Sacerdotes mártires valencianos (VII)
Angel Olmedo Guillot era natural de Valencia, donde nació el 5 de marzo de 1884. Al concluir sus estudios eclesiásticos en el seminario valentino fue ordenado el 1 de enero de 1910. Ejerció diversas vicarías y coadjutorias en Torralba, Alginet, Gata de Gorgos y Museros. En 1926 halló al fin su vocación al encargársele la capellanía del asilo de las Hermanitas de los Pobres de Desamparados en la capital del Turia.
Cuantos le conocieron destacan su absoluta entrega a los ancianos allí acogidos. Por no dejar de servirles, rehusó esconderse fuera de la ciudad, como hicieron otros clérigos, cuando estalló la revolución de 1936. Vestido de paisano, seguía acudiendo al asilo para decir la misa y atender las necesidades de los asilados. Como es lógico, las autoridades conocían sus visitas, y finalmente, amenazado, accedió a refugiarse en casa de unos familiares, en la calle Falcons. Allí fueron a buscarle el 3 de octubre de 1936 tres milicianos armados de fusiles ametralladores. Al amenazar estos a los que le acogían, don Ángel salió de su escondite y se entregó. Tras saquear los escasos bienes que había en la habitación, los captores insultaron a los que habían protegido al sacerdote, blasfemando y haciendo con sus armas simulacro de ametrallarlos. Como Jesucritos en el Monte de los Olivos, dijo don Ángel a los milicianos: “Me buscaban a mí, y ya me tienen. No molesten más a estos ¿qué mas quieren?”.
Llevado a un lugar junto a la Cruz Cubierta, los captores le hicieron bajar del coche, le cortaron una oreja, le sacaron un ojo y le arrancaron la lengua. Tras la tortura, finalmente le degollaron, dejándole tirado tras haberle robado las ropas. Posteriormente se trasladaron al asilo de las Hermanitas de los Pobres, donde saquearon la habitación que ocupaba el capellán. El cadáver fue arrojado posteriormente a una fosa común donde se enterraron varios hermanos de San Juan de Dios. La familia lo pudo localizar después de la guerra (gracias a que la ropa interior llevaba su nombre grabado, puesto que la cabeza estaba irreconocible) y darle sepultura cristiana en el cementerio de Alginet. Tenía 52 años en el momento de su muerte.
En Alcudia de Crespins vio la luz Eduardo Ferrer Sanz el año de 1875. Curso la carrera eclesiástica en el seminario conciliar de Valencia, ordenándose en 1898, y alcanzando posteriormente el grado de doctor en Sagrada Teología. Ocupó varios cargos como cura de pueblo, hasta que en 1932 fue trasladado a la parroquia de Nuestra Señora del Pilar de Valencia, como coadjutor. Los que le conocieron destacan siempre sus grandes dotes oratorias que, como un nuevo san Vicente Ferrer, le distinguieron como notable predicador. Al estallar la guerra, regresó a su pueblo, donde el comité marxista, el día 20 de julio, le detuvo junto a dos docenas de personas de la localidad. Se les amenazó con castigos por ser “beatos destacados”, y seguidamente se les puso en libertad vigilada. Los reveses del bando rojo en los primeros meses de combates fueron causa de enervación en la retaguardia, y el 20 de septiembre varios individuos del comité local de Alcudia, pistola en mano, le sacaron de su casa. Llevado a una cueva cercana que usaban los milicianos a modo de checa, fue torturado inmisericordemente durante dos días enteros: le ultrajaron de diversas maneras; le amarraron las manos a la espalda hasta que se congestionaron; le golpearon en la cara, donde se le localizaron innumerables heridas. Durante el proceso abierto en la Causa General se testimonió que incluso algunos de sus verdugos se opusieron a que siguiera atormentándosele más, puesto que “por su carácter no merecía tales sufrimientos”. Porque mientras era martirizado, don Eduardo, con su escasa voz, no sólo rezaba, sino que perdonaba y bendecía a sus verdugos, despertando sus burlas. Finalmente el día 22 de septiembre de 1936 le asestaron numerosas puñaladas en pecho y vientre hasta que expiró desangrado. Trasladado en un vehículo, fue arrojado en la puerta del cementerio de Játiva. Allí le hallaron sus familiares, preocupados de su desaparición. Inhumado en el mismo cementerio en primera instancia, su cuerpo fue posteriormente trasladado al camposanto de su pueblo natal. Tenía 61 años.
