Sacerdotes mártires valencianos (II)
Vicente Garzando Alandés nació en el barrio del Cabañal, del Grao de Valencia, en 1903, en una humilde familia de pescadores. Destacó de tal manera en sus estudios en el seminario conciliar de Valencia, que ganó por oposición una colegiatura de beca en el colegio mayor de la Presentación. Fue ordenado presbítero en 1929, y alcanzó el grado de licenciado en Sagrada Teología.
Nombrado cura de Petrés (en la provincia de Valencia, cerca de Sagunto), logró en poco tiempo restaurar aquella parroquia, tanto espiritual como literalmente, con la reparación del templo, dejando un gran afecto entre sus feligreses. Al comienzo de la guerra, marchó a refugiarse a Moncófar (comarca de La Plana, Castellón). El comité revolucionario de Petrés envió una orden de búsqueda a dicho pueblo, y en la madrugada del 10 de septiembre de 1936 se presentaron unos individuos en la casa donde se alojaba, llevándoselo con la excusa de tomarle declaración. Al poco, le dieron muerte en la carretera entre Moncófar y Nules. Según declaración de uno de ellos tras la guerra, “la entereza y las palabras de perdón que nos dirigió a sus verdugos, nos impresionaron grandemente a todos, y especialmente a mí”. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Nules. Tenía 33 años.
Antonio Beltrán Ferrando nació en Sueca (La Ribera, Valencia), en 1866. Estudió en el seminario conciliar de Valencia, alcanzando el presbiteriado en 1890, y fue nombrado coadjutor de la parroquia de la Santísima Cruz, de Valencia, hasta 1910, en que pasó a coadjutor en la colegiata de san Bartolomé, siendo luego nombrado canónigo de ella. En ambas demarcaciones existían barrios humildes, y don Antonio, hombre proveniente de familia acomodada, se hizo pronto conocido entre las casas de los trabajadores más pobres, por su corazón generoso y las continuas dádivas con las que sostenía a los más apurados. No menos intensa fue su acogida cordial y su sonrisa para todos aquellos que necesitaban consuelo espiritual. Al terminar la guerra se presentaron voluntariamente en el arzobispado cientos de testimonios de antiguos feligreses, dispuestos a declarar los bienes materiales y morales que don Antonio les había otorgado. Particularmente se hizo célebre por su insistencia en administrar el sacramento a moribundos, existiendo algunos casos de pecadores empedernidos a los que logró llegar pese a haber sido amenazado de muerte, y las muchas misas que decía por las almas extraviadas. En 1933, fue elevado a cura ecónomo-prior de la colegiata de san Bartolomé. Al producirse el alzamiento, contaba 70 años, y estaba aquejado de una grave enfermedad, que le tenía postrado en cama. El 17 de septiembre de 1936, sobre las siete de la tarde, un grupo de pistoleros lo sacaron de la cama con grandes injurias y lo sacaron a rastras. A las pocas horas, en la madrugada del día 18, apareció su cadáver, junto al de un sobrino suyo, en la carretera entre Bétera y Godella.
