Participar en la liturgia (I)

La participación en la liturgia, y educar para participar en ella como se debe, sin confusiones, ni multiplicar intervenciones, ni dejar que entre la secularización, sino aquella participación real que requiere la naturaleza misma de la liturgia es un objetivo constante de la formación espiritual y de la catequesis.

Tenemos por delante que intensificar en la medida de nuestras posibilidades, la participación verdadera en la liturgia, el cultivo de la liturgia, de su solemnidad y sacralidad al celebrarla, renovando la participación plena, consciente, activa, interior, fructuosa, ya que la fe se nutre y se expresa en la liturgia. En esto cada cual, según su ministerio y vocación, como sacerdote, religioso o seglar, habrá de ver qué puede hacer (o en algunos casos, dejar de hacer porque se hace mal) y mejorar.

La catequesis en sus diferentes grados y edades, especialmente la catequesis de adultos o la formación permanente, deberá tener entre sus objetivos educar en vistas a la participación litúrgica; al menos así lo señala del Directorio General de Catequesis:

“La Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles cristianos a aquella participación plena, consciente y activa que exige la naturaleza de la liturgia misma y la dignidad de su sacerdocio bautismal. Para ello, la catequesis, además de propiciar el conocimiento del significado de la liturgia y de los sacramentos, ha de educar a los discípulos de Jesucristo para la oración, la acción de gracias, la penitencia, la plegaria confiada, el sentido comunitario, la captación recta del significado de los símbolos…; ya que todo ello es necesario para que existe una verdadera vida litúrgica” (DGC 85).

 La Eucaristía celebrada merece una amplia explicación e introducción en catequesis de adultos, cursos, conferencias, charlas, boletines de formación (como intentamos ir haciendo aquí), con un método mistagógico, explicando paso a paso cada momento de la celebración eucarística: cómo se realiza según las rúbricas, qué significado tiene y las implicaciones espirituales. Se procura así que, conociendo la liturgia de la Eucaristía, se favorezca una participación plena, consciente, activa, interior, fructuosa (adjetivos que la definen según la Sacrosanctum Concilium).

 Ya Juan Pablo II recordó la importancia de la formación tanto de sacerdotes como de los fieles para incrementar la verdadera participación en la liturgia:

“El cometido más urgente es el de la formación bíblica y litúrgica del pueblo de Dios: pastores y fieles. La Constitución ya lo había subrayado: «No se puede esperar que esto ocurra (la participación plena, consciente y activa de todos los fieles), si antes los mismos pastores de almas no se impregnan totalmente del espíritu y de la fuerza de la Liturgia y llegan a ser maestros de la misma». Esta es una obra a largo plazo, la cual debe empezar en los Seminarios y Casas de formación y continuar durante toda la vida sacerdotal. Esta misma formación, adaptada a su estado, es también indispensable para los laicos” (Carta Vicesimus quintus annus, n. 15).

 2. Lo que no es participar.-

 La participación consciente, plena, activa e interior en la liturgia, se interpreta con el simple “intervenir”, desarrollar algún servicio en la liturgia, y la proliferación –verbalismo- de moniciones y exhortaciones, convirtiendo la liturgia de la Eucaristía en una pedagogía catequética falseada. Se entiende la participación entonces como una didáctica de catequesis donde todo son palabras, es decir, moniciones a todo, superfluas, demasiado largas. Desgraciadamente damos por hecho -¡craso error!- que “participar” es sinónimo de “intervenir” y por tanto se procura que intervengan muchas personas para que parezca más “participativa”. Es un fruto desgraciadísimo de la secularización interna, que se ha filtrado en las mentes de una manera pavorosa, y si no se interviene haciendo algo, entonces parece que no se ha participado. Todos tienen que hacer algo, leer algo, subir y bajar, ser encargado de algo, porque si no, se sienten excluidos, ya que viven con la clave de participar = intervenir, participar = ‘hacer algo”.

 Evidentemente ese principio, elevado hoy día a axioma, es falso. Este error desemboca al final en el precipicio y, claro, nos caemos a lo hondo del barranco y matamos la liturgia.

 Hay frases muy reveladoras, que se dicen con mucha facilidad, y reflejan hasta qué punto se está secularizando la liturgia desde dentro.

