El Amor
Qué es el amor
El amor es el acto de la voluntad por el cual se procura el bien de otro por encima del propio bien.
1) Un acto: el amor es acción. No es un deseo, o una predisposición del ánimo del sujeto, pues esta antecede al acto, pero no es el acto en sí (de hecho, la predisposición puede o no traducirse en un acto). Como dice el refrán, “obras son amores, y no buenas razones”.
2) Proviene de la voluntad: el amor es por definición voluntario, y en todo o en lo principal, racional. Por tanto, cualquier acto irracional no es amor, sino impulso.
3) Procura el bien de otro: el objeto del acto de amar es el bien de otro sujeto. Independientemente del concepto de bien y mal que se tenga, siempre se procurará al otro el bien que para uno se desearía. Por tanto, rige la regla de oro positiva que enseñó Jesucristo: tratar a los demás como querríamos ser tratados nosotros (Mt 7, 12).
4) Por encima del propio bien: por el acto de amor, el sujeto antepone el bien del otro sujeto al suyo propio. Por tanto, va intrínsecamente unido al concepto de renuncia o sacrificio propio en favor del objeto amado. Un bien ajeno que se procura no supere el bien propio, puede ser un acto meritorio, pero no es amor.
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Qué no es el amor
A) El amor no es un apetito. Se define apetito consciente a la inclinación hacia aquello apetecible, es decir, que se considera bueno para uno mismo (adecuado o útil). Los apetitos sensitivos, materiales o corporales son principalmente el alimento, la cópula y el descanso. Los intelectuales tienden a todo aquello que de forma concreta permite al sujeto participar del Bien abstracto: el conocimiento, la belleza, la armonía, etcétera. El apetito intelectual es el principal informador de la voluntad racional, pero no es la voluntad en sí misma, ni tampoco su objeto. Por tanto, el apetito intelectual no es amor.
Los apetitos generan inclinaciones más o menos constantes hacia otras personas. Esas inclinaciones o simpatías están marcadas por aquello que esperamos obtener de ellas para nuestro propio bien. No sólo no son amor, sino que son de hecho lo opuesto, ya que encaminan a acciones dirigidas a nuestro propio bien, no el ajeno.
B) El amor no es un sentimiento. Mientras el apetito es una moción o movimiento interno innato al individuo, la emoción es una reacción consciente del individuo frente a una moción externa. En este caso, provocada por un sujeto ajeno. La reacción emocional es irracional, involuntaria y transitoria. Puede ser de atracción o repulsión. El sentimiento es una emoción intelectualizada, pero su raíz sigue siendo irracional. Por ello, aunque dure más tiempo, y sea más estable en la psique del individuo, no deja de ser, de suyo, autónoma de su voluntad: los sentimientos van y vienen, sufren cambios, se incrementan o se atenúan y, generalmente, acaban por languidecer y morir, salvo que sean alimentados constantemente por emociones que los renueven. La voluntad no juega un papel primordial en los sentimientos, y ninguno en las emociones. Al ser interno al sujeto, el sentimiento no es un acto (aunque puedan ser causa de uno), por ello el amor no es un sentimiento, pese a que esta sea la confusión más común hoy en día en nuestra cultura.
La pasión es el modo vehemente de proceder en la búsqueda de un bien personal, y su predominio proviene de un carácter insuficientemente educado en la templanza. Sea como expresión de una moción interna o apetito, o como reacción del sujeto a una moción externa o emoción, la pasión empuja a la satisfacción inmediata, y es el principal obnubilador de la razón (aumenta la irracionalidad de los actos), y el mayor aliado de la concupiscencia. Por ello, las pasiones son lo opuesto al amor, al alterar tanto su voluntariedad (por su irracionalidad), como el fin de sacrificio o donación al que se dirige este (porque el objeto es la satisfacción propia y no el bien ajeno superior).
C) El amor no es benevolencia. La benevolencia es un principio de la voluntad, por el cual se procura el bien a los demás. Proviene de la moral natural, y se diferencia del amor en dos aspectos. En primer lugar, la benevolencia desea el mero bien ajeno, pero no necesariamente por encima del propio. En segundo lugar, se trata de un principio moral, no de una acción. Aunque sea un principio bondadoso, la benevolencia puede o no impulsar una acción amorosa, por tanto, no es amor.
Vemos así que el amor es acto (acción) voluntario y racional, lo cual le diferencia esencialmente de mociones que frecuentemente se le confunden (inclinaciones, pasiones, sentimientos, etcétera). Incluso aquellas en las que toma parte importante la razón, como la benevolencia, no son amorosas si no se siguen de una acción de amor. Más aún, los actos de amor no necesariamente tienen porqué partir de una motivación interna afectiva. Pueden partir de algo tan impersonal como el sentido de la justicia o el honor. Incluso se pueden llevar a cabo actos de amor por motivos tan poco virtuosos como la conveniencia social o personal. Siempre que sean voluntarios y antepongan el bien del otro al propio, son amor.
Así podemos notar que todas las obras de misericordia (mandatos de amor evangélicos que enseña la Iglesia), son per se activos- alimentar, vestir, visitar, enterrar, enseñar-; incluso aquellos que puedan parecer más pasivos, como soportar con paciencia los defectos ajenos, implican un acto de violencia contra el propio carácter.
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Manifestaciones del amor
Amor a los hijos. Es el amor terrenal más natural, pues todo padre busca el bien de sus hijos por encima del propio de forma espontánea, desde su más tierna infancia, cuando están desvalidos, hasta el fin de sus días. En cierto modo, es escuela de todos los demás amores, y Nuestro Señor lo empleó como ejemplo para que comprendiéramos el amor de Dios hacia los hombres, que se lleva a cabo a reflejo del amor de un Padre por sus hijos (aunque, claro está, de forma infinitamente más perfecta).
Amor a padres y hermanos. El amor de consanguinidad también forma parte de la ley natural, aunque es menos evidente, y en ocasiones puede precisar sobreponerse al amor propio. El amor familiar agrada a Dios, siempre que no se sobreponga a su Ley. Es un amor muy importante para la cohesión y crecimiento de las comunidades humanas, y las rectas costumbres suelen reforzarlo en pro de la armonía social.