Vicente Martí Palanca nació en Burjasot (Valencia) el 8 de marzo de 1895. Ingresó en el colegio de vocaciones eclesiásticas a los 11 años y su precoz carrera le llevó a obtener una beca en el Seminario Conciliar, donde terminó sus estudios antes de tener la edad mínima exigida para la ordenación (24 años). Dedicó dos años a doctorarse en Sagrada Teología, y en 1919 fue finalmente consagrado sacerdote. Destinado al pueblo de Palmera, cerca de Gandía, desempeñó su misión con gran celo, de modo que al ser trasladado dos años después como vicario en la parroquia de san José, de la capital ducal, sus antiguos fieles quedaron profundamente afectados. En su nuevo puesto, comenzó a destacar por sus dotes de apostolado y organización de la comunidad: creó misiones especiales para feligreses y predicó en los ambientes enrarecidos por las doctrinas marxistas de la ciudad. Tras 26 meses, pasó a ocupar el primer vicariato de la Colegiata de Gandía, puesto que ocupó durante 7 años, con gran celo apostólico y atención a los más necesitados. Trasladado a Vinalesa (cerca de Valencia), incrementó más si cabe su labor social: fundó una escuela católica para los hijos de las familias más humildes, organizó la Acción Católica y creó centros católicos para la juventud, logrando convertir a muchos alejados. Su influencia fue tal en la comarca, que al comienzo de la II república, los cabecillas de los sindicatos de izquierdas presionaron al gobernador provincial, hasta que este se puso en contacto con don Vicente, aconsejándole que se trasladara a otro pueblo. Finalmente, el arzobispado, para evitar problemas, le envió a Villamarchante como cura párroco, en septiembre de 1933. Tras permanecer 15 meses allí, fue nombrado vicario de la Colegiata de san Bartolomé, dedicándose plenamente al apostolado de Acción Católica. Su nombre figuraba entre los primeros de la lista de los marxistas, y en cuanto se produjo el alzamiento se refugió en un hotel, de donde fue sacado el 24 de julio de 1936, con 41 años y llevado al Gobierno Civil, en cuyos calabozos fue torturado y vejado durante 2 días. El 26 de julio fue trasladado a la cárcel Modelo de Valencia y retenido en condiciones infrahumanas durante casi un mes, hasta la madrugada del 23 al 24 de agosto, en que formó parte de una saca de 12 presos, junto a los que fue asesinado cerca del pueblo valenciano de Silla, en cuyo cementerio reposan sus restos.
Enrique Gimeno Archer nació el día de Navidad de 1886 en Valencia, y se ordenó de presbítero en 1913. Doctorado en Sagrada Teología, ocupó diversos cargos, destacando por su erudición, y tras doctorarse en derecho canónico, fue nombrado cátedro y vicerrector del seminario diocesano. Posteriormente fue trasladado al obispado de Gerona, donde ejerció de vicario general de su titular don José Vila. A su muerte, don Enrique renunció a sus cargos y regresó a Valencia, donde ocupó el cargo de Beneficiado de la parroquia de san Martín de la capital. Destacado intelectual católico, al estallar la guerra se escondió en una casa de la calle de Cambios, y al poco, en la casa de su hermano Emilio, en la Gran Vía de Germanías. El 1 de septiembre de 1936 se presentaron en la misma varios agentes del “comité de Salud Pública”. Al abrir don Enrique, y preguntarle quién era, contestó “un sacerdote”, sabiendo lo que eso significaba para él. Fue trasladado a la cárcel de las históricas Torres de Cuarte, donde al conocer su identidad, se le retuvo. Primero con promeses, y luego con amenazas y malos tratos, le exigieron que identificase el paradero del “tesoro de san Martín”, creyendo que los curas hubiesen escondido riquezas de dicha parroquia al no hallar lo que esperaban en su saqueo. Tras un mes de padecimientos, el 30 de septiembre fue sacado de noche, atado con unas cuerdas que le produjeron el amoratamiento y necrosis de los brazos aún en vida, y fusilado en el Picadero de Paterna, a la edad de 50 años, tras robarle todas sus posesiones. Una vez muerto, sus ejecutores destrozaron su cabeza a golpes, le mutilaron los genitales y le abandonaron, siendo identificado su cadáver por su hermano al día siguiente en el cementerio general de Valencia, junto a otros 245 asesinados en esa misma y terrible noche.
Ruego a los lectores una oración por el alma de estos y tantos otros que murieron en aquel terrible conflicto por dar testimonio de Cristo. Y una más necesaria por sus asesinos, para que el Señor abriera sus ojos a la luz y, antes de su muerte, tuvieran ocasión de arrepentirse de sus pecados, para que sus malas obras no les hayan cerrado las puertas de la vida eterna. Sin duda, los mártires habrán intercedido por ellos, como lo hicieron antes de morir.
