La predicación de la fe purifica las culturas de mitos y deidades (Liturgia frente a ídolos - II)
2.- Las religiones paganas y cultos idolátricos
Vayamos al Catecismo de la Iglesia Católica. Siempre ha sido un pecado sumamente grave y mortal. Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos se realizaba, con una disciplina muy rigurosa, a aquellos “que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio)” (CAT 1447). “El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único Dios” (CAT 2112), por tanto, no se rinde adoración “a los cultos falsos del paganismo” (CAT 2113). Y es que “la idolatría es una perversión del sentido religioso innato en el hombre” (CAT 2114).
El cristianismo es la religión del Logos, del Verbo hecho carne. Con el Logos discierne la verdad de la mentira, lo razonable de lo irracional y supersticioso. Por eso deshace en nada las religiones paganas y la mitología. Los mitos se desenmascaran frente al Logos, la mitología (y su politeísmo) se sitúa frente a la Verdad revelada y se descubre su vaciedad. Los mitos divinizan los fenómenos naturales que resultaban inexplicables: el sol y la luna, la fuerza del mar y las lluvias, la fertilidad humana y la agricultura, etc., convirtiéndolos en dioses míticos. “El mito no es otra cosa que atribuir a la naturaleza aquello que es propio de Dios. En otras palabras, se trata de una deificación de la naturaleza que aparece de este modo poblada de fuerzas ocultas, numina, para emplear el término latino”[1].
En las religiones no cristianas, hay también mucho de error y necesidad de purificación; la Constitución Lumen Gentium afirma:
“Con demasiada frecuencia los hombres, engañados por el Maligno, se pusieron a razonar como personas vacías y cambiaron el Dios verdadero por un ídolo falso, sirviendo a las criaturas en vez de al Creador. Otras veces, viviendo y muriendo sin Dios en este mundo, están expuestos a la desesperación más radical” (LG 16).
¿Y qué debe hacer la Iglesia? ¡Evangelizar, es decir, predicar a Cristo y su Evangelio!, iluminar la razón y las conciencias, llevar a los hombres a la Verdad y no dejarlos en la ignorancia o el error del paganismo o cultos idolátricos. La misión de la Iglesia es conducir a la Verdad, que es Cristo, sin abandonar a los hombres en sus tinieblas, religiones, búsquedas o tanteos; y por eso oramos diciendo:
“Cristo salvador, deseado de todos los pueblos, haz que tu Evangelio llegue a aquellos que aún no han oído la palabra de vida y atrae a ti a todos los hombres.
Cristo Señor, haz que tu Iglesia se dilate por el mundo y arraigue en los pueblos, para que en ella se congreguen los hombres de toda lengua y nación” (Preces Vísperas 30 diciembre).
La fe cristiana, predicando el Evangelio, purifica, libera de errores, eleva las distintas culturas: “renueva constantemente la vida y la cultura del hombre, caído, combate y elimina los errores y males que provienen de la seducción permanente del pecado. Purifica y eleva incesantemente la moral de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda como desde sus entrañas las cualidades espirituales y las tradiciones de cada pueblo y de cada edad, las consolida, perfecciona y restaura en Cristo” (GS 58); no deja a los pueblos y a las culturas sometidos a sus tinieblas, a sus ritos ancestrales, a los dioses falsos e ídolos o al paganismo, a las religiones animistas o al ocultismo, a la hechicería y magia negra, so pretexto de respetar su idiosincrasia e identidad cultural[2].
Las religiones son paganas ya que solo representan un estadio primitivo de búsqueda: la Verdad absoluta es Cristo, la Revelación plena es Cristo. “Has establecido el principio y la perfección de toda religión en el nacimiento de tu Hijo” (OC 31 diciembre).
Algunos critican que la evangelización católica fue un empobrecimiento de las distintas culturas arrancando sus tradiciones religiosas indígenas: querrían, tal vez, esos antropólogos e historiadores mantener los sacrificios humanos de muchísimas de esas religiones paganas…
3.- La fe católica purificando culturas e inculturándose
El cristianismo es capaz de acomodarse a cada cultura “aceptando sus valores auténticos, purificándolos y llevándolos a su plenitud”[3]. La luz de Cristo disipa las tinieblas; por su Encarnación, “has querido ser luz de los paganos y maestro de todos los hombres” (Preces Laudes 8 de enero).