Amor conyugal. Es un amor debido hacia la persona junto a la que vamos a desarrollar la más alta de las vocaciones profanas, engendrar y criar a los hijos. Y lo hace por medio de unas obligaciones precisas: fidelidad de alma y cuerpo, asunción leal y dedicada de la parte de tareas que corresponda, auxilio al perfeccionamiento del otro, etcétera. Un amor perpetuo pero imperfecto, pues es inevitable que el amor conyugal, dado su carácter cooperativo, espere en justicia alguna correspondencia que permita el desarrollo adecuado de las tareas comunes. Aún así, no pocas personas se han santificado manteniendo el amor hacia un cónyuge que no ha correspondido en justicia, faltando gravemente a alguno o varios de los deberes que conlleva.
Amor de amistad. Es el amor llamado en griego de filía, es decir aquel con que obsequiamos a las personas por las que sentimos inclinación porque de algún modo coadyuvan a bienes propios, como se vio más arriba. Es un amor agradable, de escaso mérito, pues no incluye obligaciones fuertes (dado que su vocación carece de objetiva importancia), y normalmente en la estima que sentimos hacia el objeto del amor se halla la propia satisfacción recibida del acto. Por otra parte, es habitual que asimismo seamos obsequiados recíprocamente con actos de amor más o menos equivalentes. Existe en todas las culturas humanas (Mateo 5, 46-47).
Amor al prójimo (caridad). Es el amor que llevamos a cabo a cuantos nos rodean (próximos o prójimos), indistintamente de la obligación que la ley natural nos imponga hacia ellos por motivo de consanguinidad, o justicia. Es el más cristiano de los amores terrenales, pues lleva a la fraternidad universal que predica la Buena Nueva evangélica.
Amor a Dios. Es el debido a Quien nos dio el ser y la redención de nuestros pecados. El alma busca naturalmente a Dios, y lo hace por medio del amor, manifestado en los deberes de Religión y piedad. Con fuerza incluso mayor que en los demás, la concupiscencia de la carne y los ardides del maligno son los obstáculos que nos alejan del amor a Dios (y consiguientemente, del amor de Dios, aunque nunca podrán separarnos de él mientras estemos vivos). Del amor a Dios nacen todos los demás, y sin este amor, difícilmente se llevarán a cabo más que los meramente naturales, y estos aún de forma imperfecta.
Jesucristo enseñó específicamente (Mateo 22, 36-40) que estos dos últimos amores eran el mandato supremo de Dios, aquellos en los que se resumía toda la Ley y los Profetas del pueblo de Israel. Quizá el mayor error del modernismo teológico cristiano haya sido estipular algún modo de oposición, anulación mutua o desmedro del amor a Dios y al prójimo entre ellos. Un virulento ataque al corazón mismo del mensaje cristiano, normalmente bajo la falsa premisa de que uno de ellos resta eficacia o capacidad para ejercer al otro, cuando es precisamente al revés: cuanto más se ejerce el amor al prójimo, más se busca el de Dios, y viceversa (1 Juan 4, 20-21).
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El amor desde el punto de vista teológico
Como motor de actos buenos, el amor nos conduce al hábito del Bien, y por tanto es el vehículo de todas las virtudes. La práctica del amor nos acerca pues a Dios, que es el supremo Bien y el perfecto Amor, primer origen y último fin de todo amor.
Cada acto de amor que realizamos será tenido en cuenta el día del Juicio (Mateo 10, 42), y redime en parte todos los (muchos) actos de amor que dejamos de realizar por nuestra debilidad.
Todo acto de amor implica servicio, más aún, el hábito de amor incluye necesariamente renuncias en bien del otro, y no raramente sacrificios de cierta importancia. Se podría decir que todo amor implica algún grado de abnegación (negación de sí mismo), y que si un amor resulta fácil y cómodo, probablemente no es amor verdadero. Recordemos que es la puerta estrecha y el camino empinados los que llevan a la Vida. La cultura del amor es cultura de servicio (servir, ser útil a los demás), y nos lleva a tenernos en menos a nosotros, y en más a Dios y al prójimo: cuanto más practicamos el amor, mayor humildad adquirimos. Ese es camino seguro de santidad. El servicio mutuo es el fundamento de toda comunidad cristiana (Hechos de los Apóstoles 2, 43-47).
Tras la caída de la civilización cristiana, y la apostasía generalizada, las numerosas filosofías erradas, y las variadas ideologías subsiguientes que aquellas han dado lugar, coinciden en repudiar el servicio como algo negativo, propio de seres débiles, con mayor furor cuanto más alejadas se hallan de su olvidada raíz cristiana. En la filosofía postmodernista contemporánea, profundamente egoísta, servir se considera lo mismo que ser esclavo, y toda renuncia a la voluntad (o más bien el apetito) propia, un mal; olvidando que es por medio de la voluntad, y no de la imposición, que se crea el servicio cristiano, y que no puede haber amor sin renuncia.
Esta es una de las pruebas más evidentes de la incompatibilidad absoluta entre el Cristianismo y el pensamiento contemporáneo, que sirviendo al ego visible, sirve al invisible príncipe de este mundo.
Para seducirnos y engañarnos, ese pensamiento nos ha presentado como sustitutos del amor al apetito, las pasiones y al sentimentalismo (centradas en uno mismo, y no en el otro) empleando el mismo nombre (amor) para aumentar la confusión y perdición de las almas.
Cada vez que sintamos dudas sobre nuestra fe, o nos preguntemos el modo más adecuado de vivirla, pongámonos de inmediato a trabajar por el Bien de otros: a Dios, honor, reverencia y adoración. Al prójimo, servicio. El Amor es la pregunta y la respuesta, es el camino y es el destino, es el medio y es el fin.
32 comentarios
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Dios les bendiga.
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LA
Si algo no es susceptible de ser definido, hay que sospechar seriamente su no existencia.
Gracias por este post. Me gusta bastante tu blog.
Tu artículo de hoy define muy ciertas características del amor, aunque permiteme, que sin ánimo de polemizar, indique algunas cosas por la cuales creo que tu artículo no es que esté mal, sino que tiene algo de incompleto. Es decir, señalar algo que en mi opinión no refuta lo que dices, sino que sería algo que lo complementa y lo haría una explicación aún más completa.
Creo que tu perspectiva del amor está analizada desde la consideración del amor como oblacion total de uno mismo. Lo cual no cabe duda de que es un uno de los elementos esenciales del amor de Caridad. Y analizado en su elemento volitivo sometido a la Verdad y la Razón, sin la cual tampoco habría amor verdadero.
