Misa sacrificial

Hace muchos años, un buen amigo, inteligente y devoto católico, interesado en la liturgia, me invitó a acudir con él a misa en latín. Se celebraba todos los sábados por la mañana en la hermosa iglesia del Real Colegio seminario del Corpus Christi, en el centro de Valencia. Es el único templo importante de la ciudad que se conserva íntegro desde su construcción a finales del siglo XVI, en el calor de la llamada Contrarreforma. En 1936, el rector de la Universidad de Valencia (cuya puerta está frente por frente del Colegio), José Puche, republicano y agnóstico pero sensato y honrado, intervino junto a varios colaboradores para impedir el paso de los milicianos marxistas que iban a quemarla. Su gran prestigió salvo para todos esta hermosa obra de arte sacro (ni siquiera la catedral o la Basílica de la venerada Virgen de los Desamparados se libraron del furor destructivo sacrílego de las hordas rojas), Dios se lo haya tenido en cuenta. Por cierto que vale la pena conocer y visitar el Colegio y el museo, son auténticas joyas.

La misa era Novus Ordo, en su versión en latín, celebrado con la solemnidad y cuidado con que los sacerdotes del Colegio (famoso por su enseñanza y amor a la liturgia) acostumbran. Ciertamente, la impresionante decoración catequética con que varios maestros cubrieron las paredes (y eso que el Barroco no es mi estilo preferido, ni mucho menos) y los cantos gregorianos del magnífico coro, hacían mucho por ello, pero verdaderamente sentí que había “algo” diferente en aquella celebración que hacía la presencia de Dios en la Eucaristía mucho más evidente. Jamás vimos a más de diez personas asistiendo a esta misa. Por las caras, se diría que la mayoría eran ex-colegiales mayores para los que la belleza de aquel rito formaba parte de sus vidas.

Durante bastante tiempo el madrugón de los sábados para acudir a la misa en latín con mi amigo fue una rutina pocas veces interrumpida, pero las diversas obligaciones que la vida impone, y el hecho de que esa celebración no cumpliera precepto, entorpecían en cierto modo su cumplimiento. Poco después se publicó el motu proprio Summorum pontificum del papa Benedicto XVI, y mi amigo se embarcó en la hercúlea tarea, junto a otros interesados, en lograr una celebración de la misa romana según el misal de San Pío V en Valencia. Sólo Dios sabe los trabajos, permisos, autorizaciones, formación de sacerdotes en la celebración del Vetus Ordo que habrán pasado, con la ayuda de clérigos y laicos de otros lugares ya avezados, y con el auxilio del Espíritu Santo. Finalmente se logró todo lo necesario para la celebración de la misa en la iglesia de un convento, posteriormente trasladado a la capilla de una cofradía.

La primera vez que asistí quedé prendado y enamorado de un rito que sin esfuerzo alguno advertí venerable y devoto, que me hizo perfectamente reconocible el concepto de religión (re-ligo o reunión con Dios), y al que (tras toda una vida acudiendo a muchas variedades del Novus Ordo) desde ese momento he procurado asistir, cuando he podido (que por desgracia no ha sido todo lo a menudo que desearía). Sin olvidar jamás que ese privilegio he de agradecerlo a los infatigables cuidados y desvelos de un puñado de generosos seglares y sacerdotes en mi ciudad (como en tantas otras, soy consciente).

Prendado de la misa según el canon romano en que celebraba la Iglesia católica desde antes del Concilio de Trento (que se limitó a fijar y regular el rito que ya existía previamente) hasta las sesiones del propio Concilio Vaticano II, durante más de cinco siglos. Concilio que, por cierto, jamás fue convocado para estudiar y aprobar la revisión llevada a cabo por la comisión encabezada por el obispo Annibale Bugnini. Válida es, pues recibió la preceptiva aprobación papal, pero el Novus Ordo no es “el rito del Concilio Vaticano II”, sino de Pablo VI y los papas que le sucedieron. Por las limitaciones antes descritas, con mucha más frecuencia participo en misas del Novus que del Vetus. Hablo, por tanto, de realidades que conozco bien, y no de oídas.

¿Y porqué prendado, podrá preguntarse el lector? Bien, desde el primer momento, y sin esfuerzo intelectual alguno, percibí que el canon tridentino respondía con mucha mayor fuerza y claridad, a lo que el Concilio Vaticano II pedía: “en la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial” (Sacrosanctum concilium, 8). Esto es, todo el rito está pensado para que sintamos formar parte de la alabanza perpetua al Dios Todopoderoso que los coros celestiales llevan a cabo eternamente. Es mucho más evidente a los sentidos que nos hallamos ante el Gran Sacrificio, el de la oblación de pan y vino de Melquisedec, alabando al Dios Altísimo en el Monte Sion antes de ser Sion (Gn 14, 18-20); el de Abraham ofreciendo a su hijo Isaac en el Monte Moria, y siendo rescatado por Yahvé por un cordero (Gn 22, 7-12); y, en fin, el del Cordero supremo, Nuestro Señor Jesucristo, que expira en la Cruz en remisión por nuestros pecados, al mismo tiempo en que los sacerdotes del Templo de Jerusalén bajan sus cuchillas sobre los corderos terrenales en un ritual que acaba de quedar superado para siempre (Jn 19, 14).

Así, mientras en el Novus habitualmente celebrado la sacralidad del ritual se percibe únicamente durante la consagración (y eso depende también del celebrante), en el Vetus, por el contrario, la sacralidad del misterio eucarístico es constante durante toda la misa (en las oraciones y súplicas, en la visión continua de celebrante y fieles hacia el altar del sacrificio). Para el fiel se hace palpable desde el principio aquella solicitud del pecador que entra en la casa del Señor, llorando por sus pecados y su indignidad (Lc 18, 13-14), suplicando continuamente a Dios que lo haga digno de participar en aquel misterio. La única excepción es la lógica de las lecturas y la homilía, parte de la misa dirigida a los participantes (Dios no necesita que le lean su Revelación), y significativamente aquella principal en la que el celebrante se dirige a la asamblea de fieles, y lo hace en su lengua. Porque no debemos olvidar que todo el ritual está dirigido a Dios: es la liturgia de los creyentes que alaban y adoran a su Señor, pidiéndole que les haga dignos de recibirLe, y de ese modo obtener las abundantes Gracias que este sacramento procura a los fieles (véase Sacrosanctum concilium, 33).

Por decirlo en otras palabras, la misa codificada según San Pío V está pensada para saturar a los sentidos y a la mente de espiritualidad, y disponerlos al milagro increíble de que el pan y el vino se conviertan en la carne y la sangre del Hijo de Dios, el cual a su vez se ofrece en sacrificio, renovado y perpetuo, para expiar nuestros pecados. Así dispuestos cuerpo y mente, al alma le resulta mucho más sencillo elevarse hasta los cielos para unirse a los coros de ángeles y santos que alaban al Señor por los siglos de los siglos.

Cumple con ello de sobras la petición que hacía el Concilio Vaticano II al respecto: “La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor […] de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin” (Sacrosanctum concilium, 10).

El Novus, por contra, ha creado un rito estilizado, simplificado, e incluso vulgarizado (las formas solemnes del Novus son poco frecuentes, y aún así, resultan espartanas comparadas con una misa Vetus ordinaria, no digamos solemne). Francamente, la mayor parte de la misa nueva diríase una reunión de fieles para hablar de Dios, pero este sólo parece hacerse visiblemente presente en la consagración. Es inevitable advertir en las formas cierta influencia iconoclasta de las asambleas protestantes, que priman la palabra del director del acto sobre cualquier ritual, y que en buena medida confinan a Dios en un mundo sensible diferente (y lejano) al de los hombres. Se hizo dicha reformulación litúrgica pensando que una sencillez de formas, partes y esencias, acercaría más la misa al pueblo. Tras cincuenta años en los que la descristianización de las naciones antaño católicas (incluyendo por supuesto la caída en la participación en misa) se ha acelerado, es posible o no que el ritual simplificado tenga parte de responsabilidad. Lo que es seguro es que no ha servido para evitarlo.

Así, mi experiencia es que mientras el llamado “rito extraordinario” facilita al fiel su participación en el sagrado misterio en cuerpo y alma, el “ordinario” exige al espíritu un esfuerzo de concentración para buscar los elementos sobrenaturales. El objeto del actual canon romano se ha desplazado desde el altar a la asamblea. Considera que la participación de los fieles debe centrarse en el memorial de la Última Cena, como centralidad del rito. Por desgracia, esto se ha traducido en que el verdadero misterio, el de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor, aunque siga presente, haya perdido protagonismo. No hay Gloria sin Resurrección, ni Resurrección sin Pasión y Muerte en Cruz. Y aunque sin duda el Jueves Santo es importantísimo, no es más que el primer paso del triduo, y por tanto, no el más relevante. La Cena eucarística es la imprescindible preparación a lo que viene luego, y así lo entendieron siempre los cristianos, para los que era imprescindible unir la instauración de la eucaristía a la Cruz y la Gloria, los misterios de salvación de los hombres por Nuestro Señor Jesucristo (véase al respecto Sacrosanctum concilium, 47). Esto es mucho más evidente en el rito romano tradicional que en el de Pablo VI. Y no hablamos de mero boato, sino de teología. Es conocido el viejo aforismo: se cree como se reza. Esa facilitación de la comprensión la agradecerán mucho almas débiles como la mía.

Una de las objeciones más frecuentes que se hace al Vetus Ordo es el empleo del latín salvo las partes de las lecturas y su comentario. Se afirma que el uso de una lengua muerta aleja a los participantes de la comprensión de los misterios eucarísticos. Resulta sorprendente esta objeción, puesto que las lenguas litúrgicas (diferentes de las comúnmente usadas) son la regla, y no la excepción en los rituales cristianos. Así sucede constantemente en los ritos orientales (estén o no las comunidades que los emplean en comunión con la Santa Sede): emplean los egipcios el copto como lengua litúrgica, los etíopes el ge’ez, los siríacos el arameo siríaco (una forma del arameo antiguo), los serbios, rusos y búlgaros el eslavo eclesiástico medieval, los griegos del rito bizantino el griego Arjaísusa, los armenios el armenio clásico (distinto del moderno), etcétera. Por no hablar de las lenguas litúrgicas de otras religiones distintas de la verdadera: el hebreo clásico los judíos, el sánscrito los hindúes, el pali los budistas, el tibetano antiguo los tibetanos, el avéstico para los zoroastristas, etcétera, etcétera. Todos ellos difieren en algún modo del habla común de sus fieles; en no pocos casos entre las iglesias cristianas orientales citadas, son directamente ininteligibles con sus idiomas modernos. Más aún, el empleo de lengua vulgar en actos religiosos es característico, en realidad, del protestantismo. En su caso, no obstante, está justificado porque sus reuniones no pretenden realizar un misterio sagrado o divino, y en la mayor parte de los casos directamente ni siquiera tienen liturgia alguna.

Naturalmente que Dios entiende todas las lenguas, y no hay un solo idioma, o un idioma “mejor” para dirigirse a Él, pero una lengua litúrgica tiene numerosas ventajas. La primera, el efecto ya citado de estar empleando una lengua especial para la liturgia predispone al espíritu hacia lo sagrado (La mente y el alma también reciben impresiones sensibles). Por otra parte, la comodidad de saber que en cualquier lugar donde se celebre el rito romano se va a poder seguir con facilidad, pues las partes comunes, y todas las importantes, son similares allá donde uno vaya (la Babel de las lenguas vulgares, tanto nacionales como regionales, propende a la dispersión, y no a la unidad), el ya célebre “Una Voz” de los fieles (Ex 24, 3). El latín, pues, trabaja a favor de la Unidad de la Iglesia, aspecto al que tan sensibles son en la Curia romana en estos días. Asimismo, el latín no resulta especialmente críptico para los hablantes de lenguas romances, que derivan de él (me pregunto si esta es una de las razones por la que los escandinavos y germánicos tienden a la herejía antiliturgista): muchas palabras latinas que se usan en el canon son intuitivamente comprensibles en todo o en parte. Alguien que jamás haya aprendido latín pero conozca el rito católico puede comprender a grandes rasgos acerca de qué se está tratando en cada parte de la misa. Añádase otra ventaja con respecto a otras lenguas litúrgicas cristianas: con la excepción del griego medieval, el resto sólo sirven para comprender textos religiosos. En latín, en cambio, se han escrito algunas de las mayores obras del pensamiento filosófico, teológico o científico, no ya de la Cristiandad, sino del mundo entero, hasta bien entrado el siglo XVII, y aún después con cierta frecuencia. Se trata, pues, de una lengua útil, que permite leer en su propio idioma a algunas de las mentes más preclaras de la humanidad. Más aún, su presencia como asignatura en estudios superiores fue constante en nuestras sociedades hasta hace unas pocas décadas, y aún hoy presente en ciertas ramas del bachillerato y algunas carreras universitarias. O sea, que es una lengua “poco muerta” (hasta tiene página en la Wikipedia…).

También llama la atención que se achaque al empleo del latín el desapego o incomprensión del rito por parte de los fieles. Nuestros abuelos (muchos de ellos analfabetos) eran capaces de recitar partes enteras de la misa en latín, incluyendo las grandes oraciones. Hoy en día, con todo el mundo alfabetizado, resulta muy sencillo seguir la misa con misalitos bilingües, accesibles por internet, y que las asociaciones de misa tradicional proporcionan gratuitamente a los asistentes. Después de asistir a varias celebraciones, es probable que no se necesite ni emplearlo en la mayor parte del ritual (los que tengan mejor memoria que yo y dediquen un cierto tiempo a estudiarlo, probablemente en un par de misas). En cuanto a la falta de adhesión cordial a las oraciones de la liturgia por incomprensión exacta de las palabras, francamente no parece haber mucha diferencia con la que puede haber en muchos miembros del pueblo (yo mismo en no pocas ocasiones) cuando se repiten mecánicamente las frases del modo Novus en lengua vernácula. Me atrevería a decir que ello depende mucho más de la disposición que procuren la solemnidad y devoción del rito que del idioma, y en ese sentido ya he expresado cual es mi opinión al respecto.

