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18.02.17

Misión en el Tibet.(continuación)

 

Misa “ad orientem” en el Himalaya oriental

Javier Olivera Ravasi, el 17.12.16 a las 6:38 PM

Como les comentaba a mis lectores en uno de mis últimos posts, me encuentro visitando a mi gran amigo, el P. Federico, misionero en la meseta tibetana, en pleno Himalaya oriental.

Para mí todo es nuevo: desde la gente que no come carne de vaca (“gay-mazú”, es decir, carne sagrada) hasta la no utilización de las duchas, sino una especie de jarrita con la que se echan el agua encima al momento de tomar un baño.

 En esta época del año, aquí, con una vista privilegiada del famoso monte Kanchendzonga, de 8500 metros, hace frío durante las mañanas y las noches, pero durante el día el clima es bastante apacible; no nieva, pero sí se ven las montañas nevadas a unos cuantos kilómetros.

La gente es sencilla; más bien sencillísima y muy buena. No hay persecución cruenta a los cristianos en esta zona y, hasta donde ví, todos lo reciben a uno con gran amabilidad. Puntualmente estamos (“aramos, dijo el mosquito…”) intentando evangelizar desde cero a esta gente que, en su mayoría es budista, con un porcentaje mínimo (¿0,5%?) de “protestantes” (y lo coloco así, entre comillas, porque el protestantismo de esta gente es cien veces más más católico que el catolicismo de muchos de los europeos o hispano-americanos) y otros hinduistas.

Lo impactante es que la mayoría jamás escuchó de Nuestro Señor Jesucristo. No es que lo hayan hecho y rechazaron Su doctrina, sino que jamás tuvieron la posibilidad de rechazarlo, pues nunca nadie se los predicó…

El P. Federico hace una labor de primera evangelización; digamos más bien que es una plantatio ecclesiae; me explico: pidió permiso al obispo indio más cercano al Tíbet y a Bután (pues allí no hay obispos ni curas) para poder predicar en las aldeas donde no hay católicos. Es decir: su única condición para venir por estos lares era que no existiesen católicos por aquí.

¿Cómo predica? Sencillo: va casa por casa y se presenta en inglés (aquí se habla nepalí y una antigua lengua llamada “rong”) explicando que viene a predicar al Dios vivo, al Dios que salva, que perdona, que ama y que premia a buenos y castiga a malos y que murió por nosotros en la cruz… Nada más ni nada menos; no creó una ONG, no hace sincretismo, predica a Jesucristo con el método evangélico: “sí, sí, no, no”. Si en la casa en la que entra es bien recibido (va siempre con un intérprete por las dudas que no hablen inglés), entra y explica la Fe católica de modo sencillo y, cuando no lo reciben, simplemente se retira recordando lo que dice Nuestro Señor: “si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos” (Mc 6,11).

Pues bien; hoy quería contar nomás una de las tantas anécdotas que vengo viviendo en estos días.

Una de mis funciones durante este tiempo de “vacaciones misionales” es enseñar música. Sí; puntualmente canto y órgano (un instrumento que casi nadie conoce por aquí), así que comenzamos con un alumnito llamado Ássis, un niño híper despierto, obediente y dócil que rápidamente empezó a hacer uso de este hermoso instrumento para uso litúrgico. Está fascinado. La idea es enseñarle puntualmente la llamada Missa de Angelis, esa hermosa y tradicional composición que la Iglesia canta tanto para la Misa de los santos ángeles como en diversas oportunidades litúrgicas.

Al conversar con los primeros paganos y “protestantes” que querían participar de la Misa les hablamos de lo que significaba el Santo Sacrificio del altar (háganse una idea de que no sabían lo que era la Misa…) y les dijimos que había algunas cosas a conversar: en primer lugar, la lengua a utilizar y la disposición del “altar” (por ahora, una simple mesa adornada con ornamentos que trajimos desde nuestro viaje por hispanoamérica).

Les dijimos que la Iglesia, por ser católica, es decir “universal”, tenía una lengua universal; lengua que ahora no se usa para hablar pero que sí debería usarse para rezar según los papas (ojo: antes les explicamos qué era eso de “el Papa”, pues aquí hay muchos ídolos y muchos dioses falsos; les resumimos lo de Castellani: “existen entre nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo Pontificado decir que el Papa (…) en cualquier tiempo ‘es un santo y un sabio’… aunque no sepan un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es mentir sencillamente a veces, es ridículo; y nos vuelve la irrisión de los infieles[1]; y lo entendieron perfectamente…). Les preguntamos y respondieron que, para ellos, lo mejor sería usar esa lengua de la Iglesia, pues estaban deseosos de ser “católicos”, es decir, “universales” y así se sentirían mejor y en mayor unión con todos los católicos del mundo. Esta predicación me tocó hacerla a mí, en inglés, con un joven traductor al nepalí. “¡Tomá mate!”, como decimos en Argentina cuando nos asombramos de algo.