Ahora bien, según Santo Tomás, el amor también perfecciona al amante una vez que "posee" el objeto amado. Esto significa que que en su visión del amor hay una síntesis entre la parte oblativa y la abnegación, pero no esto no lo concibe como la realidad total.
Para él : el que Ama encuentra su propio Bien y Perfección amando y poseyendo el Bien. En este sentido, para él, el amor está fundado en un proceso de "autoperfeccion". En el que el Bien de lo amado perfecciona a la persona que ama. Y esto es así, porque para él, quien ama, siempre Busca el Bien y "su" propio Bien, siendo imposible que el ser humano no tienda a su propio bien y perfección en todo lo que hace. Esto no es incompatible con el carácter oblativo y de olvido de si que también implica.
En segundo lugar, señalaria, que las pasiones sí forman parte del amor.
Creo que tu análisis, en el cual te centras en la parte "más importante" del amor, la que compete a las potanciales del hombre, tiende sin embargo a reducir la esencia del amor solo a su aspecto más importante pero aislandolo del todo.
Sin el impulso de atracción que el Bien ejerce en el hombre, el proceso del amor no se inicia, según Santo Tomás. Las pasiones naturales , en si mismas neutras desde el punto de vista moral, están todas sometidas al apetito concupiscible (no digo concupiscencia) y al apetito irascible (no digo ira), por lo cuales apetecemos el Bien y rechazamos el mal.
Evidentemente, las heridas de estas dos tendencias humanas por el pecado original, son las que nos impulsan a deber "purificar" la desviación que se produce también en las pasiones.
Pero sin pasiones no hay amor. Y sin impulso ciego tampoco.
La razón y la Voluntad son quienes, mediante la Gracia de Dios conducen a todo el ser humano a purificarse y amar con Todo su ser. Pero no superando a la pasión y dejándola en un lugar irrelevante, sino purificandola y perfeccionandola.
Por esto, creo que tu exposición, siendo adecuada en un sentido, si no se complementa, induce sin darnos cuesta a cierto tipo de dualismo antropológico, en donde quien ama no es la persona entera con su impulsos y pasiones incluidas, sino solo su parte "más noble".
Pero la persona es una sustancia indivisible. Si ama, lo hace con todo lo que laa conforma tanto en su aspecto racional, volitivo, impulsivo, pasional, emotivo, psicológico....
Y este amor, la lleva más allá de sí (es oblacion) y es perfeccionamiento de toda ella.
Espero no haber sido muy rollera.
Gracias.
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LA
Muchas gracias, Manoletina. Mensajes así enriquecen el artículo y la bitácora.
Vamos con las aportaciones.
1) Para empezar, mis artículos ya son largos de por sí. Por ello, procuro sintetizar y poner únicamente lo que considero más básico o relevante. Por tanto, por supiesto que habrá aspectos del amor que no trato en el artículo, como pueda ser el perfeccionamiento del sujeto amante al amar.
2) Asimismo, quien ama, aunque anteponga el Bien del otro al suyo, no deja de buscar también su propio bien. Y así es, pues al amar nos hacemos un bien a nosotros mismos, y por tanto se cumple la premisa de que todo acto busca necesariamente el bien del sujeto. En este caso, el acto de amar lo buscaría de forma mediata, al dirigirse primeramente al bien ajeno, y secundariamente al propio.
3) En cuanto a las pasiones, definitivamente depende de la definición que demos. Yo doy una sacada precisamente de Santo Tomás, acerca del impulso vehemente a la urgencia de la acción. En ese sentido, lo normal es que tiendan a obnubilar la razón, con lo cual entorpecen la voluntariedad, condición propia de todo acto voluntario. Naturalmente, se puede dar otra definición de la pasión, y de ese modo objetar mis conclusiones.
4) Discrepo de la conclusión de que sin pasiones no hay amor. Al menos, si, como he establecido, el amor no es un sentimiento o un apetito (que sí están influidos por las pasiones). Como acto de la voluntad, importa el acto en sí por encima de la intención o grado de intensidad. El impulso vehemente puede modular, pero no es sustancial al acto de amor. Se pueden llevar a cabo muchos actos en los que se busca el bien del otro por encima del propio y hacerlo sin ninguna pasión. Jesucristo, de hecho, habla del amor en muchas ocasiones, pero de la pasión en ninguna. Más aún, san Pablo nos advierte en Col 3, 5 y en 1 Tes 4, 5 contra las "pasiones desordenadas", lo que implica que la pasión en sí misma puede estar ordenada tanto al bien como al mal.
5) El amor, en efecto, implica a toda la persona, no únicamente a la parte "racional", porque efectivamente somos uno y no dos. Amamos con mente y con cuerpo. No he ahondado en ese motivo por no extenderme demasiado en el artículo.
Muchísimas gracias por sus aportaciones, Manoletina.
Bendiciones.
“Según el diccionario de María Moliner el amor es “sentimiento experimentado por una persona hacia otra que se manifiesta en desear su compañía, alegrarse con lo que es bueno para ella y sufrir con lo que es malo.”
Según la Real Academia Española, es 1. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
En el catecismo se puede leer que:
1771 El término “pasiones” designa los afectos y los sentimientos. Por medio de sus emociones, el hombre intuye lo bueno y lo malo.
1772 Ejemplos eminentes de pasiones son el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría, la tristeza y la ira.
1773 En las pasiones, en cuanto impulsos de la sensibilidad, no hay ni bien ni mal moral. Pero según dependan o no de la razón y de la voluntad, hay en ellas bien o mal moral.
1774 Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios.
1775 La perfección del bien moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también por su “corazón”.
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LA
Estimado Pedro 1.
Ya explico en el artículo que una de las confusiones más comunes en el pensamiento moderno es que el amor es un sentimiento (de origen irracional) y no un acto voluntario. Lo que puedan decir el María Moliner o la RAE del año 2020 a un artículo que pretende superar la filosofía modernista (dominante incluso en la Iglesia desde hace casi un siglo) no lo reconozco como autoridad, teniendo en cambio por ella a Aristóteles, Santo Tomás y, sobre todos ellos, al propio Cristo, el único y verdadero maestro del amor.
Sobre las citas del catecismo, sí merecemos detenernos.
Usted trae los puntos 1771 a 1775, que son un resumen de los puntos 1762 a 1770.
Merece la pena echarles un vistazo.
