Juan José Tamayo tampoco estima mucho al obispo de San Sebastián
Era de esperar que el teólogo director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III Juan José Tamayo echara su cuarto a espadas en el nombramiento del Obispo de San Sebastián.
Y a fe que lo ha hecho. Además, donde le corresponde que no es otro sitio que en el diario laicista y abortista “El País”. Muy propio de un católico: allí donde te zahieren, haz lo que quieren.
Sobre el nombramiento del ahora obispo electo de San Sebastián, monseñor Munilla, dice (sobre quién lo lleva a cabo) lo siguiente:
“De la cúpula de la Iglesia católica, organización antidemocrática y fuertemente jerarquizada, en la que todo el poder y todos los poderes son detentados y controlados por una sola persona, el Papa”
Que se sepa la Iglesia católica no es una democracia. Eso no quiere decir que sea, por otro lado, antidemocrática. Lo que pasa es que a Tamayo le gustaría que lo fuera en el sentido puro o, lo que es lo mismo, que los cargos se eligieran en públicas votaciones, que se sacaran los trapos sucios de unos contrincantes contra los otros; que, al fin y al cabo, se reprodujeran los malos comportamientos que se producen en la vida política. Así sería, sin duda, más humana la organización eclesiástica pero sería, entonces, menos divina.
También olvida el teólogo díscolo que, por desgracia para él, Jesucristo no nombró un triunvirato para dirigir la Iglesia sino que llamó, expresamente, a Pedro. Por eso el Papa es una sola persona, aunque, evidentemente, no quiere decir que no tenga a nadie que lo asesore como sabemos que sí lo tiene.
Y, sobre la misma decisión del Santo Padre: “¿Qué esperaban? ¿Que el conservador Benedicto XVI, asesorado por los cardenales fieles al Vaticano Rouco Varela y Cañizares, pusiera los ojos en un obispo crítico, dialogante y con espíritu de reconciliación?”
Eso es lo que le gusta a Tamayo: crítica, “diálogo” y reconciliación.
El problema es que lo que eso encierra es, exactamente, lo contrario de lo que el espíritu de la Iglesia católica representa porque la crítica la entiende como zaherimiento a la Esposa de Cristo; el díálogo lo entiende como sometimiento al mundo y por reconciliación el olvido de la doctrina.
Por otra parte, lo de ahora no puede faltar en el análisis de Tamayo:
“La jerarquía católica española, deben saberlo, está hoy enrocada en posiciones religiosas, éticas y políticas de trinchera contra el nacionalismo, el laicismo, la teoría de género y todo lo que se mueva en dirección a una sociedad plural”.
Todo lo que aquí ataca como propio de la Iglesia católica es, precisamente, lo que la misma tiene que llevar a cabo: manifestarse en contra del ombliguismo o nacionalismo; en contra de lo que la ataca; en contra de una teoría que disminuye el valor de la persona humana y, en general, en contra, de lo que la “pluralidad” supone en boca de un teólogo progre que es, más o menos, que todo vale para que no valga nada. Es decir, relativismo a tutiplén.
Cree, además, “Que monseñor Munilla es uno de los representantes más pertinaces del sector conservador de la Iglesia católica española con inclinaciones integristas. Así lo ha demostrado en sus pastorales y, muy recientemente, al declarar cómplices de asesinato a quienes voten a favor de la futura ley del aborto”.
Conservador, integrista… son términos demasiado manidos en manos de quien se opone a lo que defiende, doctrinalmente hablando, el obispo electo de San Sebastián. Por eso le extraña a Tamayo que diga lo que ha dicho, diciendo verdad, monseñor Munilla sobre la complicidad en el caso de aborto (votación o, simplemente, aceptación de la misma) aunque trate de ridiculizar lo manifestado por el, hasta ahora, obispo de Palencia.
Es cierto que monseñor Munilla es conservador… pero lo es porque trata de conservar su fe; es integrista porque no cede ante el mundo y prefiere mantener íntegro el contenido de su fe. Y eso no gusta a Juan José Tamayo que es, más que nada, disperso en el mantenimiento de la fe que dice que tiene.
Pero, como no podía ser menos, hace de profeta:
“El nombramiento de monseñor Munilla como prelado de San Sebastián va a tener un efecto similar al del líquido inflamable que se arroja al fuego para que se extienda más todavía. ¡Otra ocasión perdida!”
Esto atribuye una voluntad de enfrentamiento al mismo Santo Padre. Sin embargo, y en todo caso, Tamayo ha olvidado, otra vez, que Jesucristo dijo “He venido a prender fuego en el mundo…” (Lc 12, 49) pero tal fuego no es como el que refiere el teólogo sino, muy al contrario, un fuego de amor que, a lo mejor, restaña las heridas que otros obispos dejaron palpables en aquella tierra vasca.
Aunque, esto es cierto, a Tamayo eso no le interese lo más mínimo.
17 comentarios
Sí que es raro, la verdad..
Lo que sería raro es que este señor dejara de manifestarse como lo hace. A lo mejor nada tendría que decir, el que esto escribe, sobre el mismo.
