es el caso del quien hoy traigo a InfoCatólica, adornarse en la suerte para entrar a matar y, si no puede por incapacidad, a descabellar.
Entonces resulta que hay dos palabras que, a veces, se confunden. Por mala sombra y por tratar de engañar pero se confunden: laicidad y laicismo.
Francamente tener que escribir sobre esto, a las alturas del pensamiento en las que estamos, es algo cansado porque cualquiera sabe, debería saber si es que no concurren oscuros intereses, que una cosa es una cosa y otra es otra.
Así, laicidad es expresión de comportamiento no al margen de la religión sino, contemplándola, permanecer en la esfera seglar de la vida. La sana laicidad sería, por lo tanto, un dejar que lo religioso siga su camino sin inmiscuirse en la organización, ser y doctrina de alguna confesión religiosa y respetando, por tanto, su funcionamiento.
Laicismo es, por el contrario, un comportamiento torticero que, conscientemente, actúa en contra de determinada confesión religiosa. Así, se legisla, cuando se puede, con intención de desdibujar las funciones que puedan llevar a cabo las personas que constituyen a aquella y se hace todo lo posible para sembrar cizaña entre los creyentes.
Una cosa y otra representan mundos diversos y cualquiera entendería que la laicidad y el laicismo son realidades muy distintas e incluso inversamente proporcionales: cuando más hay de uno, menos hay de la otra.
Pues parece que eso, por lo que sigue, es imposible de entender.
“El laicismo no sólo está apoyado por agnósticos o ateos. En realidad, el laicismo se encuentra asimismo en el evangelio. Fue Jesús el que subrayó –acallando a los fariseos que intentaban hacerle caer en una trampa- que hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. En resumen de lo que se trata es de la separación de la Iglesia y el Estado”
¡Vaya! Ahora resulta que Jesucristo, cuando fundó la Iglesia, luego llamada católica, tenía la intención de que el Estado la sometiese y tratara de acallar su voz por activa y por pasiva y no quería, al parecer, que, efectivamente, existiera la tal separación entre una y otra organización.
Y es que separar ha de ser, sobre todo, no inmiscuirse y no inmiscuirse ha de ser entendido como no querer que las creencias religiosas se entreguen a los dictados de una ideología contraria a los mismos que ahoga, ahoga y ahoga hasta no dejar respirar.
Todo lo demás, una vez negada la premisa principal según la cual el laicismo es cosa buena, cae por su peso: Corpus Christi de Toledo y demás manifestaciones laicistas no son, sino, expresión de redomado laicismo.
Por otra parte, había una editorial, hace años que, con relación a una enciclopedia (sólo 4 tomos) tenía una frase que, por rimada, era graciosa: “Vale la pena tener un Sopena” porque la editorial era, precisamente, la Editorial Sopena.
Pues en este caso no vale la pena, pero nada de nada, tener un tipo de persona como la que traigo hoy a InfoCatólica que, conscientemente, trata de hacernos pasar por desconocedores de los rudimentos del lenguaje aunque también es cierto que, a veces, resulta imposible que determinadas personas parecen no tener remedio porque, de por sí, se dejan perder.
Pues que con su pan se lo coman pero que, por favor, dejen de marear la perdiz para, al final, pegarle un tiro.
Eleuterio Fernández Guzmán
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Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:
Y, si puedes, da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).
28 comentarios
Si le pasa eso, que solo verlo le pone enfermo, quizás el que tenga un problema sea usted.
Y a continuación la CE-1978 expresa claramente dos principios funamentales (Art. 16-3): 1º.- El respeto a las creencias mayoritarias de los españoles, bajo la rúbrica legal de "tener en cuenta" esas creencias (por ejemplo a la hora de legislar, no faltando en consecuencia el respeto con leyes violentamente laicistas a esta gran mayoría de españoles católicos) y 2º.- En la obligada cooperación del Estado con la Iglesia Católica en primer lugar, y con las demás confesiones después (lo que lleva implícito legislar desde la buena fe, impidiendo que se rompa esa cooperación por ser una obligación establecida al Estado por la propia Constitución).