Para empezar, estos puntos tratan sobre la moralidad de las pasiones, no propiamente sobre el amor. En esos puntos encontramos todas estas afirmaciones, que creo van completamente en línea con lo que yo he puesto en el artículo
1762 La persona humana se ordena a la bienaventuranza por medio de sus actos deliberados: las pasiones o sentimientos que experimenta pueden disponerla y contribuir a ello.
En este punto simplemente se plantea la posibilidad de que una pasión disponga o mejore un acto deliberado, cosa que yo no he negado.
1763 Los sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo.
El texto da por sinónimos a los sentimientos y a las pasiones. Yo los he diferenciado (sentimiento= emoción racionalizada y duradera; pasión= impulso vehemente para obrar). Asimismo, en la siguiente frase parece equipararlos al concepto de apetito intelectual aristotélico, que yo ya he explicado que informa a la voluntad, pero no es lo mismo que la voluntad. Creo que en líneas generales (aunque al CIC no emplee aquí el amor como ejemplo de obrar en razón) no hay contradicción con lo que yo expongo.
1764 Las pasiones son componentes naturales del psiquismo humano, constituyen el lugar de paso y aseguran el vínculo entre la vida sensible y la vida del espíritu. Nuestro Señor señala al corazón del hombre como la fuente de donde brota el movimiento de las pasiones (cf Mc 7, 21).
Practicamente toda la parte psicológica del último CIC es nueva, y no se halla en los catecismos previos, más centrados en la teología y la moral. Se establece en esta frase que las pasiones son las que vinculan la vida sensible (la parte animal) con la espiritual (mente o alma). Ese principio se enreda más si mantenemos la identificación entre sentimientos y pasiones (hay sentimientos nada vehementes). La última frase incluye un nuevo concepto, aún más confuso, el del "corazón del hombre", que no sabemos si interpretarlo como sentimiento o mente. A priori, si es la fuente de las pasiones, se diría que hablamos inicialmente de la parte sensible (irracional) y secundariamente de la espiritual (racional), que modula a aquella. Para más confusión, en la cita de san Marcos Cristo no habla de "pasiones" que salen del corazón, sino de pecados:
21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.
Si aceptamos la conclusión del autor de este pasaje del CIC (las pasiones brotan del corazón del hombre), se diría que Jesucristo está más bien recalcando que las pasiones llevan al hombre al mal.
1765 Las pasiones son numerosas. La más fundamental es el amor que la atracción del bien despierta. El amor causa el deseo del bien ausente y la esperanza de obtenerlo. Este movimiento culmina en el placer y el gozo del bien poseído. La aprehensión del mal causa el odio, la aversión y el temor ante el mal que puede sobrevenir. Este movimiento culmina en la tristeza a causa del mal presente o en la ira que se opone a él.
1766 “Amar es desear el bien a alguien” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 26, a. 4, c). Los demás afectos tienen su fuerza en este movimiento original del corazón del hombre hacia el bien. Sólo el bien es amado (cf. San Agustín, De Trinitate, 8, 3, 4). “Las pasiones son malas si el amor es malo, buenas si es bueno” (San Agustín, De civitate Dei, 14, 7).
Estos párrafos se basan sobre todo en los Doctores de la Iglesia San Agustín y Santo Tomás. En ese sentido, siguiendo a los clásicos griegos denominan amor a lo que yo (y también Santo Tomás) he llamado apetito de bien (deseo de bien ausente y esperanza de obtenerlo), cuyas características son la involuntariedad y ser innatos. Jesucristo, en cambio, siempre que enseña sobre el amor, asocia invariablemente una acción ("el Padre ha amado al hijo y pone todo en sus manos" Jn 3, 35; "el que me ama será fiel a mi palabra" Jn 14, 23; "Amad a vuestros enemigos, rogad por vuestros perseguidores" Mt 5, 43; "Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio" Lc 6, 35; "Os mando que os améis los unos a los otros como yo os he amado" Jn 15, 17, et cetera). El amor que Cristo enseña es pues amor activo, electivo y de donación, no una pasión innata e involuntaria. ¿Entonces? Pues creo que sería más práctico, para un lector medio que no aprecia las sutilezas en filosofía, dejar claro que para el autor del artículo, amor es lo que enseña Jesucristo, y lo que los clásicos y Santo Tomás llaman amor en ese contexto, apetito de Bien. No es contradictorio, pues el apetito de bien, en efecto, inclina a realizar actos amorosos (practicar el Bien), pero entiendo que no son lo mismo. Y, lo que es peor, en una sociedad donde el sentimiento se erige en "autenticidad" del ser, si equiparamos amor a pasión, sin haber dado un curso de filosofía antes, nos lleva a considerar amor a lo que "sale del corazón del hombre", y ya hemos visto en Mateo 7, 21 qué considera Jesucristo eso que sale "del corazón del hombre".
1767 En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Sólo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad.
1768 Los sentimientos más profundos no deciden ni la moralidad, ni la santidad de las personas; son el depósito inagotable de las imágenes y de las afecciones en que se expresa la vida moral.
Ni en estos dos puntos, ni en los otros que terminan el capítulo antes del resumen, hallo nada que vaya en contra de lo que expongo en el artículo.
Por otra parte, cuando vemos el tratamiento que da al amor el CIC en el resto de puntos en los que lo trata, vemos que siempre es un acto (incluso una obligación) y no se le define como sentimiento o pasión. Véanse ejemplos:
2083 Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt 22, 37; cf Lc 10, 27: “...y con todas tus fuerzas”).
1824 Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: “Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8-10).
2742 Este ardor incansable no puede venir más que del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es el del amor humilde, confiado y perseverante.
2104 la exigencia de la caridad que empuja a los cristianos “a tratar con amor, prudencia y paciencia a los hombres que viven en el error o en la ignorancia de la fe”
1503 Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren.
315 En la creación del mundo y del hombre, Dios ofreció el primero y universal testimonio de su amor todopoderoso y de su sabiduría.
2843 Así, adquieren vida las palabras del Señor sobre el perdón, este Amor que ama hasta el extremo del amor (cf Jn 13, 1). La parábola del siervo sin entrañas, que culmina la enseñanza del Señor sobre la comunión eclesial (cf. Mt 18, 23-35), acaba con esta frase: “Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonáis cada uno de corazón a vuestro hermano”
Y hay muchos más que no añado por no fatigar más al lector.
Por último, no tendría sentido que se pudiese obligar una pasión ("amaos los unos a los otros") o juzgar una pasión ("al atardecer de la vida nos examinarán del amor"), puesto que la pasión nace de lo irracional, y no es voluntaria. Nosotros no decidimos desear vehementemente la urgencia del acto.
