¿Por qué desde hace 4 siglos no hubo otro tan grande como San Francisco Javier?
El fracaso aparente de Javier y su abandono final apenas tienen precedente en la Historia de la Iglesia[1] . Conquistas espirituales nunca vistas, planes, ambiciones, sueños divinos. Poco a poco Dios se lo fue quitando todo; le despojó como despojaron a Jesucristo al subir al Calvario; le dejó solo con un chino en una isla pequeña perdida en el mar infinito. Cuando le tiene acorralado y sin salida, le quita la salud. Cae enfermo, y como no tiene casa propia donde reclinar su cabeza, le dan de limosna una choza de paja batida por el viento frigidísimo de diciembre que se acercaba. No hay cama ni médico ni sacerdote. Nadie en el mundo sabe que el P. Francisco está enfermo. Lo que pasó entre Javier y Dios lo vieron las ángeles que le circundaban admirados.
Javier murió solo, sin Sacramentos, lejos de Navarra y del P. Ignacio a quien escribía de rodillas. Luego de expirar en aquella soledad, le metieron en una caja con cuatro sacos de cal viva. Cavaron una hoya muy honda y Antonio le enterró con la ayuda de un portugués, un chino y dos esclavos. Total cinco personas. Escribe Antonio que no asistieron más al entierro porque hacía mucho frío. No llegaron a media docena los que asistieron al entierro.
Pudo parecer que todo había terminado allí. Los que han sido testigos de las procesiones y fiestas solemnísimas que ha suscitado en el mundo el paso triunfal del brazo de San Francisco Javier, podrán entender mejor cómo aquel funeral de Sanchón medio a escondidas fue luego seguido por manifestaciones de primera magnitud en los tiempos modernos. Dios, si vale la frase, disfruta en guasearse del mundo mostrando con una ironía manifiesta lo que le agrada y lo que le desagrada. Le desagradan el egoísmo, la soberbia y el apegamiento a lo terreno en cualquier forma que sea. Le agradan la caridad, la humildad y el desasimiento de todo lo terreno por amor a Él. El P. Francisco mató y enterró el «yo» maldito que todos llevamos en las carnes y vigiló cauteloso para que no resucitara. Se entregó a Dios no negándole nada que le pidiese; y mientras más le pedía Dios, más le daba a Dios Javier. Entonces Dios, para no dejarse vencer en generosidad, le dio primero un trono de gloria en el cielo al lado de los Apóstoles, y en la tierra triunfos apoteósicos en que no soñaba ciertamente Javier cuando salió calenturiento de la nave para la choza de paja llevando de limosna debajo del brazo unas almendras y unos calzones de paño. Somos muchos los que venimos a misiones como Javier; pero en 400 años no hemos visto quien le iguale; o por lo menos Dios no nos ha querido manifestar a ninguno. Tal vez no hemos sabido matar y enterrar hasta que se pudra este «yo» traidor que se quiere apropiar la gloria que es debida a solo Dios.Padre Segundo Llorente
13 comentarios
¿Podrias ampliarlos por favor?
PF
UU) 24/5/1835.
Franciscano
Hizo sus estudios de teología en Bilbao y Aránzazu y se conservan 33 sermones en idioma vasco. Parece que tambien tuvo conocimientos de medicina.
Se trasladó a México en 1804 y estuvo 6 años en el Colegio de San Fernando (DF) marchando de alli a California. Fundó la Misión de San Rafael y la Asistencia de Santa Isabel. Fue prefecto de las Misiones de California de 1824 a 1825.
Las fuentes americanas dicen que su contribución a la medicina fue la primera práctica del método llamado cesárea en un parto dificil.
Al pasar California a manos mexicanas se desamortizaron las misiones volviendo casi todos los franciscanos a España, él decidió quedarse en una de las misiones más pobre con un nombre profético: Nuestra Señora de la Soledad, sin esperar ya ayuda de nadie y sin fuerzas para levantar de nuevo la misión. Los indios se fueron y quedaron con él solo los más fieles. Aquella mañana del 24 de Mayo de 1835 lo encontraron muerto de inanición sobre el ara del altar. En unas parihuelas los indios lo trasladaron durante tres días buscando un lugar donde aún quedara algún misionero que le diera cristiana sepultura. Lo encontraron en la Misión de S. Antonio de Padua.
