Espiritismo hecho espectáculo en televisión (II)
Ha pasado bastante tiempo desde el primer artículo de esta serie, y han pasado dos cosas. La objetiva es que Telecinco ha multiplicado las emisiones del programa “Más allá de la vida”, protagonista de estas líneas. La subjetiva es que he tenido ocasión de verlo y analizarlo con algo de profundidad y sentido crítico (ése que no quieren que apliquemos mucho a nuestra condición de televidentes). Y antes de entrar a comentar este espacio, tengo que decir que me cansa, no me engancha. Sí, me cansa ver una y otra vez los mismos casos, los mismos mensajes y el mismo buenismo de fondo.
Hasta el día de hoy se han emitido siete entregas de este producto televisivo que sus promotores (la compañía productora Plural Entertaiment, responsable de varios programas emitidos sobre todo en Telecinco y Cuatro) colocan en su página web en la categoría de “entretenimiento”. Eso, para que veamos la seriedad con la que tratan el tema de la muerte. Más de dos millones de personas en España –según el promedio de la medición de audiencias– “entretenidas” por la médium Anne Germain, ya conocida en Portugal por el formato hermano del nuestro, titulado allí “Depois da vida”. Un programa en el que, tal como publicitan, “los invitados acuden para conocer los mensajes de personas fallecidas de su entorno”.
Nos sentamos frente a la pantalla y escuchamos esa voz en off que representa a la médium: “Soy Anne Germain. Desde que nací tengo un don: soy médium, contacto con personas que ya no están aquí, respondo a cuestiones que van más allá de la vida”. El plató, blanco y azul, da sensación de tranquilidad. Al comienzo de cada programa, su presentador, Jordi González –bien conocido por otros muchos espacios de dudosa seriedad–, presenta a los famosos invitados, de los que se ofrecen tomas grabadas en las que comentan su grado de escepticismo o de creencia en la vida de ultratumba y en la posibilidad de contactar con los difuntos. Muchos dicen que “no creen en esto”, así que sería interesante, entonces, saber por qué han ido al programa… aunque las posibles razones son pocas, y fácilmente adivinables, sin necesidad de que seamos videntes.