La Iglesia de Oriente (y IV)
La creación de la Iglesia Católica Caldea y la Iglesia Ortodoxa Asiria
La línea “Josefita” (de Joseph I), católica, estuvo basada en Amida. Aunque no hereditaria, todos sus patriarcas adoptaron el nombre de Joseph por delante del suyo. Así: Jospeh II Sliba (1696-1713), que murió de una plaga; Joseph III Timoteo (1713-1757) que logró muchas conversiones, pero por ello fue encarcelado en varias ocasiones por influencia del patriarca nestoriano de Alqosh; y Joseph IV Lazaro Hindú (1757-1796), que hizo varios viajes a Europa para recabar dinero con el que pagar el impuesto especial a su arruinada congregación que habían establecido los otomanos; trató de designar a su sobrino sucesor (es obvio que esta era una inclinación muy fuerte entre los cristianos orientales), pero esta vez la Santa Sede lo prohibió enérgicamente, para evitar un enésimo cisma.
Con el permiso del sultán otomano, Roma estableció a lo largo del siglo XVIII varias misiones católicas en Iraq. Su éxito fue importante, sobre todo entre los cristianos de las clases altas de Mosul, y pronto jugarían un papel importante en los acontecimientos de la fragmentada Iglesia de Oriente. En la década de 1770, el papado decidió tomar en consideración la debilidad y dispersión de los patriarcados orientales. La firmeza nestoriana de los cristianos de Oriente se había debilitado, y no pocos de entre los principales eran partidarios de buscar la protección del papa, cuyas ligas católicas habían logrado frenar a los otomanos en Europa.
Se enviaron embajadores a los dos patriarcas que mantenían la transmisión hereditaria y no estaban en comunión con Roma: el de Alqosh (linaje de Eliya) y el de Qochanis (linaje de Shimun). Eliya XII Denha, de Alqosh, presionado por los muchos conversos de Mosul, respondió favorablemente con una profesión de fe católica en 1776, poniendo fin al cisma con Roma. Tras su muerte en 1778, su sobrino Isoyahab profesó el catolicismo y con el apoyo de los misioneros latinos fue elegido patriarca, con el nombre de Eliya XIII Isoyahab. Un año después, tras obtener el firman del sultán, abjuró del catolicismo. Los notables cristianos de Mosul resolvieron deponerle y elevar en su lugar a Yohannan VIII Hormisdas, otro sobrino de Eliya XII, comprándole al gobernador de Mosul el firman del sultán. La Santa Sede reconoció a Yohannan como “administrador del patriarcado de Babilonia” (patriarca en todo salvo el nombre), título que teóricamente recaía en Joseph IV Lázaro, de Amida.
El gobierno de Yohannan VIII fue probablemente el más agitado de la historia de la Iglesia de Oriente. Aunque destacó como apóstol del catolicismo (convirtiendo numerosas villas y aldeas), su gobierno fue débil y cayó en irregularidades. Tuvo que enfrentar, además del depuesto Eliya XIII (que ensayó una nueva conversión al catolicismo para obtener apoyos), la desafección de los misioneros latinos y el vicario apostólico Campanile, y los desencuentros con Gabriel Dambo, un devoto mercader de Bagdad que restauró el esplendor del monasterio del Beato Horsmidas, con riquezas materiales y espirituales, un seminario y numerosos monjes. Por supuesto, no faltaron las intervenciones de diversos pashas otomanos en favor o contra suya. En varias ocasiones fue denunciado ante la Sagrada Congregación, y finalmente en 1812 fue suspendido como administrador, y elegido en su lugar Joseph V Augustino (sucesor de Joseph IV Lázaro desde 1796 en Amida), que recibió el apoyo de los monjes de Beato Hormisdas. Yohannan no aceptó, apoyado por los afectos a la vieja familia patriarcal, y se creó un nuevo conflicto entre ambos administradores, que duró hasta la absolución pontificia de Yohannan en 1826, y la muerte de Augustino en 1827.
Tras pasar una nueva investigación papal, y a despecho de sus muchos enemigos, Yohannan VII Hormisdas fue elevado a la dignidad de Patriarca de Babilonia de los Caldeos en 1830. Con este nombramiento se suprimió el patriarcado “josefita” de Amida, reunido con el de Alqosh. El patriarca trasladó la sede a Mosul, y esto supuso el nacimiento de la Iglesia católica Caldea. Yohannan VII gobernó como patriarca durante otros 8 años hasta su muerte, y con él se extinguió el linaje patriarcal “de Eliya”.