Según la tradición los indios que llevaron su cuerpo hasta allí y cavaron su sepultura dijeron siempre que su cuerpo ya difunto expedía un fuerte olor a rosas, por lo que en California existió esta jaculatoria,: "Alma de Nuestro Padre Vicente Sarria, vela por nosotros".
Santa Clara (Ca. EE.UU) 22/11/1830.
Franciscano como el anterior.
Estudió teología y moral en Madrid y fue ordenado sacerdote en 1785.
Poco después embarcó en Cádiz con destino a México donde ingresó en el Colegio Msionero de San Fernando. Pasó varios años hasta que fue destinado a las misiones de la Costa Oeste de los actuales EE.UU y Canadá para acompañar a los viajeros a la Bahía de Nootka, actuando como capellán de la fragata "Aránzazu". Algunos puntos de esa costa llevan su nombre: Catalá Island (Vancouver) y Catalá Passage (Columbia Británica).
En 1794 es enviado a Monterrey y de allí pasó a la Misión de Santa Clara, de donde nunca más pudo salir. Una enfermedad degenerativa lo dejó postrado en una silla de ruedas construida rústicamente y otro fraile se dedicó exclusivamente a su cuidado y traslados por la misión, ya que los indios reclamaban su presencia. Evangelizó así y murió con fama de santo.
La diócesis de LA abrió un proceso de beatificación que está parado por falta de documentos. Él no dejó nada escrito, hay pocas referencias y los testigos han muerto hace tiempo porque se tardó demasiado en abrir la causa.
"Primera distinción: evangelizar no es hacer proselitismo. La Iglesia crece, no por proselitismo, sino por atracción, es decir, dando testimonio. Esto lo dijo el Papa Benedicto XVI. ¿Qué es la evangelización? Es vivir el Evangelio, es testimoniar cómo se vive el Evangelio: testimoniar las Bienaventuranzas, testimoniar Mateo 25, testimoniar el Buen Samaritano, testimoniar el perdón setenta veces siete. Y en este testimonio el Espíritu Santo trabaja y hay conversiones.
"Pero a nosotros no nos entusiasma que las conversiones lleguen inmediatamente. Si vienen, esperan: se habla…, la tradición vuestra…, se hace de manera que una conversión sea la respuesta a algo que el Espíritu Santo ha movido en mi corazón ante el testimonio del cristiano. En la comida que tuve con los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia –una quincena de jóvenes procedentes de todo el mundo–, uno me preguntó: ’¿Qué tengo que decirle a un compañero de universidad, a un amigo, que es ateo? ¿Qué tengo que decirle para cambiarlo, para convertirlo?'. La respuesta es ésta: ’Lo último que tienes que hacer es decir algo. Tú vives tu Evangelio, y si él te pregunta por qué haces esto, le explicas por qué lo haces. Deja que el Espíritu Santo lo atraiga'.
"Ésta es la fuerza y la mansedumbre del Espíritu Santo en las conversiones. No es un convencer mentalmente con apología, razones,… no. Es el Espíritu Santo el que convierte. Nosotros somos testigos del Espíritu, testigos del Evangelio. 'Testigo' es una palabra que en griego se dice 'mártir': el martirio de todos los días, el martirio de la sangre, cuando llega…
"Su pregunta: ¿qué es prioritario, la paz o la conversión? Cuando se vive testimoniando y con respeto, hay paz. La paz empieza a resquebrajarse en este campo cuando empieza el proselitismo, y hay muchos tipos de proselitismo, pero éste no es evangélico".
....
Remito a la carta que he escrito sobre el proselitismo: http://adelantelafe.com/carta-al-papa/
PF
También dice san Pablo: "Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias! Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación? La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo" (Rom 10,14-17).
En cuanto a esa novedosa forma de dar testimonio en paz, mutilándolo de la predicación: "Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes" (Jn 15,20).
Como estoy en España, y el ambiente es tan deprimente, le comparto el último mío:
"Estoy deseando que se prohíba la Navidad. Va a ser la única forma de que nos la devuelvan".
Dejar un comentario