Los males del budismo

Conozco a la señora N. desde hace casi veinte años. Una persona noble, dotada de una inteligencia notable, que heredó a sus hijos. Su sensibilidad para el arte y la poesía es parte fundamental de su vida. Poeta ella misma, médico de profesión e incluso conductora en algún tiempo de un programa de televisión sobre temas culturales, es una persona con buena voluntad para todos. Puede decir que gozo de su amistad y cercanía, misma que es correspondida. Oro por ella prácticamente todos los días, por su conversión y la de su familia. Oro por ella porque practica budismo tibetano desde hace más de veinte años y porque esta práctica la mantiene alejada de Dios y sumida en diversos males que la han venido afectando cada vez más. Como pasa en muchos casos, inició su acercamiento a esta religión debido a una crisis personal. La crisis fue tan fuerte que se metió de lleno a esas prácticas, refugiándose en el budismo de los embates del mundo y por supuesto, del sufrimiento. Pues el budismo es eso, te libera del sufrimiento. ¿O no?

Las tretas del adversario son crueles. En este caso, se aprovecha de la seguridad económica de N. para mantenerla bajo sus garras y evitando que se acerque a la Iglesia. ¿Pero qué tiene de malo el budismo?, dirán algunos. Por supuesto, hoy en día es la única religión impermeable a las exigencias de la sociedad posmoderna. Se presenta bajo ropajes que se adaptan bien a las exigencias de nuestra ajetreada vida diaria: proporciona estatus social, deja a salvo nuestra inteligencia –después de todo es la religión de Lisa Simpson-, nos hace más conscientes y espirituales, nos hace tolerantes y no daña a nadie. ¿Qué puede salir mal?

En todo este periodo, las calamidades en la vida de N. sencillamente no tienen fin. Cada vez que la veo –una o dos veces al año-, hay una nueva enfermedad física o mental, muchas veces graves, un nuevo obstáculo para su bienestar, un nuevo problema económico o legal. Cada vez hay más soledad y alejamiento de su familia, cada vez más rechazo consciente a las cosas de Dios. Lo más grave tal vez sea la soledad y una depresión persistente, que en lugar de curarse, se va extendiendo en todos a su alrededor. Lo peor es que cada vez más está convencida de que si no fuera por el budismo sencillamente su vida colapsaría.

Pasa muy a menudo que ante una dificultad extraordinaria, la persona acude a los lugares equivocados en busca de ayuda en lugar de acudir a la Iglesia Católica: brujos, yoga, tarot, reiki, constelaciones y peor aún, drogas, alcohol y más. En lo que respecta a los efectos espirituales no importa mucho el grado de alejamiento de la Iglesia para que el maligno pueda actuar de manera negativa. El estar a un paso de las puertas de la Iglesia, sin atreverse a entrar y postrarse de rodillas a adorar a Dios, en la práctica es lo mismo que estar a kilómetros de distancia. Al enemigo le basta con que no estés dentro de la Iglesia, y que digas palabras como: “soy creyente pero no practicante”, “voy a misa cuando me nace”,  “Mi trato es directamente con Dios, no necesito de nadie más”. Perdemos de vista las reglas del mundo espiritual, que análogamente al mundo jurídico en la tierra, ordinariamente no opera ni se pone en funciones, sino mediante las formalidades y solemnidades adecuadas.

Cuando le digo a N. que regrese a adorar a Dios y a la vida sacramental recibo miradas de condescendencia, que parecen decir: “¿cómo es que te fuiste a perder de nuevo en la superchería católica? Te conozco de hace años, ibas tan bien con tu práctica zen, ¿cómo te dejaste vencer de nuevo por los amigos imaginarios y los cuentos de hadas? ¿Qué te pasó? Eras inteligente, ahora resulta que rezas el rosario todos los días.”

