Contra la Estomacalización
Para más refutar el anticristiano fenómeno de sustitución del apostolado por la panificación (o estomacalización de la misión), replicamos un breve y contundente ensayo de De Prada.
Que Dios nos libere de la transformación de la Iglesia en una gran repartidora de polenta.
¡Viva la Misión!
Padre Federico, S.E.
Misionero en la Meseta Tibetana
19/2/17
Por Juan Manuel de Prada
Nos advertía Chesterton que el mundo moderno está invadido por las viejas virtudes cristianas que se han vuelto locas. ¿Y cómo se vuelven locas las virtudes? Se vuelven locas cuando son aisladas unas de otras. Así, por ejemplo, la caridad cristiana se convierte en una virtud loca cuando se separa de la verdad; o, dicho más gráficamente, cuando las obras de misericordia corporales se anteponen a las obras de misericordia espirituales. Sobre este peligro ya nos alertaba Donoso Cortés, quien profetizó que una Iglesia que se conformarse con atender las necesidades corporales de los pobres acabaría siendo un instrumento al servicio del mundo, que a la vez que presume de procurar bienestar a sus súbditos se preocupa fundamentalmente de destruir sus almas. Una Iglesia que se desviviera por las necesidades materiales de los hombres (dándoles alimento o asilo, por ejemplo) y se despreocupara de asegurar la salvación de sus almas inmortales habría dejado de ser Iglesia, para convertirse en instrumento del mundo, que por supuesto aplaudiría a rabiar este activismo desnortado.
Para entender gráficamente los efectos de esta caridad loca que aplaude el mundo conviene recurrir, antes que a ciertos teólogos meapilas (que nos ofrecerán una versión almibarada de la caridad por completo ajena al sentido último de esta virtud teologal), a la película “Viridiana", del comecuras Luis Buñuel, pues los comecuras son a su pesar mejores teólogos que los meapilas. En la película de Buñuel, la protagonista –sintiéndose culpable de la muerte de su tío– renuncia a ser monja de clausura y, en su lugar, decide acoger en su casa a un grupo de mendigos y vagabundos, a quienes brinda refugio y alimento (obras de misericordia corporales), descuidando la salvación de sus almas (obras de misericordia espirituales, que tal vez hubiese asegurado mucho más eficazmente con su oración, en el convento de clausura). Inevitablemente, los mendigos y vagabundos fingirán farisaicamente que la caridad loca y activista de la mentecata Viridiana los ha hecho buenecitos, pero en cuanto se les ofrezca la oportunidad, agredirán y robarán a su benefactora; y, a la vez que perpetran diversos vandalismos, se encargarán también de burlarse sacrílegamente de su fe, improvisando una cena orgiástica en la que parodian la Última Cena. Que es lo mínimo que se merece quien hace de la caridad un activismo desnortado, metiendo al enemigo en casa. Y eso que Viridiana, en su cultivo de una caridad loca, ni siquiera incorpora el pecado del exhibicionismo, que hoy es el aderezo preferido de la caridad loca. Exhibicionismo que se realiza ante las cámaras, en estremecedora y sacrílega burla de lo que Cristo predicó en el Sermón de la Montaña: “Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres para que os vean”; “Cuando des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, etcétera. Y es que toda la predicación de Jesús es un combate sin tregua contra la ostentación de las virtudes (que, cuando se ostentan, dejan de ser tales) y contra aquellos que han hecho de su ostentación farisaica un modus vivendi.
La auténtica caridad cristiana mira primero por la salvación del alma del necesitado; y una vez asegurada ésta, atiende sus necesidades corporales. Es lo que hace San Pablo con Onésimo, el esclavo pagano al que primero se encarga de convertir al cristianismo y bautizar; y al que, una vez asegurada la salvación de su alma, envía a Filemón, para que lo acoja en su casa. Invertir este proceso (o postergar sine die lo que San Pablo se preocupó de hacer en primer lugar y sin dilación) es caridad loca que, por supuesto, el mundo aplaudirá a rabiar.
7 comentarios
Cristo crucificado y resucitado sólo Uno.
La Iglesia es humana y divina, pero sobre todo es para lo sobrenatural, el cielo en la tierra de nuestra unión con Jesucristo tendremos todo aquí en esta tierra ya.
Pidamos la luz divina y nuestro deseo de estar con Él y ya que Él se quedó con nosotros en la Eucaristía seamos Sagrarios vivos .
¿Acaso tenemos mejor vida que ofrecer?
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El Catolicismo es lo mismo que el malabarista que tiene que sostener muchos platos en el aire sin que se les caiga ninguno. En este momento me parece que se están cayendo muchos platos y el sostener uno de ellos muy alto no hará que triunfe el malabarista.
Por desgracia, todos los progres -incluidos los que moran en el Vaticano- se sentirán zaheridos en sus moderno-marxistas actitudes y pondrán a Prada a parir. La verdad siempre es amarga. Desgraciado "espíritu del Concilio" -totalmente embarrado- y primavera helada de la Iglesia.
¿Puede caber alguna duda sobre estas realidades, cuando el mismo Cristo nos advirtió que reconoceríamos lo que viene de Dios por sus buenos frutos ? Prada es la Voz que predica en el desierto. Dios quiera que remueva alguna conciencia de nuestras Jerarquías. Se me plantea una desagradable duda : ¿Les quedará conciencia?
Han pasado décadas, pero de balde.
¡NO PODEMOS DEJAR DE PREDICAR LA PALABRA DE DIOS POR SERVIR LAS MESAS!!!
21.
Abrahán, nuestro padre, ¿no fue reconocido justo por sus obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?
22.
Ya ves que la fe acompañaba a sus obras, y por las obras su fe llegó a la madurez.
23.
Esto es lo que recuerda la Escritura: Abrahán creyó en Dios, y por eso fue reconocido justo, y fue llamado amigo de Dios.
24.
Entiendan, pues, que uno llega a la verdadera rectitud a través de las obras y no sólo por la fe.
25.
Lo mismo pasó con Rahab, la prostituta: fue admitida entre los justos por sus obras, por haber dado hospedaje a los espías y porque los hizo partir por otro camino.
26.
Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta.
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