Mientras tanto, el pequeño patriarcado nestoriano de Qochanis (del que apenas tenemos datos) pervivió en la línea “de Shimun”, en sus sucesores Shimun XIV Shlemon (1700-1740 aprox); Mar Shimun XV Mikhail (1740-1780 aprox) y Shimun XVI Yohannan (1780-1820 aprox). Rechazaron las embajadas papales, y desde la unificación que dio lugar a la Iglesia católica Caldea, usaron oficialmente un nombre que ya venían empleando anteriormente, el de Iglesia Ortodoxa Asiria. Curiosamente, el linaje que primero se acercó a Roma resultó ser el único que finalmente persistió nestoriano. Le sucedieron Shimun XVII Abraham (1820-1860 aprox); Mar Shimun XVIII Rubil (1861-1903) y Mar Shimun XXI Benyamin (1903-1918), todos en herencia de tío a sobrino o entre hermanos.
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Las comunidades nasrani en la India
Si la profusión de linajes y patriarcas en Iraq son difíciles de seguir, la atomización de la Iglesia de Oriente en la India es proverbialmente confusa, incluso para los expertos en eclesiología oriental. A partir del siglo XVIII los británicos desplazaron a los holandeses en la influencia en la costa malabar.
La Iglesia sirio-Malankara (dependiente del patriarca miafisista de Antioquía), fue la que con más intensidad ha sufrido divisiones. En 1772, una disputa entre el metropolitano Mar Dionisio y el obispo vicario del patriarca siro-miafisista, Gregorio, concluyó en la ordenación de un monje (Cirilio), como rival del metropolitano. Unas pocas parroquias de Cochin le siguieron, y creó la minúscula Iglesia siro-malabar independiente (también conocida como Iglesia Thozhiyur), que ha tenido relaciones amistosas continuas con las demás Iglesias malabares y con los anglicanos británicos. Actualmente cuenta con no más de 30.000 miembros.
Con el apoyo de los gobernantes británicos, el protestantismo llegó a la India a principios del siglo XIX. El pastor Claudio Buchanan persuadió en 1806 al metropolitano siro-malankar, Mar Tomás VI, para traducir la Biblia del siriaco al malayalam. Ese año tuvo lugar la “Declaración de Arthat”, que establecía la independencia de la Iglesia sirio-malankar de la autoridad doctrinal o jurisdiccional de Roma o Antioquía. En 1818 el metropolitano Tomás XI, junto al predicador Abraham Malpan “reformaron” la Iglesia siro-malankar en un sentido protestante, con el apoyo de los misioneros anglicanos. No obstante, Tomás XII, en el sínodo de 1836 aprobó el retorno a la obediencia al patriarcado miafisista de Antioquía y las tradiciones doctrinales en el sínodo de Mavelikara. Las disputas continuaron con los seguidores de Abraham Malpan, en 1875 se produjo un cisma y en 1889 un veredicto del rajá de Travancora dictaminó la independencia de la llamada Iglesia siro-malankara de Santo Tomás, que es totalmente protestante y forma parte de la Comunión Anglicana; tiene aproximadamente medio millón de fieles en todo el mundo. En 1961 sufrió a su vez una escisión evangelista llamada Iglesia evangélica de Santo Tomás (unos 50.000 fieles actualmente).
En 1912 la Iglesia siro-malankara vio una nueva escisión debida a una discusión sobre las prerrogativas del patriarca de Antioquía. Los que reconocían su autoridad plena (el “partido patriarcal”) formó la Iglesia siria-jacobita; la mayoría (partido “metropolitano”) solo reconocía al patriarca la autoridad en asuntos espirituales, y elevó al metropolitano al rango de Catholicos de Oriente para la India, reconociéndose autocéfala. Ambas Iglesias comparten dogmas y rito malankara (variante del siríaco occidental), y han mantenido frecuentes reuniones para reunificarse (lo estuvieron efectivamente entre 1958 y 1975), hasta la actualidad. La Iglesia Ortodoxa Siro-Malankara cuenta con 2,5 millones de fieles, 30 diócesis (incluyendo 3 fuera de la India) y 24 monasterios. La Iglesia Ortodoxa Siro-jacobita tiene 2 millones de fieles, 18 obispados indios y 5 exteriores.
