Quo usque tandem abutere, Juan Masiá, patientia nostra? (II)
Cuando el preocupante tema de Eluana Englaro tuve que titular una intervención del jesuita Juan Masiá Clavel con el mismo título del que hoy encabeza el de artículo de hoy. Pero, como la cosa continúa y la perseverancia equivocada vuelve a dar en el mismo, pero distinto, clavo, vuelvo a hacer uso del mismo título porque, con franqueza, poco ha cambiado la cosa que no haya sido a peor.
A tenor de las declaraciones de Martínez Camino sobre el aborto y la votación que, sobre el mismo, va a producirse cuando se produzca, el jesuita Masiá ha vuelto a recordar algo que mejor hubiera hecho por olvidar. Ha reproducido un artículo publicado en “El País” porque le ha de parecer bueno traer al presente tanta majadería.
La extraña manía que tiene Masiá de querer estar entre dos aguas y de pretender confraternizar con todo hijo de vecino sin darse cuenta de que, a lo mejor, alguno de tales hijos es de Satanás, le hace decir, por ejemplo:
“No tiene sentido que un determinado grupo cultural o religioso se erija en portavoz exclusivo de la moral ante la opinión pública, como tampoco se concibe que haga tal imposición un determinado sector político, ya sea del Gobierno o de la oposición”.
Como si igual fuera o fuera igual lo que propone la Iglesia católica (defensa de la vida) y lo que propone el Gobierno (muerte del nasciturus a tumba abierta). Aquí, por tanto, no vale mantenerse equidistante.
No importa nada. En realidad, Juan Masiá Clavel, jesuita, tiene claro de parte de quién está en este caso:
“Aparecen a menudo ante la opinión portavoces eclesiásticos que enarbolan la bandera de la moral, presuntamente amenazada por el Gobierno, tentando a portavoces gubernamentales para que entren al trapo devolviendo la pulla, con el regocijo de quienes pescan morbo informativo en el río revuelto de la polémica”.
¿Lo ven?: enarboladores de la “bandera de la moral”, refiriéndose a miembros de la Iglesia católica o atribuyendo presunción, no seguridad, a la amenaza gubernamental sobre la doctrina católica.
Por supuesto, del lado izquierdoso está porque quien echa en cara a la Iglesia católica que hace uso de su moral y quien, además, no cree que el Gobierno actúa como actúa (precisamente en el aborto) es que, sin duda, cojea de cierta pierna no, precisamente, diestra.
Y aquí otro ejemplo bárbaro de equidistancia:
“Seguimos sin aprobar la asignatura pendiente: proponer sin imponer; despenalizar sin fomentar; cuestionar sin condenar; concienciar sin excomulgar”.
La excomunión, en todo caso, llega después de que la persona sabe lo que hace. No se puede decir que la Iglesia católica no diga lo que puede pasar según qué se haga. Lo ha dicho Martínez Camino.
Sin embargo, no se puede decir que el Ejecutivo laicista y proabortista de Rodríguez Zapatero proponga sin imponer porque sólo impone; no despenalice sin fomentar porque, precisamente, todo lo que hace lo hace para fomentar el aborto y las conductas claramente desordenadas (píldora del día después a tutiplén, por ejemplo)
Es decir, que poco tiene que ver una cosa con la otra.
Y, ya por terminar con tan absurda manifestación de comportamiento equivocado, del denominado “decálogo de reglas para el debate sobre el aborto”, destaco, sólo, esto:
“La vida naciente en sus primeras fases no está plenamente constituida como para exigir el tratamiento correspondiente al estatuto personal”
Ya lo ven, no es nada el ser humano que, tras producirse la fecundación, se diferencia de la madre que lo lleva en su seno. Así, no es persona (dice que no se le puede exigir “estatuto personal”)
Yo, lo que no soy capaz de entender es hasta cuándo vamos a tener que seguir soportando, los creyentes, que una persona que se dice jesuita, siga manchando el nombre de su Orden y, en general, el de la Iglesia católica.
Quo usque tandem abutere, Masiá, patientia nostra?
8 comentarios
Contigo sí que hay que tener "patientia in abundantia"
Pues no lo sé porque la frase la cogí de un texto en latín de Cicerón. Mi ignorancia, también en este aspecto, es grande.
Jejeje.¿Eso es latín?
De todas formas, mi pesadez lo es con gozo porque, en la medida de mis modestas posibilidades, sólo escribo de lo que pasa y si pasa muchas veces, pues muchas veces hay que decirlo. Sobre todo para que no se diga que quien calla otorga.
Es que, aunque no sepa latín, sí sabía lo que quería decir porque es una frase muy conocida de Cicerón contra Catilina. Hasta ahí llego. Por eso quería ponerla en su lengua original.
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