Salvador Mascarell Domenech nació en Gandía en 1876. Se ordenó de presbítero en 1900, tras estudiar en el seminario conciliar de Valencia. Tras ejercer de párroco en la colegiata de san Bartolomé de Valencia, fue nombrado coadjutor beneficiado de la Parroquia de la Santa Cruz. Ejerciendo ese cargo fue detenido en julio de 1936, al poco de estallar la revolución marxista en retaguardia. Trasladado a la cárcel Modelo, permaneció allí ocho días, hasta que fue tomado en una de las sacas que los milicianos llevaban a cabo frecuentemente con total impunidad, ante la pasividad de los responsables penitenciarios y la justicia republicana. Fue llevado por un piquete hasta la localidad de El Saler, donde fue torturado. Entre los captores destacó una mujer, que al ver que sus compañeros, llegado un momento, se inhibían de seguir torturándole por compasión, les escupió: “cobardes, no tenéis valor para matarle; lo haré yo sola”. En efecto, se ensañó sádicamente con las partes pudendas del sacerdote, hasta el punto de que las heridas le condujeran irremediablemente hasta la muerte. Se da la circunstancia de que aquella mujer era una de las que pedían limosna a la puerta de la Basílica de los Desamparados. Conocía don Salvador porque este le había ayudado en diversas ocasiones, incluso colocando a varios de sus hijos como internos en la Beneficiencia. En un punto ella misma se horrorizó de lo que había hecho y pidió perdón al moribundo. Las últimas palabras del sacerdote antes de expirar fueron una petición de perdón a Dios para su asesina. Tenía 60 años y sus restos jamás fueron hallados.
En 1869 nació Luis Ballester Muñoz. Cursó estudios en el seminario conciliar de Valencia y se ordenó de presbítero en 1893. Durante muchísimos años ejerció de capellán del Convento de San José de Carmelitas descalzas de la capital. Tanto las religiosas como los sacerdotes que le conocieron destacaron de él su gran modestia, que rozaba con la simpleza, y el frecuente ejercicio que hacía de la caridad. Fue uno de esos sacerdotes sencillos, sin grandes títulos académicos ni influencia, pero que llevó a cabo la cura de sus almas con humildad y afán de hacer el bien. Al comienzo de la guerra el convento y todo cuanto contenía fue requisado, y tanto la comunidad como su capellán, expulsados sin nada. Don Luis, al que sus familiares negaron ayuda, se alojó a partir del 6 de agosto de 1936 en casa de Jesús Dalmau, clérigo que ejercía de organista en la parroquia de Santa Cruz. Según testimonió este sacerdote, el refugiado únicamente se dedicó durante su estancia a la oración y los sacramentos. Trajo únicamente un envoltorio con una sotana, y proféticamente dijo a su hermano en el presbiteriado: “si un día Dios dispone que me quiten la vida, buscadme en el depósito y ponedme la sotana para que me entierren con ella”.
El 7 de septiembre un grupo de milicianos apareció en la casa para registrarla. Al ver la mansedumbre con que se presentó don Luis, el jefe del piquete creyó que había un error, y quiso dejarle, pero uno de sus compañeros le dijo “¿no sabes que hay orden de detener al capellán? Si no lo hacemos, lo pagaremos nosotros”. Finalmente lo trasladaron a las Torres de Cuarte, convertidas en improvisada cárcel. Uno de los funcionarios que allí ejercía de carcelero, cristiano devoto aunque oculto, contó al sacerdote el rumor que corría de que algunos de sus parientes habían denunciado la dirección de su refugio. Este le respondió “les perdono de todo corazón, a pesar de lo que hacen conmigo”. Este mismo carcelero reveló que la noche del 30 de septiembre fue sacado de la prisión por un grupo de hombres armados, y que decían entre sí: “a esto no hay derecho: se va a matar esta noche a un inocente, incapaz de hacer daño a nadie, ni por sueños”, y se lamentaban: “pero así ha venido la orden: matar a los sacerdotes”. Llevado a la carretera de Paterna, fue asesinado a los 67 años de edad, sin que se haya podido encontrar su cadáver.
Ruego a los lectores una oración por el alma de estos y tantos otros que murieron en aquel terrible conflicto por dar testimonio de Cristo. Y una más necesaria por sus asesinos, para que el Señor abriera sus ojos a la luz y, antes de su muerte, tuvieran ocasión de arrepentirse de sus pecados, para que sus malas obras no les hayan cerrado las puertas de la vida eterna. Sin duda, los mártires habrán intercedido por ellos, como lo hicieron antes de morir.