Aunque, creo, con franqueza, que eso va a resultar difícil.
En cuanto al ultimo parrafo de su articulo, lo que dice es totalmente cierto, y Monseñor Munilla cuenta siempre que el ha visto "pastar juntos al leon y a la oveja", ya que en su antigua parroquia de Zumarraga ha visto a una señora, viuda de un asesinado por ETA, cuidar con todo el amor del mundo a la madre del asesino de su marido durante muchos años (eran vecinas del mismo edificio, y la viuda se encargo de la madre del etarra, cuando este fue a la carcel). Este es el amor que Dios y su Iglesia tienen que esparcir, y Monseñor Munilla, doy fe de ello, conoce y vien en este fuego de AMOR, y de este fuego de AMOR. Amor que consume las diferencias, pero que no deja de condenar lo que esta mal, amor que sabe separar el pecado del pecador.
Que Dios bendiga a este Papa, y a Monseñor Munilla en su tarea en San Sebastian.
Munilla es un hombre recto, claro, congruente, y, lo que es más importante, un verdadero pastor, de aquellos que andan más preocupados por salvar almas que por las luchas de poder, que está por encima del relativismo y la envidia que rezuman gentuza como Tamayo. Ójala, gracias a la vuelta de Munilla a su tierra, muchos guipuzcoanos vuelvan a la casa del padre, una casa libre de apología etarra y odio a las víctimas.
Pues tal es el Amor que, al parecer, no comprende Juan José Tamayo que trajo Cristo al mundo.
Yo creo que no les gusta porque es, efectivamente, recto, claro y congruente y no se comporta con aquiescencia hacia cierto tipo de comportamientos humanos.
Todos sabemos a qué amo sirve Tamayo...
Pues debe ser un amo muy soberbio y muy mal amo. Estoy seguro de que no sirve, en definitiva, a Dios.
Como, además, no ha sido el único que lo ha denigrado de su jaez... estoy de acuerdo con lo que Ud. escribe. Esperemos, ahora, que su labor pastoral sea fructífera en aquella diócesis que, me parece, tiene necesidad de un pastor ecuánime.
Critiquemos su labor pastoral, sus errores, su lenguaje equidistante... de acuerdo, pero no lleguemos a lo otro.
En cuanto al exito , el no tenerlo ante Tamayo , o ante los que recogen las nueces del arbol que agitan los asesinos etarras, es de esperar que no lo tenga , como es de esperar que tampoco lo tenga ante los que consideran que meter a un ser humano , pequeño, en una trituradora es un derecho , esos siempre lo criticaran , es inevitable .
! Que Dios bendiga a M. Munilla, fiel hijo suyo !
Quizá me debería haber ahorrado ciertos calificativos, pero que no hacen sino describir la realidad de un personaje que, por muy obispo que sea, ha hecho mucho daño en la Iglesia en Guipozcoa.
Y sí, Uriarte obviamente no dispara la pistola, pero da soporte moral al nacionalismo que, no nos engañemos sea etarra o peneuvista, tanto monta monnta tanto. Uriarte no ha sido un pastor de los católicos guipuzcoanos, sino el justificador religioso de ciertos comportamientos alegales, amorales y anticristianos. Los contínuos desprecios a las víctimas de ETA reflejan cómo éste señor ha entendido el ser obispo, como una vía para justificar crímenes.
Creo que todos entendemos que colaborar con ETA no es sólo recaudar para ella el impuesto revolucionario o prestarle apoyo logístico. Es mucho más. Y una de las formas de hacerlo, repito, es vejar contínuamente a los que no son de la cuerda de su sobrinita.
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-¡Eso, eso! Líquido imflamable de amor cristiano para que se extienda y los que no entienden, entiendan de una vez: Que la Tierra no es de ellos, sino que es de Dios. Y Dios se la da a quien la merece y la honrra; no a quien, como Caín, la tiñe con la sangre de su hermano.
El hecho de que Mons. Munilla sea criticado por este especimen dice muchísimo a su favor, aunque esto no le hace falta, muchos sabíamos ya que es un Pastor de almas excepcional.
Comoquiera que lo anterior sea, empero, Juan José Tamayo Acosta, tan díscolo y disidente él, reivindica que el Evangelio predica la solidaridad, la fraternidad, la igualdad, la cercanía de Dios a las víctimas de la historia, la comunidad de iguales, la libertad de los hijos de Dios frente a los poderes de este mundo, la dignidad de la mujer en una sociedad patriarcal y machista, la hipocresía de gobernadores corruptos y sacerdotes y fariseos hipócritas, la predilección de Dios por los pequeños y los que sufren... Y usted, Eleuterio Fernández, eso no lo dice.
Como tampoco dice que los Evangelios hablan 99 veces del Reino de Dios y su justicia, buena nueva para la humanidad, gentiles incluidos, ciertamente, en tanto muy pocas veces habla del concepto "iglesia", que es el que a usted más parece interesarle, pues no en vano se permite fustigar a todo aquel que, según su criterio, ose criticar en algo poco o en mucho la doctrina de la Iglesia.
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