Del Crecimiento Misional
“Querer ver los frutos apostólicos” es la primer tentación contra la Fe.
Tentación esta que no es una tentación cualquiera sino que es grande tentación.
El Misionero fue hecho por Dios para trabajar hasta la muerte por la conversión del mundo entero, pero, al mismo tiempo, debe renunciar a la pretensión de ver los frutos apostólicos.
Siempre habrán frutos apostólicos, pero los frutos podrán darse en otra parte del mundo.
Ahora bien, al hablar de los frutos misionales, debemos prevenirnos contra otro error común. Muchos creen –o parecen creer- que solamente los Sacramentos administrados implican un avance misional… Pero esto es un error, como advierte el gran Padre Carrascal:
“creer, pues, que sólo los bautismos, comuniones, matrimonios… acusan un avance de la fe, es sencillamente un error. Aquello es verdad, pero repitámoslo, no es toda la verdad. Sin bautismos, sin matrimonios, sin conversiones de hoy, puede sin embargo haber «hoy» crecimiento, desarrollo, acercamiento a la floración, al fruto”[1].
Perfecto, pero, además de los Santos Sacramentos, ¿qué otras cosas cooperan para lograr “la incorporación de los pueblos al seno de la Iglesia”[2]?. O, en otras palabras, además de los Sacramentos, ¿que otras cosas implican un crecimiento concreto de la Misión? Veamos algunas[3]:
“Crecimiento es la mera presencia del misionero que con su vida santa y la constancia de su reglamentada vida y disciplina y piedad, es sal de la tierra. Su presencia, su doctrina está predicando la falsedad de la idolatría; la existencia del Creador, la bondad de la religión católica; es luz del mundo.
Crecimiento es toda sonrisa, toda atención, todo obsequio que hace el misionero; porque es como un día de sol con cuyo calor la savia sube y el árbol se desarrolla.
Crecimiento es toda buena palabra que dice; toda amonestación que hace; toda buena acción que estimula y alienta; toda buena acogida que otorga, porque todo es sembrar simpatías hacia la Iglesia de Cristo y calentar el ambiente y hacer atmósfera favorable.
Crecimiento es toda conversación o charla con la que deshace prejuicios, desautoriza supersticiones y aumenta el prestigio de la Iglesia.
Crecimiento es toda visita que hace o que recibe; (…) el libro que presta y el periódico o revista que pasa; toda imagen o medalla que regala. Crecimiento es el toque de la campana a misa todos los días y en los días de gran fiesta, en verano y en invierno, mientras los vecinos de la calle duermen su sueño más sabroso.
Crecimiento es que los niños hallen contento y sepan divertirse y pasar el rato en el patio de la residencia del misionero, a cuya sotana se acercan como el niño a las faldas de su madre; y crecimiento es cuanto escribe, habla y ora el misionero”.
No olvidemos este importante catálogo de “factores de crecimiento misional” que no caben dentro de las tan traídas “estadísticas misionales”[4], tan comunes en estos tiempos de culto del número, empirismo e inmediatismo facilista.
Terminemos, oyendo una vez más al P. Carrascal: “¿qué misionero, al cabo del año, del mes, del día no puede anotar en su diario muchas sonrisas dadas, muchos obsequios hechos, muchas conversaciones tenidas? ¿Qué misionero no puede anotar en su diario, en ese diario que quedará siempre inédito en esta vida, mucho saneamiento del ambiente pagano, derrumbe de prejuicios, acercamiento, simpatías? Todo es ir yendo a la floración, al fruto”.
¡Fatiguémonos con toda nuestra fuerza por el avance de las Misiones divinas! … ¡Y Dios bendecirá con divina generosidad el empuje misional!
¡Viva la Misión!
P. Federico, misionero en la meseta tibetana
[1] J. Carrascal Román, Si vas a ser misionero. La vida misionera: sus luces – sus sombras – su campo – su pastoral – su adaptación – sus exigencias, Sal Terrae, Santander – España 1957.
[2] Cf. Ibid.
[3] Seguimos literalmente, en los siguientes párrafos, la citada obra del P. Carrascal. Ibid.
[4] Cf. Ibid.
Vínculo: https://twitter.com/ParresiaMisione
5 comentarios
Seguimos rezando por los Misioneros y por las Misiones ...
«No existen una promoción humana ni una liberación auténtica del hombre sin el anuncio del Evangelio, porque el aspecto más sublime de la dignidad humana se encuentra en esta vocación del ser humano a la comunión con Dios.» (Papa Francisco, 15/03/2017)
...
Estoy escribiendo un librito...
Abrazo
Gaudete, iterum dico, gaudete in Domino, modestia vestra nota sit OMNIBUS.
«Dios mío, ¡cuánto me duele el que no seas conocido, el que esta región extranjera no se haya aún convertido enteramente a ti, el hecho de que el pecado no haya sido aún exterminado de ella! Sí, Dios mío, si han de caer sobre mí todos los tormentos que han de sufrir, con toda su ferocidad y crueldad, los cautivos en esta región, de buena gana me ofrezco a soportarlos yo solo».
«No moriré sino por ti Jesús, que te dignaste morir por mí […]. Prometo ante tu eterno Padre y el Espíritu Santo, ante tu santísima Madre y su castísimo esposo, ante los ángeles, los apóstoles y los mártires y mi bienaventurado padre Ignacio y el bienaventurado Francisco Javier, y te prometo a ti, mi Salvador Jesús, que nunca me sustraeré, en lo que de mi dependa, a la gracia del martirio, si alguna vez, por tu misericordia infinita me la ofreces a mí, indignísimo siervo tuyo…»
«Este campo de misión tendrá su fruto más tarde, pero solo mediante una paciencia casi sobrehumana»
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