Uno de los obispos presentes en aquella escisión, Mar Ivanios, fundador de un monasterio y con evidentes inclinaciones a la vida religiosa, llegó a la conclusión en 1930 de que debía entrar en comunión con la Iglesia Católica. Tras realizar su solicitud a Roma, en 1932 la constitución apostólica Christo Pastorum Principi aprobó la creación de la Iglesia católica siro-malankara en comunión con el papa, y la elevación de Mar Ivanios a arzobispo metropolitano de Trivandrum (elevado al título de Catholicos en 2005). En años posteriores, varios obispos de diversas confesiones malabares entraron en esta congregación. Actualmente cuenta con 440.000 fieles, 10 seminarios, dos arzobispados, 6 eparquías y un exarcado en Estados Unidos. En todo es similar a la Iglesia católica siro-malabar salvo en su uso del rito malankar (siríaco occidental). En todo es similar a la Iglesia siro-malankar salvo por su comunión con Roma.
La Iglesia católica siro-malabar mantuvo mayor unidad, pero no se vio libre de controversias. La demanda de ordenación de obispos locales siguió siendo creciente. Dos representantes viajaron a Roma en 1778, y lograron ser reconocidos sucesivamente como arzobispos de Cranganore. La iniciativa no tuvo continuidad, y cuando una nueva embajada solicitó el nombramiento al Patriarca de Babilonia de los Caldeos, el enérgico Joseph V Audo, este envió a Elías Mello, obispo caldeo de Acra a cumplir la misión en 1874, sin esperar la respuesta (que resultó ser negativa) que el papa Pío IX hubiera de dar a su solicitud. Elías Mello tuvo gran éxito en la ciudad de Thrissur, donde logró que le nombraran obispo. En 1882 fue devuelto a Iraq por unos enviados papales, pero la infraestructura de una diócesis propia ya estaba implantada, y una tercera parte de los feligreses decidieron mantener su independencia y no reintegrarse a la estructura anterior. Tras un peregrinaje que les llevó a intentar ser reconocidos por el arzobispo anglicano de Canterbury, finalmente obtuvieron el placet de Shimun XXI Benyamin, patriarca asirio de Qoochanis, que en 1904 envió un legado que reintrodujo en la diócesis el dogma nestoriano y la liturgia siríaca oriental genuina. Los cambios doctrinales motivaron a muchos fieles a regresar a la Iglesia siro-malabar, pero la minúscula congregación de Thrissur, autodenominada Iglesia caldea siria, ha persistido en el tiempo y tras una breve separación en el siglo XX, se mantiene unida al patriarcado asirio. Cuenta con unos 15.000 fieles.
Los movimientos identificativos de las particularidades indias han obrado importantes cambios en los últimos cien años, siendo la Iglesia católica siro-malabar pionera en lograr adaptaciones de usos católicos a su propia tradición. En 1896, el delegado apostólico para la India obtuvo permiso para traducir el pontifical romano al siríaco. Desde 1923 se creó definitivamente el “Metropolitano de Todas las Indias”, usualmente elevado al cardenalato por los papas. En 1934 el papa Pío XI retiró cualquier rasgo de latinización como necesario para las Iglesias católicas orientales a pedido de los indios. En 1962 esta fue la primera Iglesia que obtuvo permiso pontificio para emplear la lengua vernácula (malayala) en la liturgia. También se revisó el rito malabar, haciéndolo más fiel a la liturgia siríaca oriental original. La Iglesia católica siro-malabar es la mayor congregación de los nasrani, con 4,2 millones de fieles, repartidos en cinco archidiócesis en Kerala y 25 eparquías “externas” (todas en la India, salvo una en Estados Unidos).
Para resumir, los cristianos de Santo Tomás en la India (malabares o nasrani) están divididos en:
Católicos (Siro-malabares, de rito malabar- siríaco oriental; y Siro-malankares, de rito malankar- siríaco occidental), unos 4,6 millones de fieles.
Miafisistas (Siro-malankares, autocéfalos; Siro-jacobitas, dependientes del patriarca de Antioquía; y Siro-malabares independientes), unos 4,5 millones de fieles.
