Eppur si muove - Cuando molesta la luz de Dios
“Todo se nos va en la grosería del engaste
u cerca de este castillo, que son estos cuerpos”
Sta. Teresa de Jesús
Las moradas del castillo interior.
Moradas Primeras, capítulo primero
Cuando el padre Abrahám dijo sí a Dios y abandonó la seguridad politeísta en la que vivía, seguramente tuvo muchas dudas. Era un hombre que, sin embargo, entendió que aquella luz que calentaba su corazón era buena para su vida y para la de su familia.
Y aquella luz duró, al menos, 40 años y, desde entonces… hasta ahora ha seguido iluminando el camino que los hijos de Dios escogemos seguir.
Pero no siempre ha sido así ni, sobre todo, hoy mismo siempre es así.
Podemos, por ejemplo, dejarnos convencer por las facilidades que nos ofrece el mundo, vender nuestro presente sin darnos cuenta de lo que supone esa dejación de la responsabilidad que tenemos como Hijos de Dios.
Que quede claro, por otra parte, que la realidad de la filiación divina (de ser hijos de Dios) no es algo que dependa de nuestra voluntad. O sea, no podemos decir que, como no creemos en Dios, esa filiación la olvidamos y hacemos como si no existiera. Esto es, simplemente, imposible porque una cosa es no aceptar la religión y otro, muy distinto, es que ese re-ligare, ese unir al hombre con Dios, se pueda evitar. No es cuestión de aceptación, pues la realidad, la Verdad, no puede elegirse a gusto de cada cual y es como es.
Esas facilidades nos impelen a casi todos a hacer uso de ellas, entregándonos y produciéndonos una dispersión de afectos de la que sólo puede derivarse una pérdida de los valores esenciales que constituyen nuestra personalidad como personas, seres salidos de la mano de Dios.
Nos puede molestar la luz de Dios porque no nos permite dejarnos vencer por tales facilidades y, como seres humanos, no siempre somos capaces de no sucumbir a la tentación.
¿Podemos encontrar solución a tal situación en nuestro ordinario vivir?
La respuesta es un sí contundente y cristiano: nos acercamos a Dios, por ejemplo, cuando en los ojos de otro encontramos los ojos de un hermano; cuando en las necesidades de los otros sabemos que está muestra mano… que debería estar; cuando a la desazón del otro oponemos alegría, positividad, optimismo, ese estado que no ha de abandonar al cristiano y que ha de ser su marca de identidad porque se reconoce hijo de Dios; cuando reconocemos que Jesús comparte, con nosotros, nuestro yugo; cuando nos reconocemos en un fraterno afán; cuando podemos sentir ese sabor a gloria que produce darse como florecilla a los pies de Cristo; cuando podemos palpar con los dedos del alma el sentir la cercanía de Dios; cuando en nosotros no cabe duda alguna sobre todo esto; cuando en las Sagradas Escrituras encontramos algo más que sílabas, que palabras; cuando somos capaces de tornar el interno desierto en luz que irradie esperanza.
Pero, sobre todo, cuando sabemos que la Verdad persevera, que su destello es un eco de múltiple quietud; cuando sabemos que donde se conoce esa Verdad, la Verdad, es en ese amniótico maná donde nos formamos como hijos, donde aquellos que no alcanzan sino los límites exteriores de Dios se quedan, voluntariamente las más de las veces, sumidos en su sueño inerte, acaparando, para sí, la savia que la alimentado su desdén.
En estos casos no nos molesta la luz de Dios, gozamos de ella, nos gloriamos de ser sus hijos.
Pero, por otra parte, no podemos olvidar que vivimos en este mundo; que, como cristianos no podemos permitir que se nos aísle de él.