En segundo lugar, la disposición del altar; esto le tocó al P. Federico. Les dijo que, en algunas iglesias católicas fuera de esta aldea remota, quizás ellos verían algún día que el cura mira a los fieles todo el tiempo, pero que, en realidad, el Sacrificio se está haciendo a Dios, y no a los hombres, por lo que les preguntó qué opinaban ellos: si el cura debía mirar como ellos hacia el crucifijo que colgamos en la pared o si debía mirarlos a ellos. Había allí una veintena de neófitos. Yo estaba allí, mirando y escuchando como un niño; al terminar el P. Federico de explicar y preguntar qué preferirían, todos, al unísono, dijeron: “¡mirando todos a Cristo”! ¡Me quedé helado! Era una prueba clarísima de que, esta gente sencilla y cuasi analfabeta, comprende mucho mejor que varios doctorcitos y teologuillos de renombre lo que implica el Santo Sacrificio de la Misa ¡Misa ad orientem en el Himalaya, por aclamación popular! ¡Si el cardenal Sarah lo supiera…!

A veces el pueblo tiene razón… Es, por ahora, el sensus infidelium, ¡jé!

Todo aquí es aventura; todo es un enorme misterio. ¡Cuántos misioneros harían falta!

Corto con esta crónica y la seguimos más adelante.

¡Cristo vence!

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

PS: por pedido de las autoridades locales, lamentablemente para nuestro pesar, las a-católicas autoridades civiles locales, no nos permiten el uso de la sotana.

 

[1] Castellani, L. Las Parábolas de Cristo. pp. 130-131.

Misión en el Tibet.(continuación)

 

De sotana por Estambul…

Javier Olivera Ravasi, el 11.12.16 a las 8:05 PM

 - “¿Pero entenderán qué es la sotana en Turquía?".

- “Y…, al menos habrán visto alguna vez una película antigua…” - nos decíamos antes de bajar del avión.

Una de nuestras escalas antes de llegar a la meseta tibetana, fue Estambul, Turquía, antigua Constantinopla y sede del imperio romano de oriente. Allí debimos permanecer un día entero.

Como es de manual, no podíamos de dejar de visitar la hermosa Catedral de Santa Sofía, luego mezquita y ahora museo turco: una verdadera belleza de la arquitectura. El tema era…: ¿cómo debíamos ir vestidos por la calle? ¿De “clergyman", de sotana, o como laicos? Como dudamos un poco, nos decidimos enseguida: de sotana, como todos los días.

- “Es que puede haber atentados” -pensamos. Es cierto, pero también podría haberlos si no nos identificásemos como tales, como pasó, de hecho, el mismo día allí, cerca de un estadio de fútbol.

Es que, de algún modo debíamos predicar a los turcos -cuya lengua no hablamos- que hay una religión distinta (la verdadera) a la de Mahoma; la religión que sus antepasados practicaron hace siglos y que ahora olvidaron. Por lo tanto, si con nuestras palabras no podíamos dar testimonio, al menos lo haríamos con nuestro hábito (¿acaso los judíos y los musulmanes no hacen lo mismo?).

- “Probemos” - nos dijimos. Y nos largamos a caminar. 

La respuesta fue impactante; conversamos con la gente (todos musulmanes) y nos identificaban claramente como curas católicos; es más, dos de ellos nos felicitaron por vestir el traje talar: “is more formal and respectable“, nos dijeron. Algunos, claro, nos miraban con desprecio…

Nos dimos el lujo de rezar el breviario en Santa Sofía como un modo de desagraviar el sacrilegio por haberla transformado en mezquita y fuimos el blanco de varias miradas y cámaras, asombradas de ver a dos curas así.

El padre Federico llevaba sotana de color clarito por el calor, pero yo, la negra pues no tengo otra (ninguno estudia para Papa, por las dudas…).

Bueno, sólo este testimonio, para que no digan que la sotana aún no se usa o que no se entiende; y, si no se entiende, hay que enseñarla mejor.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

15.02.17

El “silencio” de las Misiones católicas (II): P. Nicolás S.J.

I.-

La herejía neo-modernista corrompe la Santa Fe Católica, atacando todas las verdades reveladas y aspectos de la vida cristiana. Así, los ideólogos que buscan mezclar el Evangelio con el principio de inmanencia, no cesan en su ímpetu de destruir todo lo católico. Esta infernal mentalidad niega incluso el “mandato misionero”, esto es, el progresismo ataca a las Misiones creyéndolas una errada rémora del pasado, una reliquia vetusta de la “Iglesia pre-conciliar”…

Ahora bien, el ataque a las Misiones es ciertamente unos de los males más graves que estamos padeciendo sobre la faz de la Iglesia ya que si la Iglesia no predica el Evangelio, se suicida.

La preternatural embestida contra las Misiones es polifacética. En efecto, despliega su virus de muchos modos: condenando el proselitismo a secas; promoviendo el respeto a las religiones erradas (en vez de respetar al que yerra y odiar al error); convirtiendo las sagradas Misiones en ONG´s, substituyendo la eterna salvación de las almas por la transitoria satisfacción de los estómagos; glorificando a los apóstoles que no hacen apostolado; rodando films que promueven la apostasía y hasta exhortando a una alianza (¡!) de la Fe verdadera con las religiones falsas, entre otras muchas burlas al rotundo e inapelable mandato que nos dejó el Señor antes de Su Ascensión: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado” (Mt XXVIII, 19-20).

