A Mí Me lo hicisteis
Durante esta Semana Santa he cultivado una actividad muy recomendable cuando se tienen unos días de descanso: leer un buen libro. Esta vez ha sido “Ven, sé mi luz", una recopilación de cartas personales y documentos públicos de la Beata Madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, en una edición comentada por el padre Brian Kolodiejchuk y publicada en 2007, préstamo de una amiga (gracias, Leo).
A cualquiera que conozca superficialmente la vida y obra de la Madre Teresa le sorprenderá saber, a través de su correspondencia, que fue una gran mística como sus patronas Teresa de Ávila y Teresa de Lisieux. Durante muchos años, sufrió una gran pena interior, y no estuvo motivada por ver el dolor de los pobres y enfermos a los que atendía, pues servirles era su vocación; ni por la lentitud de las autoridades eclesiásticas en legalizar su Orden, pues era leal y obediente católica; ni por conflictos entre su fe y la miseria e injusticias con las que convivía, pues amaba a Cristo por encima de todo, y tenía gran devoción al sagrado corazón de María y al Sacramento Eucarístico.
Lo que hizo sufrir enormemente, y durante mucho tiempo, a Madre Teresa fue la terminación de las visiones místicas en las que Jesús le impulsó a fundar su Orden durante su juventud. Teresa se sintió físicamente abandonada por su gran amor, y tardó muchos años en aceptar que ese era el sacrificio que Dios le pedía. Solía decir con humor que si alguna vez era santa sería, la “santa de la oscuridad“, pues consideraba que su único mérito era soportar ese gran “silencio de Jesús” en el que transcurrió la mayor parte de su vida. Todos los premios y honores que le fueron otorgando a lo largo de su vida estaban guardados en una caja, y si no los tiró o empeñó fue por respeto a las personas que se los habían concedido. Nunca dio importancia alguna a los reconocimientos mundanos. Hacer la voluntad de Dios, y cuidar de sus hermanas y de los pobres a ellas encomendados era toda su pasión.
Cuando escribo artículos de bioética procuro documentarme sobre biología, medicina, moral, legislación, teología. Dedico bastante tiempo a ello. Para una persona racional como yo, lo importante es poder argumentar con datos, con razones sólidas, los motivos por los que los cristianos debemos seguir un comportamiento en relación a los dilemas éticos que la salud y la vida nos plantean. Luego llega una pequeña monja albanesa mística y con unas pocas frases en su discurso de aceptación del premio noble de la paz en 1980, nos enseña lo que Cristo quiere de nosotros. Sin más florituras.
Pido disculpas a mis lectores, porque hoy no voy a “trabajarme” más este texto. Quiero que lean a una auténtica cristiana. Tal vez algunos conozcan este discurso. Yo no lo había visto hasta hace unos días. A continuación voy a transcribir varios párrafos, donde Teresa de Calcuta explica con gran sencillez lo que yo querría transmitir en cada artículo que escribo.
Jesús se convierte en el hambriento, el desnudo, el sin hogar, el enfermo, el prisionero, el solitario, el despreciado, y dice: “A Mí Me lo hicisteis". Está hambriento de nuestro amor, y ésta es el hambre de nuestros pobres. Ésta es el hambre que ustedes y yo debemos encontrar; quizá en nuestro propio hogar.
Visité un asilo en el que estaban todos esos padres ancianos. Vi que en esa casa tenían de todo, pero todos miraban hacia la puerta. Me volví a la hermana y le pregunté “¿Cómo es que esta gente, que tiene de todo, mira hacia la puerta? ¿por qué no sonríen?” Estoy tan acostumbrada a la sonrisa de nuestra gente, incluso los moribundos sonríen. Ella me respondió: “Es así casi todos los días. Están esperando que un hijo o una hija venga a visitarles. Sufren porque han sido olvidados“. Aquí es donde entra el amor. Quizá en nuestra propia familia tenemos a alguien que se siente solo, enfermo, preocupado. ¿Estamos ahí para recibirles?
Fui sorprendida al ver en Occidente tantos chicos y chicas jóvenes entregados a la droga y traté de descubrir por qué. “Porqué no hay nadie en su familia que los reciba“. Tanto el padre como la madre están tan ocupados que no tienen tiempo. El hijo vuelve a la calle y se deja involucrar en algo. Éstas son las cosas que rompen la paz.
Pero pienso que hoy en día el más grande destructor de la paz es el aborto, porque es una guerra directa, una matanza directa, un asesinato hecho por la misma madre. Y leemos en la Escritura que Dios dice muy claramente: “Aunque una madre llegase a olvidar a su hijo, Yo no te olvidaré. Te llevo grabado en la palma de mi mano” [1]. Ese niño no nacido ha sido grabado en la mano de Dios.
Mucha gente está muy, muy preocupada por los niños de la India, por los niños de África donde muchos mueren, quizá de malnutrición, de hambre, etc, pero millones están muriendo por la voluntad deliberada de la madre. Éste es hoy en día el mayor destructor de la paz. Porque si una madre puede matar a su propio hijo, ¿quién me impide que yo te mate o que tú me mates? No hay ningún obstáculo. Asegurémonos este año de que todo niño sin excepción, nacido o no nacido, sea querido ¿Hemos hecho realmente que los niños sean queridos? [2]
Recogimos a un hombre de las alcantarillas, medio devorado por los gusanos, y le llevamos a casa: “He vivido como un animal en la calle, pero voy a morir como un ángel, querido y cuidado". Era tan maravilloso ver la grandeza de ese hombre capaz de hablar así, de morir así, sin culpar a nadie, sin maldecir a nadie, sin hacer comparaciones. Como un ángel, ésta es la grandeza de nuestra gente.
Y por eso creemos en lo que dijo Jesús: “Tuve hambre, estaba desnudo, estaba sin hogar, estaba despreciado, rechazado, abandonado, y a Mí Me lo hicisteis“.
[1] “¿Puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaría de tí. Mira, en la palma de mis manos te he grabado, tus muros están sin cesar ante mí". Is 49, 15-16
[2] Ocho años más tarde diría a un médico “encuentro que el niño no nacido es el más pobre entre los pobres hoy en día, el menos amado, el más despreciado, el deshecho de nuestra sociedad”
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4 comentarios
Impresionantes textos; muchas gracias por traerlos y dárnoslos a conocer.
Un cordial saludo.
http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/el_pobre2
Vivirlo, no. Pero la gracia de Dios nos regala de vez en cuando a hombres y mujeres que, como la Madre Teresa de Calcuta, encarnan en sus vidas la llamada que Cristo nos hace desde cada pobre y necesitado. Y su ejemplo es luz que nos marca el camino a seguir desde nuestras circunstancias personales.
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LA
Tienes más razón que un santo, Luis. Y gracias por recordarnos este antiguo artículo tuyo. Es sumamente oportuno.
Un cordial saludo.
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