Mi experiencia con Red Madre

Comenzamos hoy una nueva sección en esta bitácora, la de las firmas invitadas. Hombres y mujeres con conocimientos o experiencia mayores que la mía en alguno de los campos que se tratan aquí: bioética, moral social, historia de las Españas, etc. Ellos nos aportarán una mejor y más completa visón de todos esos temas desde su óptica particular.

Escribirán sus experiencias e impresiones personas corrientes, algunas serán amigas mías, otras simples cristianos, incluso lectores de Mater et Magistra, como la que hoy inaugura “firmas invitadas”.

María del Prado es voluntaria de la iniciativa social “Red Madre”. Mientras nuestros legisladores sólo se preocupan de cómo hacer más accesible y fácil a las mujeres embarazadas desembarazarse de su hijo, Red Madre lleva muchos años asistiendo a las futuras madres para que puedan vivir ese trascendental momento de dar la vida a una persona y no se vean empujadas a abortar. Lejos de míseras subvenciones complejas y burocratizadas, magro y frío consuelo que la administración da a las madres con problemas, Red Madre les asiste en todos los campos: emocional, social, familiar, económico, sanitario, laboral, legal… una verdadera iniciativa de la anónima sociedad que no sale en los medios de comunicación, y sin embargo practica el Bien absoluto. Red madre no recibe dinero institucional, y en la mayor parte de las ciudades donde opera no tiene la colaboración de los poderes públicos para desarrollar su labor. La mayoría de sus miembros son voluntarios, son mujeres, y casi todos (aunque no es una asociación confesional), son católicos. María del Prado Gómez es un ama de casa de Talavera de la Reina, madre, catequista (comunión y prematrimonial) y voluntaria, y hoy nos trae su testimonio. Ella sabe de dificultades y de consuelo.

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Soy voluntaria de la asociación Red Madre en Talavera de la Reina. Hace casi dos años un pequeño grupo de personas quisimos reaccionar frente a esta violación del derecho a la vida de los no nacidos y vimos que era necesario ofrecer una alternativa al aborto a aquellas mujeres que se encuentran con un embarazo imprevisto o en situación de abandono, pobreza o cualquier otra situación difícil.
En esta corta andadura hemos atendido mujeres de diversas nacionalidades que han entrado en contacto con nosotros, bien de forma esporádica o durante un tiempo más prolongado y han nacido ya doce bebés y tres que vienen en camino, algunos de los cuales han sido rescatados literalmente de un destino de muerte.

La experiencia como voluntaria en defensa de la vida no deja de ser un tanto dolorosa porque nos llaman muchas personas que arrastran tremendos sufrimientos y porque inevitablemente compartimos y hacemos propias sus heridas y sus angustias. Ante todo las escuchamos siempre todo lo que necesitan, en entrevista o por teléfono. Los peores momentos los vivimos cuando algunas deciden abortar. Esto nos rompe por dentro, haciéndonos experimentar dolor e impotencia para evitar esa muerte, aunque dejamos siempre nuestras puertas abiertas por si nos necesitan, pues conocemos bien el trauma post aborto.
También resulta duro encontrarnos muchas veces con problemas muy complicados que sobrepasan nuestras posibilidades, pero siempre reciben nuestra entrega y nuestro esfuerzo por llegar hasta donde podemos. Hemos recogido embarazadas en condiciones bastante extremas, que han recibido alojamiento y manutención. Normalmente se les proporciona acompañamiento durante todo el embarazo y se les atiende emocional y materialmente. Unas requieren ayuda psicológica y otras han solicitado consejo o atención espiritual. Cuando dan a luz, reciben todo lo necesario para el bebé y para las que tienen mayor necesidad económica prolongamos nuestra asistencia durante meses en diversos tipos de ayudas.

Todo esto es posible recibiendo sólo donativos y la colaboración desinteresada de algunos profesionales: médicos, enfermeras, psicólogos, abogados, etc. Providencialmente -damos fe de ello- tenemos siempre lo que necesitamos, en el momento oportuno.
Somos creyentes. No imponemos nuestra fe ni la ocultamos; pero el amor a Dios y al prójimo es el que mueve y eleva nuestro voluntariado. Nuestro trabajo va precedido y acompañado siempre de la oración. Es Dios quien hace todo esto y nosotros lo sabemos. Por lo cual, esta experiencia es, también, profundamente gozosa y enriquecedora, porque pocas cosas producen mas dicha que defender la sacralidad y grandeza de la vida humana y luchar contra este nuevo holocausto que es el aborto.

Sí hay alternativas y ayudas, aunque habitualmente o se ignora o no se ofrece esta información.

No podemos solucionar todos los casos. Hay mentes y vidas muy difíciles de recomponer, pero lo que comprobamos cada día es que todas las madres que continúan con su embarazo, nunca se arrepienten de ello. Lo sabemos por sus testimonios donde expresan, con frecuencia, su gratitud y la felicidad que sienten por la vida de su hijo. Podemos ver, la mayoría de las veces, cómo estas chicas levantan cabeza y salen adelante.

Sólo desde el amor se puede cambiar esta cultura de muerte. Merece la pena luchar por la dignidad de toda vida humana y llevar al mundo la esperanza que tanto necesita.

María del Prado Gómez

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Lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo haceis
Mt 25,40

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