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14.02.17

El "silencio" de las Misiones católicas (I): el ecumenismo anti-apostólico

A.- Proemio

 

Hace unos meses un noble amigo francés vino a cooperar a la Misión y nos pidió que le ayudásemos a responder varias de las objeciones que muchos católicos de su país presentan en  contra de la Evangelización y promoviendo el falso ecumenismo, convocando no poca gente.

Debido a estos dislates muchos se sustrajeron al mandato misionero, renegando implícitamente del mismo “Testamento de Cristo” (cfr. Mt 28, 19-20) y se dejaron seducir por la fascinación de la cómoda manía ecumenista, la cual combate al vero ecumenismo, que no busca sino la conversión de todos los cristianos ("omnes gentes") a la Fe Católica, la única vera.

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10.02.17

Su último Testamento (I)

Su último Testamento

(Escritos del Siervo de Dios Frank Duff sobre el Apostolado -Parte I-[1])

Las almas necesitan a Cristo. ¿Qué esperamos para misionar?Las almas necesitan a Cristo. ¿Qué esperamos para misionar?

Las palabras de la última despedida, aun pronunciadas con la debilidad natural, adquieren siempre cierta solemnidad. ¿Qué diremos entonces de este precepto con que se despidió nuestro Señor de sus apóstoles: Id por todo el mundo; y predicad el Evangelio a todas las criaturas (Mc 16, 15)? Terminaba su vida de Legislador en la tierra, y estaba a punto de subir a los cielos. Ocasión más imponente que la del Sinaí. Bien puede decirse que este mandato es su última voluntad, su testamento. Y estas palabras las pronunció Jesucristo estando ya revestido de la gloria de la Santísima Trinidad.

Estas palabras destacan la nota más alta de la fe cristiana. Es una fe que debe esforzarse con inextinguible ardor por llegar a todos los hombres. Pero, desgraciadamente, a muchos les falta esa nota esencial. No se va en busca de los otros, ni

El Señor nos manda a misionar a todos los pueblos, hasta "a la tribu ignorada"El Señor nos manda a misionar a todos los pueblos, hasta “a la tribu ignorada”

dentro del redil ni fuera de él. Se ignora el mandamiento de nuestro Señor en el momento de su Ascensión. ¡Y a qué precio!: al precio de la pérdida de la gracia, de la disminución, el decaimiento y aun la extinción de la fe. Basta dar una ojeada en derredor nuestro, para ver los muchos lugares que han pagado ya ese terrible precio.

Cuando Cristo dijo “a todas las criaturas”, quiso decir a TODAS. Tenía delante de Sí, a cada hombre particular; por él, para redimirlo, vivió y murió.

Antes de la Ascensión, el Señor nos dejó Su último Testamento: el Mandato MisioneroAntes de la Ascensión, el Señor nos dejó Su último Testamento: el Mandato Misionero

“Llevó corona y cetro,
rey de dolor y mofa;
pedía el populacho
su muerte ignominiosa;
cargó su propia cruz;
apurando la copa
de penas mil, angustias,
desmayos, sed agónica,
al fin, abandonado,dio su vida en el Gólgota.”

Ésta es la misión cristiana, que nos impulsa poderosamente a acercarnos a todos los hombres, en todas partesÉsta es la misión cristiana, que nos impulsa poderosamente a acercarnos a todos los hombres, en todas partes

¡Que no se pierda una labor tan grande! ¡Que esa Sangre preciosa llegue a tocar a todos y a cada uno por los que se derramó tan pródigamente! Ésta es la misión cristiana, que nos impulsa poderosamente a acercarnos a todos los hombres, en todas partes: a los más pequeños, a los más notables, a los cercanos, a los alejados, a la gente sencilla, a los hombres más malvados, a la choza remota, a todos los afligidos, a los de entraña diabólica, al faro más solitario, a la “Magdalena”, al leproso, a los olvidados, a las victimas del vicio y de la bebida, a los delincuentes,

"a los que viven en cuevas o en caravanas"

“a los que viven en cuevas o en caravanas”,

a los empeñados en contiendas militares, a los que se esconden, a sitios no frecuentados, a los despojos de la humanidad, al tugurio más oculto, al desierto quemado por el sol, a la selva más espesa, a la tenebrosa marisma, a la isla desconocida, a la tribu ignorada, hasta lo más recóndito,para ver si alguien existe allí, hasta los confines del mundo se apoya por el arco iris… ¡Nadie se escape a nuestra búsqueda, para que no veamos severo al bondadoso Jesús!

El Señor nos manda hasta los confines de la Tierra

El Señor nos manda hasta los confines de la Tierra

[1] Frank Duff es el Fundador de la Legión de María. Los textos transcriptos están en el Cap. XL del clásico Manual de la Legión.