¿Bautizar a los niños o dejar que decidan cuando crezcan?
Sem. Dr. Fernando del Carpio-Marek, S.E.
Se escucha con creciente frecuencia a padres de familia decir, con aires de sensatez, progresismo y apertura de mente, que no bautizarán a sus hijos, porque prefieren dejar que ellos mismos elijan la religión de su preferencia cuando tengan la madurez para hacerlo, sin la influencia de los padres… Olvidan estas personas que el mismo proceso de maduración de los hijos, el concepto que estos se formen de la realidad –y por consiguiente las decisiones que tomen en sus vidas–, está sujeto a una fuerte influencia de sus padres, y de otros individuos, algunos tal vez de influencia deseable, otros no tanto.
Nosotros afirmamos, con la Santa Madre Iglesia, que los padres católicos deben dar el bautismo a sus hijos poco después de su nacimiento, cuanto antes mejor, y que tienen la grave responsabilidad de formar a sus hijos en la fe católica. Pero antes de argumentar esta afirmación, preguntémonos, ¿qué es lo que motiva cada vez a más padres, que vienen de familias católicas, a pensar que es mejor dejar que sus hijos elijan por ellos mismos su religión? La respuesta parece encontrarse en dos causas, necesariamente vinculadas: la primera es que estos padres no tienen fe; la segunda consiste en un falso concepto de libertad.
Cuando los padres carecen de fe, bien porque la perdieron al no haber recibido el alimento de la sana doctrina católica y de los sacramentos, o bien porque en realidad nunca llegaron a creer al no haber sido movidos a ello por sus padres (o por quienes tuvieron la responsabilidad de educarlos), presentan una gran dificultad para ver que los hombres, hijos de Adán, tienen, por el pecado de este, la naturaleza caída, sometida a la debilidad, a la ignorancia y al poder de las tinieblas, e inclinada al pecado; de igual manera, la falta de fe dificulta, o imposibilita, a estos padres ver el bien infinito que recibe un alma por la gracia santificante.
La segunda causa, decíamos, radica en un falso concepto de libertad, según el cual se comprende a esta como la independencia de cualquier influencia previa o inclinación, de manera que, mientras más indiferente y ajena de toda inclinación sea una persona, más libre es; sin embargo el hombre no es libre cuando es independiente de inclinaciones, sino cuando es capaz de seguir aquellas inclinaciones que son acordes con la verdad de su ser, y la verdad del ser del hombre tiene su cumplimiento en la vocación por la que Dios lo ha creado: la filiación divina, ser hijo de Dios, que no está al alcance de las determinaciones ni esfuerzos humanos, sino que es un don absolutamente gratuito de Dios, sin ningún mérito previo de nuestra parte («Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer, conforme a su designio de amor», Flp 2,13), y que Él ha dispuesto dárnoslo a través de la Iglesia por los méritos de Su Hijo Único, Jesucristo, Cabeza de la Iglesia («Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y ustedes participan de esa plenitud de Cristo, que es la Cabeza», Col 2,9). Solo existe una voluntad absolutamente libre, que es la de Dios; luego, la voluntad del hombre será tanto más libre cuanto mayor sea su disposición a unirse a la voluntad de Dios, y esta disposición será mayor cuando sea más fiel a su conciencia y esta esté más iluminada por la verdad, ya que la voluntad de Dios actúa siempre según la verdad, o sea que cuanto más acostumbrada esté el alma a Dios, más libre es, y este “acostumbramiento” a Dios, a Su voluntad, nos es dado, por disposición Suya, en un orden sobrenatural por el Bautismo, por el que pasamos a participar de la misma naturaleza de Dios, del amor entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.
En las consideraciones precedentes ya podemos vislumbrar parte de la argumentación de por qué se debe bautizar a un niño lo más inmediatamente posible después de su nacimiento, y también los motivos por los que una tal argumentación, aunque sea clara en los conceptos y su concatenación lógica, resultará oscura a quien carece de fe y de un correcto concepto de la libertad del hombre. Pasemos, pues, a comentar los argumentos que nos ofrece el Catecismo (numerales 1250-1252):
- «Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original [el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva], los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios.»