Protestantes (Siro-malankares de Santo Tomás, anglicanos, y Evangélicos de Santo Tomas, evangelistas), unos 550.000 fieles.
Difisistas (Iglesia caldea siria, diócesis de Thrissur, en comunión con el patriarca de la Iglesia asiria), aproximadamente 15.000 fieles.
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El genocidio asirio
Para acabar definitivamente con las herencias patriarcales, a la muerte de Yohannan VII en 1838, el legado papal elevó como sucesor al obispo persa Nicolás I Zaya. Los obispos asirios se sintieron ofendidos, y su corto gobierno, hasta su abdicación en 1846, estuvo preñado de conflictos. Fue elegido en su lugar su principal adversario, el obispo Josep VI Audo (1846-1878), monje de Beato Hormisdas. Fue un patriarca enérgico, con fuerte personalidad: obtuvo de los otomanos el reconocimiento de comunidad religiosa oficial, reforzó el poder de los obispos, vivificó la vida monástica, creó el Seminario Patriarcal Caldeo san Pedro de Mosul (escuela de futuros obispos) y convirtió al catolicismo muchas aldeas nestorianas, aumentando la capacidad de la Iglesia Caldea para regirse sin el constante concurso de los legados papales. Fundó el nuevo monasterio de Nuestra Señora de la Simiente, que sustituyó pronto al Beato Hormisdas como centro de la espiritualidad caldea. Tuvo muchos conflictos con la Santa Sede, pero no por motivos dogmáticos sino jurisdiccionales, tanto en la elección de obispos (privilegio que el papa llevaba a cabo escogiendo entre ternas y que el patriarca se resistió a ceder), como en aceptar la constitución Pastor aeternus sobre la infalibilidad doctrinal del papa del Concilio Vaticano I, siendo el último metropolitano en firmarla, en 1872, tras grandes presiones y una carta encíclica de Pío IX, Quae in Patriarchatu, dirigida a los obispos y fieles caldeos. Los principales conflictos los tuvo en su empeño por nombrar obispos y metropolitanos para la Iglesia siro-malankar de la India, contra las disposiciones de la Santa Sede, estando a punto de ser excomulgado en más de una ocasión. Fue sucedido por los más dóciles Eliya XIV Abulyonan(1878-1894); Adishu V Khayyath (1894-1899) y Yousef VI Emmanuel (1900-1947), con el que la Iglesia caldea entró en el conflictivo siglo XX.
Tanto asirios como caldeos, aunque utilizaban el árabe como lengua vehicular (el siríaco como litúrgica) y se hallaban integrados normalmente en la sociedad iraquí, se consideraban como los herederos de los habitantes originales de Mesopotamia (de ahí el uso de denominaciones pre-islámicas), en cierto modo los auténticos nativos, frente al predominio árabe, que a fin de cuentas sería “extranjero”. Esa conciencia de pueblo (y su fe cristiana) les permitió pervivir a lo largo de los siglos y las numerosas dominaciones de poderes no cristianos, con frecuencia acompañados de discriminación y persecuciones. La Iglesia Caldea fue haciéndose predominante en la rica llanura de Mosul, en el Alto Tigris, mientras el patriarcado asirio quedó confinado a las montañas del norte, en un área de mayoría poblacional de los kurdos, otro pueblo nativo, fanáticamente sunní. Con frecuencia, bandas kurdas lanzaron desde la década de 1840, ataques a pueblos cristianos (tanto asirios como armenios), en los que no faltaron saqueos, conversiones forzadas y martirios, con la complacencia de las autoridades otomanas.
La Primera Guerra Mundial estalló en 1914. El Imperio otomano se alineó con las Potencias Centrales (El Imperio Alemán y el Imperio Austro-húngaro) contra el zar de Rusia (que se había declarado protector de todos los cristianos orientales), y declaró la guerra santa (jihad) dentro de sus fronteras. Derivadas de esa orden, tuvieron lugar en los siguientes años una serie de matanzas de cristianos, conocidas como los genocidios armenio, griego, póntico y asirio.