¿Cómo debemos relacionarnos con el mundo en que vivimos?: apasionadamente, pero sin dejar de lado a Aquel que creó al mismo, que nos creó a nosotros y que, por encima de todo y de todos, se manifiesta en cada uno de nosotros, es cuestión relacionada, directamente, con esa clara dualidad hombre-Dios-hombre. A pesar de esto, muchos, quizá se encuentren más a gusto en su soledad de hijos de Dios pensando que no tienen Padre Eterno porque así la seguridad de su vida, entienden, o pueden entenderlo, es más, digamos, acogedora. Preocuparse por algo que vaya más allá de nuestra vida es tan difícil…
Plantear soluciones ante esto puede resultar, ciertamente, peliagudo. Incluso se me puede decir que esto es, sólo, una opción personal. Es más, se pensará, muchos pensarán, que se trata de algo particular, muy particular, excesivamente propio y ajeno a los demás. Sin embargo esto, como tantas otras cosas, no es tan evidente. Es más, puedo asegurar que es todo lo contrario, ya que al ser, todos, hijos de un mismo Padre (la diferencia entre unos y otros es que unos sabemos que es así y otros pretenden ignorarlo) los planteamientos y las soluciones aplicables a ellos pueden aplicarse, sin menoscabo de las peculiaridades de cada cual, a los sujetos pasivos de las mismas pero activos en su ejercicio.
¿Cómo, pues, podemos acercarnos a un límite que esté más allá de esas exterioridades de Dios?
De la forma que sea, ha de estar claro que no se puede vivir sin Dios, ya sea para afirmarlo ya sea para negarlo.
Por lo tanto, el aproximarse a ese “estar dentro” de sus límites es de vital importancia pues, tarde o temprano, se acaba queriendo conocer a Aquel a quien se ninguneó, a Aquel a quien se le negó el pan de nuestro corazón y la sal de nuestro aprecio, a Aquel que, al fin y al cabo, nos creó (sobre esto de la creación, piensen todos los materialistas, los que ponen a la ciencia por encima de la fe, los que creen en que no ha habido intervención divina, piensen, digo, cómo es posible explicar el maravilloso funcionamiento de la naturaleza y del mismo cuerpo del hombre, si todo de debe a extraños procesos físico-químicos apoyados, casi siempre, en la “casualidad”), digo, que siempre se le acaba buscando, por si acaso…
Esta aproximación a la que aún pueden acogerse los que prefieren habitar en las exterioridades del Padre, no deja de estar en sus propias manos ya que Dios les da libertad, de pensamiento y de obra, para escoger entre Él y el resto, entre la Verdad y la duda continua, entre la certeza y la desazón.
El habitar fuera de Dios pero haciendo como si se creyera en el Creador supone no respetar, para nada, ni la Palabra de Dios ni su Ley sino, al contrario, acogerse a la mundanidad, actuar de forma relativista y, en lo que corresponda, hedonista.
Por eso molesta, mucho, la luz de Dios y, por eso, muchos que se dicen cristianos, aquí católicos, no acaban de sentirse dentro del redil donde, con amor, nos pastorea nuestro Buen Pastor.
Siempre, sin embargo, queda el perdón: pedirlo y darlo.
21 comentarios
Un saludo.
Muchas gracias por su franqueza que, como no puede ser de otra forma, respeto.
Ser ateo o,lo que es lo mismo, no creer en Dios, es una opción que el Creador ofrece, da, otorga a sus hijos.
Lo que quiero decir es que si Ud. decidió no creer en Dios está en su completa libertad. Por eso le agradezco la forma tan comedida como se pronuncia siempre y, ahora mismo, como se pronunciado, aunque comprenderá que no me pueda apear, tan pronto (ni tampoco tarde) de la creencia según la cual todos somos hijos de Dios.
Estoy seguro, por otra parte, que Ud. lo comprende tanto como yo comprendo que no quiera creer en Dios.
Y, por cierto, los ateos que despotrican de Dios es, también estoy seguro de eso, porque creen que existe y lo que pretenden es ridiculizarlo. Y estos, creo, son los peores... pues basta con no creer y ya está.
No hay mucho que añadir a lo que ha expuesto Mario, que suscribo en su totalidad. Únicamente quisiera comentar que no tiene ningún sentido hablar de ateos que creen que Dios existe y pretenden ridiculizarlo. Lláme usted a estos personajes como quiera, pero, ya que dice apreciar el respeto y la corrección en las opiniones, no use el término ateo como un insulto o de forma peyorativa ( no he visto que los ateos que intervenímos en esta web, hagamos lo propio con "cristianos", "católicos", "creyentes"... ).
Por otra parte, se equivoca usted cuando dice que los ateos no queremos creer en Dios. No se trata de no querer, es cuestión de que no "vemos" nada de todo eso en lo que ustedes sí creen y nos resulta extremadamente difícil sustituir razón por imaginación.