 Una de ellas: “A mí es que me gusta mucho participar”: quien la dice está afirmando que lo que le gusta es intervenir, desempeñar algún oficio concreto durante la celebración litúrgica, ya sea por prestar un servicio y ser una persona disponible, ya sea por el prurito de aparecer delante de los demás, acaparando protagonismo humano. ¡Cuántos enfrentamientos y roces innecesarios, pequeñas discusiones, por querer leer, hacer una monición en lugar de otra persona, llevar las ofrendas! Incluso se producen pequeñas carreras, cuando está terminando la oración colecta, para salir apresuradamente al ambón y que nadie le quite la ocasión.

 Otra frase: “fue una Misa muy participativa”. Se suele entender con esto que se multiplicaron las intervenciones, perdiendo la sacralidad, para buscar un efecto secular, democrático, de fiesta humana: se multiplican las moniciones (de entrada, a cada lectura, a cada ofrenda) y las ofrendas (una vela, un libro, un balón, un cartel, el pan y el vino, por ejemplo), se organizan las preces de manera que lo importante sea que cada petición la haga un lector distinto y se añade un himno, poema o pequeño discurso tras la acción de gracias. Se distorsiona la realidad sagrada de la liturgia, se le añaden elementos y acciones al margen de lo que el Misal prescribe, cunde una ‘falsa creatividad’ que es salvaje.

  Aún otra frase: “hay que preparar la liturgia para que todos participen”. De nuevo al hablar de “participación” se está planteando como objetivo la actuación directa de un determinado número de personas, buscando que cada cual haga algo concreto. Lo observamos cuando hay Confirmaciones y, sobre todo, al preparar las diversas tandas de las Primeras Comuniones. Olvidando que el modo propio de participar los niños en esa Misa es comulgar por vez primera con el Cuerpo y Sangre del Señor, transformamos la liturgia en una actuación infantil constante. En estos días las tandas de Primeras Comuniones son quebraderos de cabeza: párroco o catequista quieren que cada niño “haga algo”, multiplicando las intenciones, las ofrendas… lo que sea para que todos intervengan, haciendo cálculos: en tal tanda hay 18 niños, hay que sumar intenciones y ofrendas “simbólicas”, un niño lee un poema, otro hace un canto, hasta el número de 18; si hay menos niños, se reducen las intenciones de las preces o las ofrendas. Una liturgia así poco fruto real da, ni en vida espiritual ni en evangelización.

  El mismo criterio rige en una liturgia en la que convergen diversos grupos, Asociaciones, Movimientos, etc., preparando la celebración litúrgica de manera que todos intervengan en algo como si, por no intervenir o ejercer un ministerio litúrgico, ya no se participara. Si buscan cada uno su propio interés, como en ocasiones ocurre, se olvida lo que es participar y se olvida buscar los medios para que todos participen, y se centra cada cual en las distintas intervenciones, reclamando, a veces hasta violentamente, ese margen de intervención para hacer algo. Se pierde de vista la participación del pueblo cristiano entero (: que recen bien, que lo vivan, que se ofrezcan con Cristo) y la mirada se fija, obsesivamente, en quién interviene y qué hace cada cual, y si un grupo interviene más que el otro, o aquel grupo se va a notar más su presencia que este grupo de aquí. La Comunión eclesial se destroza y se sustituye por la suma aislada entre sí de carismas, Movimientos, grupos: están juntos, pero no hay Comunión, y la liturgia es la distribución de intervenciones de todos para que todos estén contentos y visibles ante los demás.

3. Quien no interviene, ¿participa?

 La respuesta es fácil: todos participan de la liturgia, según su modo propio (sacerdote, diácono, lector, cantor, asamblea santa), pero no todos realizan un servicio litúrgico directo. La participación pertenece a todos aquellos fieles cristianos que asisten a la divina liturgia, y los diferentes ministerios litúrgicos son servicios en orden a la participación de todos los fieles.

 Muchos fieles participan en la Eucaristía gracias a Dios: ni todos leen, ni todos son cantores, ni todos llevan ofrendas de pan y vino… y sin embargo participan perfectamente: rezan, responden, escuchan la Palabra de Dios y responden en su corazón, se ofrecen con Cristo, cantan, interceden en la oración de los fieles y, sobre todo, comulgan el Cuerpo y la Sangre del Señor debidamente preparados. No intervienen, pero todos participan, ya que ésa es la verdadera participación, el culto en Espíritu y en Verdad.

 Además, en determinadas celebraciones sacramentales, quienes reciben un Sacramento tienen un modo propio de participar y es recibir el Sacramento, vivirlo intensamente.

