Tras la mágica noche de San Juan
“A coger la verbena los mis amores van, a coger la verbena la noche de San Juan”, canta el grupo musical Alollano, de mi tierra zamorana, aludiendo a una planta muy común y a una noche muy determinada, con connotaciones mágicas. El Diccionario de la Real Academia Española la recoge en su forma de locución verbal coloquial (“coger la verbena”), diciendo que se refiere al hecho de “madrugar mucho para irse a pasear, principalmente en las mañanas de San Juan y de San Pedro”. Entre otras cosas, se atribuía a la verbena la propiedad de evitar la picadura de la culebra.
Hemos vivido hace muy poco la popular noche de San Juan, el paso del 23 al 24 de junio, que coincide en el Hemisferio Norte con el solsticio de verano, “la noche más corta del año”. Los católicos celebramos la natividad de San Juan Bautista –la única figura de la historia de la salvación de la que recordamos no sólo el día de su muerte, sino también el de su nacimiento, como pasa con Jesús y su Madre–, pero se trata de una fecha significativa de amplias resonancias astronómicas y astrológicas, y que nos lleva directamente a multitud de tradiciones paganas.
Año tras año, uno se sorprende del crecimiento y la reaparición de estas costumbres, que en algunos lugares se recuperan y en otros se inventan. Los medios de comunicación no sólo informan estos días de hogueras y espectáculos musicales, sino también de otras curiosas convocatorias que se van repartiendo por la geografía de varios lugares. Voy a fijarme en España, para mostrar cómo sucede algo parecido a Halloween. Una inocente hoguera sirve para congregar a la gente en torno a una fecha especial.