No olvidemos que el empleo del latín litúrgico no fue obstáculo para que los misioneros lograran la conversión al cristianismo de millones de personas en América, África y sudeste asiático, pese a que no sólo ignoraban el mensaje de Cristo, sino que sus idiomas no guardaban relación alguna con el de la ciudad del Tíber.

Por último, hay algo de sobrenatural y de eclesiológico en pensar que estamos repitiendo exactamente el mismo rito romano, no sólo que el del resto de católicos que celebran el Vetus en todo el orbe, sino también de generaciones de cristianos, mártires, santos y doctores de la Iglesia que nos precedieron, que tantos frutos de santidad lograron. El sentimiento de unidad católica es muy visible con el Vetus Ordo, pues trasciende el espacio y el tiempo, del mismo modo que lo hacen la Iglesia triunfante, la purgante y la orante. Es, por tanto, un elemento de tradición religiosa que nos recuerda inevitablemente a la gran Tradición, que es la del Magisterio perenne. Quizá esa sea otra razón para que algunos lo detesten.

Pero las opiniones, por fundadas que sean, valen poco ante la exigencia que hace el Concilio Vaticano II en el sentido de que “se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular […] el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo […] se le podrá dar mayor cabida, ante todo, en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos”(Sacrosanctum concilium, 33). Es decir, que el Concilio estableció que el latín era la lengua propia de la liturgia católica, y que la lengua vernácula se podía admitir en lecturas y cantos si ello era conveniente (aspecto que se puede adaptar, y de hecho se adapta, en el Vetus sin mayor problema). Esta disposición se repite en los puntos 54, 63 y 101.1 del mismo documento conciliar. Más aún, las celebraciones solemnes del Novus, incluyendo la Basílica de San Pedro del Vaticano, se llevan a cabo con cierta frecuencia en latín, prueba palpable de que el empleo de una lengua muerta no inhabilita en absoluto la validez de una forma del rito.

Pero quizá una de las razones principales por las que me he enamorado de esta forma del rito romano es por su cultivo y amor por la Belleza. No olvidemos que la belleza es atributo divino (véase Compendium theologiae, lib. 2, cap. 9, de Santo Tomás de Aquino), y rodear la eucaristía y el sacrificio del Cordero de Dios de cuanta hermosura podamos es, realmente, dar Gloria a Dios, merecedor de toda alabanza y honor; apenas devolverle un pálido reflejo de su propia Belleza infinita.

Si alguien ha tenido la suerte de visitar la Cartuja de Granada (si no, se lo recomiendo en este mismo momento), podrá entender plásticamente esta enseñanza, que nuestros ancestros tan clara tenían. El convento es austero, las celdas de los monjes absolutamente espartanas, como corresponde a los miembros de la orden. La iglesia, en cambio, tiene materiales nobles, detalles de decoración trabajada… Pero es cuando llegamos al presbiterio cuando aparece el Barroco en todo su esplendor: materiales suntuosos, ricas obras de arte, joyas, metales preciosos por doquier, que llegan al apogeo en el Sagrario, probablemente el más espectacular de España (no se me ofendan los discrepantes), casi escandalosamente lujoso y excesivo para dar cuanto esplendor se pueda al Cuerpo de Cristo. Esta decoración responde a una cosmovisión católica de difícil comprensión hoy en día: en la celda del monje, austeridad extrema; en el Tabernáculo de Cristo sacramentado, cuanta riqueza se pueda allegar es poca. Todo para Dios Glorificado hecho carne y sangre en el altar, nada para el hombre. Esa es la teología que responde taxativamente a la objeción habitual de si es correcto el boato y los ornamentos en la misa, si puede ser ese el culto de un Dios que se quiso hacer pobre y para los pobres. Objeción que se hace constantemente al ritual tridentino, que obviamente es mucho más cuidadoso en esos aspectos.

¿Acaso no son válidas las misas de campaña, o las que han hecho en todo tiempo los cristianos perseguidos en sus catacumbas? Por supuesto, y precisamente eran Vetus Ordo esas misas antes del nuevo modo pergeñado por la comisión de Bugnini (en sus propias palabras, “de una refundición, y en algunos puntos, de una creación nueva”). Válido es el matrimonio celebrado secamente y en privado, pero queremos rodearlo casi siempre de publicidad y de solemnidad. Si eso hacemos con un acto de hombres efímeros y falibles,¿Qué no merecerá Aquel que es el alfa y la omega, de quién venimos y a quien vamos? No tiene ningún sentido justificar la crítica al despliegue de signos bellos para alabar a Cristo glorificado (bello no quiere decir recargado ni caro), so capa de que hay gente que carece de todo. A los pobres siempre los tendremos con nosotros para ejercer nuestra necesaria caridad (Mt 26, 11), pero la ocasión de encontrarnos cara a cara con Nuestro Redentor en el ritual del milagro eucarístico se ha de rodear de la solemnidad que merece. El amor a Dios y el amor al prójimo no se oponen jamás, antes son dos caras de la misma moneda o dos caños de la misma fuente, salvo en la distorsionada visión aut aut del protestantismo. Una liturgia cutre no refleja al “Dios pobre”, sino al feligrés desinteresado y tacaño.

Por lo demás, en caso de emergencia un cirujano puede realizar una traqueotomía o drenar un pulmón con unas tijeras y el canuto de un bolígrafo, pero en condiciones normales procurará realizar estas intervenciones rodeado de los mejores medios y el personal adecuado. Las catacumbas y las misas de campaña son excepciones, nunca pueden ser la norma, que debe aspirar a la perfección, como todo en el cristiano.

Nuevamente la importancia de la Belleza en el culto se demuestra en las misas solemnes del Novus, desgraciadamente tan poco comunes, pero que también presentan ornamentos y oraciones especiales, signos particulares (aspersión, incensamiento, etcétera). Todo ello ya está “incorporado de serie” en el rito tradicional, del mismo modo que el canto gregoriano y solemne, como pide el Concilio Vaticano II en Sacrosanctum concilium, 116 y 120. En conjunto, el Vetus Ordo parece mucho más fiel al espíritu de las disposiciones de los padres conciliares en la mencionada constitución sobre la Sagrada Liturgia, que el Novus de la comisión aprobado por Pablo VI y actualmente celebrado en la gran mayoría de iglesias católicas.

Cuando además se estudian, siquiera sea someramente, las modificaciones llevadas a cabo en el rito (cuyo celebrante, en palabras de san Pablo en Hebreos 5, 1-3, “es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados […] no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados”), se aprecia que el centro de la celebración, que era en todo momento y casi todo instante el culto a Dios, se modifica sutilmente para ponerlo en la asamblea. Una modificación desde el teocentrismo hacia el antropocentrismo, hija de su época. No es el sacerdote (en ese momento, nuevo Cristo), en nombre de la comunidad, el que ofrece las alabanzas, oraciones y ofrendas a Dios para renovar (incruentamente) el sacrificio reparativo del Cordero de Dios por voluntad de su Padre (que se inicia en el Cenáculo y concluye en el Calvario), precisamente para honrarLe y aplacarLe (sacrificio del que se sigue la comunicación de gracias a los hombres por medio de la comunión eucarística al sacerdote y los fieles). Ahora es la asamblea que se reúne primariamente para conmemorar (memorial) la Última Cena y el sacrificio de Jesucristo, pero no específicamente el de la Crucifixión y muerte. No es inhabitual que haya sacerdotes que la interpreten simplemente como un signo de fraternidad de los cristianos en torno a la mesa del Señor en Jueves Santo. La presencia de Cristo como sacerdote y víctima queda devaluada en la supresión o modificación de numerosas oraciones y fórmulas propiciatorias, junto a otras enseñanzas tradicionales, como los méritos de los santos intercesores, el Juicio de Dios y las penas del purgatorio, la ortodoxia de la doctrina católica, la distinción explícita entre el sacerdocio común de los fieles y el específico del sacerdote, entre otros.

No tengo la más mínima duda de que la misa Vetus Ordo, junto a la Adoración eucarística, han sido, junto a otras devociones muy dignas, las principales fuentes de los dones de la Gracia que el Señor me regala, y entre cuyos frutos de caridad se halla también, querido lector, esta bitácora y cuanto de bueno pueda haber transmitido a través de ella. Además de a Nuestro Señor y a su Santísima Madre, guardaré un agradecimiento eterno a las personas que han trabajado y siguen trabajando incansablemente para acercar la forma tradicional de la misa y sus beneficios para todos los cristianos. Mis oraciones y apoyo a todos ellos, Dios les colme de bendiciones y se lo tenga en cuenta el día del Juicio.

Si Dios me lo permite, procuraré seguir frecuentando cuanto pueda ese rico manantial de espiritualidad y encuentro directo con el misterio del milagro de Dios hecho hombre, purísima carne y preciosísima sangre que se nos da para nuestra salvación, que es la hermosa misa según el rito del venerable San Pío V, y así lo recomiendo a todo católico, en la esperanza de que el amor por la liturgia más fiel a lo que expresó el pueblo cristiano, a través de cientos de años y cientos de pequeñas aportaciones realizadas por hombres llenos de fe y amor a Dios a la luz de sus enseñanzas, pueda permear al rito común para todos, de modo que se regrese a las fuentes seguras de la Tradición de la Iglesia permitiendo, este sí, servir para aumentar la devoción y la coherencia de vida cristiana en el pueblo de Dios.

43 comentarios

  
Cesar alonso
EL CONCILIO DE TRENTO SALE AL PASO DE LA HEREJIA PROTESTANTE QUE NEGABA EL SENTIDO SACRIFICIAL DE LA MISA. LUTERO MISMO DICE QUE ESE FUE UNO DE SUS OBJETIVOS.
DURANTE 32 AÑOS HE CELEBRADO LA SANTA MISA DIARIA, ALGUNA EXCEPCION POR SALUD, Y NO DEJO DE EXPERIMENTAR ESE MOMENTO ESTREMECEDOR QYE ES LA CONSAGRACION......EL CORAZON DE LA MISA; EL MOMENTO EN EL QUE EL CORDERO INMACULADO SE VUELVE OFRECER.....
HE CELEBRADO SEGUN LOS RITOS PERMITIDOS Y ES LA CONSAGRACION LA FUENTE DE TODO!!!
19/07/21 3:28 PM
  
maru
Estoy completamente de acuerdo con todo lo que cita en su artículo. No puedo asistir a la eucaristía de forma ", extraordinaria", , porque en mi ciudad , no hay ninguna parroquia que celebre de esta manera, pero si se diera el caso, por supuesto que asistiría, nada me gustaría más.
19/07/21 4:01 PM
  
Vicente
La Misa es la celebración de todo el Misterio de Cristo.
19/07/21 4:18 PM
  
Luis Fernando
Luis Ignacio, gracias. Muchas gracias, de corazón.

Laus Deo Virginique Matri

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LA

Gracias a ti por tantas cosas. Entre ellas, haberme traído a este bendito portal.
Dios te bendiga, y a tu familia.
19/07/21 9:50 PM
  
Cos
Muy hermoso. Recordando que el sentido de la liturgia es teológico y nada mas; aunque, claro, esto luego tenga implicaciones varias como es el aspecto pedagógico o el del acercamiento a la presencia del misterio. El centro, desde luego, es el milagro eucarístico. Un prodigio santo del que se nos hace partícipes de forma absolutamente inmerecida.

Hablando acerca del sentido teológico de la liturgia recomendaría ver esta charla sobre la película LA Pasión, de Mel Gibson, a cargo de Pablo Marini. En un momento determinado el entrevistado recuerda una escena en concreto, cuando Cristo Nuestro Señor, una vez clavado en la cruz, es levantado junto con ésta. Desde esta elevación Marini nos remite al momento de la consagración que es milagro de transustanciación pero tambien tremendo momento sacrificial. Es decir, la liturgia no es una sucesión de gestos simbólicos, sino una expresión del diálogo o de la recepción del misterio desde las pobres capacidades humanas y de la locura del encuentro material con Cristo. Entonces una mala liturgia, aparte de resultar insultante, conduce a la confusión y a la desorientación de los fieles.
www.youtube.com/watch?v=Rx4EW1vyZQA
19/07/21 10:50 PM
  
Vicente
En cada Misa se conmemora el Misterio Pascual de Cristo.
19/07/21 11:18 PM
  
Néstor
Excelente articulo, muchas gracias. No he participado nunca de una Misa "Vetus Ordo", salvo probablemente en mi lejana infancia con ocasión de la primera comunión, en todo caso no tengo recuerdos precisos. Pero sin duda que me gustaría poder participar de una Misa así, dado que muchas veces me han llegado descripciones del tipo de la que aquí se presenta.

El único punto que me parece importante destacar, y que es obvio, por otra parte, es que una Misa celebrada válidamente, lícitamente, y sin pecado por el hecho mismo de celebrarla, tiene un valor estrictamente infinito.

Eso no quiere decir, por supuesto, que no haya formas mejores y peores de celebrar, y nada obsta, desde mi punto de vista, y a pesar de mi falta de experiencia en el tema, para que la forma de celebrar del "Vetus Ordo" sea mejor.

Pero incluso con todo lo que sabemos que a veces sucede en la Misa "Novus Ordo", si se acepta que es una Misa válida, lícita, y que celebrarla no es pecado, entonces estamos ante algo de valor infinito, que supera infinitamente todos los méritos y los deméritos humanos. No es una actualización de segunda categoría del Misterio de Cristo, porque eso no existe, no es posible. El Cristo que se recibe en esa Comunión eucarística es el Verbo Encarnado, y ante eso no hay nada más que decir, sólo adorar.

