Valladolid, 23/6/18, 18:00

Bueno, creo que pensar en Valladolid con su mente y su corazón puesto en su Misión en el Himalaya, merece un comentario. Pues, ¡qué escenarios diferentes! Bajar de aquellas alturas ásperas, desoladas, poco pobladas, frías, incrustadas entre cumbres imponentes, y hallarse de pronto rodeado de una humanidad bulliciosa, confortable, en tierras de acceso fácil y clima templado, de amigos inquisidores que desean oír sus relatos y reflexiones y quizás despertar en ellos el deseo de participar en la Misión, debe no sólo alentarlo sino tenerlo en ascuas. Porque, pienso, que una de las razones de su viaje hasta allí sea la de promover vocaciones misioneras que comprendan el plan que usted, Padre Federico, se ha trazado, o mejor dicho, que le ha trazado la Virgen por encargo de Su Hijo. Usted nos acerca a latitudes y altitudes tan extrañas para nosotros, y sin embargo, cuando su vocación misionera lo lleva hasta los últimos confines del mundo a fin de hacer conocer el Evangelio conforme al mandato del Señor Jesús, esos confines se transforman para nosotros en jardines, en aldeas familiares pobladas por hermanos nuestros, por nuestros amigos del Tibet. Porque allí donde llega el Evangelio caen las distancias físicas y las murallas interpuestas por nuestros límites humanos, surge un ámbito que se vuelve familiar, porque la sustancia que lo alimenta y vivifica es la misma vida de Dios común a todos los cristianos que se irradia desde nuestro corazón a todos los hombres del mundo conforme al Corazón de Dios y al Corazón de María, Madre de todos los hombres. Usted, como todo misionero, es embajador de Cristo ante los hermanos que esperan les anuncie el Evangelio y los lleve hacia la Fe verdadera. Usted está extendiendo los cimientos del Reino de Dios entre nosotros. María lo acompaña, lo sostiene, lo conduce de sus Manos, porque María precede siempre a Cristo preparándole el camino. Deseo, Padre, que su misión en Valladolid se proyecte a toda nuestra Madre Patria, y que reciba en su persona el profundo afecto que guardamos hacia ella todos los argentinos.