El budismo es ateo
por el Padre Federico Highton, S.E.
Misionero en el Himalaya
El budismo tibetano lo niega todo, esto es, niega a Dios, niega la realidad y niega al prójimo. Esta triple negación es una negación universal.
El budismo tibetano niega a Dios, esto es, es metafísicamente ateo. Ahora bien, si el budismo es ateo, ¿qué es? ¿Una religión? ¿Una filosofía? ¿Una ciencia? La respuesta es compleja. Veamos.
El budismo no puede ser considerado una religión (ya que es ateo), pero, ¿puede ser clasificado como una filosofía? Creemos que no ya que filosofía es el «amor (o filia) a la sabiduría», pero para el budismo, toda filia (o amor o deseo) debe ser extirpado. Hay otro motivo más para negar el carácter filosófico del budismo: todo filósofo aspira a la verdad (la verdad es la conformidad de la inteligencia con la realidad), pero para el budismo no hay ni inteligencia ni realidad (ya que nada es), por ende el budismo no es una filosofía.
Si bien no es una religión ni una filosofía, algunos pretenden que el budismo es un sistema básicamente científico. No es así. El budismo tibetano no tiene nada de científico pues contiene absurda mitología y terroríficas supersticiones.
Alguno, teniendo en cuenta el yoga, pretenderá que el budismo es una gimnasia, más allá de que como gimnasia, deja mucho que desear y es largamente superada por la gimnástica occidental. De todos modos, no es una gimnasia ya que el sentido de la actividad física yóguica es alcanzar una supuesta iluminación interior, ajena a todo quehacer deportivo.
Y, entonces, ¿qué es el budismo? Es una concepción metafísica atea y desviada mezclada con idolatría, magia negra, satanismo, ejercicios físicos, supersticiones y mitologías. En suma, es un pozo de perdición y confusión.
El budismo ignora a Dios y lo sustituye por Buda, que acaba ocupando el lugar del Altísimo. Buda, queriéndolo o no, cae en la tentación adámica del «seréis como dioses» (Gen III, 5), esto es, en el budismo, se configura una operación de reemplazo de Dios por Buda.