Por tanto, ojalá que lleguen días en que la Misa "Vetus Ordo" sea amplia y libremente celebrada en la Iglesia Católica, incluso, si está en los planes de Dios, que vuelva a ser la forma ordinaria de celebrar. Mientras tanto, que en cada Misa "Novus Ordo" que participemos tengamos la gracia de poder reconocer el Misterio inefable que allí se realiza, y eso sí, por el momento me parece una causa absolutamente noble la de dedicarse a hacer que la celebración actual llegue a ser plenamente fiel a lo que pide la Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II, que ya con eso tendríamos dado un muy grande paso adelante, por ejemplo, nada más, en lo que tiene que ver con el uso del latín en la Misa.

Saludos cordiales.

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LA


Totalmente de acuerdo.
Un saludo cordial
20/07/21 1:35 AM
  
Jorge Cantu
Estimado Luis: sería muy valioso para los legos en el tema (como un servidor) que un conocedor profundo del tema (como tú) explicara y expusiera de manera panorámica y sección por sección las diferencias entre ambos ritos y también la historia de quiénes y cómo fue que compusieron y lograron imponer de manera tan expedita el "Novus Ordo". En algún libro, hace años, leí que una de las intenciones del "Novus Ordo" era el compatibilizar la Misa católica con los ritos protestantes en vistas del esfuerzo ecuménico y una eventual unión con ellos.

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LA

Estimado Jorge, agradezco sus palabras, pero en absoluto yo conozco profundamente el tema. Entre los libros que han tratado los cambios en el ritual entre el Vetus y el Novus, me parece didáctico el de Augusto del Río, que compara frase por frase cada uno de los dos.

Se puede descargar gratuitamente aquí:
http://parasalvartualma.es/wp-content/uploads/2020/07/El-Drama-Lit%C3%BArgico-Augusto-del-Rio.pdf

Un abrazo en Cristo Rey
20/07/21 6:38 AM
  
Tulkas
Este texto refleja bien lo que yo opino, pero le falta algo:

la Liturgia es la Traditio en funcionamiento, y el
contexto en el cual el creyente recibe esa Traditio; el Papa está subordinado a la ley de la Fe, que es la Liturgia y carece de potestad para modificarla.
21/07/21 1:08 AM
  
José María Iraburu
A tu grande y convincente argumentación convendría añadir una cuestión importante, creo yo. La Misa tradicional mantiene el altar orientado a Dios (coram Deo), como ha sido siempre por razones profundas y numerosas; mientras que la Misa de San Pablo VI orienta el altar hacia la asamblea (coram populo).
El cambio es totalmente arbitrario, pues no puede fundamentarse ni en la tradición antigua, ni en la teología, ni en la psicosociología religiosa. Creo que es en el Novus ordo un factor muy dañino, algo nefasto.
Tengo dos artículos de mi blog REFORMA O APOSTASÍA dedicados al tema: el (266) y el (267).
Abrazo y bendición +

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LA

Muchas gracias, reverendo. Por supuesto, mi artículo únicamente pretende dar testimonio de una experiencia personal en favor de un rito que ahora es cuestionado. Personas muy doctas con más conocimiento que yo han argumentado más profunda y documentadamente sobre los aspectos mejorables o los defectos del Novus Ordo que no sufre el Vetus.
Gracias por la recomendación de sus artículos, que leeré con gusto.

Dios le bendiga. B.s.m
21/07/21 12:35 PM
  
Jorge Alberto
Mi pregunta es: ¿por qué habitualmente los sacerdotes no celebran, no habiendo ninguna prohibición absoluta al respecto, el Novus Ordo de cara a Dios cuando se requiera? Puede haber alguna excepción pero me parece muy rara y que nunca he visto.

Esta pregunta la formulo después de leer el texto 266 del padre Iraburu.

¿Se trata de una viciosa costumbre o de una mala formación en el seminario?
21/07/21 8:01 PM
  
sofía
Me asombra q se diga q los sacerdotes no celebran habitualmente de cara a Dios. Dios está en todas partes, pero se hace presente especialmente en el pan y vino transubstanciados, en el altar.
Aparte de "cuando tres o más están reunidos en mi nombre" etc. de escuchar su palabra....
Y donde esté Jesucristo está la luz, no hay q buscarlo ad orientem sino en el altar.


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LA

En la teología del Vetus, es el sacerdote quien ofrece el sacrificio en nombre de la comunidad, por eso se pone a su frente, y ante el altar. Es el representante de la misma ante el Cordero Sacrificado y el Padre al que dicho Cordero aplaca por nuestros pecados.
En el Novus, al colocar al sacerdote frente a la asamblea, se establece una comunicación visual entre ambos que únicamente es necesaria durante la lectura de la Palabra y la homilía. Pese a que se coloque el altar en medio, lo cierto es que la misa ya no tiene a la congregación, con el celebrante al frente como su intermediario, mirando a Dios, sino finalmente mirándose entre ellos. Esta situación no se daba en ninguna iglesia cristiana oriental ni en ningún otro rito latino no romano, es exclusiva de las asambleas protestantes. Es una novedad jamás recogida en la tradición cristiana, ni primitiva, ni posterior.

El profundo significado espiritual y simbólico de colocar hacia oriente el altar proviene de las primeras comunidades cristianas. Santo Tomás lo explica muy bien: "Es conveniente que adoremos con el rostro vuelto hacia el oriente, primeramente, para mostrar la majestad de Dios, que nos es manifiesta por el movimiento del cielo, que parte del oriente; en segundo lugar, porque el Paraíso terrenal existió en oriente y nosotros tratamos de volver a él; en tercer lugar, porque Cristo, que es la luz del mundo, es llamado Oriente por el profeta Zacarías y en cuarto lugar, porque por oriente será cuando aparezca en el último día, según las palabras del Evangelio de San Mateo: “Como el relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre”.

Por último, la alusión evangélica que cita, completa (Mateo 18, 19-20) es "«Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Puede verse que se refiere a la oración comunitaria. En el ritual de la misa, la oración comunitaria es sólo una parte, y no la principal. Asimismo, existen muchas oraciones comunitarias fuera de la misa, por lo que dicha cita no se aplica explícitamente a ella.

Cuando se estudia con cierto detenimiento el porqué de los signos y rituales especiales del canon tridentino, se puede percibir que nada es casual ni caprichoso: todo tiene un profundo sentido teológico y didáctico, que ayuda al fiel a comprender y valorar el Misterio que está ocurriendo.
21/07/21 10:53 PM
  
sofía
Gracias por contestar, pero no acaba de convencerme.
Yo pienso que se resta protagonismo a Dios al tomar como realidad esos símbolos haciendo más restrictiva su presencia.
Precisamente yo tengo muy presente que Zacarías llama a Jesucristo "sol que viene de lo alto" cuando digo que donde esté Jesucristo está la luz - nos orientemos a oriente o a occidente al norte o al sur. El astro sol tendrá que salir por oriente, Jesucristo, el verdadero sol, la verdadera luz del mundo, no tiene esas limitaciones. Buscamos la luz en donde esté Cristo no en ninguna dirección determinada. Tomarse literalmente ese simbolismo direccional me recuerda a la new age con su saludo al sol y a los musulmanes mirando a la Meca.

La cita que hice de memoria ya sabía que se refería a la oración comunitaria, por eso la he puesto - es otra forma de presencia de Dios en la asamblea.
Y cuando se lee su palabra es Palabra de Dios. También en ella está Dios presente. Lo que diga luego el sacerdote es lo de menos. La homilía es un asunto distinto y aunque sería deseable que sirviera para nuestra edificación, si no es así, prescindes y listo. En las misas de diario no suele haberlas.
Y sobre todo, en el momento central de la actualización del memorial es Jesucristo mismo el que se hace presente en el altar, allí, no en la pared del fondo.
Y no, no estamos mirando al cura y el cura a nosotros, estamos todos pendientes de lo que sucede en el altar, centrados en Dios, en todos y cada uno de los momentos de la misa.
El cura está en representación de Jesucristo repitiendo sus palabras, tal como en la última cena. Palabras que producen su presencia real en el altar, ofreciéndose por nosotros.

Respeto los gustos ajenos, pero no tengo por qué compartirlos y no me agrada que se intente imponer la idea de que es algo mejor, algo superior - no lo es, tal como yo lo veo.

Paz y Bien


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LA

En ningún momento he afirmado que la presencia de Cristo no sea real en el altar, si se dice la fórmula de la consagración por un ministro válidamente ordenado. Y ese altar es el mismo, esté en el centro o "en la pared del fondo".

La colocación del sacerdote de frente a la asamblea durante toda la celebración, como bien explica el padre Iraburu en los dos artículos que adjunta en su mensaje, es una adición sin antecedente alguno ni en el canon romano ni en ninguno de los otros de la Iglesia.

Proviene de la posición del ministro en las asambleas protestantes, y aquellos que modificaron el misal empleado por la Iglesia durante más de cinco siglos, y sin indicación alguna en ese sentido por parte del Concilio Vaticano II, lo hicieron (aparte de probablemente pretender que los protestantes se sintieran más "cómodos" en una celebración católica, con el fracaso que todos podemos contemplar hoy en día) para resaltar su simbolismo como memorial de la mesa de la Última Cena, opacando y disminuyendo su significado como altar donde se sacrifica al Cordero, que es el significado final y principal del rito. Pero ese simbolismo también yerra, puesto que en el Novus, el único que está en esa supuesta mesa de la Última Cena es el celebrante. La congregación no está "a la mesa", sino fuera del presbiterio, asistiendo como a un espectáculo. Por tanto, la evocación al Jueves Santo también es equivocada en ese sentido.

Cuando uno abandona la mirada retrospectiva, atrincherándose en un rito recibido frente a todo lo anterior (en el subconsciente está la idea de que el "Concilio Vaticano II acabó con una vieja Iglesia, e inauguró una nueva", que es totalmente herética), y pasa a una mirada prospectiva, la visión cambia. Si vemos el ritual desde sus inicios hacia adelante, vamos viendo pequeñas modificaciones, pequeños cambios, adiciones que luego se quitan para evitar contaminaciones paganas o heterodoxas... todo fluye de modo más o menos natural y progresivo, en ocasiones sin cambios durante siglos, y llegando hasta Juan XXIII, que hizo la última adición. De repente, con la excusa de un concilio reciente donde apenas se dan unas indicaciones generales sobre liturgia para una mejor formación de los fieles sobre su significado (léase la constitución apostólica Sacrosanctum Concilium), una comisión de liturgistas, en unos pocos meses, deconstruyen por completo un rito de más de 5 siglos (en puridad, de al menos 16 siglos en su forma primigenia) y los vuelven a armar quitando y modificando numerosas partes. Y los motivos concretos por los que se quitan o añaden partes nunca quedan muy claros.

Y desde entonces llevamos 50 años en los que parece anatema preguntarse el porqué de aquella revolución, y está mal visto opinar que quizá fue un error emplear la liturgia para intentar acercarse a los protestantes, y que el nuevo rito parece obtener menores frutos de devoción que el antiguo. No se entiende porqué el pedir que la misa recupere la profundidad y sacralidad que tenía antiguamente es una actitud "cismática".
Chesterton decía que al entrar en la iglesia había que quitarse el sombrero, no el cerebro.

Un saludo cordial.
22/07/21 1:16 AM
  
Federico María
Muy buen artículo: muchas gracias. Sí que es una gran riqueza para la Iglesia la forma del rito romano según el Vetus Ordo.

Únicamente quisiera hacer tres observaciones:

1.No me ha quedado del todo claro a lo que alude cuando considera la cena eucarística como "preparación": en realidad es siempre participación en el sacrificio, y por eso siempre es posterior al mismo. Incluso la cena del Jueves santo fue posterior a la primera Santa Misa. Como Ud. mismo dice luego con claridad: "al sacrificio le sigue la comunicación de gracias a los hombres por medio de la comunión eucarística", y entonces la cena expresa y efectúa dicha participación en la gracia, que proviene del Sacrificio de Jesucristo en el Calvario, incruentamente renovado en la Santa Misa.

2. Luego, entiendo que, a la luz de Summorum Pontificum, lo extraordinario no es el rito en cuanto tal, sino la forma del mismo, que en el caso del romano se define (o se definía...) como único en dos formas.

3. Por un comentario hecho, ya constataba Joseph Ratzinger una triste realidad, al tratar precisamente esa cuestión en su "Introducción al espíritu de la liturgia": "el hombre de hoy es poco sensible a este asunto de la orientación". De cualquier manera, quizá la expresión "ad Orientem" es algo más expresiva, si bien apunta en el fondo a lo mismo.
22/07/21 11:03 PM
  
sofía
Me temo, Nachet, que hay un montón de inexactitudes en lo que dices. En alguna cosa que otra coincido, en la mayoría no.

No es cierto ese mantra que repetís continuamente de que se trataba de imitar a los protestantes y que se ha protestantizado la Iglesia. Sí es cierto que se trata de hacer ver la centralidad de la última cena y la petición de Jesús: "haced esto en memoria mía".

No es cierto que estemos como en una función de teatro, somos conscientes de que estamos alrededor de su mesa, aunque en varias filas porque somos muchos. En donde el espacio lo permite se acentúa esa conciencia en la disposición de los bancos, y en las iglesias que no se puede hacer esto, somos conscientes de todos modos de que estamos en la mesa del altar. El que preside en nombre de Cristo en la presidencia y los demás al otro lado de la mesa; pero todos estamos en esa última cena oyendo a Jesucristo decir "Haced esto en memoria mía". No es, como tú dices, un simbolismo que yerra, sino una realidad que acierta.

