En una oscura y fría cueva
“… Me lo repetía a mí misma, incesantemente, desde que partimos desde la casa de mis padres: Dios proveerá.
Yo lo sabía muy bien, lo creía con todas mis fuerzas, porque su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Pero créanme que casi se me cortaba la respiración ante cada puerta que se iba cerrando, ante cada respuesta descortés y cada rostro con gesto enojado.
No eran suficientes los argumentos de José, nadie parecía reparar en mi embarazo… todos parecían demasiado ocupados, a todos les aparecíamos como una molestia, y una visita inoportuna…
Y yo seguía diciendo, en mi interior: “sé que Tú proveerás… Yo soy tu esclava”
En ese momento comencé a intuir que las promesas del Ángel tendrían cumplimiento, pero no del modo imaginado .
Me di cuenta de que mi Hijo iba a ocupar el trono de David, pero que conquistarlo no sería tarea sencilla. Comencé a comprender que su vida estaría marcada, misteriosamente, por el dolor y el rechazo…
Y esta percepción algo difusa tomó más forma cuando aquel pariente de José nos atendió con amabilidad, y pidiéndole sinceras disculpas, le señalaba la montaña. Estaba por atardecer, y yo presentía que el momento se acercaba muy rápido, cuando José me dijo: “sólo pude conseguir una cueva… al menos es un lugar donde podrás dar a luz con decoro y pudor…”
Le respondí: “vamos José, creo que esta noche será el alumbramiento". No sé de donde surgieron estas palabras, pero en mi corazón apareció, nítida, una certeza. Y mientras avanzábamos hacia la cueva, y José caminaba a mi lado en silencio, yo le decía y casi le cantaba al Niño:
“Ya entendí, hijo mío.
Tú no nacerás allí
por azar,
ni sólo a causa
del egoísmo de los hombres…
Tú has elegido este lugar,
desde siempre.
Porque esa cueva sucia, fría,
esa cueva que con la caída del sol será
tenebrosa y atemorizante,
esa cueva es nuestro mundo….
Y yo sé, amado Hijo,
que a este Pueblo
que camina en tinieblas,
para este pueblo
cuyo corazón es de piedra,
tú traerás la luz y el calor…”
Y le dije, una vez más:
“Yo soy tu sierva,
yo soy tu esclava…
hágase en mí,
hágase en nosotros
según la Palabra” …. “
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