Un saludo cordial.
Eso dicen los siquiatras; entre los profesionales de la ciencia, de los más frustrados...
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LA
Muy al contrario. La mayoría opina que es la consecuencia de una alteración hormonal. O sea, de la parte sensitiva o animal (y por ende, irracional) del ser humano. Algunos lo tienen por sentimiento, pero los más directamente lo consideran un apetito puramente animal.
Como botón una muestra, bastante chabacana, y muy extendida en la doctrina posmoderna de nuestra sociedad: https://www.muyinteresante.es/ciencia/test/la-bioquimica-del-amor-lo-sabes-todo
Y otra que intenta ir de científica: http://www.massaludfacmed.unam.mx/?p=8417#:~:text=Cuando%20nos%20enamoramos%20ocurren%20distintos,Serotonina.
Ahora bien, en los santos esa clase de amor de ágape o de caridad a veces no necesita ni siquiera el conocimiento de la otra persona, es un amor santo, como ocurrió en el caso de San Maximilian Kolbe que no sabía quién era aquel por el que ofreció su vida. Se conmovió ante un padre de familia que iba a morir y se cambió por él, por eso es un mártir de la Caridad. La Caridad no necesita atracción alguna, lo único que la mueve es el Amor de Dios manifestado en cualquiera de sus criaturas, sea esta quién sea e independientemente de su afinidad contigo o su atractivo. Sorprendentemente este tipo de amor es de todos el más dispuesto a sacrificarse por el otro.
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LA
A mi juicio todo impulso de amor debe manifestarse necesariamente en actos de amor para poder ser considerado genuino.
Quizá por ser el que no proviene de una inclinación, afinidad, apetito o sentimiento previos, el amor de caridad sea el más elevado, en efecto. Tal vez por ser el más fiel reflejo del amor de Dios, que como absolutamente libre que es, tiene una voluntad absolutamente pura, y por tanto su amor es absolutamente oblativo (no necesita ningún vehículo para alcanzar el Bien, pues Él es el Bien).
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LA
El objeto del mero apetito carnal es una de las confusones con el amor más comunes en nuestra cultura actual.
Puesto que Dios es Amor, todo lo que hace es por nuestro bien.
Paz y Bien
Un sicólogo siempre concluirá en la mente, en la mayor o menor capacidad de la persona para imponerse y mantener, "lógica" y "racionalmente", dentro de parámetros de "normalidad" las "conductas" como el amor, el odio...
Por supuesto, desde esa óptica la mayoría de nuestras conductas resultan patológicas. Ni se diga de San Maximilian Kolbe...
(Recuerdo el caso de la dama en proceso de separación conyugal, informada por su sicólogo del estado depresivo "normal" que no debería exceder las cuatro semanas... y colorín colorado...
Días después la dama con una amiga en el bar trapeaba penas entre charlas y tragos, divisa en un rincón ¡al sicólogo!, quién, al decir del mesero, asiduo desde años en que lo abandonara su cónyuge, siempre solitario en aquel recodo ahogaba en alcohol sus penas...)
El problema es que el amor, como todos los sentimientos humanos, exceden lo lógico, traspasan lo racional y sobrepasan la voluntad. Siendo desde esa óptica "irracionales", valga decir, imponderables desde una óptica que no considere la dimensión existencial espiritual del ser humano.
Porque el amor, más que un acto volitivo de entrega, es una expresión espiritual de pertenencia.
Es que hasta los animales. La paloma aquella que en mi niñez vi morir de hambre, ante la ausencia del palomo... Y aquel cachorro, que a la muerte de su único hermano tomó una esperanza tan triste, melancólica e inútil, que desgarraba el alma...
infructuosamente la lógica pretende explicarlo, la razón comprenderlo y la voluntad concretarlo, porque el amor siempre será lo que es: la más hermosa irracionalidad y sublime expresión espiritual del ser humano.
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LA
Si lo que usted dijera fuera cierto, ni el amor consistiría el procurar ningún bien (puesto que sobrepasa la voluntad), ni tendría razón Jesucristo, o Dios, para mandarnos amar a nadie, puesto que la voluntad no puede por sí misma ejercer una "expresión espiritual de pertenencia".
Afortunadamente, el sentimiento de atracción no es lo mismo que el amor, y por supuesto, los animales no pueden "amar", ya que ni tienen razón ni voluntad libre.
Tampoco el odio es una patología si tiene un origen real, solo lo es en el caso de que el supuesto agravio sea una invención de la mente.
Deja la psicología en su lugar porque gente como tú no hace más que hundir en el fango lo más noble del alma humana embarrándolo con verborrea.
"Lo último que le queda ya a ésta sociedad es pensar que la Caridad en grado máximo es una patología"
Desde esa óptica, por supuesto que sí. De hecho, a la persona caritativa se la considera de siquiátrico...
Que el amor excede la voluntad es inobjetable, pues de lo contrario anegaría en la conveniencia.
¡Por Dios!... Por eso mismo, por constituir un mandato divino, es impera en la voluntad. No existe elección posible.
Por supuesto que el odio es, desde sus causas y consecuencias, una patología conductual del ser humano.
El amor valuado y tarifado desde la miopía lógica racional del ser humano, degenera en vulgar conveniencia
¿Quién es el desdichado que cae en el absurdo de "racionalizar" sus amores; en la desgracia de enfangar con silogismos ese sentimiento tan hermoso que sólo se entiende viviéndolo hasta la plenitud que nos alcance nuestra esperanza y fe...
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LA
No puede haber "conveniencia" alguna en desear el bien del otro por encima del bien propio. Excepto la conveniencia de salvar la propia alma y procurar la salvación de la de los demás, que es conveniencia magnífica, santificante y objeto único de la fe.
El hábito de amor proviene de la práctica de actos de amor. Y eso sí es inobjetable.
Y por eso es meritorio. Y por eso puede mandarlo Nuestro Señor.
Por lo mismo, el odio consiste en procurar el mal del otro. Y conduce al pecado, del mismo modo que el amor conduce a la virtud.
Aquí no pintan nada las patologías mentales, que son alteraciones de la conducta y la cognición, no del acto moral
Los sentimientos son humanos, pero su origen es irracional, y por supuesto, no son el amor del que hablaba Jesucristo.