Por supuesto que es el memorial de la entrega de Jesucristo por nosotros, pero la entrega de Jesucristo es su encarnación, vida, muerte y resurrección - todo eso- y en la última cena deja claro qué es lo que quiere que hagamos y por qué. No dijo que nos pusiéramos detrás de su representante mirando al oriente.
Comprendo que en la evolución de la liturgia a lo largo del tiempo la misa ha tenido el mismo valor infinito que tiene ahora. Lo que no comprendo es que se pretenda que ahora tiene menos valor que antes por parecerse más a lo que Jesucristo dijo que hiciéramos en memoria suya.

Lo de los frutos mayores del vetus ordo tendríais que demostrarlo. La misa, con su valor infinito, dará su fruto en el modo de celebrar que sea, con tal de que sea una misa válida y lícita y que seamos conscientes de lo que celebramos.

Esto que dices: "Cuando uno abandona la mirada retrospectiva, atrincherándose en un rito recibido frente a todo lo anterior (en el subconsciente está la idea de que el "Concilio Vaticano II acabó con una vieja Iglesia, e inauguró una nueva", que es totalmente herética)" no va con mi experiencia

El concilio Vaticano II no acabó con la ninguna Iglesia vieja ni inauguró otra nueva, simplemente abordó temas que había que abordar en la Iglesia de siempre.

Y yo no me atrinchero en un rito recibido frente a todo lo anterior.

Yo hice la primera comunión cuando aún había vetus ordo. A los 6 años ya asistía a misa diaria vetus ordo en el colegio, y a los 7, 8, 9 años. Te puedo recitar todavía el paternoster en latín. Así que no me hablas de algo que no conozca. Tenía mi misal bilingüe y me dieron toda clase de explicaciones sobre lo que era la misa.

También pude ver los domingos en la iglesia a mujeres pasando las cuentas del rosario durante la misa. Y a niños aburridos poniendo chinchetas en los bancos. Y en los pueblos respectivos de mi abuela andaluza y mi abuela extremeña, las misas llenas de mujeres con los hombres al final de la iglesia para poder salir cuando les diera por ahí,si no se habían quedado fuera ya de entrada. Y los chistes con expresiones latinas q se decían en la misa, que al parecer encontraban bastante ridículas las personas que no las entendían.
Y naturalmente también había personas devotas, como mis padres, exactamente igual que ahora.

Y cuando se modificó la liturgia después del concilio no oí a nadie de mi entorno quejarse. Ni mis padres (y mi padre era más "tradi" que el que más), ni mis abuelas, ni las monjas de mi colegio, ni nadie que yo conociera.
Pero ya no había mujeres rezando el rosario durante la misa ni excusas para no enterarse de lo que se estaba celebrando. Para mí ganó muchísimo la comprensión de lo que se celebraba. Y sigue siendo LA SANTA MISA, con su valor infinito.

No tiene nada que ver la apostasía con la liturgia. La apostasía del mundo moderno se da en todas partes en países católicos y no católicos.

Y es bastante ofensiva la forma en la que los que prefieren el vetus ordo hablan del novus ordo. Si esos son los frutos del vetus ordo....no parece que fomenten precisamente la humildad, la caridad y la unidad.

Paz y bien.





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LA

Lo que ha hecho el Novus ha sido remarcar el carácter de celebración eucarística a base de rebajar enormemente el carácter sacrificial de la Misa, que forma parte esencial de su significado. Devaluar la parte fundamental de la Misa no me parece una buena práctica litúrgica.

Por lo demás, hay muchísimos cambios menos evidentes entre el misal antiguo y el nuevo que sólo se explican por el ánimo de agradar al asistente protestante.

1) eliminando todas las oraciones y fórmulas que señalaban la diferencia fundamental entre el sacerdocio específico del presbítero (como mediador del pueblo) y el general de los fieles, doctrina católica que los protestantes rechazan: eliminación del doble Confiteor de sacerdote y pueblo; eliminación de la diferencia entre la inmolación de la Hostia consagrada por el sacerdote en cuanto Cristo y la general de la asamblea en la oblación eucarística, que se agrega secundariamente a la anterior; en la oración eucarística número 3 del Novus se da a entender explícitamente que es el pueblo el que ofrece el sacrificio, y no el sacerdote ("congregas a tu pueblo sin cesar para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso"); en la oración Domine Jesu Christe (la famosa "la paz os dejo, mi paz os doy") se elimina el suplicatorio del sacerdote por el perdón de sus pecados, separado del de el pueblo, entre otras modificaciones menores en el mismo sentido.

2) eliminando o modificando oraciones que hacían más notorio el carácter sacrificial de la misa: suprimiendo la oración "aufer a nobis" (te suplicamos Señor), que explicita el carácter propiciatorio del sacrificio; quitando la oración "suscipe sancte Pater", que manifiesta asimismo el carácter de sacrificio propiciatorio de la misa; suprimiendo la oración propiciatoria "offerimus tibi" que imploraba clemencia a Dios por los pecados de los oferentes; eliminando el relato sacrificial en la presentación de los dones ("lavabo inter"); suprimiendo la palabra "aplacar" dirigida a Dios, de la oración "Hanc igitur"; eliminación de la palabra "altar" de las oraciones eucarísticas; etcétera.

3) suprimiendo los textos relativos a la intercesión de los santos o los dogmas marianos: quitando la oración "oramus te domine", que invoca los méritos e intercesion de los mártires; suprimiendo la oración "Communicantes", que alude a la acción de los santos, en tres de las cuatro plegarias eucarísticas; omisión en la plegaria eucarística tres del "siempre" en la virginidad de María; y supresión de la referencia a María y a los Santos en la oración "Libera nos".

Hay otras modificaciones en el mismo sentido: por ejemplo sustituir las expresiones "pecados del mundo" por "pecado del mundo" (en línea con la doctrina de la corrupción completa del mundo defendida por Lutero) , por ejemplo en la oración del "Gloria" o en la formulación de la plegaria eucarística número cuatro; en el "Memento" se elimina la petición de salvación de las almas (de los difuntos en el purgatorio), y en el "Memento de difuntos" se elimina la cita indirecta de los padecimientos de las almas en el Purgatorio; en la eliminación de las palabras "Mysterium fidei" en la consagración del vino y la adición de "qui pro vobis tradectur" en la consagración del pan, ambas propuestas de Lutero para la eucaristía protestante., etcétera, etcétera, etcétera.

En realidad, habría que buscar una explicación más razonable a la multitud de sustituciones que podrían hacer la misa más tolerable a un protestante, que la de que fuese ese precisamente el objetivo.

La situación que cita usted en los años 60 ya había sido abordada por el movimiento litúrgico desde principios del siglo XX, cuyas cabezas principales fueron en sus inicios Dom Beaudin, Odo Casel y el padre Pinsk, y cuya intención, plenamente católica, fue integrar a los fieles en el sacramento por medio de la formación, nunca modificar la esencia del rito profundamente para empobrecerlo.
En cualquier caso, no sirve la situación de la misa hace sesenta años para evaluar la actual: la apostasía generalizada se produjo en Occidente durante el periodo de extensión completa del Novus, de modo que, si no fue la causa (sin duda hubo varias), desde luego no ha sido la solución.

En cambio, en 2021 la realidad es que las comunidades que celebran el Vetus, celebran principalmente la teología que subyace detrás, una teología que celebra lo sagrado, el misterio, el sacrificio de Cristo y la Gloria de Dios de un modo mucho más evidente. En una Iglesia donde la mayoría de los clérigos y teólogos están afectados de modernismo filosófico y naturalismo, son esas comunidades las únicas que crecen. Y más que lo harían si contaran con la comprensión y cooperación de los obispos, en su gran mayoría indiferentes, cuando no adversos.

Es evidente que si rebajamos lo sagrado y divino de nuestra religión, muy notoriamente en su sacramento principal y centro de la vida comunitaria, no sólo no atraeremos a nadie, sino que seguirá aumentando la apostasía. Una pastoral basada en lo políticamente correcto y la asistencia social sin una justificación sobrenatural detrás, no supone un atractivo hoy en día para nadie. Esas premisas se encuentran más cómodamente en otros lugares.

Para quien busca a Dios como lo que es, ser omnipotente y omnisciente, creador del universo, que se manifiesta a los hombres para su salvación, la liturgia Vetus es mucho más evidente.

Un saludo cordial.
22/07/21 11:39 PM
  
Martinna
Sofía,
Me fijo en tus comentarios porque eres como mi nieta y tantos otros creyentes. Creéis en Dios y defendéis la autenticidad en la fe, no os convencen lo que os parecen antiguallas o añadidos, que a veces lo son y otras no. Me animo a decirte que tengas paciencia con los doctores de la santa madre iglesia. Tú sigue según tu fe y espera en el Señor. Escucha, pregunta, lee, aprende sin discutir, porque el Señor es tu Pastor, te lleva de su mano donde quiere que estés y donde recibirás lo que necesitas, ora mucho y descansa en El, hará contigo maravillas.
23/07/21 4:33 PM
  
Ecclesiam
Habiendo participado del rito antiguo y el rito nuevo bien celebrados y con gran esmero, aún siendo diferentes, no he sentido diferencia entre ambos en cuanto a la elevación del espíritu hacia las cosas divinas. Si están celebrados como Dios manda, elevan igualmente la mente y el corazón hacia Dios. Esta es mi experiencia personal.

Por eso lo que dice sofía guarda gran verdad. Porque, salvando los modos y maneras rectos de celebrar un rito cualquiera de la Iglesia (latino, ambrosiano, bizantino, etcétera), luego la diversificación de mejor y peor se hace según los gustos, esto es, de las sensaciones. Por eso no se puede decir, una vez cumplido las debidas prescripciones del misal, que un rito sea mejor o peor, en el aspecto de que ayude más o menos a elevar el espíritu a las cosa divinas.

Se podría decir que es mejor o peor en cuanto es más o menos bello, pero lo bello no necesariamente eleva la mente hacia Dios, pues, por ejemplo, de entre todas las cosas visibles, el hombre ocupa el primer puesto en belleza, y entre el hombre, la mujer; pero no decimos que cuanto más bella sea la mujer, más eleva el alma hacia Dios; más bien suele ser lo contrario.

Por lo demás, hay al menos otra cosa en la que estoy en desacuerdo con el post, pero no podría iniciar una discusión aquí y ahora.

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LA

Sin duda el artículo está escrito desde un punto de vista subjetivo. Nada tengo que decir sobre la belleza, que otra persona puede valorar de manera diversa. Pero sobre las fórmulas y oraciones, sobre el cuidado en los detalles, sobre el modo en que se remarca continuamente la sacralidad y el misterio en el Vetus, las diferencias son objetivas cuando se comparan ambos ritos: el tridentino es enormemente más rico.

Desafortunada me parece la comparación de la belleza de la liturgia con la de una mujer. En primer lugar, la belleza de la liturgia es producto de el esfuerzo y la voluntad de muchas personas devotas a lo largo de siglos; la de una mujer (o un hombre, ya que estamos) proviene de su naturaleza, no de su voluntad o esfuerzo. En segundo lugar, la belleza de la liturgia tiene precisamente como objeto elevar el alma a Dios. La de una mujer, evidentemente, tiene un objeto diverso.

Por lo demás, en la actualidad, es imposible hallar alteraciones del canon en la misa celebrada según el modo de San Pío V. En el canon actual, en cambio, la "creatividad" litúrgica y las modificaciones a gusto del sacerdote (normalmente en cosas secundarias, pero en ocasiones en importantes) son la norma.
24/07/21 6:20 PM
  
Ecclesiam
Sí, hay un substrato objetivo, pero también hay partes subjetivas, en cuanto estos o aquellos accidentes sensibles ayudan más o menos a estas o aquellas personas, de ahí la diversidad de ritos, porque para diversas sensibilidades diversos accidentes sensibles.

No es desafortunada, porque lo que he refutado ahí es la proposición que dice que toda belleza eleva el alma hacia Dios, como si contemplar algo bello per se tenga este efecto, y es evidente que no.

Por eso, puede haber liturgias más bellas que otras, ritos más bellos que otros, pero no necesariamente ello produce el efecto buscado, a veces produce el mismo efecto en las mismas personas, a veces diversas liturgias producen el mismo efecto para diversas personas, etc.

Todo esto salvando el rito en sus partes substanciales u objetivas. Pero nuevamente, salvado esto, la parte objetiva, luego habrá ritos que eleven más o menos el espíritu a las cosas divinas según la diversidad de gustos. Y de los gustos no se disputa.

Aquí vale una analogía: podemos hacer muchas y muy distintas casas, pero mientras se guarde lo substancial en todas ellas (que tengan todas las habitaciones necesarias, puertas, mobiliarios, etcétera), luego puede haber diversidad de gustos y apreciaciones, diversidad de belleza y esplendor; lo importante es que se haga las casas adecuadas para las personas adecuadas.

Por eso, si la liturgia cumple debidamente con lo substancial, luego claro que puede ser mejorada en belleza y esplendor, y alguno puede gustar más de éste rito o aquél, por eso el que una liturgia eleve más o menos (si cumple con lo mínimo que hemos dicho) dependerá de las sensibilidades. Obviamente, una liturgia en la que no se cumple con lo estipulado por el Misal, no podrá tener este efecto, pues es una liturgia cercenada o deformada ya en lo esencial, que no puede cumplir con su cometido.

Respecto de la costumbre de los sacerdotes con el nuevo rito, es diverso del rito en sí mismo, y aunque no rehuso disputar sobre las costumbres, lo tratado aquí es lo litúrgico.

PD: En algún tema, al menos, sofía y yo tenemos diferencias abismales, pero en esto, todo hay que decirlo, dice muchas verdades.