Una legislación marcada por el sello del laicismo combativo que no respete las creencias mayoritarias de los españoles y que impida la obligatoria cooperación con la Iglesia Católica quiebrea totalmente el sentido y el espíritu con el que se redactó la Constitución.
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EFG
En España hace mucho tiempo que no se legisla desde la buena fe sino, casi siempre, desde el revanchismo y el intento de arrinconar a la Iglesia católica y la doctrina que transmite y defiende.
Y, efectivamente, hace el mismo tiempo que se está violentado el espíritu, en este aspecto (y en otros) de lo que dice la Constitución española de 1978.
Pues posiblemente tenga un problema ya que este señor, cada vez que habla es para herir a muchos españoles y a mí, en nuestras conviciones más íntimas. Solamente sabe ridiculizar, insultar, y vomitar improperios sobre Cristo, María Santísima y la Iglesia.
Y encima pontificando. Y llevando la razón en todo. Y quien no piense como él es un facha, y un retrógrado.
Pues este facha y retrógrado que aquí escribe, el pasado Domingo participó en dos procesiones del Corpus. Una Parroquial por la mañana y en la Diocesana por la tarde en la que con un grupo de personas formaron un tapiz en la Puerta del Sol para que, a última hora de la tarde, pasara el Santísimo Sacramento, y una vez con Él delante mío, de rodillas, no dejaba de pedirle "perdónales por que no saben lo que hacen".
Esa es mi enfermedad.
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EFG
POR ALUSIONES GENERALES
Pues tiene Ud. una enfermedad muy sana para el alma. Enhorabuena.
- Laicismo: Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.
- Laicidad: no existe
Pensaba criticar varias cosas pero creo sería abusar de tu amabilidad.
Te sugiero dos cosas:
1. Que leas algo de lo escrito sobre el tema del Dr. Miguel Ayuso Torres. En la web está una conferencia sobre la "La ambivalencia de la laicidad y la pervivencia del laicismo", que es introductoria.
2. O bien su libro de reciente publicación sobre el tema.
Cada año que pasa, mirando la legislación y acción de gobierno, de los estados aconfesionales que otrora fueron católicos, me convenzo más de que la aconfesionalidad, o laicidad no laicista, es un catálogo de ilusiones.
Un cordial saludo.
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EFG
Gracias por el enlace. Ya tengo el texto.
Por cierto, no crea que se me ha olvidado su correo de ayer. Esta noche le contesto.
LAICISMO: "Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado de cualquier organización o confesión religiosa"
Como señala el Catedrático de Filosofía Ignacio Sánchez Cámara, son dos conceptos muy diferentes pese a que parezcan al principio similares: "la aconfesionalidad, como su propio nombre indica, implica que el Estado no asume como propia ninguna confesión religiosa, lo cual no quiere decir que sea hostil a la religión. En ese sentido, la aconfesionalidad del Estado merece una valoración positiva, como forma más correcta de establecer las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Es la que consagra nuestra Constitución. El laicismo, en cambio, entraña una actitud del Estado que pretende prescindir de las religiones: considera que, en el ámbito de lo público, la religión debe quedar excluida. Por ejemplo, las medidas contra la exhibición pública de símbolos religiosos (en la escuela, hospitales, etc.) entrañan una posición laicista"
España es un estado ACONFESIONAL, NO LAICISTA.
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EFG
Aconfesional será pero que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero lleva a cabo políticas laicistas del más puro laicismo... es tan cierto como que hoy es martes.
Decir que la aconfesionalidad es "forma más correcta de establecer las relaciones entre la Iglesia y el Estado" es una tesis contraria al Magisterio secular de la Iglesia, constituye una auténtica hermenéutica de la ruptura, y hasta un error en doctrina católica.
