Orando los textos litúrgicos (Notas de espiritualidad litúrgica - VII)
Los textos litúrgicos son un material obviamente básico para la espiritualidad litúrgica, ya que ésta no vive de ceremoniales ni puestas en escenas barrocas, sino de la sustancia misma de la liturgia, de su ritualidad, de sus plegarias, de su naturaleza, de la gracia misma.
Por ello es necesario detenerse a considerar cómo son los textos litúrgicos, cuál es su lenguaje. ¿Van dirigidos al sentimiento, a lo afectivo y emocional, o más bien a la inteligencia que mueve nuestro ser?
“Por su contenido primordialmente dogmático o doctrinal las fórmulas de la liturgia tienen un carácter teológico y conceptual. Por cuanto llevamos expuesto en los capítulos anteriores, es fácil deducir que la oración de la Iglesia se dirige especialmente a la inteligencia para comunicarle el conocimiento de los misterios divinos y unirla a Dios con una fe viva e ilustrada. Los profundos conceptos de la vida sobrenatural requieren expresiones densas de pensamiento que no se penetran sin esfuerzo de la mente. La dificultad de expresión resulta tanto mayor cuanto que estas verdades divinas se nos dan a conocer en el misterio, por medio de imágenes y analogías, en las que frecuentemente es difícil distinguir lo que es realidad presente y lo que se refiere a la escatología.
Téngase en cuenta además que la mayor parte de textos usados por la liturgia son tomados de la Sagrada Escritura, cuya lectura es siempre difícil a causa de su estilo, de sus conceptos teológicos, y en especial por razón de la riqueza de contenido de su sentido espiritual A éste haya que añadir todavía un nuevo significado: el que les da la liturgia al usar los textos bíblicos en orden al misterio de Cristo renovado sacramentalmente en la iglesia” (Brasó, Liturgia y espiritualidad, Barcelona 1956, 216-217).
La Iglesia ha ido componiendo sus textos para el culto litúrgico: oraciones (colecta, sobre las ofrendas, postcomunión), prefacios y plegarias eucarísticas, himnos litúrgicos (Veni Creator, Pange lingua, etc.), responsorios, antífonas (“En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada. Madre de Dios, intercede por nosotros”, en las Vísperas de Santa María, 1 de enero), grandes plegarias de bendición o consagración (de ordenación, de consagración del crisma, bendición del agua bautismal, etc.)
¿Cómo son estos textos litúrgicos? ¿Qué características poseen, qué factura presentan?
“En cuanto a los textos de composición eclesiástica, y especialmente por lo que se refiere a las oraciones de nuestra liturgia romana, la Iglesia suele usar fórmulas breves y concisas, muy en consonancia con el temperamento romano que obligan a una mayor densidad conceptual y a una mayor intensidad de atención. Las mismas palabras empleadas tienen algunas veces una profundidad de sentido que va mucho más allá de lo que el vocablo de sí expresa: es en el contexto donde hay que buscar su recta interpretación” (Brasó, pp. 217-218).
Textos breves, concisos, y sin embargo muy ricos en contenido dogmático; poco poéticos tal vez, pero con anclaje bíblico en su formulación. Dice mucho en frases breves, de ahí que al escucharlos una primera vez apenas se capte su hondura; será necesario volver sobre la oración litúrgica, desgranarla, meditarla, descubrir su riqueza dogmática y espiritual. Así habremos de proceder con cualquier prefacio, con cualquier oración colecta.
Cuando nos vamos acostumbrando al estilo de la liturgia, a sus plegarias, a su forma, se va enriqueciendo nuestro interior y nuestra propia vida espiritual. Es un camino agradable y suave a la vez, aunque pida esfuerzo y atención:
“Cuando el alma logra ambientarse en el estilo de la liturgia, y con un trabajo asiduo y atento investiga en el estudio y en la oración el contenido de sus fórmulas, dimana de ellas una luz tan deslumbradora y suave al mismo tiempo, que es indicio de la presencia y de la acción de Dios y que llena de vida y de calor aquellas frases aparentemente áridas y frías. Los textos litúrgicos son entonces fuente abundante de doctrina y procuran una formación espiritual sólidamente teológica. Al mismo tiempo se percibe también en ellas la delicadeza y la intensidad de afecto que contienen y suscitan” (Brasó, p 218).