El amor valuado y tarifado desde la miopía lógica racional del ser humano, degenera en vulgar conveniencia
¿Quién es el desdichado que cae en el absurdo de "racionalizar" sus amores; en la desgracia de enfangar con silogismos ese sentimiento tan hermoso que sólo se entiende viviéndolo hasta la plenitud que nos alcance nuestra esperanza y fe...
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La conveniencia puede ser vulgar, o sea ser cosa propia del vulgo, pero eso no hace que sea algo malo. De hecho, la primera de las conveniencias es la santidad.
Puedes desear el bien de alguien con quien estás enfadado y tambien puedes estar enamoradísimo de alguien a quien no le haces ningún bien.
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Estoy cansado
(..) el amor siempre será lo que es: la más hermosa irracionalidad y sublime expresión espiritual del ser humano.
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No hay nada hermoso en la irracionalidad. Eso son eslóganes de las compañías de marqueting y de los politicos para venderte eso que no necesitas.
También era un eslogan de los surrealistas. Y entonces pintaban un cuadro de un pato con un water en la cabeza. Cuadro que, por otro lado, todo el mundo trataba de racionalizar para poder tener una opinión sobre él.
Como es la vida, el ser humano, desde que sus primeras neuronas se confabularon para tratar de comprender la verdadera razón de las cosas, se ha rebanado, mejor dicho, ha engrosado los sesos con materia gris, buscándole explicación desde su instante existencial a una realidad y a un mundo que lo traspasa en dimensionalidad e infinitud existencial.
No le alcanzan las neuronas al ser humano para conocer lo incognoscible, para comprender lo incomprensible, para razonar lo irrazonable. Por eso lo intuye, por eso su esperanza y su fe, por eso confluye en expresión espiritual hacia el depositario de la razón primera y última del universo: Dios.
Por eso, el mayor error e irracionalidad del filósofo y del científico, ha sido pretender comprender y explicar la realidad y el universo allende dellos y no desde ellos, querer ajustar el mundo a la verdad de su razón y no someter su torpe y limitada razón a la auténtica verdad del mundo.
De allí la prepotencia de presumir el hombre un poder y alcance de razón que no posee. De allí el desvivir de una humanidad desintegrada de una existencialidad que en, alcance y posibilidades, la trasciende. De allí o la negación o la aceptación intelectualmente tarifada de Dios. De allí que entre el ser irracional y la realidad y el mundo irrazonables, la racionalidad humana abre únicamente rendijas hacia una verdad inalcanzable que tiene en la palma de sus manos.
De allí la prepotencia de presumir el hombre un poder y alcance de razón que no posee. De allí el desvivir de una humanidad desintegrada de una existencialidad que en, alcance y posibilidades, la trasciende. De allí o la negación o la aceptación intelectualmente tarifada de Dios. De allí que entre el ser irracional y la realidad y el mundo irrazonables, la racionalidad humana abre únicamente rendijas hacia una verdad inalcanzable que tiene en la palma de sus manos.
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Creo que confunde usted conceptos. La razón es la base del conocimiento científico de la naturaleza, y al conocimiento de ella se ha ido acercando la humanidad a través de un proceso acumulativo de técnicas y evidencias demostrables. La razón es la base de indagación filosófica que se preguntó en un primer momento por el por qué de las cosas. Y tambien es el fundamento de la teología, que ha tenido durante dos mil años a un montón de monjes. curas y seglares de todo tipo devanándose los sesos sobre el significado de las verdades reveladas. En el mundo creado por Dios, nuestro Señor, no hay nada irracional ni irrazonable. Cosa distinta es que su naturaleza no nos sea del todo alcanzable, pero ese es otro asunto.
Otro motivo por el cual lo irracional ha adquirido popularidad en el mundo moderno es porque ello nos permite abdicar de responsabilidades. Es muy propio de una sociedad apóstata regresar a un modelo de pensamiento supersticioso. Diría que eso ocurrió también históricamente con los románticos que rebelándose contra el positivismo mecánico de la ilustración, habiendo ya abandonado a Dios, se dedicaron a refugiarse en oscuros mitos. Alguien decía que por eso en España el romanticismo fue tardío, escaso y algo peculiar: Aquí ya vivíamos con el misterio, pero el de verdad, uno que es racional y luminoso.
Ni siquiera aquel loco se pudo permitir no ser entendido porque si no hubiese sido un loco del montón. Nietzsche tenía un amigo al que le fascinaba su genialidad, pero se dio cuenta a dónde conducía aquello y dice literalmente: "entonces le deje de la mano". y llegaría un momento, que no conocemos, en las que ya solo podría decir cosas propias de un orate ya sin genialidad alguna. Se hundió en la locura.
Palas, siempre tan "racional" ella... Con ocho décadas a cuestas y todavía no acumula suficiente humildad para aceptar que de este mundo no conoció ni razonó ni comprendió un carajo, como sí lo enunció sensata y Sabiamente Sócrates...
Solamente iré que no se trata de racionalismo o romanticismo ni qué ocho cuartos...
Simplemente se sensatez es el asunto. Del mínimo de humildad para comprendernos, con nuestras facultades, posibilidades y carencias y limitaciones, dentro de la gran verdad que constituye al universo, a la vida y a nuestras existencias.
¿Conceptos y definiciones? Si a cada rato y desde siempre han cambiado ¿ Por que aferrarnos a ellos cual epitafios?
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LA
Edito y censuro su apelativo despectivo a otro comentarista. El cual, por otra parte, no le ha faltado a usted al respeto en nada.
Manténgase dentro de los límites de la argumentación razonada, si quiere seguir participando en la zona de comentarios.
Un cordial saludo.
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LA
Preciosa la definición del amor de san Pablo. Aunque se refiere al amor de Caridad (al prójimo), es probablemente aplicable a todos los demás.
Por supuesto que todo bien proviene del Espíritu Santo, y es gracias a la acción del Espíritu Santo por lo que sí es posible para el hombre (que no alcanza por sus propias fuerzas) hacer el Bien, y por tanto, amar como Dios nos enseña. Así pues, ningún hombre puede alegar que no es libre para amar, puesto que Dios nos da su gracia para hacerlo, y quien no lo hace cuando puede es reo de pecado.
Eso se puede ver en otros textos de san Pablo (Efesios 1, 15, o 4, 2, cuando alaba a los hermanos por el amor que se tienen; Efesios 5, 2, cuando propone como modelo para el amor a Cristo, entre otros).
Un cordial saludo.
Un cordial saludo.