La inculturación de la fe no es la asunción acrítica de todos los elementos culturales y paganos que se encuentren, sino que purificando esa cultura, con discernimiento, la purifica y en ella se expresa la verdad de la fe católica[4]. “Una correcta inculturación de la fe os ayudará a encarnar el Evangelio en las culturas de los pueblos y a asumir lo bueno que hay en ellas. Se trata de un proceso largo y difícil que de ninguna manera debe comprometer la especificidad y la integridad de la fe cristiana” (Benedicto XVI, Disc. en el curso a los nuevos obispos en territorios de misión, 7-septiembre-2012).
Lejos está eso de implantar, sin más, modelos culturales occidentales, arrasándolo todo. “Nadie tema, en el anuncio del Redentor, el peligro de una neocolonización cultural”[5] como su contrario: absolutizar la cultura local[6] y sus cultos precristianos. Y es que “el cristianismo no está ligado a una sola civilización, sino que está hecho para expresarse según el genio de cada civilización, con tal que sea verdaderamente humana y abierta a la voz del Espíritu”[7].
Esa purificación de las culturas, rechazando lo que es contrario a la fe cristiana, ennoblece y eleva esas mismas culturas; “es importante hacer comprender a nuestros contemporáneos que el Evangelio de Cristo es fuente de progreso y de plenitud para todos los hombres. Nosotros no hacemos violencia a alguna cultura al proponerle libremente este mensaje salvífico y liberador”, pero vigilando “para que se evite toda simplificación o precipitación, que conduciría a un sincretismo o a una reducción secularizada del anuncio evangélico”[8].
Así, la Iglesia sigue teniendo el deber de predicar a Cristo y es necesaria la acción misionera de la Iglesia, sin el relativismo que equipara con igualdad salvífica todas las religiones o el sincretismo:
“el diálogo interreligioso no reemplaza la missio ad gentes, sino que más bien forma parte de él. Del mismo modo, se debe destacar que las explicaciones relativistas del pluralismo religioso, que afirman que la fe cristiana no tiene un valor diferente del de cualquier otra creencia, vacían de hecho al cristianismo del centro cristológico que lo define: la fe, separada de nuestro Señor Jesucristo como único Salvador, ya no es cristiana, ya no es una fe teológica. Una tergiversación mayor aún de nuestra fe tiene lugar cuando el relativismo lleva al sincretismo: una “construcción espiritual” artificial que manipula y, por consiguiente, distorsiona la naturaleza esencial, objetiva y reveladora del cristianismo. Lo que hace que la Iglesia sea misionera por su misma naturaleza es precisamente el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo como Hijo de Dios (cf. DV 2). Este es el fundamento de nuestra fe”[9].
Y eso es lo que refleja la oración litúrgica de la Iglesia, en este caso, las preces de Vísperas en tiempo de Navidad, donde se incide en que la plenitud es Cristo, la verdad es Cristo y hacia Él deben confluir todos y la Iglesia debe anunciarle a Él y su Evangelio:
“Padre santo, te rogamos por aquellos que sólo tienen de ti un conocimiento natural; haz que sean también iluminados con la luz del Evangelio de tu Hijo.
Mira con piedad a todos aquellos que, fuera de la Iglesia, buscan liberarse de las angustias de la condición humana, para que encuentren a Cristo, que es camino, verdad y vida.
Ayuda a los que practican de buena voluntad su religión, para que lleguen a la admirable luz de Cristo” (Preces Vísperas 10 enero).
[1] SUÁREZ, L., Crisis y restauración en Europa, Madrid 2009, p. 14.
[2] “El amor por el Dios revelado y por su Palabra, el amor por los sacramentos y por la Iglesia, son un antídoto eficaz contra los sincretismos que extravían. Este amor favorece una justa integración de los valores auténticos de las culturas en la fe cristiana. Libera del ocultismo y vence los espíritus maléficos, porque se mueve por la potencia misma de la Santa Trinidad” (Benedicto XVI, Encuentro con sacerdotes, religiosos, seminaristas y laicos, Ouidah (Benín), 19-noviembre-2011).
[3] Juan Pablo II, Ángelus, 6-marzo-1994.
[4] “La inculturación del Evangelio en las culturas va a la par con su renovación y las conduce a su auténtica promoción” (Juan Pablo II, Disc. plenaria Consejo Pontificio para la Cultura, 13-enero-1989).
[5] Juan Pablo II, Ángelus, 6-marzo-1994.
