Navidad de papel de regalo
Siempre me ha parecido que el hombre pretende disimular u ocultar la fuerza del Misterio escondiéndolo tras lo banal o lo cultural, a lo mejor no tanto porque no se sepa preguntar al Misterio, cuanto que prefiere la comodidad del quedarse quieto y no indagar, no buscar para no hallar. Se amordaza el Misterio tras expresiones humanas o culturales y así se sobrevive con el Misterio sin atreverse a dejarse fascinar por lo bello y verdadero del Misterio.
El ciclo litúrgico de la Navidad es, en verdad, un Misterio, el gran Misterio, el Misterio accesible y palpable del Verbo, de la Presencia del Dios-con-nosotros, que descubre el hombre al hombre, le revela sus inmensas posibilidades, le señala el camino de su sobrenatural vocación a la santidad (desde las I vísperas de la Navidad el día 24 de diciembre hasta las II Vísperas del Bautismo del Señor que cierra este ciclo).
No obstante, frente al Misterio que sobrecoge al hombre y le hace brotar el estupor, la admiración y la adoración, el hombre ha preferido amortiguar el golpe de Dios, ocultar sus refulgentes rayos, envolviéndolo todo en un vulgar y simple papel de regalo; hemos querido arrebatarle fuerza transformándolo en dulzura meliflua, empalagosa, chorreante de miel; es un folclore navideño, aceptado y participado por todos que resulta más “entretenido” y falsamente “humano” que la acogida del Misterio que se da. Y, lógicamente, desfigurando la liturgia.
La fuerza de Dios y la belleza del cristianismo que engendra se oculta tras los velos de la “solidaridad”, del compartir navideño, de los regalos y de lo convencionalmente aceptado por la sociedad, ya incluso, abierto y descaradamente, sin referencias a Jesús en muchos eventos, adornos o felicitaciones. A aquel que se manifiesta lo preferimos como un Dios oculto y escondido; al que habla lo preferimos mudo. Un simple y último ejemplo: la liturgia misma de Navidad es abarrotada y colmada de cantos y villancicos populares, coros de niños vestidos de “pastorcitos” y Misas “flamencas o rocieras”, marginando los grandes cantos de la liturgia de Navidad, incluso el mismo salmo responsorial o el Gloria.
Empleamos expresiones no muy correctas, pensando que la Navidad es puro sentimiento, y deseamos que “Jesús nazca en nuestros corazones” para expresar sentimientos de solidaridad, paz… olvidándonos que celebramos el nacimiento histórico y real de la Palabra que se puede tocar y que ha cambiado la vida, la historia y la humanidad misma. No. No es la simple ternura que despierta cualquier recién nacido, cualquier niño pequeño que sonríe al mirarnos: se trata del Misterio de Dios que se hace dialógico, accesible, experimentable y al mismo tiempo supera al hombre.
Pero hemos preferido envolver la Navidad en papel de regalo antes que desnudarla y mirar de frente al Misterio para caer de rodillas, enamorados y sorprendidos.
Pero volvamos al principio: estamos ante el Misterio. Y el hombre sabio, el creyente, sabe que ante el Misterio hay que ponerse de rodillas, llenos de asombro y gratitud, adorar y amar, acoger y dejarse coger por el Misterio. Aquí está la Belleza, la Verdad, la Bondad, la Luz, la Palabra y la Vida.
Y ahora la liturgia de Navidad, con sus oraciones, sus tres prefacios (más el de la solemnidad de Santa María, la Epifanía y Bautismo), las antífonas de las solemnidades, las preces de Laudes… nos harán gozar del Misterio que se da. ¡Atentos a la liturgia!
5 comentarios
Por cierto, yo sigo el viejo dicho popular que dice: "Hasta S. Antón,Pascuas son", con un especialísimo recuerdo el día 2 de febrero: La Presentación.
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JAVIER:
Ya. No niego el origen del problema, y coincido con lo que vd. afirma. Lo hemos introducido nosotros en el seno de la vida de la Iglesia, vulgarizando la Navidad a mero sentimiento, compartir, recogida de alimentos, decir que son días para estar en familia y la familia antes incluso que la Misa... y la liturgia llena de tonterías simpáticas (niños disfrazados, villancicos populares...) ¡Y a ver quién y cómo se arregla esto!
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JAVIER:
Basta ver -y escucharlo cantar en la Misa- el prefacio I de la Natividad: "para que conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible".
1.-Obviamente tiene razón en lo que dice: la vida cristiana es primaria, esencialmente vida litúrgica.
2.-Yerra en el tiro por dos razones. Razón primera: porque considera que el punto 1 es un descubrimiento de la reforma litúrgica del V-2 cuando realmente es una constante en la Tradición de la Iglesia, acentuada por el Movimiento Litúrgico desde el siglo XIX por lo menos, coincidiendo con la mayor alfabetización de la población que les hacía accesibles el uso de misales bilingües y a muchos el acceso a latín eclesiástico pues bastaba tener estudios equivalentes al bachillerato para dominar el latín escrito.
Yerra el tiro por otra razón, y es que su referencia es el Novus Ordo. Y no se nos olvide que el Novus Ordo es un sub-producto de buró vaticano, de comisión vaticana, un invento sesentero-setentero del siglo XX en abierta ruptura con la Tradición previa de Oriente y de Occidente.
Su intuición es buena, pero el contexto en el que la aplica es erróneo: 1-no es la a-morfia litúrgica post-V2 sino el correcto sería las intuiciones del Movimiento Litúrgico que lo precedió y 2-no es la a-morfia novusordista sino las liturgias tradicionales.
Si usted tuviese la valentía de abandonar el novusordo y pasarse la rito mozárabe EN EXCLUSIVIDAD, sus argumentos tendrían una fuerza que ni se imagina. Pero sus argumentos, aunque son ciertos, carecen de fuerza por estar aplicados a un contexto novusordista exclusivo.
Se lo digo sinceramente.
No haga caso de las críticas con "consejito". Los q se pasan, sí q están errados.
Feliz Navidad!
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