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LA

La diversidad de ritos, propiamente proviene de diversidad de tradiciones litúrgicas, no de meras "sensibilidades". En la parte latina de la Iglesia, estas se fueron reuniendo y fundiendo por voluntad de los pontífices en torno al rito romano, por ello hay apenas algunas anecdóticas fuera de este. En Oriente, en cambio, las iglesias particulares cuidaron celosamente sus ritos, y por ello hay más diversidad.

Dios es la suma belleza, por eso toda belleza remite a Él, del mismo modo que como Dios es el sumo Bien, todo bien proviene y remite a Él. Pero eso no es lo mismo que decir que toda belleza eleva el alma a Dios, porque el alma es sujeto con voluntad. Por dos motivos, ambos relativos a la falibilidad del ser humano.

En primer lugar, una sinfonía que nos parece bella, nos remite a la armonía universal (y a las matemáticas, por cierto), que es reflejo de la omnisciencia divina; una persona que nos parece bella nos remite a Dios, a semejanza de cuya imagen bella hemos sido creados. Pero nuestro entendimiento es limitado, y por ello la sinfonía que a uno le parece bella, a otro observador no, prefiere una distinta, y lo mismo con la belleza (física) de las personas. Pero todos coincidimos en el significado que llena la palabra "Belleza".

En segundo lugar, nuestro entendimiento limitado puede dejarnos varados en el segundo agente, o inmediato, y no ver el agente remoto o mediato. Una sinfonía bella o una persona bella nos pueden gustar por sí mismas, sin que seamos capaces de ver al Creador que hay detrás, y que es verdaderamente el origen de toda Belleza.

Este razonamiento, en cambio, no es válido para la liturgia divina, porque toda ella, y la belleza que pueda mostrar, remiten directamente a Dios, a Cristo Crucificado y Resucitado. Uno realmente debe "hacer un esfuerzo" para quedarse con la música y los ornamentos, y no ver que todos ellos alaban al Creador al cual está dedicada.

En cuanto a analogías, creo más acertada una distinta. Dios me perdone la profanidad de la comparación, pero creo que será útil para a que quien le confundan los análisis teológicos lo pueda entender: un filete de menú de bar de carretera, y un chuletón en un restaurante vasco son ambos carne de vaca. Comparten, pues, la misa esencia, sustancia o naturaleza. Únicamente se distinguen en su forma o accidente. Pues bien, si libremente nos diesen a elegir entre ambos, todos sabemos cuál escogeríamos.

La pregunta que surge en realidad, es porqué teniendo a disposición el chuletón, nos han convencido nuestros prelados de que debemos aceptar el filete seco. Ambos nutren, no se pone en duda, y para comer ambos damos gracias a Dios por igual, pero ¿por qué no quedarnos con la forma más sabrosa, que es igual de accesible? Todos comprendemos que en momentos de necesidad aceptaremos cualquier carne que nos alimente de cualquier modo, pero optar preferentemente por la forma más pobre debe tener una explicación detrás.

Por lo demás, no pretendo obligar a nadie a comer el chuletón, si considera que con el filete todas sus necesidades están cubiertas. Sólo quiero libertad para optar por el chuletón vasco. Y saborearlo, porque ese es apetito muy santo.

Un saludo.

25/07/21 5:21 AM
  
sofía
Gracias por publicar mi comentario finalmente. En cuanto a la contestación, creo que miras sesgadamente el novus ordo. Esos cambios, ni son importantes ni tienen nada que ver con los protestantes.
Por poner un solo ejemplo, eso que dices de "sustituir las expresiones "pecados del mundo" por "pecado del mundo" (en línea con la doctrina de la corrupción completa del mundo defendida por Lutero)" ¿Qué tendrá que ver el uso del singular con la doctrina de la corrupción completa de Lutero? No veo la menor relación. Eso es sacar las cosas de quicio.
Me alegra que reconozcas que ya veían el problema en los años sesenta, hace sesenta años, pero está claro que no era factible conseguir que todo el mundo supiera latín o tuviera misales bilingües o accedieran a una formación profunda en liturgia.
Tampoco veo que hagáis nada en ese sentido, desde el vetus ordo, por la mayoría de la gente, os limitáis a ser parte de una élite que comprende esa celebración y que sabe latín - cosa que estaría muy bien si de veras os limitárais a disfrutar de vuestra excelencia celebrativa extraordinaria y no dedicárais además vuestro tiempo a denostar el modo de celebración ordinario. Es esto último lo que no me parece que sea un buen fruto.

En cuanto a la apostasía ni la ha causado ninguna liturgia ni la va a arreglar ninguna liturgia, ni vetus ni novus. La apostasía tiene otras causas y no tiene más solución que la formación apologética, predicar con el ejemplo y sobre todo la oración.

Doy las gracias a Martinna por la buena intención que veo en su comentario, yo también leo los suyos y me parece una persona de buena voluntad. Pero que conste que yo no considero "antigualla" nada.

Me ha sorprendido gratamente el comentario de Ecclessiam.

Federico María dice: "Por un comentario hecho, ya constataba Joseph Ratzinger una triste realidad, al tratar precisamente esa cuestión en su "Introducción al espíritu de la liturgia": "el hombre de hoy es poco sensible a este asunto de la orientación""
La verdad es que eso no es cierto. Hoy como ayer hay toda clase de personas, pero lo cierto es que eso de la orientación está muy de moda: Desde los new age con su saludo al sol a los fanáticos del feng shui empeñados en que la cama tiene que estar orientada a no sé dónde y la puerta de la casa a no sé qué otro sitio. "Orientadores" hay a punta pala, me temo. Pero al menos sí estoy de acuerdo en que lo lógico sería decir "ad orientem". Me gustaría también que Federico no dijera por aquí y por allá, de vez en cuando, que yo no le he contestado a algo, en ocasiones en que sí lo he hecho, solo que no me han publicado la respuesta.

Por mi parte voy a dejar el tema.
Despedida cordial.


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LA

Estimada sofía:

1) los liturgistas que modificaron el canon romano sabían mucha teología, y estaban asesorados por otros que aún sabían más. No hay absolutamente ninguna modificación del canon "casual" o "sin motivo alguno". La modificación de una fórmula de más de mil años acerca de "los pecados del mundo (o de los pecadores del mundo)" por el singular, tiene una razón. Por supuesto que la tiene. Deberás proveer otra mejor que la que yo he señalado: Lutero afirma que el hombre se corrompió irremediablemente con el pecado original, y es incapaz de nada bueno por sí mismo (negación de la libertad del hombre). La naturaleza quedó corrompida, y por tanto, no hay hombres pecadores (ni hombres santos), sino que es Dios meramente el que "cubre" o no los pecados según la fe del hombre. Así pues, el mundo en sí mismo es un pecado.

2) "desde el vetus ordo, por la mayoría de la gente, os limitáis a ser parte de una élite que comprende esa celebración y que sabe latín - cosa que estaría muy bien si de veras os limitárais a disfrutar de vuestra excelencia celebrativa extraordinaria y no dedicárais además vuestro tiempo a denostar el modo de celebración ordinario".

Todo este párrafo es una mera descalificación de intenciones. Para empezar yo no sé latín, soy de ciencias, y no hace falta en absoluto, porque los misales bilingües son completamente accesibles. Los fieles que prefieren el Vetus no forman parte de ninguna élite, salvo que ser maltratados por muchos sacerdotes, obispos y algunos fieles como tú, acredite algún tipo de elitismo. Señalar los aspectos en los que objetivamente el rito de Pablo VI empobrece el previo y preguntarse el porqué no es "denostar". Si estás en desacuerdo con esas observaciones, algún argumento al respecto sería bienvenido. Por último, precisamente de lo que trata este artículo, y en este momento, es de que se nos permita seguir disfrutando de un rito que no es nuestro en modo alguno, sino de todos los católicos, de la Iglesia universal entera.

3) "La apostasía tiene otras causas y no tiene más solución que la formación apologética, predicar con el ejemplo y sobre todo la oración".

Sin duda que esas tres son excelentes propuestas, pero lo cierto es que los sacramentos comunican a los fieles los dones de Nuestro Señor, y por tanto, nos guste o no, son sumamente importantes para la vida religiosa y el fortalecimiento de la fe en los corazones. Como explico en el artículo, precisamente el rito de San Pío V facilita a los asistentes la sacralidad y devoción que les permite comunicar su corazón con Dios, y de ese modo dejarse penetrar por su dulce yugo y sus salvíficas enseñanzas. Contrariamente a lo que se da a entender, la forma tridentina del rito romano atrae más a los alejados de Dios cuando lo buscan sinceramente, porque en ella es más fácil reconocer aquello que busca quien tiene sed de Dios: la religión.

Un cordial saludo.
25/07/21 7:54 PM
  
sofía
Dije que iba a dejar el tema, pero no puedo dejar de contestar a la acusación que me haces, que no responde a la realidad:

Dices: "salvo que ser maltratados por muchos sacerdotes, obispos y algunos fieles como tú, acredite algún tipo de elitismo"
No sé si algún sacerdote u obispo os habrá maltratado, pero teniendo en cuenta que dices que fieles como yo os maltratamos, no me fío mucho de lo que consideres maltrato ni me explico ese repentino victimismo. Por cierto lo de élite no es peyorativo sino descriptivo del nivel socio-cultural.
¿En qué os he maltratado yo? No se puede encontrar en ninguna parte ningún ataque mío al vetus ordo ni al hecho de que se asista al vetus ordo. Solamente he protestado de los que a partir de su preferencia por el vetus ordo atacan al novus ordo. He repetido varias veces que eso es lo único que me parece deplorable, vuestros ataques al novus ordo, en los que no manifestáis ningún buen fruto de unidad ni de caridad.

Dices: "Señalar los aspectos en los que objetivamente el rito de Pablo VI empobrece el previo y preguntarse el porqué no es "denostar". Si estás en desacuerdo con esas observaciones, algún argumento al respecto sería bienvenido"

No, no señalas objetivamente, das tu opinión subjetiva.
Por supuesto que yo sí he señalado argumentos contra los tuyos.
He dicho claramente en qué te equivocabas respecto a nuestra posición y nuestra actitud en la celebración y sobre el significado que tiene la centralidad del altar. Eso de declararnos protestantizados porque seas incapaz de comprender que lo que vivimos es la experiencia de la última cena tal como Jesucristo nos pidió que hiciéramos en memoria suya, me parece una ofensa grave a todos los que participamos en el novus ordo reconociendo su valor infinito y sí sí es denostar.

Y te he mostrado cómo sacas de quicio las cosas viendo protestantización en donde no la hay. El ejemplo de la sustitución de "los pecados" por "el pecado" que pretendes que quiere decir que se acepta la idea luterana de corrupción total del mundo. Y aunque vuelvas a repetirlo de nuevo, no tienes razón, como queda patente simplemente analizando lo que dice la frase.
"Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo" quiere decir exactamente lo que dice, que el pecado que hay en el mundo lo quita el cordero de Dios (expresión esta que por cierto sí tiene las connotaciones sacrificiales que tú dices que no existen en el novus ordo)
No quiere decir "el mundo en sí mismo es un pecado", quiere decir lo que dice: el pecado que hay en el mundo, lo quita Jesucristo.
No tiene nada que ver con negar la libertad humana ni con decir que la naturaleza humana está totalmente corrompida, se da por supuesto que gracias a Jesucristo se nos perdonan nuestros pecados y podemos luchar contra el pecado - aunque no sin su gracia, porque es él quien quita el pecado del mundo.
A mí cualquier cosa que huela a negación del libre albedrío me echa para atrás instantáneamente, descuida, y no veo ni rastro de Lutero ni Calvino por el novus ordo.

Dices: "Por último, precisamente de lo que trata este artículo, y en este momento, es de que se nos permita seguir disfrutando de un rito que no es nuestro en modo alguno, sino de todos los católicos, de la Iglesia universal entera."
Y respecto a eso ya dije que a mí me parece muy bien que se pueda asistir al vetus ordo (esperaba que el motus proprio de BXVI supusiera un enriquecimiento al tener un modo extraordinario y otro ordinario) Si os dedicáis a dar frutos de santidad en vez de a denostar el novus ordo, creando división, no creo que haya ningún problema y es de esperar que ningún obispo lo prohiba. Los que van al novus ordo, por su parte, no suelen dedicar ni medio minuto a meterse con el vetus ordo ni con los que asisten a él.

Respecto a lo de convertir a los alejados, yo no conozco a nadie que se haya convertido por asistir a una celebración vetus ordo, pero es tan posible como convertirse en cualquier otro sitio. Sí conozco a quien se convirtió durante la asistencia a una celebración novus ordo, porque Dios convierte a cada cual cuando y donde le parece oportuno.

Paz y Bien y despedida cordial.




---------------

LA

Paz y Bien, sofía. Vive, y ve en paz de espíritu.
26/07/21 4:15 PM
  
Federico María
Explico la expresión, aun cuando sea demasiado clara:
"...ya constataba Joseph Ratzinger una triste realidad, al tratar precisamente esa cuestión en su "Introducción al espíritu de la liturgia": "el hombre de hoy es poco sensible a este asunto de la orientación"".

Se refiere (y me refería) a la orientación del sacerdote en la Santa Misa, precisamente a la cuestión que se estaba tratando... No sé a qué viene hablar de new age o feng shui. Es obvio que no se puede ser totalmente insensible, en todo campo, al asunto de la orientación: si los hombres no fueran sensibles a la orientación al menos en algún sentido, no podrían ni dar dos pasos con sentido. Pero sí es un hecho de experiencia que las celebraciones según el Novus Ordo no suelen atender al rico simbolismo de la orientación, al menos no tanto como fijado está en las celebraciones según el Vetus Ordo. Eso constataba Benedicto XVI. Eso se expone en el post. Eso explica bien el P. Iraburu en los posts referidos. Es imposible entablar un diálogo si no se entiende el sentido obvio de las expresiones. Y es casi inevitable recordar eso que decía Benedicto XVI al leer expresiones en las que se habla de un culto sin "ninguna dirección determinada".

