PONIENDO PALABRAS A LO QUE LEO EN MUCHAS MIRADAS
“Queridos papá y mamá:
Después de dar algunas vueltas, decidí escribirles, a pesar de que apenas garabateo mis primeras letras y palabras.
Hubiera preferido decirles todo esto en un momento tranquilo: pero como ya hace un tiempo que esos momentos no se dan en casa, no quería demorar más.
Cuando yo era más chiquito -creo que mientras estuve en el Jardín- yo pensaba que los adultos eran más inteligentes que los niños… y que aunque a mí algunas cosas no me gustaran, debían ser así, como ustedes decían.
Pero poco a poco descubrí que otros compañeritos míos piensan y sienten lo mismo que yo: nuestros papás están confundidos, están equivocados.
O quizá es verdad lo que dijo uno de mis amigos: nuestros papás están locos.
Y es que no logramos entender por qué y para qué viven cómo viven. Por qué andan siempre corriendo, siempre enojados, siempre de mal humor, siempre irritables. Por qué no disfrutan de las cosas.
Cuando me animé a decírselos, me contestaron: “¿es que no te das cuenta que vivimos trabajando?".
Y cuando les pregunté “¿y por qué viven trabajando?", me respondieron: “Para que a vos no te falte nada. Para poder darte todo".
Sonaba convincente. Pero sé que en el fondo ustedes tampoco estaban convencidos.
Por eso me tomo el atrevimiento de decirles, aunque tenga sólo 6 años: ¡están equivocados!
Porque yo no dudo de su buena intención, pero sí dudo de su memoria.
¿En qué momento se olvidaron de su infancia? ¿Cuándo fue el día en que dejaron de recordar cuáles son las cosas verdaderamente importantes, las que no deben faltar a un niño, para que crezca feliz?
Y no quiero pedirles cosas difíciles o irrealizables.
Sólo voy a enumerar cinco, muy sencillas, con las cuales yo comenzaría a sentirme mucho mejor:
- Que cuando vayan a buscarme a algún lugar, lleguen a tiempo. No se imaginan qué feo es para mí quedarme siempre entre los últimos o último, porque no llegan… a veces pienso que se olvidaron de mí, que no les importo demasiado.
- Que cuando quiera contarles algo -especialmente vos, papá- dejes el celular, o bajes el volumen del televisor. Y me mires a los ojos. No sé si te acordás de cuando eras chico, pero en tu mirada yo me encuentro a mí mismo… me transmite fuerza, seguridad…
- Que cada mañana, en el momento en que me ven, me saluden como si fuera el primer día, como cuando en la clínica me tuvieron por primera vez en brazos, y todo era maravilloso. O quizá estoy pidiendo demasiado… me conformo con que no me grites, y al menos me preguntes: “¿dormiste bien?". Esa es ya una manera de decirme “te quiero".
- Y que cada noche, aunque estés cansado, y aunque yo también lo esté, no dejes de pasar por mi habitación, a charlar un poco conmigo. ¡Me encantan esos momentos! Y me encanta que recemos juntos: casi nunca me siento tan unido a ustedes como allí.
- Por último, quiero que sepan algo. En la escuela me enseñó la maestra que 1 + 1 es 2. Pero yo les puedo asegurar que, para mí, cuando ustedes están unidos, cuando se quieren y se lo dicen y lo expresan… 1 + 1 es infinito. Nada me hace sentir tan feliz cuando los veo contentos entre ustedes, cuando conversan y se ríen, cuando se toman de la mano, cuando me cuentan cosas de cuando eran novios o recién estaban casados y yo no existía o era chico… Y nada me entristece tanto como cuando se dicen malas palabras o se miran con esa mirada que ni quiero recordar.
Nunca hubiera pensado que era capaz de escribir tanto.
Espero no haberlos aburrido.
Los quiero mucho.
Gracias por todo!
Gracias por darme tanto!
Pero no se olviden: ¡aún podemos ser mucho más felices!”