“Los que nos dedicamos a las sectas somos buenos... hasta que molestamos”
Reproducimos a continuación un artículo que ha escrito Luis Santamaría del Río en torno al trabajo que muchas personas desarrollan para alertar sobre el fenómeno sectario y las consecuencias con las que se encuentran. Para conocer otra apreciación del autor sobre este tema como misión eclesial, recomendamos leer el artículo titulado “¿Sectas? Anda y haz tú lo mismo” (Unomasdoce, 11/07/16).
Sectas, verdad y mentira
Con ocasión del X aniversario de la fundación de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y de su boletín InfoRIES, y en torno a la puesta en marcha de la Biblioteca-Centro de Documentación “José María Baamonde” en Zamora, he recibido toda clase de felicitaciones y agradecimientos, tanto a la RIES corporativamente como a mí personalmente. Se reconoce así una década de trabajo para informar, formar, prevenir y ayudar en torno al fenómeno sectario y de la nueva religiosidad.
Entonces, ¿dónde está el problema? Los que nos dedicamos a un tema tan complejo somos unos valientes, somos muy buenos… hasta que empezamos a molestar. ¿Cuáles son las molestias? Decir las cosas claras y por el bien de las personas. En los últimos tiempos he sido testigo indirecto y afectado directo en algunos casos en los que, cuando se alerta sobre el carácter sectario de una actividad o de un movimiento, o los riesgos que éstos pueden tener para los más débiles –estoy pensando en los enfermos, por ejemplo, y en otros colectivos vulnerables–, el que destapa el problema es a veces ignorado, cuando no descalificado o incluso amenazado.