Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"
Serie “El Camino de la Fe”
El Camino de la Fe -9
El propósito de ser cristianos
“Haz pocos propósitos. —Haz propósitos concretos. —Y cúmplelos con la ayuda de Dios”.
S. Josemaría
Camino, 249
Tener voluntad es hacer lo que se quiere reconociendo que, en realidad, es lo que se quiere hacer.
S. Josemaría sabía que el propósito de ser y actuar como cristiano no siempre es fácil. Es más, reconocía que era muy difícil porque el Evangelio no es para personas tibias.
Por eso, en el punto 257 de “Camino” dejó escrito lo siguiente:
“Estás como un saco de arena. —No haces nada de tu parte. Y así no es extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. —Reacciona”
Bien puede apreciarse, aquí, la necesaria voluntad a la hora de actuar y llevar una vida cristiana.
¿Qué consecuencias tiene tal forma de proceder?
Algo que es terrible y que aleja, quizá para siempre, a un hijo de Dios de su Padre: la tibieza.
Expresión de un ser muelle, blando, dejado, aquí sí, de la mano de Dios porque voluntariamente ha querido desasirse de ella en bien (que es mal) de su sentir la vida mundana como mejor que la luz del Creador.
Para evitar tal posibilidad, más que cierta en nuestras vidas, un consejo nos da el fundador del Opus Dei y que, de ser tenido en cuenta, puede provocar, en nosotros, la sensación cierta de estar llevando una vida que acuerda con nuestras creencias:
“Haz pocos propósitos. —Haz propósitos concretos. —Y cúmplelos con la ayuda de Dios”
Esto, que lo escribe en el punto 249 del capítulo 9, nos proporciona una clara posibilidad que, a contrario, dice: el que mucho abarca, poco aprieta.
Entonces, los propósitos que, como cristianos, podemos hacer para nuestra vida ordinaria, común, del día a día, nada tienen que ver con grandes sueños ni con grandes cosas a llevar a cabo. Muy al contrario, lo pequeño, lo ordinario, es lo que mejor nos puede llevar por el camino recto hacia el definitivo Reino de Dios.
Y evitar, sobre todo, lo que puede nacer como cosa poco importante pero que, con el tiempo, puede devenir en gran error. Así nos dice “¡Eres tan joven! —Me pareces un barco que emprende la marcha. —Esa ligera desviación de ahora, si no la corriges, hará que al final no llegues a puerto”.
No debemos, sin embargo, confundir los términos.
Por joven entendemos, en general, a la persona de poca edad. Sin embargo, también podemos considerar que son así las que tienen una relación con Dios.
Por eso, nuestra edad espiritual puede, muy bien, ser la de juventud porque, con relación al Creador, poco somos. Y siempre, por lo tanto, podemos decir que estamos en tal situación y, por eso, en disponibilidad de desviarnos.
A eso se refiere S. Josemaría en el punto 248.
Y como propósito general está, deberá estar por lo que supone de cara a nuestra forma de proceder, el de se santos: querer ser santos.
A esta voluntad responde o, más bien dice el autor de “Camino” que “Me has dicho, y te escuché en silencio: “Sí: quiero ser santo.”
Aunque esta afirmación, tan difuminada, tan general, me parezca de ordinario una tontería”.
Y es que, en verdad, el propósito de ser santo dicho así, de esa forma tan genérica no supone mucho sino, al contrario, poco. Para serlo se ha seguir una doctrina y unos principios que no se sustentan, seguramente, en tal voluntad sino en el cumplimiento de la Ley de Dios como dice S. Josemaría, cumpliendo “pocos propósitos”.
Y, para propósito fundamental, el de hacer lo que corresponda sin darle largas o hacerlo, digamos, eterno…
“¡Mañana!: alguna vez es prudencia; muchas veces es el adverbio de los vencidos”.
Porque, en realidad, dejar para mañana, para un cristiano, lo que en cristiano debe hacer, es un propósito que vacía de contenido su fe.
Por otra parte la página dedicada a las obras de S. Josemaria, en el apartado dedicado a “Camino”, y, en concreto, en el capítulo 9 titulado Propósitos trata, precisamente, sobre el tema al que hoy nos referimos.
Ahora, lo que sigue, es lo que yo entiendo, como cristiano (no miembro del Opus Dei aunque creyente en su espiritualidad) al respecto:
1 Un buen propósito es creer que se cree. Así, no podremos negar nunca que lo que somos lo somos.
2 Vas de un lado a otro (espiritualmente hablando) No sabes qué hacer. ¿Por qué no te preguntas qué quiere Dios de ti?
3 Un buen propósito es querer hacer algo bueno. Otro, también conveniente, es enmendar algo mal hecho.
4 Proponte, con seriedad, ser cristiano a carta cabal. ¡Sí!, ya sé que eso te traerá problemas. A eso, también, se le puede llamar cargar con tu cruz.
5 Sobre las proposiciones que puedes hacerte que no se te olvide la que consiste en ver las huellas de Dios en el mundo en el que vives. Verás como es posible, así, creer mejor y amar mejor.
6 Se te propones entregar a los demás parte de tu tiempo y compartir, con ellos, su yugo, recuerda que lo mismo hace Cristo contigo. Y te digo esto para que no racanees en tal entrega. Que donde es sí sea sí, como dijo nuestro Maestro.