A partir de julio de 1915, están documentadas las primeras órdenes de masacres (llamadas literalmente “limpieza de cristianos”), por columnas del ejército dirigidas por los gobernadores militares, inicialmente en los vilayatos de Diyarbakir, Mardin y el lago Van. Más de 300.000 armenios y unos 25.000 asirios fueron asesinados sólo en ese verano, incluyendo dos metropolitanos de la Iglesia católica Caldea. Las matanzas continuaron esporádicamente, y a partir de 1918, cuando ya se atisbaba la derrota del sultán en la guerra, una nueva ola de terror se desató, esta vez por parte de bandas de kurdos y circasianos armados por el gobierno. Los asirios presentaron una resistencia organizada por su Mar Shimun XIX Benyamin. Los combates fueron duros, y el patriarca murió en una emboscada en marzo de 1918, junto a 2.800 personas (incluyendo mujeres y niños no combatientes torturados o violados previamente) en Khoi. Aunque obtuvieron algunas victorias, los asirios fueron finalmente arrollados por la superioridad musulmana, y muchos pueblos quedaron desiertos, bien por las matanzas o por el exilio hacia el sur de sus habitantes. Ese mismo año, 30.000 asirios de Irán fueron deportados a un campo de concentración en Babuqa (Iraq), de los cuales casi un tercio murieron durante el traslado, víctimas de ataques de bandidos árabes o por las malas condiciones. Entre ellos estuvo el patriarca asirio, Shimun XX Paulos (1918-1920), hermano de Benyamin.
El descubrimiento de campos de petróleo en las llanuras de Mosul fue providencial: tras la derrota del Imperio otomano, el Reino Unido exigió que esa provincia fuese unida al protectorado británico de Irak, y allí pudieron instalarse los refugiados de las montañas del norte. Se calcula que de los 750.000 asirio-caldeos que vivían en el Imperio otomano e Irán en 1914, casi 250.000- una tercera parte- murieron en el genocidio. Muchos de los militares otomanos que participaron en las masacres formaron parte del grupo de jóvenes oficiales turcos que se hicieron con el poder del imperio de la mano de Mustafá Kemal Atatürk tras la guerra. Seguidores del nacionalismo exacerbado que se puso de moda en Europa a partir de la década de los años 20, convirtieron en norma la limpieza étnica de cristianos en el país. Los cristianos de Oriente no pudieron volver a las montañas del sur de la nueva República de Turquía, donde habían tenido su hogar inmemorial. El patriarcado de la Iglesia ortodoxa asiria se trasladó a Mosul, donde tuvieron su sede ambos patriarcados durante un tiempo.
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La Iglesia de Oriente en la actualidad
Las comunidades cristianas vivieron en paz mientras Iraq fue un protectorado británico. En 1932 obtuvo la independencia (tutelada por el Reino Unido, al que seguía interesando el petróleo local), como una monarquía de la dinastía árabe Hachemita. El patriarca nestoriano, Shimun XXI Eshai (1920-1975), temeroso de las represalias de los musulmanes, trasladó la sede a Chipre, siendo la primera vez en la historia que salía de Mesopotamia. Él mismo se trasladó pronto a Estados Unidos, donde muchos asirios se habían exiliado tras el genocidio, y a partir de 1954 la sede patriarcal estuvo radicada en San Francisco (California).
En 1964, el patriarca Shimun XXI Eshai decidió sustituir el viejo calendario juliano por el gregoriano, empleado en la mayor parte del mundo. Un asunto tan aparentemente menor (junto al hartazgo con el sistema de linaje familiar) sirvió a un grupo de prelados ortodoxos asirios, descontentos con el patriarcado en el extranjero, para crear la cismática “Antigua Iglesia de Oriente”, basada en Bagdad. Su primer Catholicos fue el metropolitano oriental de la India, Tomás Darmo (1968-1969), a quién sucedió Addai II Giwargis (desde 1970). Esta comunidad (que cuenta actualmente unos 100.000 miembros), alumbró una modesta expansión, con una completa organización eclesial, incluyendo eparquías exteriores (sobre todo en el sudeste asiático). Desde los años 90, con varios trasvases de obispos entre la Iglesia asiria y esta, las relaciones han mejorado. En junio de 2010 adoptó el calendario gregoriano (excepto para la Pascua), en lo que se ha entendido como un signo de acercamiento y posible reunificación con la Iglesia Asiria, estando planeado un sínodo conjunto para la reconciliación.