Por lo demás, se puede escribir mucho y hablar mucho sin contestar ni responder nada, se publique o no el comentario en cuestión. Y esto no es tan poco frecuente, desgraciadamente. No sé a qué viene acusarme en un comentario a este artículo de otras cuestiones. Lo que a la gente le "gustaría"..., pues tampoco viene al caso: se trata de lo que corresponde. Y es claro que no corresponde decir insensateces. ¿A qué me refiero? ¿Así que "a la apostasía no la va a arreglar ninguna liturgia"? Pues esta expresión es falsísima y de católica no tiene nada..., y va expresamente contra el Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II, tal como claramente lo expone en el precioso n. 10 de la Sacrosanctum Concilium: "Attamen Liturgia est culmen ad quod actio Ecclesiae tendit et simul fons unde omnis eius virtus emanat"; y sobre todo el Santo Sacrificio de la Misa y la Eucaristía: "Ex Liturgia ergo, praecipue ex Eucharistia, ut e fonte, gratia in nos derivatur et maxima cum efficacia obtinetur illa in Christo hominum sanctificatio et Dei glorificatio, ad quam, uti ad finem, omnia alia Ecclesiae opera contendunt".

Es lógico que quien menosprecia la doctrina agustiniana y tomista de la gracia no perciba el valor y la fuerza de estas expresiones magisteriales.

Pero si la liturgia no tiene nada que hacer frente a la apostasía..., estamos perdidos. Y entonces, sí: obras, obras del hombre, molinismo de pura cepa: apologética, ejemplo. Lo de la oración es correcto, pero cuando dice oración excluyendo la liturgia, volvemos a las insensateces.


27/07/21 3:44 AM
  
sofía
Algunas necesarias aclaraciones ante el último comentario:

Dice Federico María: "No sé a qué viene hablar de new age o feng shui. Es obvio que no se puede ser totalmente insensible, en todo campo, al asunto de la orientación: si los hombres no fueran sensibles a la orientación al menos en algún sentido, no podrían ni dar dos pasos con sentido."
Y no olvide usted que también hablé de los musulmanes orando en dirección a la Meca.
Es obvio que no se estaba hablando de mapas, brújulas, ni GPS, sino de la sensibilidad del hombre de hoy para relacionar la orientación y el espíritu. Y por lo que se ve sí son sensibles a la orientación los new age, los que creen en el chi, el ying y el yang, los musulmanes etc.
En cuanto a la religión verdadera y su liturgia ya he explicado por qué considero que la orientación del fiel en la misa debe ser hacia la centralidad del altar, no al norte, al sur, el este o el oeste. Ud puede pensar otra cosa, naturalmente.

Continúa Federico Mª: "Por lo demás, se puede escribir mucho y hablar mucho sin contestar ni responder nada, se publique o no el comentario en cuestión. Y esto no es tan poco frecuente, desgraciadamente. No sé a qué viene acusarme en un comentario a este artículo de otras cuestiones."

No se trata de ninguna acusación por mi parte, sino de aprovechar que estaba contestando a una alusión suya aquí, para hacerle una aclaración en respuesta a sus acusaciones en diversos lugares de que no contesto a sus comentarios, cuando lo cierto es que me habían censurado la respuesta. Y se lo aclaro para que no me vuelva a acusar falsamente, quiero suponer que por su ignorancia de la realidad.
Las respuestas a Ecclessiam también me han sido censuradas en ocasiones, pero como él no me ha acusado de no contestarle en ninguna parte no hacía falta aclarárselo, a usted sí.

En cuanto a no venir a cuento, su falsa acusación sí que no viene a cuento aquí:
"Es lógico que quien menosprecia la doctrina agustiniana y tomista de la gracia no perciba el valor y la fuerza de estas expresiones magisteriales."
Lo único cierto es que no comparto la teoría bañeciana de la gracia que usted dice que es la única tomista, cosa que no es verdad.
Hay otros tomistas cuyas teorías de la gracia me parecen muy bien. Y lo principal: lo que yo pienso sobre la gracia está totalmente conforme con la doctrina oficial de la Iglesia.

Por otra parte que yo no comparta su bañecianismo no justifica que se pase usted la vida atacándome en cuanto me ve aparecer, se trate de lo que se trate. Veo que Ecclessiam que está en total desacuerdo conmigo y en total acuerdo con usted sobre el bañecianismo, no ve en eso un motivo para declararme la guerra total y absoluta.

En cuanto a mi párrafo indicando que ni la liturgia vetus ordo ni la novus ordo han causado ni van a solucionar el problema de la apostasía , es obvio que me refería a las formas de celebración litúrgica respectivas, no al contenido, en el que los dos modos de celebración coinciden. Y como coinciden está claro que el celebrar vetus o novus no es lo que va a provocar la apostasía ni a impedirla.
Naturalmente comparto lo que dice el concilio: "la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza." Y lo he dejado manifiesto en todo lo que he dicho sobre la Santa Misa y la Eucaristía y su valor infinito en el novus ordo como en el vetus.
No soy molinista - aunque es legítimo serlo si se quiere- y claro que hablo de obras, es que soy católica, no protestante. Pero cuando hablo de remedios a la apostasía como la apologética y el ejemplo añado y sobre todo la oración
Está claro que de la oracion no excluía la celebración de la Santa Misa, por el modo o el rito que sea, lo que indicaba es que el hecho de que la forma de celebración sea vetus o novus ni provoca la apostasía del mundo ni impide que se produzca.

Si creyera en la doble predestinación calvinista no hablaría de apologética, ni de ejemplo, ni siquiera de oración, como remedio a la apostasía, puesto que "alea jacta est" - estarían predestinados a la condenación. Pero como creo en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, veo la necesidad de predicar con la palabra y con el ejemplo y sobre todo de orar. Y desde luego, desde el Evangelio y la Iglesia, creo en la necesidad de los creyentes de alimentarnos con el Cuerpo de Cristo y celebrar el memorial que Jesucristo encargó a sus discípulos.

En fin, espero que todo haya quedado aclarado. O al menos que quedemos en paz.

Despedida cordial.

PD
Gracias a Luis Ignacio por publicar mis comentarios y por sus respuestas.
Paz y Bien. Que todos vivamos con paz de espíritu, la paz del Señor.




27/07/21 1:52 PM
  
Federico María
Estimada Sofía:

Precisamente se estaba tratando de la orientación en la Santa Misa, en lo que hace a la posición del sacerdote en relación con los fieles. En este contexto no hace al caso hablar de los musulmanes ni de lo new age: precisamente Benedicto XVI alude a que en el judaísmo y en el islam no sucede esto de la poca sensibilidad con respecto al tema de la orientación. Por eso decía al tratar precisamente esa cuestión.

Por lo demás, los posts del P. Iraburu y el mismo libro de Benedicto expresan la importancia de la orientación, que va más allá de la centralidad del altar. Dice, por ejemplo, Benedicto: "Sigue siendo esencial la orientación de la asamblea hacia el este durante la plegaria eucarística. No se trata aquí de algo accesorio, sino de algo esencial. Lo importante no es mirar al sacerdote, sino mirar conjuntamente al Señor".

Y entonces, el que considera esto como algo accidental o indiferente, es, ciertamente, poco sensible al asunto de la orientación, aun cuando hable de la centralidad del altar.
27/07/21 10:08 PM
  
Federico María
Lo que agrega aclara su primera formulación más vaga, en lo que hace a la sagrada liturgia.

Es verdad, la liturgia no se reduce a un rito o a una forma. ¡Coincidimos! (No crea que me paso la vida atacándola...).

Y la oración es principalmente, aunque no sólo, la litúrgica.

Pero también hay que considerar que si un rito o una forma es más expresiva y más perfecta en cuanto tal (lo cual en sí mismo habría que justificarlo, pero en principio es válido), entonces sería un mejor medio para combatir la apostasía. Si un rito es más expresivo de la sacralidad, por ejemplo, entonces parece mejor para combatir la "profanidad". Entonces tampoco el rito o forma son del todo indiferentes a la hora de combatir la apostasía.
27/07/21 10:17 PM
  
Federico María
Cuando hablaba de la doctrina agustiniana y tomista de la gracia, no la acusé a Ud.: sólo establecí una vinculación objetiva.

De todos modos, en cuanto a este tema me parece que Néstor lo ha expuesto suficiente y profundamente. Y no es este ciertamente el lugar para desarrollarlo. La teología trata de profundizar en la doctrina de la Iglesia, que en principio todos los católicos aceptamos, como Ud. y yo. Y aun cuando algunas escuelas no hayan sido expresamente condenadas, es claro que no pueden ser simultáneamente verdaderas las posiciones de Báñez, de Marín-Sola y de Molina, pues se excluyen (no sé si está al tanto del origen histórico de esa denominación, "bañecianismo"... (eso sí, cuando se dice que no es verdadero o que no es fiel a santo Tomás, se está como diciendo que la escuela tomista durante más de tres siglos, con muchos teólogos de una altura enorme, ha andado desviada...)). Y tampoco pueden ser simultáneamente auténticamente tomistas, a no ser que digamos que santo Tomás se contradijo.

Conformes como estamos con la doctrina oficial de la Santa Iglesia, ya es mucho (otra coincidencia, Sofía...). Si podemos estar y quedar en paz en esto, en el Señor, cordial despedida.

Y gracias, Luis Ignacio.
27/07/21 10:34 PM
  
sofía
Gracias por su respuesta, parece que hablando se entiende un poco mejor la gente.

Solo señalarle que cuando he hablado de la centralidad del altar, obviamente no me he referido al sacerdote como centro, sino a Jesucristo y su presencia real en el altar. Pero esto ya lo expliqué antes. De modo que estoy de acuerdo en que "Lo importante no es mirar al sacerdote (aunque esté actuando en representación de Jesucristo al repetir sus palabras), sino mirar conjuntamente al Señor" (que está en la mesa del altar) Y eso hacemos.

Respecto a ese juicio de que una forma de celebración es mejor que la otra, ya he expresado suficientemente mi desacuerdo con su juicio sobre el novus ordo, pero si mi forma de expresarme no resulta comprensible puede releer lo que dice Ecclessiam, con quien estoy de acuerdo.

Y si no, pues admitamos nuestro desacuerdo sin más.

El tema de la controversia de auxiliis no pinta nada aquí, en eso estoy de acuerdo ¿por qué lo trajo? No es la primera vez que me hace vd esto mismo cuando estamos hablando de otro tema en otro lugar.
Desde luego que Néstor se ha expresado suficientemente, y se agradece su interés en explicar su teoría. La cuestión es que deje expresarse suficientemente a los demás cuando no están de acuerdo con él, en vez de recortar o censurar los comentarios en los que se contesta a las pegas que nos ponéis.
Es evidente que si una teoría es cierta, otras no lo serán, pero como la Iglesia deja que se expongan todas las teorías que estén dentro de los límites de lo que ha señalado como doctrina oficial, aunque respeto que ustedes sean bañecianos, yo aprecio contradicciones en esa teoría y no la suscribo. Creo que hay opciones católicas mejores y estoy en mi derecho a creerlo.
Pero ese no es el tema de este post.
Espero que quedemos conformes en estar cordialmente en desacuerdo, eso es todo.

Gracias de nuevo al blogger y despedida cordial.
28/07/21 1:15 AM
  
Lorenzo
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, dona nobis pacem

A propósito del interesante asunto de Lutero y "´pecados" o "pecado", no quisiera pasarme de listo, pero "peccata"· es plural y creo que debería traducirse como "pecados".

Cordero de Dios, que quitas los pecados...

De hecho, en un misal latín-inglés que tengo, se traduce como "pecados" ("sins").



-------------

LA

Así es.
Y no es la única traducción inexacta o directamente errónea del misal.

No olvidemos el famoso pro multis, que fue traducido incorrectamente como "por todos" (teológicamente cambia de forma radical su significado), y ha tardado varias décadas en ser corregido.
28/07/21 12:44 PM
  
Federico María
Tampoco las otras traducciones, siendo menos fieles al latín, son en sí mismas heterodoxas.

De hecho, la SE, en Jn 1, 29, trae:
"Ecce Agnus Dei, qui tollit peccatum mundi" (peccatum: singular). Así según la NVg. Según la Vg también es singular: "Ecce agnus Dei, ecce qui tollit peccatum mundi".
En griego: "...ten hamartían...", también en singular.

En cuanto a "pro multis" y "pro omnibus", está la distinción entre redención objetiva y subjetiva, entre suficiencia y eficacia, como explicó en su momento Benedicto XVI. Y ambas expresiones tienen fundamento bíblico, si bien el "pro multis" parece lo más correcto, pues es la expresión que se encuentra en la institución. En fin, Benedicto lo explica muy bien:
https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/letters/2012/documents/hf_ben-xvi_let_20120414_zollitsch.html

Lo de De Auxiliis: "no pinta" aquí desarrollarlo, pero sí mencionarlo. Ocurre que tiene relación más o menos directa con toda la filosofía y la teología, Sofía, pues de acuerdo a la posición que se tome en la Controversia se tiene una determinada concepción del libre albedrío creado, de la gracia, de la creatura, del Creador...
28/07/21 4:09 PM
  
Federico María
Santo Tomás, como de costumbre, lo explica muy bien (S. Th., III, q. 1, a. 4, c.), y de paso alude a la gracia suficiente.

Lo curioso es que en el sed contra cita Jn 1, 29, y allí trae "peccata", en plural..., mientras que el artículo apunta a que principalmente Jesucristo vino para redimirnos del pecado original. Quizá manejaba una versión de la Vg en la que decía "peccata". La que cité antes es la Vg Clementina, de 1592.

