Álvaro Cuesta tiene licencia para decir sandeces

Hay personas que se manifiestan como son. En ellas no hay disimulo ninguno y se les puede aplicar aquello que dice que “es mejor callar y parecer tonto, que hablar y demostrar que lo eres”.

Es bueno, de todas formas, que algunos pongan las cartas, podridas, sobre la mesa para que, luego, no se puedan sacar una carta trucada escondida en la manga.

Pues una de tales personas es Álvaro Cuesta, a la sazón (¡Nada más y nada menos!) que secretario de Libertades Públicas del PSOE. Ha tenido a bien que sacar la lengua a pasear para soltar, por entre su barba, algunas sandeces muy propias, por otra parte, de personas de su basurienta ideología.

Resulta que, sobre el tema de la pederastia y la Iglesia católica entiende el ilustrado diputado que “Cuando se mira para otro lado, cuando ante estos temas se va con hipocresía, se está dando una licencia para violar“.

Esto, lo que, en general, quiere decir es que se está imputando a las más altas instancias vaticanas (ya podemos imaginarnos a quién se refiere) ya no la protección de graves delitos contra la dignidad de las personas (caso de la pederastia) que ya es grave sino el otorgamiento de una especie de permiso para que cualquier miembro del clero de la Iglesia católica pueda cometer lo dicho arriba a sabiendas de tener la protección vaticana.

Sin embargo, cualquier persona que no sea sectaria (como lo es Álvaro Cuesta) sabe y piensa que esto, dicho así, es profundamente injusto porque supone llevar las cosas demasiado lejos y dejar caer que, a lo mejor, tienen algo que ver personas como el Santo Padre porque, en los tiempos en los que presidió la Congregación para la Doctrina de la Fe, a lo mejor, se insinúa, ocultó, con su silencio, algún caso de pederastia.

Se trata, aquí también, de la manifestación de la campaña que, recientemente, se ha abierto contra la Iglesia católica y contra el Vicario de Cristo por ser la persona que, en efecto, mejor la representa.

Yo me pregunto si, por ejemplo, en los tiempos del GAL el PSOE otorgaba licencia para matar a determinadas personas que, luego, acabarían entre rejas. Vamos, si es que determinadas personas sabían que tenían la protección del Estado para cometer aquellos terribles delitos que, como pasó, terminó con la vida de bastantes personas.

Y es que podemos decir que cuando se mira para otro lado, cuando antes estos temas, digamos de terrorismo, se va con hipocresía, se está dando una licencia para matar. Y, efectivamente, se dio.

Pero, como parece que no se puede estar callado ni cuando debería estar callado, le parece “una barbaridad” que el cardenal Tarcisio Bertone dijera que, así como no había relación alguna entre celibato y pederastia se había demostrado que sí la había entre homosexualidad y pederastia.

Esto, claro, no ha gustado al progre Álvaro Cuesta que está, sin duda alguna, en la promoción de todo lo que sea marginal o esté al margen del normal desenvolvimiento social como, por ejemplo, la heterosexualidad que es, por decirlo pronto, el comportamiento natural propio, por tanto, de la naturaleza humana. Y otra cosa es, tampoco sin dudarlo, una desviación bastante evidente.

Por eso le parece bárbaro que alguien pueda entender que homosexualidad y pederastia puedan tener relación pero le debe parece lo más normal que se establezca entre celibato y pederastia. Y si eso lo dice, además, un cardenal que, por si fuera poco está muy cerca de Benedicto XVI… ya me imagino a Álvaro Cuesta salivando ante la idea de hincar el diente al asunto. Y, claro, ha mordido.

Pero, lo más curioso son las circunstancias que concurren en tal malcarado individuo. Una de ellas ya se ha referido arriba y es que es “Secretario de Libertades Públicas” del PSOE lo cual, visto lo que dice, ya podemos imaginarnos qué tipo de libertades no tiene intención de proteger.

Pero es que, además, para más contradicción con el nombre de los cargos que ostenta este individuo y lo que, en realidad, hace y dice, es presidente de Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados.

¡De Justicia! que ni la conoce ni la ha conocido.

Más o menos como la vergüenza.

Eleuterio Fernández Guzmán

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