 Los novios en el sacramento del Matrimonio participan de ese sacramento casándose, pronunciando la fórmula del consentimiento, recibiendo la Bendición nupcial, ese es su modo propio, sin tener que hacer ellos las lecturas o enumerar las intenciones de la Oración de los fieles para que “participen”: ya están participando pues son los sujetos del sacramento del Matrimonio.

 Pensemos en las Misas de las “Primeras Comuniones” como un ejemplo cercano. Participar no es intervenir ejerciendo un servicio litúrgico; el modo de participación propio y exclusivo de los niños es comulgar por vez primera con el Cuerpo y Sangre del Señor, ver que se reza por ellos en la oración de los fieles y en el embolismo propio de la anáfora eucarística. Serán los demás (sacerdotes, lectores, acólitos, coro) los que ejercen los ministerios litúrgicos necesarios para que ellos participen ese día en el modo que les es propio: comulgar, sin que los mismos niños desempeñen todos los servicios litúrgicos. Los niños en esa celebración participan, pero su modo de participación es tan especial, único, intransferible, que consiste en comulgar por vez primera con el Señor resucitado en su Cuerpo eucarístico. Esa es su participación: comulgan, rezan, oran, dan gracias, escuchan la Palabra divina, se unen a toda la asamblea cristiana como miembros que participan de la Mesa santa. Pero participar no significa intervenir en todo.

 

10 comentarios

  
vicente
gracias.
12/07/17 7:06 AM
  
maria
Ay P. Javier! Qué razón tiene y como mw recuerda al anterior dekegado de liturgia de esra diócesis ya fallecido, que nos decía que participar, participábamos todos y q intervenían unos pocos. Efectivanente es verdad lo quw dice dw roces, enfados, etc. por querer leer, lo viví personalmente. En cuanto a la liturgia y rúbricas del misal, tienen q seguirlas tanto los laicos como los sacerdotes. He dejado de asistir a una novena, porque el coro parroquial con sus guitarras y otro instrumento con un ruido horroroso cantando cantos no conocidos, seguramente para cantar ellos solos, cantando la paz a toda pastilla y luego el sacerdorte saltarse decir Cordero de Dios que quitas el pecado.... para pasar a ''Este es el cordero de Dios que quita....''y así todos los diad. El domingo, en la misa de la segunda cadena cantaron una canción en lugar del gloria. De verdad, que salgo de misa rebotada. Y le hago una pregunta: liturgicamente es correcto q despues del evangelio, el sacerdote eleve el leccionario y diga ''palabra de Dios'' otros no lo hacen, solo lo besan y a mí me habian dicho que no se elevara. MUCHAS GRACIAS POR SUS ENSEÑANZAS.YA CREIA QUE MUCHAS COSAS NO ESTABAN EN VIGOR PORQUE COMO NO SE HACEN. GRACIAS.

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JAVIER.

Efectivamente: ¡es que una cosa es participar, que es de todos, y otra muy diferente es intervenir!

En cuanto a lo que me pregunta: no hay rúbrica alguna que lo permita. A mí no me desagrada el gesto de elevar el Evangeliario, pero prefiero no hacerlo al no estar explícitamente dicho en las rúbricas. Más que aclamar al Evangeliario en ese momento, lo estamos haciendo a la Palabra viva que ya se ha proclamado y está, por así decir, en el corazón de los fieles.
12/07/17 8:45 AM
  
maria
MUCHISIMAS GRACIAS
12/07/17 10:57 AM
  
Alonso Gracián
Excelente. Le agradezco especialmente insista sobre el tema de la participación. Es algo que me ha inquietado mucho. Desterrar toda concepción pelagiana y antropocéntrica de la participación litúrgica es muy importante, porque ha viciado, incluso, la música empleada en el culto. Y su post lo aclara con detalle, analizando el lenguaje. Lo cual se agradece.

En el fondo, Ud. escribe contra las tesis del funcionalismo religioso, que diría Spaemann. Le parecerá, pues, que predica en el desierto, porque el funcionalismo es ley, en la actual crisis eclesial.

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JAVIER:

Me parece totalmente predicar en el desierto. Sin oyentes... o con oyentes que hacen caso omiso. En materias de liturgia es particularmente difícil porque, como siempre digo, todo el mundo se cree que sabe. No pasa lo mismo en otras materias -filosofía, moral, derecho- pero en liturgia todo el mundo cree saber y lee (¡si es que lee!) con los prejuicios ya adquiridos.