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La vida y martirio presbiteriales aquí resumidas proceden de la obra “Sacerdotes mártires (archidiócesis valentina 1936-1939)” del dr. José Zahonero Vivó (no confundir con el escritor naturalista, y notorio converso, muerto en 1931), publicada en 1951 por la editorial Marfil, de Alcoy.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, persigan y, mintiendo, digan todo mal contra vosotros por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los Cielos. Pues así persiguieron a los profetas antes que a vosotros.
Mateo 5, 9-12
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6 comentarios
E impresionante también que después de todo lo que pasaron, murieran perdonando y de corazón. Todo un ejemplo. Cuenta con la oración, aunque me parece que la necesitan más los segundos que los primeros.
Un cordial saludo.
Cientos de seglares fueron perseguidos hsta la muerte, a causa de la FE, por odio a la Religión y la obsesión por terminar con la Iglesia.
Ellos eran hombres y mujeres,jóvenes y ancianos, pertenecientes a la Adoración Nocturna, Acción Católica,Congregaciones Marianas,Catequistas,Sacristanes, padres de familia,profesionales ,labradores,etc ..pero todos con un denominador común La FE Recia, y el amor a JESUCRISTO hasta el final.
En el año 2001, se clausuró, la primera fase de la causa de la canonización, de los mártires de nuestra diócesis, que en su mayoria eran Sacerdotes,y posteriormente una segunda fase que recogió mayoritariamente a los Seglares
Saludos
El 20 de agosto fué asesinado Mossén caselles Gaya..
Las últimas palabras que pronunció, fueron a sus verdugos " Muero por el honor de ser Sacedote; de estas piedras que riego con mi sangre, hará surgir DIOS nuevos sacerdotes "
El 13 de octubre fue asesinado , el Hermano Ludovico, religioso DE la Orden del Carmen en Onda.
El 8 de agosto, derramó su sangre por Cristo el Hermano Mateo molinos Coloma,
Tambien fué asesinado el Hermano Ramón Palos Gascón.
Francisco Colom Gonzalez, profesor en el colegio de San Pedro, de Tortosa.
El Hermano Cirilo-Pedro,El hermano Benito-Clemente, el Hermano Victorio, los hermanos Eliseo Vicente y Valeriano Luis, el Hermano Crisóstomo, el Hermano Raimundo-Eloy, el hermano Adolfo-Mariano, todos ellos Hermanos de las escuelas Cristianas de la Salle.
Los Religisos Carmelitas Mártires Ludovico Mª Ayet Canós, Angel Mª Prat Hotench, Anastasio Mª Dorca Coromina, Eduardo Mª Serrano BuJ, mIGUEL mª Solé Sala, Juan Mª Puigmitjá Rubio, Pedro Mª Tomás Prat Colldecarrera,Angel Mª Presta Batlle, Fernando Mª LLoveras Puigsech, Eufrosino Mª Raga Nadal ...
Todos ellos Beatificados en Roma , en total 498 mártires que dieron su vida por amor a JESUCRISTO, como testigos heroicos del Evangelio, murieron por odio a la FE.Murieron víctimas de una persecución religiosa contra la Iglesia Católica.
Su trabajo era hacer el bien, ellos son un signo de Esperanza paa todos..
Que su ejemplo nos ayude a vivir nuestra Fe, con fidelidad en tiempos de inclemencia.
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LA
Al final del artículo cito la obra de la que están tomadas estas breves biografías (sacerdotes mártires de la archidiócesis de Valencia). Su autor, José Zahonero, no cita fuentes concretas. La obra parece estar basada principalmente en la Causa General, aunque es posible que manejara otras referencias. por desgracia, las desconozco.
Un saludo.
----deseo obtener información extensa de la vida del Beato José Aparicio.
-----quisiera entrar en contacto con las familias APARICIO Y SIMON de esa localidad.
Y si hay alguien que puede ponerme en contacto, con ellos, lo agradecería.
saludos
MANUEL OBRERO
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