Las desavenencias dentro de la Iglesia Ortodoxa Asiria se incrementaron a partir de la década de los años 60, cuando muchos deseaban acabar con el sistema hereditario, y devolver el patriarcado a Irak. Shimun XXI Eshai se planteó dimitir, pero desgraciadamente, su gobierno terminó con su asesinato a manos de un agente asirio disidente en noviembre de 1975 en su casa de san José (California). Los obispos asirios, reunidos en un sínodo en Londres en 1976, eligieron a Dinkha IV (que todavía ocupa la silla patriarcal) para sustituirlo, acabando con 470 años de principio hereditario en el linaje patriarcal “de Shimun”. Ha establecido su sede en Chicago (Ilinois), aunque dialogó con la autoridad kurda de Irak en vistas a retornar a Ia Asiria histórica. Se ha destacado por defender la personalidad del pueblo asirio (aunque, a diferencia de los kurdos, no pide un estado-nación, como ya solicitan algunos nacionalistas asirios), y por buscar el entendimiento tanto con la Iglesia Católica Caldea como con el papa. Como resultado, han tenido lugar varios encuentros personales, así como el permiso de los seminaristas asirios para estudiar en colegios y universidades católicas en Irak y Roma. También ha buscado el acercamiento con las Iglesias miafisistas (coptos, jacobitas), con las que ha pactado un levantamiento de anatemas mutuos, así como con la Antigua Iglesia de Oriente. Incluyendo la diáspora en Siria, Escandinavia y Estados Unidos, la Iglesia Ortodoxa Asiria reúne entre 400 y 500.000 fieles.
La situación de la Iglesia Católica Caldea fue mejor, y se ha convertido en la principal y mejor organizada de todas las cristianas de Irak. Yousef VII Ghanima, patriarca de Babilonia de los Caldeos entre 1947 y 1958, trasladó nuevamente la sede patriarcal a Bagdad, muy cerca de la histórica Ctesifonte-Seleucia y la no menos legendaria Babilonia, casi cuatro siglos después. Fue sucedido por Pablo II Cheiko (1958-1989) y Raphael I Bidawid (1989-2003). Tras la caída de la monarquía hachemita en 1958 y el ascenso al poder del partido panarabista nacionalista Baaz en 1963, se conformó una república laica de corte nasserista (socialista), cuya constitución anuló el papel de la religión en favor del nacionalismo árabe. Supuso la elevación de los cristianos al papel de ciudadanos (teóricamente) al mismo nivel que los musulmanes. El presidente Saddam Husein tuvo a un católico caldeo, Tariq Aziz, como ministro de exteriores, durante el largo periodo de guerra con la República Islámica de Irán.
El derrocamiento del partido Baaz tras la invasión de Irak por una coalición internacional occidental en 2003 dio comienzo a una larga guerra civil que todavía sigue latente en nuestros días, entre chíitas, sunnitas y kurdos. La comunidad de la Iglesia caldea sumaba antes de la guerra unos 600.000 fieles, sobre todo en el norte, en la llanura de Mosul. Muchos de ellos han emigrado debido a los atentados y secuestros de grupos islamistas, asentándose sobre todo en Norteamérica y Oceanía, donde se han establecido eparquías exteriores para atenderles según sus ritos litúrgicos y tradiciones. Actualmente, se considera que viven en Irak unos 500.000 fieles.
Tanto el cardenal Emmanuel III Delly (2003-2012), como su sucesor actual en el patriarcado de Babilonia de los Caldeos, Louis Raphael I Sako (elegido por los obispos caldeos en un sínodo en Roma), han procurado fortalecer la Iglesia restaurando iglesias, colegios y monasterios, mantener buenas relaciones con los jefes musulmanes moderados, fomentar la reconciliación nacional y evitar a toda costa el exilio de cristianos hacia Occidente, lanzando continuas peticiones al resto de católicos para que intercedan por ellos.
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Ecumenismo. La reunificación de la Iglesia de Oriente
Una de las principales iniciativas de los últimos patriarcas caldeos y la Santa Sede ha sido profundizar en las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Asiria en busca de una reunificación. En una entrevista en 2003, Emmanuel III afirmaba que el nombre de caldeos era una tradición bíblica, pero que tanto él como su comunidad se consideraban de etnia asiria, como sus hermanos nestorianos.