[6] “No gastéis energías humanas y pastorales en la búsqueda vana de responder a cuestiones que no son de vuestra directa competencia, o en derroteros de un nacionalismo que puede ofuscar. Seguir a este ídolo, así como absolutizar la cultura africana, es más fácil que seguir las exigencias de Cristo. Estos ídolos son señuelos” (Benedicto XVI, Africae munus, n. 102).
[7] Pablo VI, Aud. General, 9-diciembre-1964.
[8] Juan Pablo II, Disc. plenaria Consejo Pontificio para la Cultura, 17-enero-1987.
[9] Juan Pablo II, Disc. al cuarto grupo de obispos de la India en visita ad limina, 3-julio-2003.
7 comentarios
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JAVIER:
Yo también me lo pregunto...
Pero quiero mostrar la gravedad del pecado, los distintos tipos de idolatría y cultos, y cómo la liturgia católica no admite de ningún modo semejante idolatría ni sincretismo religioso.
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JAVIER:
Gracias por esos ejemplos sanísimos de inculturación, que yo desconocía. Más adelante en otros post se abordará esa recta inculturación que afecta a la liturgia según las normas de la Iglesia y no las locuras de nadie.
La inculturación siempre se hizo en todo aquello que se podía hacer sin merma de la Fe y la Doctrina, mucho más antes que ahora.
Los misioneros fueron los primeros en estudiar la lengua y cultos de los indígenas. La inquisición prohibió la impresión de la Biblia a la lengua vernacula. Se tuvo que hacer a mano. No se acepto la ordenación sacerdotal de indigenas. Se impidió la formación de una iglesia autóctona.
No se puede hablar de relativismo en la iglesia colonial, ya que los misioneros se sentía portadotes de la verdad y como instrumentos elegidos de Dios para la evangelización.
?hubo sincretismo?.Difícilmente lo hubo ya que la católica fue la única religión permitida y los indígenas fueron obligados a abandonar sus cultos prehispánicos, aunque lograron mantener ciertos rasgos propios. En Guatemala la iglesia de Santo Tomás de Chibicastenango se permitió ritos de otra religión cual era la Maya.
Aunque al principio en la predicación se habló de la buena nueva del paraíso, después se dio mayor peso a la predicación asustando sobre el infierno.
Soy español.
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JAVIER:
Creo que es evidente: para un cristiano el Logos es la Palabra-Verbo hecho carne, tal como lo proclama el prólogo del evangelio de San Juan (1,1-18).
Me he preguntado si algunos textos en las Sagradas Escrituras, no son aportes a nuestra Fe, procedentes del paganismo que el Espíritu Santo autoriza como "complemento" o "ampliación" a la Revelación positiva.
Casos como la cita que hace S. Pablo de la "teología pagana" de los poetas griegos en el discurso del Areópago "en él vivimos, nos movemos y existimos, como muy bien dijeron vuestros poetas «Nosotros somos también de su raza».", y la osadía de S. Lucas que dedica nada menos que su Evangelio a un "Teófilo", que en ese momento que lo escribe, para todo el helenismo significaba "amante o amado de ¡¡¡Zeus!!!"... el paganazo y pendón Zeus... o el mismo S. Juan en el Apocalipsis, no tiene mejor inspiración que poner en los mismos labios de Jesús que desea ser llamado "Alfa y Omega", son muestras, a mi entender de acogida cristiana en las Sagradas Escrituras, de lo aprovechable del paganismo.
Por otro lado, no era nada nuevo para el judaísmo, pues, a mi entender, Abel, ¿era pagano acepto a Dios?, Enoc y Noé, tampoco habían recibido la Ley ni siquiera la circuncisión, si eran gentiles, bien "judíos" acabaron, como Melquisedec reapareciendo en los Salmos y en la carta a los Hebreos, a pesar de que a su paganismo, ha de sumar la maldición que como descendiente de Jebús, hijo de Canaán pertenecía a la raza maldita por Noé...
El mismo Yaveh, participa como principal protagonista según las Escrituras, Gn 15, 9, en el rito que Él mismo ordena preparar a Abrán y que la investigación histórica y arqueológica, demuestra que era el mismo rito profano y pagano, muy frecuente en todo el Oriente para confirmar paces y pactos entre grupos enfrentados. Yaveh se expresa así a un Abrán en el "lenguaje" que Abrán va a entender por vivir en esa cultura.
La exhortación de S. Pablo "examinadlo todo y quedaos con lo bueno" enriquece y da gloria a Dios.
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