Reinado de Cristo o Democracia del Anticristo
Hace 95 años, S.S. Pío XI instituyó la gloriosísima fiesta de Cristo Rey destinada a rezar por la restauración de la Santa Cristiandad, esto es, de los Gobiernos Católicos (unidos a Pueblos Católicos), que algún protestante, impropiamente, dio en llamar “confesionales”.
El verdadero nombre no es “confesional” ni “civilización del amor” ni “teocracia”, sino simple y reciamente: Cristiandad o, en latín, Christianitas. De hecho, como subraya Gueydan de Roussel, antiguamente no se hablaba de Europa, sino de la Christianitas, nombre que debemos recuperar.
“Europa”, de hecho, tiene un significado absurdo. Evoca una idolilla fenicia secuestrada y seducida por el ídolo Zeus transformado en toro. ¿Cómo la gloriosa Christianitas, que marcó más que ningún otro factor humano la Historia Universal, adoptó un nombre tan ridículo? Son los estultos modos de obrar de la laicidad. De todos modos, el mote “Europa” describe agudamente la caída de la Christianitas: ya no es la fortaleza de la Civitas Dei en este destierro, sino una tierra idólatra y fenicia raptada por una conjura de seres abisales.