Y ello es así incluso después del Concilio Vaticano II, que "deja íntegra la doctrina tradicional" (Dignitatis Humanae, 1) sobre las relaciones entre la Iglesia y la comunidad política, reiterada desde León XIII hasta la actualidad. Por cierto que la resignificación del término laicidad no altera el contenido conceptual del Magisterio.
Y si es español, le sugiero que al menos lea los comentarios al Vaticano II de los siguientes teólogos y canonistas españoles:
- Victorio Rodríguez, op
- Alonso Lobo, op
- Eustaquio Guerrero, sj
- Cándido Pozo, sj
- Joaquín Alonso, cmf
- Teodoro I. Jiménez Urresti (perito del Episcopado Español durante el Vaticano II)
- Bernardo Monsegú, cp
- Mons. José Guerra Campos
Y especialmente a Mons. Fernando Ocáriz (en Annales Theologici, 1988) que se hace eco de algunos de los autores citados.
Otra cosa es que no siendo el Estado católico posible en los países otrora católicos, se tolere un Estado aconfesional no laicista; pero eso nunca será el ideal, tal como expresamente lo dijo León XIII (Longiqua oceani) y Pío XII (Vous avez voulou).
Saludos.
Y sí, Cristo es Rey en sentido no sólo metafórico, y su realeza se extiende a las realidades humanas y temporales, como son las sociedades y a los estados.
Saludos.
Pues mire Cristo será Rey en el Cielo, pero en la Tierra hay mucho republicano, que se le va a hacer.
1901.- "Si la autoridad responde a un orden fijado por Dios, ‘la determinación del régimen y la designación de los gobernantes han de dejarse a la libre voluntad de los ciudadanos’ (GS 74, 3).
La diversidad de los regímenes políticos es moralmente admisible con tal que promuevan el bien legítimo de la comunidad que los adopta. Los regímenes cuya naturaleza es contraria a la ley natural, al orden público y a los derechos fundamentales de las personas, no pueden realizar el bien común de las naciones en las que se han impuesto".
Como hemos visto, la cuestión no es tanto la aconfesionalidad o no, sino el hecho de que cualquier estado promueva el bien común, respetando sobre todo el derecho sagrado a la vida.
Puede usted verme ultramontano; yo le veo católico-liberal, en el sentido reprobado por el Magisterio de la Iglesia, y además influenciado por el Pensamiento Alicia de Maritain, que idealizó el modelo norteamericano de relaciones Iglesia-Estado, y luego vendió su catálogo de ilusiones en naciones católicas. Pero son sólo visiones.
Lo que resulta inaceptable es que se considere al Estado aconfesional (no laicista) como un IDEAL. No es inaceptable, en cambio, que si, en un país, o en casi todos, de hecho, no es posible poner en práctica el ideal del Estado católico, entonces el Estado se declare aconfesional, y que los católicos se esfuercen en que no sea laicista y violador sistemático de la ley natural. [En lo que se ha fracasado y debiera dar lugar a alguna reflexión] Pero no nos engañemos, un Estado que no reconoce la Realeza de Cristo NUNCA podrá ser un ideal cristiano en términos absolutos.
Y ya que viene con el CATECISMO, le recuerdo:
El DEBER SOCIAL de la religión y el derecho a la libertad religiosa
2105 El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado. Esa es “la doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única Iglesia de Cristo” (DH 1). (...) La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf León XIII, Carta enc. Immortale Dei; Pío XI, Carta enc. Quas primas).
Lea a Immortale Dei y Quas Primas y verá que el IDEAL ES QUE EL ESTADO RINDA CULTO SOCIAL A DIOS Y RECONOZCA LA REALEZA DE NUESTRO SEÑOR.
Saludos.
Un estado aconfesional es un estado que puede ser perfectamente cristiano si los legisladores buscan con sinceridad e inteligencia el bien común. Un estado constitucionalmente cristiano puede convertir a la religión en una cáscara hueca, y a sus cristianos ciudadanos en hipócritas y falsos.
