Testigo de Jehová argentino, al borde de la muerte por negarse a una transfusión
Pablo salió de su casa, en San Justo (provincia de Buenos Aires, Argentina), y caminó hacia su auto. Cerca, lo esperaba su trabajo de siempre: una oficina en una empresa de colectivos. Pero cuando estaba por subirse al auto, dos chicos de unos 13 años, se subieron con él, lo encañonaron y lo obligaron a conducir. Lo que siguió fue un forcejeo, cinco tiros en el cuerpo, un vuelco y un último tiro en la cabeza, para rematarlo. Así comienza su relato en el diario argentino Clarín la redactora Gisele Sousa Dias.
Pablo sobrevivió pero una decisión religiosa le puso un freno a los médicos: es testigo de Jehová, una secta que prohíbe las transfusiones de sangre. Ahora la batalla es entre su papá, que recurrió a la Justicia para que autorice las transfusiones, y la esposa de Pablo –también Testigo de Jehová– que recurrió a la Justicia para impedirlo.
Pablo Albarracini tiene 38 años. El pasado 4 de mayo, llegó a la clínica Bazterrica con pérdida de masa encefálica y un balazo en su ojo izquierdo. Los médicos lo operaron y enseguida indicaron una transfusión urgente de glóbulos rojos. Y fue ahí que se dividieron las aguas.
“En 2008, cuando mi hijo ingresó a la congregación de los testigos de Jehová, le hicieron llenar un formulario preimpreso en donde asume que, en caso de ser hospitalizado, no acepta transfusiones de sangre. Esta gente legalizó la firma ante escribano y guardó el acta”, contó a Clarín Jorge, su padre. Los testigos de Jehová toman pasajes que hablan de “no comer sangre” para rechazar ciertas prácticas de plano: desde una transfusión o un trasplante hasta comer morcilla.