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La vida y martirio presbiteriales aquí resumidas proceden de la obra “Sacerdotes mártires (archidiócesis valentina 1936-1939)” del dr. José Zahonero Vivó (no confundir con el escritor naturalista, y notorio converso, muerto en 1931), publicada en 1951 por la editorial Marfil, de Alcoy.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, persigan y, mintiendo, digan todo mal contra vosotros por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los Cielos. Pues así persiguieron a los profetas antes que a vosotros. Mateo 5, 9-12
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9 comentarios
Pero, ¿y esto?, ¿de qué iban?, ¿eran razones políticas o que pasaba?. No entiendo.
Un cordial saludo y muchas gracias por tan interesante artículo, aunque como siempre que nos cuentas estos matirios y ha existido tan feroz ensañamiento antes del asesinato, me quedo perpleja. Incomprensible.
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LA
La "Causa General", en la que se basa este libro para los detalles de las ejecuciones, no da más explicaciones. Tal vez fuesen disputas familiares antiguas, o políticas.
En cuanto a la bestialidad humana, no conoce límites; cuando se valora desde la distancia (cronológica y situacional) parece increíble, e incomprensible. Pero el odio es un poderoso alimento para sacar lo peor de nosotros mismos. Cuando ese odio se justifica por razones ideológicas, étnicas o, tristemente, religiosas, estas cosas pasan. Y probablemente los verdugos, en su vida anterior, no tenían porque ser necesariamente desalmados. Es una hoguera de odio que se alimenta continuamente, voluntaria e involuntariamente.
Un cordial saludo.
Un cordial saludo.
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LA
Esta serie está basada en un libro llamado "sacerdotes mártires valencianos". No dispongo que material sobre la beata María Teresa Ferragud. Un saludo.
http://dios-es-padre.blogspot.com.es/2012/11/sacerdotes-martires-valencianos.html
No todos saben que las persecuciones a los sacerdotes y religiosos, eran por el gran odio a la sotana, al hábito religioso, pero también porque se les descubría su entrega a Cristo y a la Iglesia Católica.
Hoy día, el mundo quiere paz, pero cuando echan a Dios, se mete el diablo, y sabemos que fuera de Dios, no existe la más mínima paz, ni alegría. Es imposible.
Ana_MS si te documentas bien, vas a descubrir muchas cosas interesantes, eso si abres tu corazón a la verdad. Pues los mismos milicianos, reconocen el tener un odio inmenso a los consagrados y consagradas a Dios, no pueden soportarles. Por eso, la quema de iglesias, su destrucción, no es por simpatía, sino por el odio profundo a la Iglesia Católica.
En la vida de los santos mártires, ¿no había ensañamiento? ni te lo imaginas lo que le hacían, si tienes sensibilidad, es que te horrorizas lo que estás leyendo, pero si tienes amor en tu corazón, comprenderás que es la verdad que ha sucedido.
No olvidemos como se ensañaron contra Cristo cuando le apresaron y llevarle al Calvario, pero con otros métodos que sólamente al diablo se le puede ocurrir,
En nuestros días, nuestros hermanos chinos no tienen la libertad de vivir la fe de la Iglesia Católica, en los países islámicos, muchos cristianos, por odio, son calumniados, difamados. Es ensañado por grupos de radicales islámicos para humillarles, enviarle a la muerte después de hacerles padecer cosas terribles. Sí, hay ensañamiento contra los cristianos fieles a la Iglesia Católica.
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LA
Perfecto, José Luis. Un abrazo en Cristo.
No, si el corazón sí que lo tengo abierto a la verdad, claro que lo tengo, pero es que racionalmente no entiendo lo del ensañamiento (ni psicológicamente, ni emocionalmente, ni nada de nada). Te agradezco mucho el esfuerzo, en serio, pero es que no lo entiendo, no entiendo el sadismo, no lo entiendo...¡y mira que he leído sobre cosas horribles (sobre todo del Holocausto, y de paso, para tratar de entenderlo, sobre psicópatas), pero a estas alturas...se me escapa, no soy capaz. No sé si lo lograré alguna vez; continuaré intentándolo, aunque solo consigo que me provoque sufrimiento espìritual, mental y emocional y ninguna comprensión sobre ello.
Un cordial saludo y muchas gracias, Jose Luis.
Para evitar esos sufrimientos espiritual y mental, es preciso que te animes a orar. Si el espíritu está sano, la mente también, no importa que nuestros cuerpos estén enfermos, no así nuestra vida cuando nos dirigimos a Dios.
Hay muchas cosas que no llegamoa a comprender en este mundo.