Puede ser que esté luchando contra el "funcionalismo", no me lo había planteado así. Lo que sé es que lucho porque se viva la liturgia tal como la quiera la Iglesia, y se descubra su profundidad teológica y su belleza espiritual. En eso estoy empeñado.
12/07/17 2:09 PM
  
Miguel García Cinto
Padre Javier:
Siga en su empeño de seguir predicando la belleza de la liturgia según el mandato de la Iglesia, es posible que tenga pocos seguidores; son multitud los feligreses que desconocen mínimamente la Sagrada Liturgia, y no digamos la cantidad de sacerdotes que ignoran la esencia de la misma, por falta de formación permanente.
El Señor le bendiga.
12/07/17 7:30 PM
  
Pensador
En la orden benedictina, el monje participa cantando la liturgia...y cuando envejece o no puede cantar, participa escuchando.

(tomado de una entrevista al abad de Fontgombault)

Para tener en cuenta y de ejemplo.
13/07/17 3:36 PM
  
Oscar
Don Javier: predica en el desierto, y si son primeras comuniones, desiertisimo. Me pregunto por que no predica algo que corte por lo sano y de raíz todo esto, por que no predica la Santa Misa Tradicional, que no permite ninguna de las payasadas que lleva tiempo denunciando. Piénselo. También puede hacer una comparación ilustrativa de cada payasada frecuente en la misa nueva, y como en la tradicional esa payasada es imposible. Que le parece? Que no sea siempre un desierto.
15/07/17 9:24 PM
  
Alvaro
Gracias por el post don javier es muy clasificador. El problema me parece es que tenemos demasiado afán de protagonismo y algunos piensan que lejos de ir a la Eucaristía van a un teatro a ver una representación y a ser posible a intervenir en ella. La clave es entender que como usted dice todos los asistentes participan cada uno desde su puesto leyendo los que lean llevando las ofrendas o haciendo las pareces los que tengan esa función y el resto orando y siguiendo la liturgia que es, me parece, la forma más sencilla de participar pero la que más enriquece al propio fiel. Además existe un riesgo y es que el que participa no este bastante formado y no cumpla bien su papel. Por ejemplo cuantas veces los lectores leen aquello de primera lectura de la profecía de Isaías, por ejemplo. Es evidente creo q para participar hay que entender lo que se hace y hacerlo bien para ayudar a los demás a rezar lo que a veces no sólo no ocurre sino que es al contrario. Gracias de nuevo por el post un saludo.
15/07/17 10:09 PM
  
Mari Paz Romero
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JAVIER:

no sé cómo alguien se puede suscribir... ni siquiera si existe esa posibilidad.
03/11/19 2:05 PM
  
Anónimo
Sabe, en mi comunidad pasa algo similar, por ejemplo aquí hay grupos para cada ministerio y cuando hay una fiesta, hasta las catequistas quieren participar en liturgia y más cuando es una fiesta que ellas organizan (el baile, la pachanga, no la Misa, xq la Misa es una fiesta, pero eso ellas no organizan, solo la pachanga, q haya música, q haya pirotecnia, etc, etc) y como ellas organizan, se sienten con el derecho de intervenir, litúrgicamente hablando y eso me parece más bien como afán de aparecer, de que la gente diga: ellas lo organizaron, y peor aún, las que quieren participar ni siquiera pertenecen a un ministerio de liturgia, solo al de catequesis, pero ellas dicen saber hacer todo y se sienten mejor que las que pertenecen al ministerio de liturgia, aunq no lleven una formación, porque sé que hay catequistas nadamás de nombre, que ni a la escuelita de catequesis van... Aaah, pero se sienten las que saben de todo, o sea, quieren ser chile de todos los moles y hacer de la liturgia lo que a ellas les plazca .... Pienso que para eso hay cada ministerio y hay que saber respetar.... Dice la palabra de Dios, "hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo" y parece q entendemos mal... Pareciera que si no intervienen ellas como catequistas en Misa, es como si no fueran a Misa o como restarle valor solo x el hecho de no participar.... Dígame si mi punto de vista es malo, o como me dijo alguien, "eres una testaruda", solo xq le dije q no era correcto que quisiera intervenir en algo que no le corresponde ....

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JAVIER:
Tal como lo cuenta, me parece que tiene vd. razón.
07/07/21 10:46 AM

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