7 Propósitos, propósitos… solemos hacernos muchos. Quien cree en Dios ha de saber que, con los talentos que nos entrega, aquellos pueden ser cumplidos si somos fieles.
8 Propón, a los demás, que perseveren en su vida cristiana. Habrás ganado, para Dios, algún alma que iba camino de la fosa que tanto menciona el salmista y a la que tanto debemos temer.
9 Aunque sea, sólo, proponerse ser mejor por fidelidad a Dios es una buena forma de hacer propósito de enmienda. Al menos, empieza por eso.
10 Para propósito bueno y benéfico para nuestra fe el que consiste en no olvidar de Quien somos hijos y a Quien nos debemos. Si lo consideras de tal forma podrás decir, con franqueza, que eres semejanza de Dios.
11 Ver, en los demás, a hermanos que caminan, con nosotros, en peregrinación, hacia el definitivo Reino de Dios, es un buen propósito para no caer en egoísmos que lastren nuestro paso.
12 Fe, Esperanza, Caridad. Como virtudes cristianas debemos tenerlas como propósitos en nuestra vida. ¡Y cumplir, cada una, en la medida que nos corresponda!
13 Ante las dificultades por las que pasamos y ante las asechanzas del Maligno, el propósito de mantener una serenidad espiritual no nos vendrá mal. Será, seguramente, un remedio bueno ante la desesperación.
14 Se dice de Dios que tiene entrañas de misericordia. Proponte, al menos, imitar tal forma de ser. Nada malo vendrá a tu vida por eso sino, al contrario, atraerás, hacia ti, a la misma bondad.
15 Proponte, también, empezar por aquello que puede parecer insignificante pero que, al fin y al cabo, es lo primero que se hace al construir un edificio: poner la primera piedra de una conducta cristiana.
16 Hazte el propósito serio de cambiar aquello que puede ser cambiable pero no ignorando que, a veces, está fuera de nuestro alcance hacer tal cosa.
17 Entre tus propósitos no puede faltar la sabiduría para que, sobre todo, reconozcas que hay cosas que, simplemente, son diferentes a lo que tú piensas.
18 Propósito 1; propósito 2; propósito 3… A veces haces un listado extenso de propósitos que, como cristiano, quieres llevar a cabo. ¡Si no lo haces, hazlo! De todas formas, a lo mejor sería mejor decir: ahora voy a cumplir el propósito 1 que, para luego, es tarde.
19 Si eres sacerdote, tus propósitos, como tal, son admirables. Si eres religioso o religiosa, tus propósitos, como especial entrega a Dios, son admirables. Si, por último, lo que eres es laico, tus propósitos, como tal, serán admirables, pues el pequeño trozo de cielo, aquí, en la tierra, hemos de ganarlo con el pulso de una fe que, para otros, ha sido, ya, probada.
20 Último propósito: ten, por el mismo, saber que la fe no consiste en creer porque se ve sino que, como dijo Jesús, es, muy al contrario, creer sin haber visto. Verás como, así, tu asidero será la mano invisible de Dios y tu yugo será compartido por Cristo al que no ves pero en el que crees.
Propósitos, entonces, como cristianos y como católicos, hemos de tener. Otra cosa sería vivir una vida sin sentido y dejada de la mano de Dios.
Sin embargo, los propósitos han de ser cumplidos.
¿Y de qué manera mejor?
Si hay un consejo muy bueno a seguir es el que hace que centremos nuestra vida, exactamente, en lo concreto, en lo que, de inmediato es importante:
“Pórtate bien “ahora", sin acordarte de “ayer", que ya pasó, y sin preocuparte de “mañana", que no sabes si llegará para ti.”
Esto, que lo escribe en el punto 253 de “Camino” demuestra que lo mejor es ser, en cristiano, cristiano, en cuanto tal en el momento preciso de ahora; y luego, en el que será otro ahora; y así, hasta que Dios nos llame a su tribunal.
Entonces, a lo mejor, es tarde para hacer propósito de enmienda. El tiempo propicio para tal cosa es, por eso mismo, ahora; ahora mismo.
Tal sí que es un buen propósito cristiano.
Eleuterio Fernández Guzmán
9 comentarios
Un abrazo,que hace tiempo que no te saludo.
San Josemaría es otro de esos santos salidos de España que han sido fundamentales en época de crisis y tibieza dentro de la Iglesia.
Ora pro nobis San Josemaría.
También un abrazo.
Lo de los 20 puntos se me ocurrió para poner un límite a lo que tenía que escribir y para que no fuera demasiado pesado. Aunque, por supuesto recurrir a la mística teresiana no está mal sino muy bien.
Levantarse, después de haber caído, supone es ser buen cristiano.
De acuerdo con lo dicho por Ud. Aunque tampoco yo soy miembro del Opus Dei sí que reconozco que su espiritualidad es muy válida para los hombres y mujeres de hoy y, también, para los/las de mañana.
Evidentemente, Ud. no conoce demasiado bien ni la fe ni la salvación eterna.
Pero puede seguir intentándolo.
Mala imágen la de los murciélagos. Tienen una "visión" sónica de la realidad impresionante. Los que disfrutan en exclusiva de la "Fé del carbonero" o son "borregos de la Iglesia" son magníficos Cristianos si, y sólo si, practican la caridad, aman al prójimo mucho más que a sí mismos ( ya que el que se emascula no se ama lo suficiente ).
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