El 11 de noviembre de 1994, el papa Juan Pablo II y el patriarca Dinkha IV de la Iglesia Ortodoxa Asiria firmaron una Declaración Cristológica Común, en la que se afirma que “El Verbo, la Segunda Persona de la Santa Trinidad, se encarnó […] en la Virgen María como un cuerpo animado por un alma racional, con el cual estuvo indisolublemente unido desde su concepción. Así pues, Nuestro Señor Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad, consubstancial con el Padre y consubstancial con nosotros en todo salvo el pecado. Su divinidad y su humanidad están unidas en una sola persona, sin confusión ni cambio, sin división ni separación. En él se han preservado la diferencia de naturalezas divina y humana, con todas sus propiedades, facultades y operaciones. […] La divinidad y la humanidad están unidas en la persona del mismo y único Hijo de Dios y Señor Jesucristo, que es objeto de una sola adoración. Cristo en sí mismo no es un “hombre ordinario” que Dios adoptó para residir en él e inspirarle, como en los justos y los profetas.” También se estableció una declaración común sobre la maternidad divina de María, el gran motivo para la excomunión de Nestorio: “La humanidad a la cual la Bienaventurada Virgen María dio a luz siempre fue la del mismo Hijo de Dios. Esa es la razón por la que la Iglesia Asiria de Oriente reza a la Virgen como Madre de Cristo nuestro Dios y Salvador. A la luz de la misma fe la tradición católica se dirige a la Virgen María como la Madre de Dios y la Madre de Cristo. Reconocemos la legitimidad y derecho de estas expresiones de la misma fe y ambos respetamos las preferencias de cada Iglesia en su piedad y vida litúrgicas.”
Esta declaración, de inequívoco trasfondo católico, en lo tocante a la maternidad divina de María sortea las discrepancias evitando la terminología teológica clásica para realizar una definición aceptable por ambas Iglesias. Solventa el principal principal obstáculo dogmático para el reconocimiento mutuo.
Desde ese momento, se creó una comisión teológica mixta de ortodoxos asirios y católicos caldeos, que en noviembre de 1996 elaboró un documento de proposiciones comunes que firmaron ambos patriarcas y aprobaron en 1997 los sínodos respectivos, en vistas a una progresiva restauración de la unidad. Fruto de ella, en enero de 2001 la Santa Sede declaró que la anáfora de Addai y Mari puede ser considerada válida en razón de su vinculación con las primeras comunidades, por la preservación sincera que ha hecho la Iglesia de Oriente del sentido auténtico de la eucaristía, y porque aunque las palabras de la consagración no sean citadas expresamente, su sentido está inserto en otras expresiones de la misma. Por su parte, el sínodo ortodoxo asirio de 1978 en Bagdad autorizó a sus sacerdotes a introducir la recitación de la instauración eucarística en la consagración de Addai y Mari cuando había fieles caldeos en la asamblea.
Asimismo, en 2010, el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los cristianos elaboró una guía para la admisión eucarística entre ambas comunidades, pensando sobre todo en aquellos que se hallan en la diáspora y no encuentran con facilidad un sacerdote de su rito y obediencia. En ella se reconoce la sucesión apostólica y la validez de los sacramentos de la Iglesia de Oriente (en la que subsiste la Iglesia Ortodoxa Asiria), y se acepta la recepción de la Comunión de la otra Iglesia, si no es posible hallar una eucaristía de la propia.
Actualmente, la unificación de la Iglesia Ortodoxa Asiria con la Católica Caldea es una de las más avanzadas del proceso de ecumenismo. Si Dios quiere, en unos años podremos ser testigos de ese fausto reencuentro cuando queden borradas las huellas del cisma de 486, y la Iglesia Asiria de Oriente, renacida, esté en plena comunión dogmática y disciplinar con la Santa Sede romana. A mayor gloria de Dios.
Invito a rezar por ello.
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BIBLIOGRAFÍA
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Yacoub, J. Babylone chrétienne: géopolitique de l´Église de Mésopotamie. 1996
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7 comentarios
¿no querrás decir "Iglesias miafisistas"?
Muchas gracias por esta serie de artículos.
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LA
Efectivamente. Corrijo.
Al final uno ya se vuelve tarumba con tantos términos teológicos... menos mal que los lectores están atentos.
Gracias a tí.
