9.07.22

Pautas para los lectores en Misa

El ministerio del lector permite que las lecturas de la Palabra de Dios se proclamen de forma audible para que llegue a todos los asistentes, y sea acogida esta Palabra con espíritu de fe y obediencia. Es necesario, pues, cuidar este ministerio y saber desempeñarlo al subir al ambón.

El lector cuando anuncia a otros la Palabra divina, con docilidad, él mismo recíbala y medítela con atención, para testimoniarla con su vida (CE 32).

En verdad no todos se sienten capacitados ni todos son aptos para este oficio litúrgico. Para realizar bien este ministerio, no basta solo buena voluntad o disponibilidad, se necesita también preparación, la cual deberá cuidarse en un doble sentido:

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6.07.22

Confesar es acusarse de los pecados y es más que una conversación o terapia

diván

La confesión sacramental es sin lugar a dudas una celebración sumamente delicada por su contenido. Es litúrgica y por lo tanto una celebración sacramental delante de Dios, el sacerdote actuando in persona Christi, con saludos y fórmulas rituales.

Por otra parte, es muy personal pues es el penitente quien debe hablar, manifestar su conciencia, realizar la acusación de los pecados de forma clara y directa, sin rodeos ni excusas, sin divagaciones innecesarias ni justificaciones. Es necesario ser claro y concreto, acusándose de todos los pecados mortales cometidos desde la última confesión, en número, género y especie.

Recordemos lo que dice el Catecismo:

“La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la Penitencia: “En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"” (CAT 1456).

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20.06.22

Liturgia: Misterio y vida, mucha vida en lo cotidiano

pío xiiMirar la liturgia es descubrir en ella la acción misma de Dios. Se necesita una iniciación a la liturgia y una mirada de fe. Entonces se descubre cómo la Palabra es eficaz, más que una sesión didáctica, y que el tejido de los ritos sacramentales, con sus gestos litúrgicos y fórmulas, son intervenciones de Dios.

La liturgia es más un obrar eficaz de Dios que una manifestación del grupo o de la comunidad, o una acción del “nosotros”, una fiesta secular, un acto reivindicativo. La liturgia es el actuar de Dios, y por ello el protagonista es el Señor y no los participantes o los que intervengan.

Con sus cantos y silencios, ritos y acciones, lecturas y plegarias, gestos y elementos santificadores, incienso y ceniza, agua y aceite, pan y vino, etc., es Dios quien santifica y es el Misterio de Cristo que se hace presente. La liturgia es ante todo opus Dei, ¡obra de Dios!

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8.06.22

«Con los santos apóstoles y mártires»: ¡el cielo, un gran familia santa! (los santos del Canon Romano)

Procesión santos, San Apolinar en Rávena

Dos series de santos se incluyen en el Canon romano; una primera serie en el Communicantes:

“Reunidos en comunión… los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos”;

la segunda serie, casi concluyendo el Canon:

“admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad”.

¡Hermosas listas, evocación solemne! ¡Qué bella cadencia la comunión de los santos, los nombres de la Compañía celestial!

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22.05.22

La actual normativa sobre las reliquias en el altar y su veneración en su día (Mártires - IX)

Reliquias de los mártires en Lorca

4. La actual normativa litúrgica del altar y sus reliquias

Es bueno conservar la tradición litúrgica de depositar reliquias de mártires (o de otros santos) al pie de un nuevo altar cuando se consagra:

“Toda la dignidad del altar le viene de ser la mesa del Señor. Por eso los cuerpos de los mártires no honran el altar, sino que éste dignifica el sepulcro de los mártires. Porque, para honrar los cuerpos de los mártires y de otros santos y para significar que el sacrificio de los miembros tuvo principio en el sacrificio de la Cabeza, conviene edificar el altar sobre sus sepulcros o colocar sus reliquias debajo de los altares… Porque, aunque todos los santos son llamados, con razón, testigos de Cristo, sin embargo el testimonio de la sangre tiene una fuerza especial que sólo las reliquias de los mártires colocadas bajo el altar expresan en toda su integridad” (Ritual consagración del altar, n. 5).

Litúrgicamente, se quiere reproducir la visión del Apocalipsis: “Vi debajo del altar las almas de los inmolados a causa de la palabra del Dios y del testimonio que mantuvieron” (Ap 6,9). Por ello, y siguiendo la normativa litúrgica, de ahora en adelante ni las reliquias se incrustarán sobre la mesa, ni mucho menos sobre la mesa santa del altar se expondrán los relicarios o las imágenes.

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