Si los padres entendiesen la realidad del pecado original, y las consecuencias de éste para el alma, entenderían que postergar el bautismo de su hijo hasta que este pueda decidir, significa dejarlo desnudo de la gracia santificante, privado del vestido del mismo Cristo de quien somos revestidos en las aguas bautismales. Curiosamente, no se escucha a ningún papá decir que, puesto que no desea influir sobre los gustos de ropa de su hijo, lo dejará desnudo hasta que este pueda escoger por sí mismo las vestimentas de su preferencia.
- «La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños.»
Este argumento se relaciona con el falso concepto de libertad que explicamos más arriba. Cuando un papá quiere que su hijo sea libre para escoger su religión cuando tenga consciencia y conocimiento, es como pretender que sea libre para escoger a sus padres cuando tenga consciencia y conocimiento. Esa supuesta libertad es un engaño. El niño no necesita conocer varios candidatos a papás, y conseguirse el amor de alguno de ellos con ciertos méritos de su parte; él ya tiene papás desde el mismo momento en que ha sido concebido, y normalmente ya tiene garantizado el amor de estos, no necesita hacer méritos para ganarse su amor. Este es el caso con Dios, quien ha creado al hombre, y le ofrece Su amor y la salvación gratuitamente, pues todo acto meritorio de amor que puede hacer el hombre ya es un don de la gracia divina.
- «Los padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado.»
Cuando los padres reciben un hijo, no reciben solo un cuerpo, reciben una persona, que es una unión indivisible de cuerpo y alma. Por eso la responsabilidad de cuidarlo no implica solamente proveerle alimento material, sino también el espiritual. Uno dudaría del buen estado mental de un papá que se propusiera privar de alimento a su niño, aduciendo que prefiere esperar a que este tenga edad suficiente para decidir por sí mismo los tipos de alimentos de su preferencia, o que no le enseñase a hablar pensando que respeta mejor la libertad de su hijo si espera a que este tenga la edad suficiente para escoger por cuenta propia la lengua en la que desea comunicarse.
- «La práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando “casas” enteras recibieron el Bautismo (Cf. Hch 16,15.33; 18,8; 1Co 1,16), se haya bautizado también a los niños.»
Finalmente el Catecismo nos presenta aquí el argumento que para un católico es el de mayor peso: el testimonio de la Tradición de la Iglesia, fuente auténtica de la revelación divina. Siendo esta una práctica desde los comienzos del cristianismo, significa que fue instruida por nuestro Señor Jesucristo a los apóstoles, y que estos la transmitieron a la Iglesia, particularmente a los obispos que instituyeron para continuar el mandato del Señor de ir hasta los confines de la tierra, haciendo que todos los pueblos sean sus discípulos, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19), pues «el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.» (Jn 3,5).
Así como uno no puede escoger, cuando ya es joven, una pareja de padres para ser sus progenitores, y entonces comenzar a ser hijo, tampoco puede escoger un Dios para que sea su Creador y Salvador, y así como desde el nacimiento el niño necesita los cuidados y atención de sus padres, también desde el nacimiento el alma de ese niño necesita los cuidados y atención de su Padre y Salvador que es Dios, y de su Madre que es la Iglesia instituida por Dios. Si el cuerpo comenzase a tener alma recién de joven o adulto, o se pudiese escoger, entre varios dioses, de cuál recibir el alma, entonces coincidimos que sería muy sensato esperar a que el hijo tuviese el conocimiento y la madurez necesarias para hacer la mejor elección, como puede ocurrir con la vocación matrimonial o religiosa, por ejemplo. Concluimos con una cita de San Basilio, uno de los más grandes Padres de la Iglesia:
Hay un tiempo conveniente para cada cosa: un tiempo para el sueño y otro para la vigilia, un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Sin embargo, el tiempo del bautismo absorbe toda la vida del hombre. Si no es posible al cuerpo vivir sin respirar, mucho menos lo será para el alma subsistir sin conocer a su creador. La ignorancia de Dios es la muerte del alma. Aquel que no ha sido bautizado tampoco ha sido iluminado. Así como sin luz, la vista no puede examinar aquello que le interesa, del mismo modo, el alma no puede contemplar a Dios sin el bautismo.
