Juan Masiá, el previsible
Le había prometido a Carmen Bellver, bloggera de Religión Digital, que no le dedicaría ni una línea más a Juan Masiá.
Espero que sepa perdonarme por romper tal promesa pero, la verdad, es superior a mis fuerzas. Vamos, que no puedo resistirlo.
Y es que podía dar la impresión de que Juan Masiá, jesuita destinado en Japón, tras su “marcha” del portal religioso donde se dedicaba a zaherir a la Iglesia a la que pertenece, iba a dejar de deleitarnos con su verbo.
Pues no. Parece que no va a ser así.
Como está exiliado de su antiguo Blog, de España y de la religión católica, Juan Masiá se dedica a publicar sus execraciones contra la Iglesia católica, donde puede.
Ahora se trata del diario “La Verdad” de Murcia.
Y dice, claro, lo que es de esperar. Previsible, pero no para olvidar.
“En la Universidad Sofía, de los jesuitas en Tokyo, no se nos ocurriría poner un crucifijo en las aulas. Si en un alumnado de sesenta en una clase, hay seis o siete budistas, dos católicas, un judío y todo el resto sin ninguna pertenencia confesional, ¿qué sentido tendría?”
A mí, que haya alumnos de diversas religiones en una universidad católica, me importa poco si ello supone que los símbolos cristianos tienen que desaparecer porque no se trata de una que lo sea laica, o de un Estado Laico. Es católica.
Por tanto, no se entiende que, por ejemplo, el crucifijo no esté presente donde tiene que estar presente. Y esto es más que grave, siéndolo, más aún, el desparpajo con el que lo dice.
“Esperemos que el síndrome persecutorio de parte de la jerarquía eclesiástica no suscite alergias antigubernamentales, que impidan poner al día la igualdad de trato a las diversas confesionalidades religiosas”.
Ahora resulta que la “jerarquía eclesiástica” se siente perseguida por el gobierno español. Claro.
Ya sabemos que nada hace el Ejecutivo laicista en contra de la Iglesia católica y de la doctrina católica. Nada de nada. Ni pretender eliminar los símbolos cristianos de los centros públicos y actos públicos, ni facilita, aún más, el aborto, ni promueve los imposibles matrimonios entre homosexuales, ni existe Educación para la Ciudadanía, ni nada de nada.
Imaginación pura de la jerarquía, claro. Puro ejercicio de mentira, al parecer.
“Pero la marcha atrás creciente de las últimas dos décadas, apuntalada por nombramientos episcopales de signo neoconservador y restauracionista, frena el progreso de la democracia en el país y aumenta la pérdida de credibilidad de la Iglesia. El Gobierno debería decidirse, sin miedo -como le pide una buena parte de su electorado católico- a denunciar los acuerdos Iglesia y Estado, que hoy son anacrónicos”.
Los nombramientos han sido “neoconservadores”. Eso lo que quiere decir es que no han sido suficientemente “progresistas”, del estilo Masiá.
Hasta ahí lo normal en un pensamiento tangencial a la Iglesia católica.
Pero que diga un católico que los acuerdos Iglesia-Estado de 1979 deberían ser denunciados es algo que va más allá de lo admisible. Los tales acuerdos regulan las relaciones económicas, religiosas, culturales, jurídicas…entre una y otro. Vamos, lo normal y ordinario entre instituciones diversas.
Es decir, que resulta anacrónico o, lo que es lo mismo, que no va con la época actual, que la Iglesia católica tenga una forma establecida de relacionarse con el Estado español y que, así, defienda sus legítimos derechos.
¡Ah!, que se trata de eso…que no tenga derechos.
Por eso digo que Juan Masiá es, sobre todo, previsible. Al igual que lo es la postura de todos aquellos que, como él, zahieren a la Iglesia católica y tratan, sin conseguirlo, de que su posición en la sociedad venga a menos.
Aunque si siguen intentándolo, a lo mejor se retratan mejor aún y hasta lo consiguen.
El Mal siempre persevera.
26 comentarios
Y Masiá, usando La Verdad, diario creado por Herrera Oria, un católico coherente, periodista, abogado y líder en una época tan difícil... pobre Herrera Oria.
Pues no creo yo eso. Lo que creo es que no pueden faltar en una universidad católica y tampoco donde representen a la religión católica (cristiana, vamos)
Una cosa no quita la otra.
Comprendo que Juan Masiá haga lo que le dejen hacer, incluso desobedeciendo a sus superiores. Eso es cosa suya.
En realidad no hace falta que nadie quite, en Japón y al parecer, el crucifijo. Para eso ya están Juan Masiá que se las pinta solo.
Eso sí es cierto. A la previsible crítica a la Iglesia católica le corresponde una previsible defensa de la Iglesia católica.
Me parece que se le llama acción-reacción o algo así.
Pues parecía que, ahora sí, íbamos a tener que prescindir de personas que, como Juan Masiá, se dedican, día a día, a zaherir el bien que hace la Iglesia católica porque no es de su gusto.
Yo creo que, además, en su caso, se debe haber visto influenciado por las religiones que, por Japón, hay que, con toda seguridad, le han apartado de la suya.
En principio, yo no creo en la suerte sino en la gracia de Dios.
Por eso, ni tendrá buena ni mala suerte.