Estas oraciones, las plegarias litúrgicas, evitan el sentimentalismo, el lenguaje emotivo, y de ese modo se hacen universales: sirven para todos; es un buen ejemplo de la “objetividad” de la liturgia, frente a la emotividad de las plegarias devocionales, mucho más afectivas, cuando se dirigen a Cristo con multitud de adjetivos y siempre hablando en singular, pidiendo sólo por uno mismo. La objetividad de la liturgia, que no llega a ser frialdad, está plasmada en sus textos orantes:
“Las fórmulas litúrgicas, que están escritas para dirigir la oración de todos, deben, pues, estar despojadas de todo personalismo, reduciendo a lo mínimo la parte del sentimiento y concediendo el lugar más importante al pensamiento. Sólo así podrán ser tomadas como oración común de la comunidad y como plegaria particular de cada uno: éstos, conformándose a su contenido doctrinal objetivo, podrán revestirla con los afectos y sentimientos que se deriven espontáneamente de su estado psicológico actual, con lo cual les resultará más viva. La Iglesia nos enseña a practicarlo haciéndonos recitar unos mismos salmos en ocasiones que suponen actitudes espirituales muy diversas” (Brasó p. 220).
Por ejemplo, y es iluminador, el salmo 129: “Desde lo hondo, a ti grito, Señor”. En principio parece meramente penitencial… pero según cuándo se rece adquiere tonalidades distintas. En las II Vísperas del día de Navidad, se subraya un aspecto concreto: “Del Señor viene la misericordia… y él redimirá a Israel…”, porque Cristo ha nacido, viene la misericordia: ¡Él es el Redentor! Cantado en Cuaresma, es profundamente penitencial: “Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?”, pero en Completas del Sábado es un anuncio de la resurrección del Señor celebrada al día siguiente: “aguarde Israel al Señor como el centinela la aurora…” y en el mismo sentido en las I Vísperas de la IV semana del Salterio.
El culto público, la liturgia, requiere de la aportación de cada fiel; es decir, de sus disposiciones interiores para que no sea un culto formal y exterior, sino vivo, real, en espíritu y en verdad: “Los ritos y las fórmulas que la Iglesia usa en su liturgia no tendrían valor alguno si no fuesen la expresión externa y sensible de un culto interior y espiritual, que es el que les da su valor religioso y su virtualidad sobrenatural” (Brasó, p. 233).
La liturgia, de por sí, es eficaz, ya que depende de Jesucristo Sacerdote y no de nosotros. Es un aspecto objetivo. Otra cosa será el bien que nos puede hacer, según nuestra disposición y acogida. Ahí es donde entra el beneficio de acostumbrarse a orar con los textos litúrgicos y familiarizarse con ellos.
7 comentarios
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JAVIER:
¡sin duda!, ése es el camino.
"Te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia".
Y comprendí de pronto tantas cosas y lo inmensamente bueno que es Dios, que nos ha llamado a su servicio -a cada uno en su puesto- y a todos nos otorga la dignidad de hijos... qué honor más grande poder servir al Rey de Reyes como hija suya y, también, como miembro de su pueblo sacerdotal.
"Porque somos linaje suyo" (Hechos 17, 28)
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JAVIER:
¡Efectivamente! Por eso dediqué toda una serie a glosar frases de las distintas plegarias eucarísticas, para saborearlas y hacernos conscientes de su hermoso contenido.
por ejemplo, respecto al texto que vd. cita:
https://www.infocatolica.com/blog/liturgiafuenteyculmen.php/1909170816-nos-haces-dignos-de-servirte
Y aunque salta a la vista que usted elabora unos textos cuidadísimos y que la única gloria que busca con ellos es la de Dios, sirva esto que ahora le digo como prueba o compulsa de que, todo cuanto ha dicho en el post del enlace (y en algún otro que he podido leer), es correcto y verdadero. Tal cual; o, como dirían los anglosajones... tested!
Dios le pague su esfuerzo y su trabajo "explicando y probando" (Hechos 17, 3).
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JAVIER:
Muchas gracias por ese deseo. Ya veremos qué se puede hacer.
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JAVIER:
¡¡Pura Providencia!! Y más Providencia aún porque es la primera vez que acierto a poner, en un comentario, un link, el enlace y que salte a la página correspondiente.
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