Finalmente, en cuanto al culto socialmente considerado hay tres posibilidades: 1º.- Un Estado aconfesional que respeta el culto cristiano manifestado socialmente, pero respeta también a quienes no profesan libremente ese culto. 2º.- Un estado cristiano, que convertiría de facto en ciudadano de segunda categoría a quienes no profesasen el culto cristiano. y 3º.- Un Estado laicista que pretende acabar con toda manifestación social de dicho culto, y nos considera a los cristianos como apestados.
Sinceramente, ante esas posibilidades me quedo con el estado aconfesional. E incluso casi será mejor para los cristiano, un estado que nos machacase y nos persiguiese a otro que nos privilegiase.
Claro que en veite siglos de historia,nada menos, la Iglesia uniersal, o sea, católica, ha cometido innúmeros errores, toda clase de pcados,pctos con los poderosos, y resto de tropelías. Pero lo cierto es que no es lo mismo conocer esa realidad pra,incluso denunciándola, tratar de poner las manos sobre el arado del Reino para mejorar entre todos los implicados la Iglesia y de paso la sociedad misma, y otra cosa muy distinta es el empeño torticero de pretender justificar el sectario y excluyente laicismo "made in PSOE".
Pero en general, más allá del respeto que el señor Sopena merece, y del acierto parcial de algunos de sus escritos -porque todos, quién más quién menos, acertamos en esto o en aquello alguna vez-, paramí que Sopena cada día da más pena, porque cada día que pasa es más notorio a quién sirve Sopena.
Lea los documentos que cita el catecismo y reflexione sobre lo que dicen.
En cuanto al Magisterio de la Iglesia, hay una constante: el ideal, el deber, el desideratum, es que el Estado respete la ley natural y la ley divino-positiva en su legislación y acción de gobierno. Y de ese respeto, surge, como consecuencia, que ha rendir a Dios un culto social, en la forma cristiano católica, que es la verdadera.
La salvación es personal. El Estado católico, en cuanto gestor del bien común inmanente, lo que hace es crear condiciones sociales facilitantes de una salvación que siempre es personal.
El culto público es deber natural y divino positivo de los estados. Jesucristo no es facultativo.
Saludos.
Gallego, los católicos aplicamos la sabia máxima de San Agustín: "En lo fundamental, unidad; en lo dudoso, libertad y en todo caridad"
El argumento de la hipocresía es viejo, y a mi ver, endeble.
Sabido es que el Estado y el Derecho sólo pueden actuar sobre el fuero externo. El fuero interno no es jurídico. Y eso vale tanto para el estado aconfesional como para el confesional. Pero no se le puede pedir al Estado que de facilidades que no sean externas y sociales, porque dejaría de ser Estado; y si se ha de prescindir de toda facilidad social, por el peligro de fariseísmo, habría que renunciar a cualquier clase de Estado y de Derecho, y pasar a la acracia y a la anomia.
Si un estado aconfesional cumple con toda la ley natural da facilidades sociales y externas para la salvación personal. Creo que los aconfesionalistas, siguen reclamando, por ejemplo, que se respete la moral pública, que exista un horario de protección al menor en tv, que se ponga freno a la telebasura, que el matrimonio sea heterosexual e indisoluble, que se penalice el crimen del aborto, etc. ¿Por qué quieren una legislación acorde con la ley natural, que los ayude a cumplirla, si pueden hacerlo por propia cuenta, con independencia de lo que diga el legislador? Bastaría con poner el televisor bajo llave, casarse heterosexualmente para toda la vida, no cometer ni cooperar con los abortos… ¿O es que son “fariseos de la ley natural” y deseen la pura exterioridad jurídica?