Sobre lo que padecían los mártires, yo quedaban espantado, ¿cómo era posible que antes de ser mártires dedicasen una vida provechosa para bien de todos? Cuando el alma no tiene una vida de Gracia, viene el demonio y en si hay que perseguir y matar una vida inocente lo hace.
El odio y ensañamiento de nuestros días.
Sucediendo en otros casos, de mucho y graves ensañamientos para matar vidas inocentes, me refiero al aborto, como han hecho una ley para matar a cientos de miles y millones de no nacidos en todo el mundo, eso es también ensañamiento, como los que defiende el aborto, que aprueban esos crímenes, pues estos mismos, se pondrían en primera fila para perseguir y matar a todos los católicos, que son defensores de la vida, y de la dignidad de todo ser humano.
Y has escrito una palabra: "sadismo", habrás vistos muchas fotos de pequeñitas criaturas destrozada por la causa del aborto. Los abortistas son criminales, sin duda alguna; demuestran su odio a Dios y a la Iglesia Católica con esos crímenes, muchos más graves, como lo fue en las persecuciones contra los hijos e hijas de Dios, los mártires.
Todos los que no ven con buenos ojos a la Iglesia Católica, yo diría que usan otro tipo de ensañamiento hasta donde puede, de momento son las calumnias, las difamaciones, los desprecios y odios hacia la Obra de Dios que es la Iglesia Católica, se oponen al Papa.
Ana_MS, siempre que tengas tristeza, acude rápidamente a Jesús nuestro Señor y Salvador, no te olvides de acercarte a la Santísima Madre de Dios, pues Ella, también como sabes, nuestra Madre del cielo, no te dejará en esas tristezas.
¡Ánimo!
Ya, ya lo hago; desde luego que rezo y me encomiento a la Santísima Virgen. Es más, en los estantes de la biblioteca dedicados a esos temas, tengo un Crucifijo y un icono de la Virgen. Pero la verdad, creo que es inevitable, cuando se tratan estos temas, no sentir tristeza al ver hasta donde puede llegar la maldad humana.
Es como el caso del aborto, aún mucho peor que los anteriores ya que, aunque quizás me esté equivocando, ¿no es mucho peor que unos médicos asesinen de esa manera, incluso descuartizando, a los seres humanos más indefensos que existen, y que lo hagan -y esto es lo peor- con total frialdad y sin sentir absolutamente nada, como quien rompe un muñeco de plástico?. No me extraña que se empeñen en negar la humanidad de esos niños, ya que ¿serían capaces de actuar de esa manera si no pretendieran negar esa humanidad a sus víctimas?.
En realidad creo que esa negación es la puerta que abre todos los horrores, aunque se disfrace de lo que sea, e incluso de compasión -caso eutanasia-. No deja de ser convertir al otro en...nada, en la más pura nada.
¡En fin!, está claro que cuando el Mal se adueña del corazón del hombre, cualquier horror, por inimaginable que sea, es posible.
Un cordial saludo y muchas gracias, en Cristo.
encontrados sus restos ,como es posible que se diga o narre aquí hasta las ultimas palabras del sacerdote ? como es posible que se diga aquí donde se supone que se le llevo para torturarlo sin compasión alguna, y como es posible saber la VERDAD? me gustaría una respuesta lógica y real... sin animo de faltar a quien a narrado y o tras quito lo aquí dicho, (creo en Dios creo en la verdad y creo en el perdón , pero también creo que es justo saber la verdad y que se cuente la verdad sin inventar o fabular sobre algo que fue real , gracias y saludos .
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LA
No es difícil saber la verdad, David: la mayor parte de los testimonios de la muerte de los mártires (dado que casi todos murieron solos o con otros mártires) provienen de los interrogatorios a sus ejecutores capturados al final de la guerra e instruidos en la Causa General. En algunas ocasiones han existido también arrepentimientos espontáneos de los verdugos, con relato de dicho fin a familiares o conocidos de los mártires, que así lo han transmitido al biógrafo. De hecho, en algunos de los aquí relatados (u otros muchos cuyos martirios no presento) simplemente se cita que fue llevado tal día de tal mes y que fue asesinado sin saberse nada más, ni dónde está enterrado.
Se hace gracia de tales detalles porque esta serie está centrada en la exaltación de las virtudes cristianas de los mártires, y no en investigaciones forenses sobre crímenes, mucho menos en buscar venganzas o ajustes de cuentas. Nuestro Señor ya tiene junto a sí a cuántos le amaron hasta el extremo, y ha hecho justicia de sus matadores, por los cuales no hemos de hacer otra cosa que rezar pidiendo su conversión y salvación.
Un saludo.
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