La fuerza que mueve el mundo
Desde que el occidental dejó de buscar la salvación del alma como primer destino vital, muchos han sido los impulsos o principios que han movido a hombres y sociedades: el honor, la razón, la libertad, la nación… pero hace mucho que es lugar común afirmar que “el dinero es la fuerza que mueve el mundo”. Y los hombres nos hemos esforzado porque ese axioma se haga realidad, y esa pulsión de la codicia (connatural al pecado original) se eleve hasta convertirse en un rector de la vida privada y pública, no ya tolerado, sino incluso honrado. Emprendedor, pragmático, astuto… son adjetivos que intentan disfrazar de seda la mona del egoísmo materialista desde hace mucho. Y los practicantes del culto a la codicia son cada vez más devotos y numerosos.