Ser ateo, no es una opción que nos da Dios ( esa paradoja sólo tiene sentido para una creyente ). Del mismo modo, decir, como ustedes hacen, que no se puede vivir sin Dios, carece de significado para un ateo.
Por último, si usted ve a Dios detrás de todos los fenómenos de la vida y el Universo y con eso se contenta, me parece muy bien, pero yo prefiero buscar respuestas con ayuda de la Ciencia ( que es la que, finalmente, nos permite encontrarlas ). Es una de tantas diferencias.
Un saludo.
Siento haber insultado a los ateos. Lo único que no puedo dejar de decir es que, se quiera o no se quiera la posición de no creer en Dios no tiene sentido porque resulta, a día de hoy, creer que todo se produce por casualidad (la creación, etc.) y que la ciencia lo explica todo. Esto no es posible porque, sencillamente, no puede ser así.
No se trata de manifestar, por mi parte, una creencia y, desde ella, hacerlo todo de acuerdo a lo que dice tal creencia. Es que... de verdad, se puede decir que frente a la razón está la imaginación porque, en realidad, la razón apuntada la fe porque razón y fe no son realidades separadas sino muy juntas y unidas.
Aunque, también comprendo que es una discusión, ésta, que sería larga y, seguramente, dificultosa.
Cada año se bautizan menos niños en España. Cuando en el año 1975 se bautizaba casi el 100% de la poblacion.Dios ya no esta en los rezos mecanicos de los templos…Dios esta en las relaciones humanas laicas.
Hoy ya estan naciendo niños libres en España despues de siglos de supersticion y oscuridad.
El gran DESCUBRIMIENTO TEOLOGICO del Vaticano II fue que la Iglesia se puede identificar perfectamente con la humanidad.
La verdad no esta en dogmas,ideologias o religiones...la VERDAD ESTA LA LIBERTAD DE CONCIENCIA el dictado de la conciencia es la verdad.La conciencia es el “sagrario” de la dignidad humana.
Los sacramentos y dogmas catolicos dividen,enfrentan y separan a la gente.Ese es el callejon sin salida de la Iglesia Catolica.
Un saludo.
Hace, Ud. muy de menos, la fe que tenemos los católicos españoles. Sin duda alguna algunas personas podrían, si fuera tan sencillo como Ud. dice, apostatar pero, sin duda alguna, la gran mayoría permanecería dentro de la Iglesia que Cristo fundó.
Lo demás... es más de lo mismo pero, en verdad, en nada afecta a la fe católica. Si Ud. cree eso... puede hacerlo.
Por otra parte, los sacramentos y los dogmas católicos son católicos. Por eso no pueden dividir a nadie porque o se aceptan o no se aceptan. Si se aceptan no hay problema algunao; si no se aceptan porque no se es católico... allá películas; si, por último no se aceptan siendo católicos, algún problema hay.
Yo no creo que Verdad y Libertad de Conciencia vayan unidas. Se puede pensar libremente y libremente difundir los pensamientos, y sin embargo dichos pensamientos ser falsos.
Tampoco estoy de acuerdo en que los Sacramentos y Dogmas católicos enfrenten a la gente. Quien quiera creerlos -porque se fíe de Jesús y de la Iglesia que fundó- que los crea; quien no, que no los crea o que sea tibio y crea en unos y rechace otros. Como dice Pablo, todos compareceremos ante el tribunal de Dios, y tendremos que dar cuenta de nuestra decisión.
Duerma pues tranquilo, Carlo. No hace falta que usted pase por la parroquia para ser un apóstata.
Pues sí que es un gran misterio que, muchas veces, no entendamos que la libertad nos sirve, incluso, para rechazar a Dios.
pero ustedes se han quedado en la predicacion de la Iglesia de hace 50 años o 100 años...basta leer a los Papas despues de Pio XII o a un simple capellan ordenado reciente para darse cuenta QUE LA RELIGION YA NO ES PARA SALVAR EL ALMA.Hoy la religion es para un "mundo mejor"...o por un "nuevo humanismo"...conceptos que por otra parte se puede atribuir cualquiera.
¡Quitense la caspa por favor!
Yo, para la caspa tengo un buen champú: la Tradición y el Magisterio.