13 comentarios
Por eso la Iglesia recomienda bautizar a no más tardar de 8 días del nacimiento.
Ahora se antepone el banquete con los familiares y amigos, y bautizan al niño después de meses.
Cuanto antes se bautice, antes actuará en el niño la gracia santificante. De otro modo no está.
Cuanto más se tarde, más tiempo perdido. Si quieren la fiesta, que la hagan al año de bautizarlo.
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Estimado Manuel, no, no sería provechoso bautizar al niño contra el deseo de sus padres, ni cuando falta la esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la fe católica. Lo provechoso en ese caso, es que procure, por los medios que Dios le inspire (por ejemplo a través del consejo de algún sabio pastor con el que usted tenga contacto) la conversión de los padres de su nieto a la santa fe católica, y entonces bautizarlo sin demora.
El Código de Derecho Canónico enseña ambas cosas, que no deben verse como excluyentes, sino complementarias:
867 § 1. Los padres tienen obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas; cuanto antes después del nacimiento e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y prepararse debidamente.
§ 2. Si el niño se encuentra en peligro de muerte, debe ser bautizado sin demora.
868 § 1. Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere:
1 que den su consentimiento los padres, o al menos uno de los dos, o quienes legítimamente hacen sus veces;
2 que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica; si falta por completo esa esperanza debe diferirse el bautismo, según las disposiciones del derecho particular, haciendo saber la razón a sus padres.
FdC
Deben ser bautizados siempre y cuando, sus padres (o quienes hagan sus veces) se comprometan a educarlos en la Fe.
A los 8 años los llevan a catequesis de la Primera Comunióny el niño no tiene ninguna experiencia religiosa, , y con mucha generosidad las catequistas hacen lo que pueden, pero una vez que han tenido la fiesta, todos vestidos bonito y un banquete, el siguiente domingo y para siempre la gran mayoría de ellos o la totalidad desaparecen y no vuelven nunca, excepto para algún entieroo o misa de difunto, en la que se ponen a hablar durante la misa de manera que no tienen ni una pizca de educación y se comportan los adultos peor que los niños, algunos de ellos chupando chicle en el templo. La Confirmación, como al parecer no es una ocasión social o lo es menos , no les interesa. O sea, estamos dando sacramentos a unos neopaganos, cuya situación es mucho peor que la de los paganos antiguos.
San Juan Cristóstomo, los Padres Capadocios, San Ambrosio, San Agustín fueron bautizados de adultos y no parece que les haya perjudicado este hecho. En el siglo IV, el catecumenado de adultos era algo realmente serio y duraba tres años.¿Y qué hacía Jesús? Pues decirles a los que con superficialidad y sin considerar lo que significaba seguirle lo despedía "los zorros tienen madrigueras,... el hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza" etc. . Ser cristiano es algo duro y difícil, seguir a Jesús hasta la cruz y mientras seguimos con el inclusivismo actual con sacramentos sin fe, pues poco o nada lograremos. El católicos "no practicante", en realidad dejó de ser católico y si acude al a parroquia es por algún motivo de tipo social . Donde estoy yo, 1% viene a la misa dominical, alrededor, puede ser hasta 3% y eso casi todas mujeres de 70 años y más, muchas con bastón y muletas. En 20 años no quedará nada y ni el obispo ni el clero piensan en este problema, o si piensan no hablan de él. En unos 30 años, miles de conventos y parroquias se habrán cerrado, pero en este momento ni los obispos ni nadie tienen ninguna estrategia para que al menos quede un núcleo de católicos evangelizados y comprometidos que sean levadura en la masa. Visto lo visto con el referendum sobre el aborto en Irlanda, y viendo que no pocos de los que asisten a misa los domingos, esta claro que el catolocismo cultural es un fracaso total y absoluto, pero no se hace nada.
En los últimos 50 años, la situación ha cambiado radicalmente y la pastoral de mantenimiento ha sido un fracaso total y absoluto. La Hermandades y Cofradías se han convertido en puro foklore, sacar pasado en Semana Santa y no pisar la parroquia a lo largo del año. ¿Cuando van a chocarse con la realidad los obispos y cambiar lo que hay que cambiar?