Dentro de los distintos tipos de budismo que existen, N. practica uno que es en particular peligroso para la sanidad espiritual: el budismo tibetano, que entre sus rituales, de manera habitual rinde ofrendas y sacrificios a distintos tipos de demonios. Para el budista tibetano, el trato con los demonios es cosa de todos los días, así como con lo que ellos llaman bodhisattvas mahasattvas, esto es, espíritus buenos, por llamarlos de algún modo. Para la mentalidad occidental, esos espíritus buenos y malos son en realidad “distintos aspectos de nuestra propia mente”. Es decir, fieles a nuestro materialismo, ninguneamos las realidades del mundo espiritual y las despojamos –según nosotros- de su efectividad bajo el convencimiento de que son sólo símbolos. Esto es algo particularmente peligroso, pues personas como N., comienzan ofrendando rituales a “meros símbolos” y terminan convenciéndose, por comprobarlo en la vida real, que el demonio existe, siendo ya tarde para escapar de su influencia negativa.

N. me contó una vez una parte de un ritual que hizo: por la noche tiene que establecer un perímetro para que las “divinidades coléricas” –demonios- no perturben su práctica nocturna. Para ello, debe apaciguarlos con ofrendas de todo tipo que debe dejar al alcance del demonio, fuera del perímetro mencionado. Una noche en particular, olvidó dejar esa ofrenda. Recuerdo vívidamente su narración, entre asombrada, espantada y preocupada. “Casi me tiran la casa”, dijo. Me contó que durante toda la noche sintió y oyó todo tipo de fenómenos preternaturales: aullidos, golpes en los muros, arañazos en las puertas, presencias ominosas. En una palabra, terror. “Nunca volveré a olvidar dejarle su ofrenda”, concluyó.

Esto sucedió hace casi diez años, y a la fecha, las calamidades siguen, como sigue también su trato habitual con ellos. La situación es triste, pues en el caso de N., como en el de muchas otras personas, ese trato no tiene en su origen una intención maligna ni mucho menos. Insisto, se acercan al budismo, por un dolor, por una carencia, en el mejor de los casos, por una genuina sed de Verdad. Lamentablemente en  muchos casos nunca llegan a enterarse que las dolencias del alma humana y su sed de Verdad, únicamente las puede colmar el Creador de la vida, el único que es Camino, Verdad y Vida, y vida en abundancia.

Tanto relativismo ha terminado por relativizar al maligno. Para el budismo por ejemplo, los demonios -habitantes de uno de los seis reinos de existencia según su doctrina- no son seres malditos por perversos, sino seres que merecen nuestra compasión porque son seres en sufrimiento. Es un tema teológico interesante sin duda, pero hay que recordar que en realidad, para los demonios no hay perdón después de la caída, como para el hombre no lo hay después de la muerte, y que si bien es digna de tristeza su condenación, no conviene ni corresponde al alma humana ningún tipo de trato con ellos, empezando por supuesto, con la expulsión del pecado de nuestras vidas y la perpetua renovación de nuestro bautismo: “renuncio a Satanás y a todas sus obras”. Toda rendija que abramos al príncipe de la mentira será en nuestra propia ruina, en forma de pecado. De ahí a la muerte, hay un solo paso. El caso de N. es ya grave, pues hablamos no solo de pecado, y pecado mortal, sino de acciones extraordinarias del maligno en forma de vejación, infestación u obsesión diabólica. La última enfermedad grave en su entorno afectó a un miembro muy joven de su familia, que por razones absurdas y hasta inexplicables se vio enfermo de muerte, pasando casi una semana en la cama de un hospital.

 

Antonio Blanco Guzmán

Abogado y Humanista

Correo electrónico: [email protected]

4 comentarios

  
Fede
Es verdad. Concuerdo con todo lo dicho.
31/12/18 3:07 PM
  
Jaume
Maravilloso, porque pone el dedo en la llaga. Y qué pasa con los que hace yoga físico?
01/01/19 12:40 AM
  
Spes
Ya veo poco la televisión, y con ésto de fin de año, estaba viéndola, me chocó que estaba la reportera a merced de los desfiguros que hacía el "chamán" con ella, le echaba incienso, le pasaba ramas por el cuerpo, y ella ,como le dijo él, tenía que estar muy concentrada rezando un Padre Nuestro, le cambié y en el siguiente canal, había otra escena parecida, le cambié y entrevistaban al vendedor de amuletos . Están dejando una sociedad idiotizada, tal vez sea por aquello de que así se controla mejor al país
01/01/19 8:12 AM
  
Marcelo
Es triste ver cómo caen en esas cosas, tienen ojos y no ven.
01/01/19 6:02 PM

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