Cuando el estado confesional cumple no sólo con la ley natural, sino además con la ley divino positiva, da mayores facilidades sociales y externas para la salvación personal. Y lo hace de muchas maneras, una de las cuales es el culto social, que es debido a Dios por la sociedad en cuanto tal. Y así como un gobernante puede firmar un tratado internacional, representando a su Estado, interiormente contrariado por lo que está haciendo; un jefe de Estado, puede participar en un acto de culto público, en representación de su Estado, interiormente contrariado por lo que está haciendo. Pecará subjetivamente, o carecerá de recta intención, pero al Estado y al Derecho no le interesan el fuero interno, sino que se contenta con algunas conductas externas y sociales, que hacen al bien común. Y hace al bien común que la sociedad en cuanto tal se reconozca creatura y rinda a Dios el culto que le debe. Y mucho más cuando se trata de Jesucristo, que es Rey de las sociedades.
El peligro de faríseismo, como corrupción de la religión, puede darse en tanto en un estado aconfesional como uno confesional, pues bastaría con que las personas no aprovechasen las facilidades sociales para buscar su propia salvación personal. Sin embargo, el Estado confesional, es el que el Magisterio de la Iglesia considera como el ideal, aunque en las circunstancias del mundo de hoy no se pueda realizar, y por tanto, como nadie está obligado a lo imposible, se acepte el aconfesional.
Saludos.
La Iglesia sólo es triunfante en el Cielo. Aquí siempre será una Iglesia purgante, salvo que olvidemos con triunfalismos que existe el pecado original. ¿Ha evitado la confesionalidad explícita de Irlanda que sea el país europeo con los casos más atroces de pederastia en la Iglesia en Europa?.
Dicen que los Padres de Nicea, gozando del banquete que les dio Constantino tras el Concilio pensaron que había llegado el Cielo a la Tierra. Fue -como sabemos viendo la historia posterior- un espejismo.
El bien común inmanente -fin del Estado, para la doctrina social de la Iglesia- es precisamente el conjunto de condiciones sociales y externas que FACILITAN nuestra perfección personal, que es nuestra salvación.
El ejemplo de Irlanda se le puede contraponer el contraejemplo de EE UU...
El pecado original no argumenta nada contra la confesionalidad católica del Estado. Por el contrario, muestra la insuficiencia del naturalismo político y jurídico que subyace al aconfesionalismo: porque debido al pecado original, no es posible conocer toda la ley natural, con facilidad, certeza y sin error, sin la ayuda de la Revelación. Por lo que el derecho natural completo, que es condición necesaria para una plena realización del bien común temporal, por efecto del pecado original, es gnoseológicamente confesional cuando no se trata de sus principios primeros y más evidentes.
La Iglesia es militante desde su fundación. Eso no argumenta nada contra el Estado confesional católico; tampoco a favor o en contra del aconfesional. Pero el ideal -que no es utopía- en cuanto al modo de relacionarse la Iglesia con la comunidad política, la tesis, es el Estado católico y no el aconfesional.
Por último, y en el plano prudencial: el Estado confesional católico es inviable en la mayoría o la casi totalidad de los países. Volverá a ser viable si las sociedades vuelven a ser cristianas, cosa que hoy parece algo lejano en el tiempo. Y si no hay recristianización de las sociedades, y los cristianos tenemos que descender a las catacumbas, lo haremos, pero seguiremos creyendo que Cristo es Rey de todo el orden creado, lo que incluye las sociedades y los estados, y que el Estado confesional es superior al Estado aconfesional.
Saludos.
http://www.arbil.org/116luis.htm
Saludos.
Que catolicos aplican eso? Lo aplicaran algunos, porque otros.....
En cuanto a la organizaciónm del estado, si alguien cree que va a instaurar un régimen religioso en Europa hoy en día tendrá que ser mediante las armas (cuuriosa forma de instaurarlo, por cierto)
El que quiera un régimen confesional, que no se queje entonces de los que son ateos y quieren un régimen ateo.
Yo quiero uno aconfesional, y que cada persona y colectivo haga lo que le de la gana. Otros, por lo que se ve, tienen miedo a la libertad.
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