Creo que hay cosas que se pueden y se deben hacer, esto requeriría muchos cambios en el modo de llevar las parroquias y no entregar sacamentos a neopaganos. Eso signfiicaría pedirles que esperen hasta que sean capaces de cumplir los compromisos que asumen y ofrecerles un catecumenado que los capacite. ¿No lo van a querer? Entonces, más adelante, una vez que se hay cambiado las estructuras de la parroquia a una parroquia evangelizadora, intentar atraerlos a través del testimonio de los que realimente viven la fe. Desde el Concilio de Trento y la fundación de los Jesuitas se ha intentado lograr la identidad católica a través de la catequesis de los niños y los colegios. Eso ya no funciona. Los colegios lavan el coco de los niños con la idelogía de género y más tonterías. Muchos colegios llamados católicos lo son sólo en nombre. Se necesita un cambio radical porque lo antiguo ya no funciona.
Saludos cordiales.
Quizá los sacerdotes deberían predicar desde el púlpito las verdades básicas de la fe para que no se olvidaran. Cada vez que le digo a algún católico que solo por el bautismo pasamos a ser hijos de Dios, luego solo los cristianos somos hijos de Dios, se escandalizan y me acusan de fanatismo, soberbia y no sé cuántas lindezas más.
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Porque el amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (2 Cor 5,14-15)
FdC
Y frente a esa realidad, mejor que argumentar es evangelizar.
Evidentemente que si no son creyentes, los argumentos teológicos (gracia pecado original, etc) para ellos no son válidos.
Otra opción (nada descabellada) es educar al niño en la fe, pero la decisión (única, personal e intransferible) será suya y solo suya: no olvidemos algo importante: la fe se puede predicar, proponer, transmitir; pero su aceptación siempre será personal y no obligatoria.
Cuidado con devaluar los sacramentos de iniciación metiendo a niños y adolescentes en caminos sacramentales que les vienen grandes; y a las pruebas sociológicas me remito: el porcentaje de jóvenes en la Iglesia es realmente bajo ! y la mayoría están bautizados, comulgados y confirmados ( estos últimos,menos) !
No podemos seguir haciendo "lo de siempre", una pastoral sacramentalista con poca experiencia de Dios y con poca continuidad real; los datos teológicos de la naturaleza de estos sacramentos habrá que cotejarlos con la realidad social de la práctica religiosa.
Totalmente de acuerdo contigo, tanto en el análisis, como en la práctica.
Lo que ocurre es que este problema no es novedoso, es mas viejo que la tos. Desde que tengo uso de razón (no soy muy viejo, pero tampoco joven), ya se hablaba del problema de los sacramentos de iniciación como actos sociales, con poca fe, etc., etc.
Pero soluciones contundentes, pocas o ninguna. ¿por qué? La respuesta me la dio un cura con el que hablaba de este problema; y me vino a decir lo siguiente: "claro que vemos y sabemos la situación que hay con este asunto; pero ¿que se hace? ¿plantear un camino muy exigente para acceder estos sacramentos? Eso supondría que se bautizaría y comulgaría una minoría social; entonces se ha optado por facilitar el acceso porque para muchos el único contacto que van a tener con la fe y la Iglesia es este. Si no fuera por esto, ni aparecerían. Al menos que estén "enganchados " a esta tradición; y de esa "masa" siempre habrá alguien que descubrirá "algo más" y seguirá adelante; se supone........"
En el fondo, es una solución que no contenta a nadie, porque en el fondo el sacramento queda devaluado. Pero aquí creo que se ha optado por lo pragmático. Es decir que hace falta que haya católicos aunque solo sean sociales o culturales o de tradición o simpatizantes, aunque no sean militantes o no estén muy convencidos; y si no fuera así (¿quien pondría X en la casilla? ¿quién llevaría a sus hijos a la concertada? ¿quién a la clase de Religión?) es decir, que hace falta que haya personal, aunque solo sea sobre el papel para que el "sistema" funcione.
Pero esto pocos lo dicen claramente.
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