"Es cierto que Cristo vino a este mundo no sólo para borrar el pecado original, que se transmite a todos los hombres, sino también para quitar todos los pecados cometidos posteriormente: no porque todos sean borrados (esto por culpa de los hombres, que no siguen a Cristo, según Jn 3,19: Vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz), sino porque Él ofreció una satisfacción suficiente para destruir todo pecado. Por eso se dice en Rom 5,15-16: No es el don como fue el pecado, pues el pecado de uno terminó en condenación, mientras que la gracia, partiendo de muchas faltas, culminó en justificación.

Cristo vino más principalmente para borrar el pecado que era mayor. Pero una cosa puede ser mayor que otra de dos modos. Primero, intensivamente: como es mayor la blancura cuanto más intensa. De esta manera es mayor el pecado actual que el original, porque es más voluntario, como ya hemos dicho (I-II, q. 82, a. 1, obi. 2). En segundo lugar, extensivamente: como se llama mayor la blancura que ocupa una superficie más amplia. Y de este modo, el pecado original, por haber corrompido a todo el género humano, es mayor que cualquier pecado actual, que es propio de la persona concreta que lo comete. Y bajo este aspecto, Cristo vino principalmente para quitar el pecado original, pues el bien del pueblo es más sublime que el bien de un particular, como se dice en I Ethic." (S. Th., III, q. 1, a. 4, c.).
28/07/21 4:28 PM
  
Federico María
En el Comentario al Evangelio de san Juan (I, lect 14), trae santo Tomás el mismo texto bíblico, en plural, "peccata", pero luego dice algo llamativo:

"Dicit autem, secundum Glossam, peccatum, et non peccata, ut ostendat in universali, quod abstulit totum genus peccati; I Io. II, 2: ipse est propitiatio pro peccatis nostris. Vel quia pro uno peccato, scilicet originali, mortuus; Rom. V, 12: per unum hominem peccatum intravit in mundum et cetera".
28/07/21 4:33 PM
  
Federico María
Y después se habla de acusaciones en otros lugares [...]

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LA

Estimado Federico María: los comentarios a otras bitácoras, en esas bitácoras. Lo mismo vale para otros dos mensajes que ha dejado y que contestan a asuntos que no se han tratado aquí.

Cordialmente
28/07/21 8:22 PM
  
Tulkas
“ Conformes como estamos con la doctrina oficial de la Santa Iglesia, ya es mucho (otra coincidencia, Sofía...). Si podemos estar y quedar en paz en esto, en el Señor, cordial despedida.”

Dios nos libre de “la doctrina OFICIAL” de la Iglesia.

Aquí de lo que se trata es de la Fe, de lo que es de Fe y lo que no es de Fe.

En algo que no es de Fe podemos disentir, lo que no es de recibo es que se quiera camuflar como de Fe la pura especulación teológica.

Que la Misa Tradicional o la celebración ad orientem refleje una cierta opinión sobre la gracia se niega recurriendo al Oriente, que celebra así también y está libre de agustinismo (por Gracia de Dios, jejeje).

Dejémoslo en que el rito transmite mejor o peor LA FE, no una cierta opinión de escuela teológica.

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LA

La doctrina oficial de la Iglesia está orientada, precisamente, a proclamar la fe en Cristo Resucitado. No puede haber contradicción alguna entre una y otra.
28/07/21 11:24 PM
  
Federico María
Gracias, Luis Ignacio.

Pero esto que sigue sí que tiene que ver, y reviste el problema de que tuerce el sentido que Ratzinger da a su afirmación:

"Lo importante no es mirar al sacerdote (aunque esté actuando en representación de Jesucristo al repetir sus palabras), sino mirar conjuntamente al Señor" (que está en la mesa del altar) Y eso hacemos".

Pues Ratzinger expresamente no se refiere al mirar a Jesucristo presente en el altar (cuya presencia real, además, sólo se da a partir de la consagración), sino que defiende la celebración "ad Orientem", como la entiende el que lee eso sin prejuicios.

En cuanto a esos comentarios a otra bitácora, quizá hasta lo incluyen a Ud. mismo, y sin duda lo tratado aquí, por eso creí pertinente el referirlo.
29/07/21 4:12 PM
  
sofía
[...]

LA

Sofía y Federico María, creo que vuestras posiciones ya han quedado claras, y ahora estáis entrando en un terreno personal que no deseo en esta bitácora.
Gracias por participar, y espero que sigáis haciéndolo en el futuro.

Dios os bendiga.
29/07/21 10:40 PM
  
Federico María
[...]

LA

Sofía y Federico María, creo que vuestras posiciones ya han quedado claras, y ahora estáis entrando en un terreno personal que no deseo en esta bitácora.
Gracias por participar, y espero que sigáis haciéndolo en el futuro.

Dios os bendiga.
29/07/21 11:04 PM
  
Ecclesiam
Por la belleza se llega por analogía a conocer la existencia del Creador, eso es claro: «por la grandeza y la hermosura de las criaturas se descubre, por analogía, a su hacedor» (Sabiduría 13, 5).

Pero de lo que aquí estamos hablando es de si las cosas bellas elevan, mueven o incitan a la mente a contemplar las cosas divinas y celestiales, que es diverso de conocer la existencia de Dios; como he demostrado, es claro que no, por mucho que la belleza sensible sea acerca de objetos religiosos (imágenes de santos, ornamentos, etcétera), per se no puede decirse que lo hacen, porque, quién no conoce el significado de estas cosas, o no conoce lo que son estas cosas, poca cosa puede contemplar con la mente aunque aquellas sean muy bellas. Obviamente, el placer estético o sensitivo puede estar y de hecho seguro estará en muchos, pero aquí nuevamente versa sobre el gusto, que no es lo mismo gusto que belleza, pues algo puede ser bello sin gustar y se puede gustar de algo sin ser bello (o teniendo una belleza escasa).

Luego, sobre la diversidad de tradiciones litúrgicas, no solamente éstas originan la diversidad de ritos, sino también la propia autoridad de la Iglesia, a la que corresponde regular las tradiciones litúrgicas y cambiar, eliminar o agregar lo que sea necesario en la liturgia. De hecho, la diversidad de tradiciones litúrgicas demuestra la diversidad de gustos, y por ende, teniendo a este como causa en los cambios accidentales de la liturgia, pues no habría esos cambios en diversos ritos si todo en ella fuera esencial (en este caso estaríamos hablando de diversidad de abusos litúrgicos), y por otra parte, si se cambia algo de la liturgia sin que sea cambiada lo esencial la liturgia, esto no puede ser más que en los accidentes sensibles, y como los accidentes sensibles siempre son particulares, y como éstos pueden gustar más o menos (salvando el substrato objetivo), es claro que hay diversidad de cambios accidentales según la diversidad de gustos.

Justamente, la analogía, demuestra que sobre gustos, no se disputa. Si todas las Misas bien celebradas proveen la misma substancia, entonces dependerá de los gustos el que uno prefiera más o menos este Rito o aquél otro. Pues si ambos son en substancia o en esencia lo mismo, la diversificación no es más que accidental, y por ende, dependerá de los gustos el preferir este o aquél. Así, alguien, por gusto, puede preferir la misma comida hecha en tal lugar que en aquél otro, siendo en substancia las mismas; por supuesto, aún en el gusto hay un substracto objetivo (si alguien gusta de algo malo, como puede ser un veneno, no puede ser más que por cierto mal en la naturaleza de aquél), pero salvando esto, la diferencia es subjetiva. Así, por mi experiencia, a mi me da igual asistir a una Misa Novus Ordo bien celebrada o una Vetus Ordo bien celebrada (lo objetivo es que estén correctamente celebradas); porque para mi gusto no hay diferencia en cuanto elevación de la mente hacia las cosas celestiales. Repito: en mi experiencia y para mi gusto. Por eso, no considero que uno es mejor que el otro, siempre que estén bien celebrados ambos.

Por lo tanto, niego que se pueda decir que, el Novus Ordo bien celebrado es objetivamente peor que el Vetus Ordo bien celebrado; sí, por contra, afirmo que ambos ritos uno puede ser mejor que el otro subjetivamente: quién guste más este o aquél otro. Y por ende, claro está, según la Iglesia disponga, los fieles pueden aprovechar según sus posibilidades y gustos los ritos que la misma regule.

Finalmente (sobre este tema), respecto de la orientación, todo el Misal Romano del Novus Ordo está hecho con el pre-supuesto (supuesto previo) de que el sacerdote está orientado Ad Orientem, como lo demuestra algunos textos del Misal en los que se señala que el sacerdote debe "girar" o "volverse" hacia el pueblo; cosa que estaría demás si el sacerdote está ya de por sí orientado hacia el pueblo.

Respecto de los frutos, no basta, aunque sea necesario, la conversión a la fe del incrédulo, porque no todo aquél que diga «¡Señor, Señor!» entrará al reino de los cielos; antes bien, san Pablo enumera los frutos de la carne y del Espíritu Santo para discernir qué proviene de Dios y qué no: «las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre» (Gal 5, 21-22). El que tenga oídos, que oiga.

Y quiero exhortar a mis estimados hermanos en la fe que son o aspiran a ser de la gloriosa escuela de santo Tomás que, si han de entrar a considerar estas cuestiones, lo hagan a la luz de toda la filosofía y teología de santo Tomás: acto y potencia; substancia y accidentes; providencia divina; alma y cuerpo; gracia y libertad; potencias intelectuales, animales y vegetales; etcétera. Pues tampoco la liturgia divina está exenta de esto, en cuanto que son actos humanos que se realizan con entes sensibles, y por ende, habrá que considerar muchos aspectos de este evento o hecho de la realidad. Por supuesto, aquí no puedo escribir todo lo que pienso acerca de este tema, dado, entre otras razones, a la extensión que debe tener un comentario en un blog; en mi exposición hay muchos supuestos previos o entimemas, que deben ser dilucidados a la luz de la doctrina de santo Tomás para bien entenderme, porque si debo ser breve, debe mi respuesta adolecer en mayor o menor medida de ambigüedad.

En fin, Sofía, aunque mantengamos profundo desacuerdo en un tema, mientras no sea un enemigo declarado o preclaro de Cristo y la santa Iglesia, yo no tengo por enemigo personal a ninguno, y aunque trato de, con la ayuda de la gracia, aceptar la verdad dígala quién la diga, pues toda verdad proviene del Espíritu Santo según lo declara la saludable sentencia de san Ambrosio que hace suya santo Tomás; con todo, con sumo gozo y presteza voy a acogerla y celebrarla si quién la dice profesa la misma fe que yo, la fe verdadera, pues a estos yo los considero mis hermanos, hermanas y madre. Porque si le hago la guerra a un error suyo, no la declaro a quién al presente la profesa; antes bien, por vivir la fe, la considero más digna de ser contestada antes que otros que no la profesan, no porque estos no lo merezcan, sino porque la caridad empieza por casa; por lo cual, más que como un enemigo, véame como un amigo que busca su bien, porque yo prefiero ver esto en usted antes que lo otro, y en cuanto sea posible, con la ayuda de la gracia, así he de mantenerlo; de ahí que pronto voy a declarar verdadero alguna sentencia suya tan pronto como ésta lo sea, por muy en desacuerdo que en otras cosas estemos.

Bueno, tras leer los comentarios, considero que los presentes que hablamos, aún sobre este tema, estamos más de acuerdo que en desacuerdo; interpretemos, en cuanto sea posible, de este modo los dichos de los otros; y recemos al buen Dios para que nos libre de los frutos de la carne y produzca en nosotros con abundancia los frutos del Espíritu, de su Espíritu Santo.


--------------

LA

Estimado Ecclesiam, parece difícil afirmar que los fieles que asisten regularmente al culto católico "no conoce el significado de estas cosas, o no conoce lo que son estas cosas". Por ende, es claro que exaltar la belleza en la liturgia como uno de los modos de elevar el alma a Dios (por cierto, que la armonía- como la que brinda la música sacra- sería otro, pues también es atributo divino, como el orden, que sería otro más) en los asistentes a misa es algo efectivo. Asimismo, como afirma el Aquinate, la belleza está en el objeto, y no meramente en el sujeto: la contemplación de las cosas bellas conlleva un deleite, pero la belleza no es el agrado o el deleite, sino aquellas propiedades que hacen que dicha contemplación resulte agradable. La belleza (como la bondad) no tiene su origen en el sujeto, sino en el objeto. Las cosas bellas seguirán siéndolo aunque no nadie esté contemplándolas o apreciándolas. Hay muchas torpezas o errores en el sujeto observante que pueden llevarle a no apreciar la belleza de un objeto, y ese fallo no es atribuible al objeto bello.
Asimismo, la belleza es un grado de perfección (también atributo divino), por lo que algo, cuanto más perfecto para su fin, más bello.

Fiar la belleza (atributo divino) en el mero gusto nos puede llevar a caer en el subjetivismo. Camino, que, por cierto, lleva a la "creatividad litúrgica" (con frecuencia a la heterodoxia light, casi siempre sin advertimiento por parte del celebrante). No es casualidad que en el Vetus Ordo la creatividad brille por su ausencia, y en el Novus sea casi la regla. La comparación entre el Vetus y el Novus bien celebrados queda con frecuencia en el plano de lo ideal, porque la realidad es que, más allá de las partes comunes, es fácil que, incluso de una parroquia a otra, poco tengan que ver las celebraciones en el modo "ordinario". No es mala disposición, me limito a constatar una realidad que llevo vivendo desde que era niño.