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LA
También de Cristo son las parábolas del juez inicuo o del amigo inoportuno, quienes hacen actos de amor (justicia al débil, o alimentar al hambriento) por motivos nada espirituales (básicamente para que dejen de molestarles): todo acto de amor está en último término motivado por el Espíritu, pero no todas las intenciones humanas cuando hacen el Bien a los demás necesariamente son puras.
De hecho, también los no creyentes pueden realizar actos de amor ("si vosotros que sois malos, dais cosas buenas a vuestros hijos" o "¿acaso los gentiles no aman a sus amigos?"). El hecho de que sepamos que finalmente son movidos por Dios a hacerlos, no quiere decir que en su libertad no puedan realizar esos actos incluso negando a Dios, y atribuyendo su intención a otras causas.
El pecado original oscurece el entendimiento, pero no lo elimina por completo. Sí, también los impuros pueden realizar actos de amor ocasionales, pero sólo persiste en ellos (es decir, sigue el camino de la santidad), quien escucha a Cristo, que es palabra de vida eterna, y pone en práctica sus mandamientos. Quien lo niega, nunca permite al Amor con mayúsculas (el Amor de los Amores) ser el guía de su vida. Y así sus actos meritorios acaban siendo estériles y se agostan sin dar frutos de vida eterna, como la semilla nacida entre espinos.
Un saludo cordial.
¿Por qué las personas pueden ejercer actitudes de amor, ética, moralidad, y vida espiritual? Porque: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" (Gén.1:27). ¡Ésta es la razón de su capacidad!, y como bien dice usted, "no eliminada por completo", a pesar de la caída adámica, la cual ha sido transferible a toda la humanidad.
Disculpe mi insistencia, y con sinceridad agradezco sus puntuaciones reflexivas. Un cordial saludo.
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LA
No tiene nada que agradecer, es un auténtico placer, y además muy enriquecedor para mí.
Naturalmente, no puedo sino estar de acuerdo que nuestra capacidad de amor sólo viene del Espíritu Santo, no de otra parte. Pero es evidente a la razón, que hay personas capaces de obrar libremente con amor en momentos determinados, y no obstante, negar ese origen sobrenatural.
Un saludo cordial.
Racionalizar el amor parece interesante como ejercicio intelectual filosófico, aún como juego mental frívolo, Pero tal vez nos hace falta un poco del santo temor de Dios para que Le respetemos y no Le involucremos en nuestros juegos.
Disculpen si he parecí hostil, pero el amor que une al individuo, la madre sobre todo, con su hijo, no es algo racional ni electivo, y el amor que inspiró a la pareja que concibió a ese hijo, en mayoría de casos inició en deseo natural. Aunque tal vez la gente por eso ahora no se casa ni procrea, o aborta, porque todo lo somete a la más racional conveniencia, con el deseo como una simple demanda fisiológica.
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LA
Dios es el autor de la razón, y nos la dio para que Le amásemos libremente; de otro modo, nos hubiera mantenido al nivel de las bestias, que cumplen Su voluntad sin libertad.
Decir que el amor es procurar el bien del otro por encima de nuestro bien, es exactamente aquello que Jesucristo nos enseñó ("no hay amor más grande que dar la vida por los amigos", "amaos los unos a los otros como yo os he amado"). Hay amores más naturales que otros, pero todos ellos conllevan acción y voluntad libre de amar.
Precisamente el sentimiento es inevitable: las personas nos despiertan ternura, aversión, atracción, simpatía, repulsión, lástima o asco. Eso podemos intelectualizarlo, alentarlo, o reprimirlo, pero es completamente involuntario.
En cambio, hacer el bien a todos, independientemente de los sentimientos que nos provoquen... eso es amor.
Esta situación, que muchos hemos conocido, es caso común de amor abnegado que puede ser irracional y contraproducente, probando la sabiduría de "Amarás a tu prójimo como a tí mismo" como adecuada corrección.
Gracias por su respuesta. Saludos.
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LA
El acto de amor no es irracional, pues se toma con pleno asentimiento de la voluntad.
Asunto bien distinto es que la razón pueda errar en su juicio, y actuar con falta de prudencia. En los casos extremos que usted pone, el sacrificio resulta estéril, puesto que quien no está en buenas condiciones para obrar, no sólo no hace un mayor bien a otro, sino que incluso puede hacerle menos bien.
Mas la diferente casuística no modifica el principio. Y amar al prójimo como a uno mismo es procurar su bien por encima de todo, que es lo que nos gustaría de otros.
Gracias por sus amables palabras. Un saludo cordial.
"Con amor, toda la conducta marcha a la perfección; por lo que es capaz de hacer y por lo que no está dispuesto a hacer; el amor es:
(a) sufrido ("makrothyméi"): tiene una inmensa capacidad de aguante,, una paciente longanimidad con los defectos, miserias y ataques de los demás (Ro.12:18.21 "vence con el bien el mal"; Ef,4;2; Col.3:13). En la filosofía del famoso Kung- Fu se encuentra una sabia máxima: "Sólo te puede dañar el mal, si hay dentro de ti algo que le pres acogida". Pablo va más lejos, porque no sólo exhorta a defenderse del mal, sino a vencer con el bien el mal. (b) benigno ("chrestéuetai"):: reacciona con amabilidad, no sólo con mansedumbre, en bien de los demás, aun cuando sea maltratado. (c) no tiene envidia ("u zelói"): no tiene celos de los éxitos ajenos, algo que suele ser la prueba de fuego para el verdadero creyente, en especial para ministros del Señor. (d) no es jactancioso ("u perperéuetai"): no se hincha como un globo lleno de aire, ligero y frívolo. (e) no se envanece ("u physjútai"): no se engríe, no es orgulloso, no busca imponerse por soberbia, está dispuesto a admitir sus defectos y a escuchar razones, consejos y reproches. (f) no hace nada indebido ("uk aschemonéi"): no hace nada indecoroso, nada fuera de lugar, nada descortés. La genuina cortesía es la flor del respeto y del amor. (g) no busca lo suyo ("u zetéi ta heantés"): el amor es la antítesis del egoísmo, y la única raíz del altruismo. (h) no se irrita ("u paroxiínetai"): no es propenso a la susceptibilidad ni a ofenderse por injurias de cualquier clase; no se pone de mal genio. Dejo el resto al siguiente comentario. ¡Gracias! Y bendición del Señor.
De nuevo, estimado Luís, ¡muchas gracias! Y que Dios le bendiga.