Por otra parte, es bien cierto que el ambiente general (entendiendo mal la Constitución y no aplicando el artículo 16.3 sino, sólo, lo que conviene del mismo artículo 16) es que sería lo mejor que desapareciesen los símbolos religiosos de los centros y lugares públicos o, mejor, oficiales.
El siguiente paso será, al estilo Chavez, que desaparezcan de todos lados (públicos y centros privados) y, además, que la religión desaparezca, también, como asignatura. Eso es lo que viene, a no ser que el pueblo español pare los pies a los (des)gorbenantes que, por desgracia, nos arruinan.
De sus nuevas tonterías, podemos señalar dos cosas: su profundo desconocimiento de lo que son relaciones entre estados (Iglesia Católica y Estado de la Ciudad del Vaticano no son lo mismo) y su inisistencia en el sincretismo religioso.
Como tantos progres de pacotilla, Masiá quiere denunciar los acuerdos entre España y el Estado Vaticano porque piensa que así ataca a la Iglesia Católica. Craso error. Sería muy farragoso empezar a hablar de los pactos de Letrán por los que se configura el estado de la Ciudad del Vaticano, pero baste decir que es un país más con el que el Estado Español tiene acuerdos. Punto.
Lo de los símbolos religiosos tiene más miga, teniendo en cuenta el revuelo armado en España respecto a esta cuestión. Primero, en los centros católicos es de esperar que la doctrina católica lo impregne todo, aunque, claro, ya sabemos que a los Masiá de turno les molesta aquello que supuestamente creen. Y segundo, volvemos a errar en lo de estado aconfesional. España es un estado laico, no aconfesional, lo que quiere decir que si en un ayuntamiento (y ya que a algunos les gustan tanto las mayorías) la mayoría decide mantener un crucifijo, pues se mantiene, o si se trata de una menorah pues se mantiene, o si no quiere poner nada, pues nada. Vamos, que el Estado no es nadie para socabar la voluntad de los ciudadanos.
Lo de siempre, Masiá mezclando churras con merinas y hoy 3 de septiembre de 2009, sigue siendo, para dolor de la Esposa de Cristo, sacerdote y jesuita.
Bueno... a lo mejor puede ser pero yo creo que el trastorno es, sin duda, espiritual.
Me gustaría que de cuando en cuando nos mostrases actuaciones elogiables, para alegrarnos.
Gracias por todo, en todos los casos.
Bueno haré lo que pueda y estoy seguro que, además, será muy fácil porque la gran mayoría hacen, de su entrega a la viña del Señor, algo digno.
¿No será pues, que la autoridad de la Compañia de Jesús tanto bogar pro mundis tiene mucho que desear?
Olvidaron aquello de:
¿De qué le sirve al hombre ganart todo el mundo si pierte su alma?
Y siguen sin entender la siguiente palanca:
¿De qué le sirve al hombre conocer los intermedios de las cosas, si por estos menosprecia el principio y el fin de las mismas?
Conécete el principio y el fin de las cosas de este Mundo. Y moveré el Universo. ¿Dialogamos,..?
Efectivamente, podemos decir que, a lo mejor, cuando la cabeza está estropeada el resto del cuerpo...
Masiá,Tamayo, Pagola, Queiruga... no son todos comparables. De ninguna manera.
Masiá ha perdido el norte por completo y es un provocador gratuito. Queiruga no se puede de ninguna manera comparar con Masiá. Me parece mal meter en el mismo saco a ambos. Podrá no gustarle Queiruga, pero no me lo compare con Masiá porque es una comparación abusiva.
!Cuánto me alegro que estemos de acuerdo en algo!
Tiene razón Yolanda en que no todos los heterodoxos son iguales. Aunque sus heterodoxias sean igual de graves dependiendo del caso, unos presumen de ello, otros no. El teólogo, en el ejercicio de su teología, puede rondar la heterodoxia -aunque es difícil que no sea consciente de ello- pero si está dispuesto a aceptar el dictamen del magisterio sobre su obra, el mal producido se reduce bastante. Pero cuando se siente más cualificado que el magisterio para discernir lo correcto de lo falso, y eso ocurre en gran medida por el pecado de orgullo, entonces entra en una pendiente abajo muy difícil de remontar.
Ciertamente lo que le pase a Juan Masiá es, para mí, un misterio que no comprendo porque creo que tiene una fe y que, por tanto, debería seguirla. La razón de, en tantas ocasiones, no hacerlo, es algo extraño. Y que sea una trastorno mental es muy duro de decir para un hermano en la fe.
Sí estoy seguro de que, aquí, concurre el pecado de orgullo porque el empecinamiento de Juan Masiá es considerable.
Esperemos, no obstante, que algún día sea capaz de cambiar. Sobre todo por su propio bien.
Creo que lo que pierde a masiá (heterodoxias aparte) es un exhibicionismo que le desacredita, un afán provocador absurdo. Hay incluso antiguos amigos de años, heterodoxos también, que recriminan su actitud general.
Queiruga es para mí (insisto en lo de heterodoxias aparte) un modelo de modestia, humildad y honestidad.
Quienes dicen lo contrario NO HAN LEÍDO a Queiruga y a sus honestísimas autodefensas de las acusaciones menos justas de cuantes se le hacen.
Pues esperemos, como ya he dicho antes,que acabe corrigiendo tal exhibicionismo.
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