La tradición litúrgica no depende del "gusto", al modo subjetivo, como parece usted sostener. El rito antioqueno es el más antiguo que existe, y sus fieles no entienden porqué tengan que renunciar a sus modos propios de celebrar la santa liturgia. Asimismo el alejandrino, el siríaco oriental, el bizantino, etcétera. Todos ellos respondían al modo de sentir la adoración a Dios en la eucaristía que reflejaba mejor la religiosidad de cada comunidad. reflejan, pues, la Tradición religiosa cristiana de cada comunidad. Como mucho se les podrá acusar a los diversos ritos de caer en particularismos, e incluso en la siempre terrible tentación de las "iglesias nacionales", no en arbitrariedad en el "gusto" litúrgico. Precisamente en la Iglesia Latina el papado procuró unificar los rituales para evitar que se perdiera uno de los principales signos de unidad, llegando incluso a intentar forzar a las comunidades orientales que entraban en comunión con el papa, a pasar al rito romano. Desde hace casi cuatro siglos, el papado se dio cuenta de que eso era un error, porque cada comunidad expresa mejor su adoración al Señor con sus modos propios (y en su lengua litúrgica, por cierto), ya que precisamente los ritos ancestrales con sus variaciones son un rico caudal para la liturgia de toda la Iglesia, y en nada comprometen la unidad. La Santa Sede se ha preocupado desde entonces en que la consagración fuese válida y todas las partes indispensables estuviesen presentes (ahí está la famosa controversia de la plegaria eucarística en el rito de Addai y Mari en la Iglesia de Oriente), dejando el resto a la tradición local y las disposiciones de los sínodos y patriarcados específicos. En Occidente esto se plasmó en el respeto a la liturgia ambrosiana, mozárabe, y la particular de algunas órdenes religiosas, ninguna de las cuales se apartaba tampoco excesivamente del canon romano.

Por último, me gustaría remarcar la importancia del accidente: que algo no sea esencial, sino accidental, no lo hace prescindible, ni siquiera sujeto a la libertad del celebrante. La substancia del bautismo es la ablución con agua bendita bajo la fórmula válida por parte de un ministro autorizado (salvo peligro de muerte, un sacerdote). La pila bautismal, o la claridad con la que se pronuncien las palabras son accidentales, pero no por ello irrelevantes: el accidente informa sobre la esencia, y si no es adecuado, distorsiona su conocimiento. Vale lo mismo para aquello que consideramos accesorio, pero no carece de importancia: el crisma, el cirio, la vestidura blanca, los padrinos... no son nucleares al rito del bautismo, pero no por ello son menos importantes. Naturalmente que en caso de verdadera urgencia, podemos bautizar con la fórmula válida y el agua bendecida, pero ¿por qué optaríamos por ese modo absolutamente simplificado y austero de forma normal? Por supuesto que rodeamos el rito de todas las partes "no substanciales", y hacemos bien, porque ayudan y mucho a obtener las gracias del Señor mejorando la disposición del alma tanto del catecúmeno como a los testigos. Es precisamente en las cosas sagradas en las que hemos de ser "derrochadores", porque la recompensa que nos jugamos es la vida eterna de nuestra alma, y es precisamente en las nuestras en las que hemos de ser sobrios, porque somos polvo que al polvo ha de regresar.

Cordiales saludos.
30/07/21 1:23 AM
  
Federico María
Estimado Luis Ignacio:

Mi comentario se refería a la injuria de Tulkas, que Ud. permitió que fuera publicada y allí sigue..., y era el siguiente.

«Hormisdas ad Possessorem episcopum consulentem haec rescripsit sane gravissima: “De arbitrio tamen libero et gratia Dei, quod Romana, hoc est catholica, sequatur et asseveret Ecclesia, licet in variis libris beati Augustini, et maxime ad Hilarium et Prosperum, possit cognosci, tamen in scriniis ecclesiasticis expressa capitula continentur” (Ep. 70)» (Pío XI, Enc. Ad salutem humani).

«El Papa Hormisdas al obispo Posesor, que lo consultó, respondió en esta forma verdaderamente solemnísima: “Sobre el libre albedrío y la gracia divina, lo que la Iglesia romana, esto es, católica, sigue y sostiene, aunque en varios libros del bienaventurado Agustín, y máximamente en los dirigidos a Hilario y Próspero [De praedestinatione sanctorum y De dono perseverantiae], se puede conocer, sin embargo en los archivos eclesiásticos hay capítulos explícitos” (Ep. 70)» (Pío XI, Enc. Ad salutem humani).



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LA

Esta bien, pero les ruego a ambos que lo dejen en este punto.
31/07/21 6:08 PM
  
Ecclesiam
«Estimado Ecclesiam, parece difícil afirmar que los fieles que asisten regularmente al culto católico "no conoce el significado de estas cosas, o no conoce lo que son estas cosas".»

Lo que señalo allí es que éstas son necesarias para la elevación de la mente a las consideraciones divinas, por eso digo que, per se, los objetos religiosos por muy bellos que sean no lo hacen, es necesario algo más; y esto por supuesto es diverso de conocer la existencia de Dios por analogía de la belleza.

Por eso, no tienen efectividad per se, sino sólo cierta efectividad en tanto es necesario otra cualidad, esto es, el hábito del conocimiento del significado de esas cosas.

«Asimismo, como afirma el Aquinate, la belleza está en el objeto, y no meramente en el sujeto: la contemplación de las cosas bellas conlleva un deleite, pero la belleza no es el agrado o el deleite, sino aquellas propiedades que hacen que dicha contemplación resulte agradable. La belleza (como la bondad) no tiene su origen en el sujeto, sino en el objeto. Las cosas bellas seguirán siéndolo aunque no nadie esté contemplándolas o apreciándolas. Hay muchas torpezas o errores en el sujeto observante que pueden llevarle a no apreciar la belleza de un objeto, y ese fallo no es atribuible al objeto bello. Asimismo, la belleza es un grado de perfección (también atributo divino), por lo que algo, cuanto más perfecto para su fin, más bello».

La belleza tiende fundamento in re, en la realidad, pero considerada en cuanto tal, reside en la inteligencia, pues santo Tomás dice que «lo bello es lo mismo que el bien con la sola diferencia de razón... pertenece a la razón de lo bello que con su vista o conocimiento se aquiete el apetito» (STh I-II, q. 27, a. 1, ad 3). Por eso, la distinción entre bello, bueno y verdadero es una distinción de razón, no de realidad. La realidad es que las cosas son seres de diversidad de perfección, pero decimos que este ser es bueno, bello o verdadero según distinción de razón; en la realidad, no hay diferencia. De otro modo, estaríamos en cierto platonismo o pseudo-platonismo, en que lo bello existiría como ente subsistente. No existe la belleza en sí, sino cosas bellas; no existe la bondad en sí, sino cosas buenas.

Sin embargo, de eso no se sigue que la causa de lo bello esté en el sujeto, sino que la belleza es percibida en quién contempla o conoce algo que aquieta el apetito, y en tanto lo hace, es bello, de ahí su fundamento en las cosas. Por eso, la belleza es cierto ente de razón con fundamento en la realidad.

«Fiar la belleza (atributo divino) en el mero gusto nos puede llevar a caer en el subjetivismo.»

Justamente en mi comentario distingo eso y lo diferencio, me cito: "no es lo mismo gusto que belleza, pues algo puede ser bello sin gustar y se puede gustar de algo sin ser bello (o teniendo una belleza escasa)."

De las costumbres de los sacerdotes con el Novus Ordo es otro tema, lo que aquí disputo es la doctrina, no los actos de ciertas personas.

«La tradición litúrgica no depende del "gusto", al modo subjetivo, como parece usted sostener. »

Justo esto que usted dice es lo que yo sostengo sobre los gustos: «Todos ellos respondían al modo de sentir la adoración a Dios en la eucaristía que reflejaba mejor la religiosidad de cada comunidad.»

Los modos de sentir o gustar; úsese la palabra que prefiera. Esto fue la causa de la diversificación de la liturgia, pues ésta cambia en lo accidental, no en lo esencial.

Por eso, la diferencia de tradiciones litúrgicas no forma parte de la Sagrada Tradición (Recordemos que la Sagrada Tradición es parte del depósito de la fe que consiste en la revelación divina transmitida por los apóstoles oralmente), lo que forma parte de la Sagrada Tradición es lo esencial de la liturgia, no de los cambios accidentales según el sentir o gustar de las comunidades.

De ahí que la Iglesia tiene todo el poder de cambiar lo que sea en los accidentes litúrgicos, no en lo esencial, sino en los accidentes. Así sentencia el Sacrosanto Concilio de Trento:

En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares. (Sesión XXI, cap. 2, DzSch 1728)

«Por último, me gustaría remarcar la importancia del accidente: que algo no sea esencial, sino accidental, no lo hace prescindible, ni siquiera sujeto a la libertad del celebrante.»

Por supuesto, y los accidentes, como dice Trento, pueden ser adaptados "según las distintas circunstancias, tiempos y lugares", salvando, claro está, que no vale cualquier accidente sensible en lo litúrgico, sino sólo aquellos que son dignos para éste, y entre éstos, los que sean convenientes "según las distintas circunstancias, tiempos y lugares".

Quiero finalizar repitiendo mi experiencia personal: he participado en dignísimas celebraciones del Novus Ordo y Vetus Ordo (incienso, coro magnífico cantando gregoriano, templo bellísimo, ornamentos esplendorosos, etcétera, etcétera) y, personalmente, en ambas celebraciones solemnes, he sentido igual elevación de la mente y el espíritu a las cosas divinas, no pareciéndome uno mejor que el otro en cuanto a esto, a pesar de las diferencias que hay.

En otras palabras, tuvo el mismo efecto en mi. Y esto que digo de mi persona, pueden afirmar conmigo decenas de personas que conozco y han participado en estas liturgias.

Y si alguien quiere ver un Novus Ordo celebrado como Dios manda, recomiendo el vídeo "Latin Novus Ordo Assumption Mass" del canal de YouTube TheAtonementAcademy, son 6 vídeos en total donde podrá verificar por sí mismo cómo es el nuevo rito celebrado dignamente y como lo manda la santa Iglesia Romana, pues ésta, por ejemplo, manda que el canto gregoriano esté por encima de los demás cantos, y que la celebración sea toda o casi toda en latín, como consta en los documentos del Sacrosanto Concilio Vaticano II.
04/08/21 10:04 PM
  
sofía
Me gustaría darle las gracias a Ecclessiam por su comentario y su sugerencia. La tendré en cuenta.
05/08/21 11:45 AM
  
Mariana M
Muy buen artículo.
A mí no me gusta la comunicación visual entre el sacerdote y el pueblo propia de la Misa postconciliar.
Si el templo no es muy grande, cuanto peor. Preferible los últimos bancos.
Además el sacerdote en la Misa representa a Cristo.
La crítica más tonta y común que le hacen a la Misa antigua es, el sacerdote le da la espalda al pueblo.
No, el sacerdote precede al pueblo en esa 'peregrinación'.
Otros dicen, para qué ir para atrás o volver al pasado.
Insufribles.
06/08/21 12:22 AM
  
sofía
Precisamente porque representa a Cristo el sacerdote está bien q cumpla el "haced esto en memoria mía" haciendo precisamente "esto" -q no era una "peregrinación" precisamente.
"Insufribles" son muchas cosas, en cuanto a los gustos ajenos yo los respeto, pero no voy a aceptar pulpo como animal de compañía.
06/08/21 10:58 AM
  
Mariana M
La Misa es el sacrificio incruento de Cristo, para gloria de Dios y salvación de las almas.
El sacerdote, como buen pastor, precede al pueblo que Dios le encomendó, les muestra el buen camino y los previene del Maligno.
Compartiendo la alegría por la Peregrinación a Covadonga, que esperamos haya muchas en muchos lados, se hace una metáfora, porque peregrinamos a la Casa del Padre. El Sacramento de la Eucaristía es el más importante en la vida del fiel.
La palabra insufribles no es caritativa. A veces resulta difícil expresar una opinión distinta cuando una persona usa una frase cerrada. Pero, por ejemplo, caminar es algo que el ser humano hacía también en el pasado, hoy hay muchos vehículos motorizados bien desarrollados, no quiere decir eso que caminar sea malo porque existía en el pasado, o haya que prescindir de caminar y usar monopatín a motor.
El pasado no es malo. No volvemos porque no hay manera. Las tradiciones, si son espontáneas y del cariño de la gente, que por ellas se une con sus abuelos, antepasados, que hacían las cosas de esa manera, como una receta transmitida en una familia, tienen una belleza insondable.
09/08/21 2:57 PM
  
sofía
De acuerdo en que ese término que usó, "insufribles", no es una palabra caritativa. De acuerdo en que el pasado no es malo, nadie ha dicho eso. Y repito que respeto los gustos de cada cual y espero que también los demás respeten la tradición de "haced esto en memoria mía" tal como la celebramos ordinariamente la mayoría, lo más parecida posible al "esto" al q se refiere Jesús en la Santa Cena, porque el pasado se hace ahí presente.
Por supuesto me parece también perfecto que se pueda celebrar el modo extraordinario y no veo más problema en eso que en que se celebre el rito mozárabe. La única pega puede ser que los que asisten a ese modo de celebración extraordinaria sigan esa nueva moda de empeñarse en demostrar, con sus descalificaciones injustas del modo ordinario, que lo que se planteó como riqueza litúrgica al final lo pueden convertir en un modo de dividir a los fieles. Depende de ellos.

Por supuesto también estoy de acuerdo en que el sacramento de la Eucaristía es esencial como alimento del alma. Por eso nos ordenó Jesucristo "haced esto en memoria mía" y por eso, cuando termina la celebración, los frutos de la escucha de la Palabra de Dios, de la adoración y de la comunión de la Eucaristía deben verse fuera del templo, en la peregrinación hacia Dios que es nuestra vida.

Paz y Bien
09/08/21 7:12 PM

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