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LA
Gracias a usted por participar. Y por aportar. Dios le bendiga a usted y a los suyos.
Muchas gracias por este artículo tan esclarecedor. Me surgen dos preguntas que espero tenga usted el tiempo y voluntad de responder:
1. ¿La definición que usted da de amor (entiendo que es el amor que nos enseña Jesús) la ha formulado usted? Es decir, si quisiera usar esa definición en un escrito, ¿lo citaría a usted?
2. Me cuesta conciliar en la práctica esa definición con la necesidad de “cuidarse a uno mismo”, o poner límites, por ejemplo, la madre que se siente agotada física y emocionalmente (y etc.) de cuidar a su hijo enfermo y “necesita” tiempo para ella misma. Aunque sea por un breve tiempo, opta por elegir su bienestar, de lo contrario colapsaría...
¿Se puede decir que dado que opta por “anteponer su bien” al de su hijo momentáneamente con la finalidad de descansar y volver después a cuidarlo, entonces su acción sigue siendo de amor? La contradicción sólo sería aparente.
O en el caso de una mujer que en su matrimonio es agredida físicamente (o como sea), ¿el ponerle un límite al agresor sería tanto un acto de amor hacia el agresor (por no permitirle seguir pecando) como un acto de amor propio legítimo?
Muchas gracias, Dios lo bendiga.
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LA
Sin pecado concebida.
La definición "amar es procurar el bien del otro por encima del propio bien" no es mía. Esta estrictamente la hizo el papa Juan Pablo II, pero la idea en sí yo creo que proviene de principios del Cristianismo.
Los casos que usted consulta, como pasa con muchos otros similares, presentan dudas cuya solución recae en el concepto de Bien. El bien del otro no siempre coincide con su voluntad, puesto que la razón humana está dañada por el pecado original, y siempre tentada por su concupiscencia y por el Malo.
Por tanto, saber cuál es el Bien del otro precisa un proceso de discernimiento. Por ejemplo, el bien de un hijo enfermo es ser cuidado, pero también es un bien que su madre se halle en buen estado. Por tanto, procurar su bien será lograr ambas cosas, para lo cual habrá que establecer turnos de cuidado entre quienes puedan, o buscar ayuda externa. Si ello no es posible, su madre, efectivamente, sufrirá físicamente por el cansancio, y psicológicamente por la sobrecarga y posiblemente por la sensación de culpabilidad. Como con cualquier sufrimiento, pedir al Señor ayuda, y ofrecerlo como asociación al padecimiento de Nuestro Señor en la cruz son una adecuada actitud. Dios nunca falla.
El marido que agrede a su mujer está pecando, al faltar gravemente a sus votos matrimoniales. Impedirle hacerlo es precisamente procurar su Bien, e iniciar el camino hacia su arrepentimiento y penitencia, con los cuales se reintegrará al amor de Dios (y de su esposa).
Y así con cada caso, hay que buscar cuál es el Bien, pero según los planes de Dios, no los nuestros.
Un abrazo en Cristo, feliz y Santa Natividad del Señor, y feliz año nuevo.
Muchas gracias, Luis, por tu tiempo. Espero no molestar, es que de hecho estoy escribiendo al respecto y me gustaría tener la fuente exacta de la definición. Tengo los libros de K. Wojtyla, pero no recuerdo haber leído esa definición, al contrario, en Amor y Responsabilidad define el amor como una tendencia (!) hacia el verdadero bien de otra persona. ¿Me podría decir en dónde la encuentro?
¡Dios lo bendiga y Feliz Natividad de nuestro Señor!
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LA
Sin pecado concebida.
Me acaba usted de pillar. No lo recuerdo exactamente, aunque aseguraría que fue en un texto sobre el amor y en el que descalificaba la convivencia prematrimonial.
Dios le bendiga.
Espero que se encuentre bien, Luis. He estado pensando en cómo explicar esta definición de amor a personas no cristianas y también responder a objeciones que puedan presentar desde la psicología los que temen que definir el amor así pueda llevar a una relación de dominio-sumisión o a una poca (no adecuada) consideración de sí mismo, que llamarían “baja autoestima”. Se me ocurre lo siguiente, espero pueda darme su retroalimentación:
Amor es el acto de la voluntad por el cual se procura el bien (1. honesto) del otro por encima del propio bien (2. útil y deleitable).
1. No excluye que busquemos bienes útiles y deleitables para la persona amada, pero nunca procuraremos ninguno de éstos si no son también honestos.
2. El amor propio ordenado es procurar el bien mayor para uno mismo. A la vez, el amor es el bien mayor, por lo cual, al amar estamos procurándolo. En ese sentido me parece imposible no buscar el bien propio al buscar amar.
No sé si estoy pensando claro y siento que podría parecerle contradictorio a las personas.
Por otra parte, entiendo que el amor de Dios es una locura y está lleno de esas paradojas: “el que quiera ser el primero que se haga el último”, “quien pierda su vida la ganará”, etc.
Dios lo bendiga.
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LA
Sin pecado concebida.
Estimado Saúl, ambas afirmaciones que usted indica son ciertas. No puedo sino estar de acuerdo con ellas.
En general hoy en día se produce una confusión de base (la del binomio dominio-sumisión), que ciertamente refleja el pensamiento dominante de quien lo propone, esto es, la afirmación de que buscar el bien del otro es equivalente a "hacer lo que él quiera", afirmación que no se halla por ninguna parte en el Evangelio. Hacer el bien del otro es, exactamente, eso: hacer lo mejor para él.
Asimilar el bien propio a la propia voluntad es propio de quién profesa la doctrina de la filosofía liberal de la autonomía de la voluntad, que considera la voluntad propia principio rector del obrar moral, quedando cualquier discusión sobre lo bueno o lo malo del acto reducida al ámbito exclusivo de la conciencia. Hoy en día es tanto como decir, casi todo el mundo.
Para esta forma de pensar, todo se reduce a la lucha de voluntades, y si uno renuncia a la propia autonomía es porque se "somete" a la de otro, quedando como única alternativa la transacción. O la "revolución", para cambiar las tornas y someter a la voluntad ajena a la propia.
El cristiano pone el bien propio y ajeno en los mandamientos de Dios (sea la ley natural o la revelada), ante los que la voluntad personal se pliega, en la confianza de que aquello que manda Dios es lo mejor para nosotros.
Ese bien de origen sobrenatural es el que debe procurar el amor.
Dios le bendiga.
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