1- Mi ignorancia de los Cristianos Orientales es superlativa. Total desconocimiento.
2- El Cristianismo YA ha sido predicado en todo el mundo en diferentes épocas, con la conversión de la mayoría de los hombres, muchos de los cuales se hicieron herejes o cambiaron a otras religiones cristianas separadas de Roma. O sea que ya se cumplió el mandato de Cristo de predicar a todas las naciones. Entonces ¿Qué falta?
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LA
A esa pregunta, sólo Dios tiene la respuesta.
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LA
Gracias. La idea de esta sección ("iglesias orientales") es precisamente esa. Con tiempo y la ayuda de Dios iremos publicándolos. El ecumensmo con esas iglesias está en marcha desde hace muchos siglos.
Sí adelanto que con las más fuertes (léase la Iglesia Ortodoxa Rusa) la reunificación (o más exactamente, la comunión plena) está muy lejos. La unión de la Iglesia de Oriente en comunión con Roma es una de las más adelantadas.
En la declaración cristológica conjunta se orilla el problema (dando a entender que la expresión "Madre de Dios" y "Madre de Cristo, Dios y hombre" son equivalentes), pero la realidad es que la razón de ser de la IOA es el rechazo del concilio de Éfeso que condenó a Nestorio. No puede existir plena comunión sino se aceptan todos los dogmas, que son verdades de fe, y por tanto, imprescindibles para hallarse en comunión. Asimismo, otras Iglesia ortodoxas jamás aceptarían la comunión si la IOA no suscribe uno de los concilios ecuménicos (en materias teológicas son bastante firmes).
A la postre, no es posible la comunión sin que renuncien al difisismo nestoriano y se postulen como seguidores "templados" de Teodoro (no abiertamente difisista, y que no opinó sobre la maternidad de María). Ahí es donde radica la clave.
Más proximas veo las uniones con los coptos egipcios y las numerosas iglesias autocéfalas de Oriente Próximo.
Es una impresión personal, por el trato que he tenido con ellos; pero el final sólo Dios lo sabe.
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LA
Comparto tu punto de vista plenamente.
Curiosamente, aquellos más cercanos teológicamente son los más lejanos en cuanto a posibilidades de comunión. Asimismo, no tragan con la supremacía papal (no digamos el dogma de la infalibilidad cuando habla ex cathedra). Probablemente esté relacionado con dos factores: uno, que han tenido contacto continuo con países católicos vecinos (pensemos en Serbia-Croacia o Rusia-Polonia) con los que han tenido las lógicas desavenencias y guerras que la vecindad acaba por proporcionar. La herida es reciente, y en algunos países el nacionalismo político se encarga de recordarla. Segundo, son comunidades presentes en países mayoritariamente cristianos, y conservan casi todas gran influencia, por lo que se sienten seguras y, por qué no decirlo, algo arrogantes en su independencia. Aquellos que han padecido muchos siglos de dominio musulmán (coptos, jacobitas, armenios, asirios, incluso los griegos de Constantinopla) son más proclives al acercamiento con la Iglesia católica (o latina, como ellos la llaman, pues se consideran a sí mismos también católicos).
Con todo, el avance en cortesía ya es algo bueno, ya nos hace andar por el camino correcto. Recemos al Señor por la unidad de los cristianos, porque para él nada es imposible.
Un saludo
Afortunadamente liberada, y con el auxilio de la Iglesia (principalmente canalizada a través de Ayuda a la Iglesia Necesitada internacional), se han podido reconstruir tanto templos como casas particulares de cristianos, y muchos retornar. En 2017 se censan en unos 630.000 los católicos caldeos en Irak, más los de la diáspora.
El número de seguidores de la Iglesia asiria se calcula en torno a 350-400.000, aunque esta cifra sí incluye a los de la diáspora, que son probablemente mayoría.
Son buenas noticias, aunque ahora la mayoría de los cristianos iraquíes se ha desplazado a la zona de la capital, Bagdad, que no llegó a ser amenazada directamente por las tropas islamistas (aunque desde luego sí sufrió numerosos atentados terroristas).
Gracias a la ayuda de toda la Iglesia (que no miró confesiones ni teología a la hora de ayudar a todos los cristianos de Siria e Iraq) se ha podido mantener la presencia de fieles en el país de los Dos Ríos.
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