Siempre funciona.
-Con lo que me cuesta a mi ser creyente.
Con lo difícil que me resulta no burlar y transgredir las transitorias leyes de los hombres en beneficio jocoso de mi propia astuta egolatría.
Con lo rídiculo que tantas veces me veo cuando en ese practicar ese "amor al prógimo como a tí mismo" soy tan despiadamente engañado y burlado.
Con lo insoportables que me resultan las necias controversias de los humanos sobre la mundana eterna juventud de dioses, tumbas y sabios en este necio mundo lleno de penalidades. etc.etc.
Y que todo esto lo soporto por sí que creo en un Dios.
Sincéramente, no me lo explico: A vosotros, los que decís que no creéis en un Dios: No os entiendo.
-¿Podéis explicarme cómo día a día; año tras año de vuestra necia vida -porque la mía lo es- soportáis todo esta vuestra vital vaciedad sin creer en algo, superior a vosotros, que a posteriori os reconozca este continuo y despiado vivir de angustia, oscuridad mental y muerte?
Porque amigos ateos: Yo no os insultaré diciendoos que sois ateos. Os diría algo muchisimo peor que no digo. Digo más:
-Si a mi algún día me llegará esa desgracia de no creer en mi Dios: Tened por seguro que el ridículo personal de haber pasado por este mundo sin más esperanza que la de molerme a trabajar para comer y después escretar: la pura vergüenza de mi inutilidad me mataría. Dicho sea: Muy gustoso de terminar cuanto antes con tanta necedad: me suicidaría
Almenos claro está que yo fuera -como tantos hay- un espectro satánico más, cuya función primordial fuera la de hacer que nadie creyera en Dios. Y todo esto porque yo me creyera que el dios, mi dios único fuera yo.
O sea, que hacer un mundo mejor sin Dios, es pura fantasia, porque si alguien no cree en Dios, ¿a santo de qué se tiene que procupar de los demas?, es para reirse un buen rato. No por casualidad las sociedades masonicas, que pretenden salvar el hombre sin Dios, son un puro lobby de poder.
No puedo despreciar a los ateos, en general. Tengo la suerte de conocer personas ateas que son extraordinarias. Respetuosas con mi creencia, conversadoras, interesadas en lo que concierne a la fe, que preguntan. Defensoras de la vida, por razones diferentes a las mías, pero defienden lo mismo. En definitiva, personas de las que me siento orgullosa ser su amiga.
Me llama la atención que en esta página aparezcan ateos y sean habituales comentaristas. Y no en el mal sentido, sino que me llena de alegría. Por una parte, pienso si estarán interesados en lo que se expone por su propio interés intelectual y por otra me pregunto si es porque tienen dudas o se sienten reconfortados.
La pasión y la comunión pueden tener que ver con historietas como el mítico asesinato y la consiguiente comida antropofágica colectiva y ritual del Padre. La forma y exposición de la Eucaristía parece el resto del culto al sol y en particular al "Sol victorioso". Se identifica a la Iglesia con una madre, es la esposa de Cristo, el papa se presenta como un dios vivo al modo de los emperadores romanos, se le atribuyen sus títulos, ejerce el poder, sin contar con sus obispos cuando realmente es uno de ellos, al modo de Caligula. No ha nombrado cardenal a su caballo pero ha declarado hombre a una célula. No sigo con el "paganismo" de nuestra querida Iglesia porque eso es signo de estar en este mundo... medieval y romano pero no me gusta que haya integrado la antiguedad pero se opone a hacerlo con la modernidad.
Lo que quiero decir es que es, la Iglesia, un Universo para el hombre educado en ella que pretende y llega a su sexualidad, reproducción, conciencia.. afectos ... que para emanciparse no es raro que haya quien tenga que ridiculizarla. Y que eso no signifique que, si se declara ateo, no lo sea sino que pasa de muy cristianizado a ateo, ateo cristianizado, en cierto modo, pero ateo.
En fin... es de suponer que también las personas que, siendo ateas, se están preguntando sobre Dios es que, de alguna manera o de otra, sí creen en su existencia.
De todas formas, yo prefiero a un creyente aunque lo parezca poco porque, al fin y al cabo, siempre puede volver al redil y el ateo, por su propia esencia, no.
Dejar un comentario