Publicamos una nota que circula por las redes escrita por J.G. Lardies, sobre el Seminario diocesano más católico que ví en mi vida, un seminario donde, hasta la fecha se respiró la reyecía de Cristo, la Argentina Católica, la fidelidad martirial al Credo Niceno, la voluntad incondicional de luchar por las salvación de las almas, el fuego de la Hispanidad y donde se preparaba la restauración de la Santa Christianitas.
Fue un Seminario cuyo primer Rector fue el glorioso Padre Ezcurra.
Fue un Seminario cuyos seminaristas fueron expulsados en la Solemnidad de Cristo Rey, como mostrando que sus hijos son predilectos del Rey de Reyes.
¡Viva Cristo Rey!
Padre Federico, S.E.
¡Qué imagen la de Ayer! Casi épica, casi sagrada… Ese tipo de imágenes que conmueven profundamente, hasta el alma, y cuya trascendencia se contempla más que se entiende: los seminaristas de San Rafael, con sus sotanas y su firmeza de corazón, de pie frente a su seminario… próximo a cerrarse para siempre.
Cantaban el Himno del Seminario, Semirario al que aman con intensidad y que tantos buenos curas dió a nuestra tierra.
Ayer, 27 de octubre, se confirmó el cierre del Seminario y se supo que a estos seminaristas se los manda de regreso a sus casas, sin sotanas, sin mayores explicaciones, castigo oprobioso. ¿Qué puede argumentar la Santa Sede para justificar una decisión así? Acaso dirá _"este seminario se cierra y sus seminaristas son severamente castigados porque respetan ‘demasiado’ a Jesucristo, porque son en exceso reverentes con la Sagrada Hostia y eso es intolerable“_ . ¡Cuando sabemos que por el mundo (y en plena actividad) hay monjas abortistas, clero homosexualista, teólogos detractores de la fe verdadera, moviéndose dentro de nuestra Iglesia sin que se ose imponerles límite o sanción alguna! ¿Es tan detestable el ‘crimen’ de estos seminaristas mendocinos que llenos de amor a Cristo prefieren ser echados como perros antes que ser obligados a manosear la Sagrada Hostia? ¡Benditos custodios de la Eucaristía!
Verlos ahí de pie frente al Seminario nos trae a la memoria esas imágenes tantas veces vistas de los mártires de Barbastro… de San Héctor Valdivieso o del Beato Juan Duarte Martín… Provocan esa emoción que tiene que ver con el respeto y la admiración elevados a un nivel que está más allá de las cosas del mundo. Es una imagen distinta a las imágenes ‘eclesiales’ complacientes y tibias que estamos acostumbrados a ver últimamente, imágenes circenses o markiteneras, endebles o caricaturescas…
Estos muchachos nos recuerdan la dignidad de nuestra Santa Madre Iglesia, nos muestran el rostro de la verdadera Iglesia, la que no negocia con el enemigo, la que no perece.
Y sí. De alguna manera tienen algo de mártires. Martirio incruento… O quizás sea que están hechos de esa madera martirial y que hoy han comenzado a transitar ese camino en el que muchos otros valientes de sotana los han precedido a lo largo de la Historia, camino culminado en palma y florecido en sangre para ganarse el Cielo por asalto.
Hace mucho tiempo que los persiguen… Y claro, la sotana molesta, da comezón, pero no precisamente a quienes la llevan puesta.
Ahora esa persecución se hizo especialmente visible; los comenzaron a perseguir ‘formalmente’ podríamos decir… y ya hemos visto muchas persecuciones a cristianos… sabemos lo que significan.
Sí. Ya son un poco mártires por Cristo. Ya demuestran un poco de ese santo valor que infunde el Cielo. Y ya van haciendo que quienes los miramos en su manera tan clara de amar al Señor sintamos la necesidad de ser mejores cristianos. Ocurre lo que ocurre cuando el demonio quiere sofocar la obra de Dios, pero de las cenizas de su destrucción surgen incontables nuevas vocaciones, nuevas fuerzas, nuevos triunfos santos y todo eso que no se mata…
-J.G.Lardies